miércoles, 2 de marzo de 2011

CAZANDO EN LA MANCHA.


Este pasado puente, del Día de Andalucía, mi mujer y yo, nos hemos ido tres diítas hasta Castellar de Santiago (Ciudad Real) para dar algunos puestos y, de camino, para dejar la rutina cotidiana de la casa

Por el camino, tomamos café en un bar de Andújar. En uno de sus frontales se puede ver esta bella imagen de la Virgen de la Cabeza. La segunda foto pertenece a la iglesia de la localidad manchega.





En este tiempo, hemos convivido -de maravilla, por cierto- en una casa rural de la citada localidad con otros dos aficionados y sus respectivas: Antonio Fernández y José Parrado.  Comidas, relatos de anécdotas de la afición y charlas entre los seis y otros jauleros que compartían casa con nosotros, han sido el denominador común de las jornadas que hemos pasado juntos y, que si Dios quiere, volveremos a repetir en años venideros. Está claro que la experiencia ha sido bastante buena y, cuando una cosa sale así, hay que volver a repetirla.

Una foto del grupo. Creo que todos/as pasamos unos días bastante buenos, ya que los dos matrimonios que nos acompañaron nos lo pusieron muy fácil.




En cuanto al tema de la jaula, tengo que decir que ha habido de todo como en cualquier casa de vecinos: puestos buenos y puestos malos. Además, el tiempo, ha estado igual: momentos buenos y momentos malos.

En el primer puesto -sábado mañana- con una temperatura alta y sin viento, la jornada no fue bien. Ni el campo, ni uno de los dos reclamos que puse, estuvieron a la altura que se debe. El resultado fue cero patatero, aunque pude tirar una hembra.


En el segundo puesto -el de tarde-, con sol pero bastante viento, Chimenea estuvo en su línea y conseguí tirarle un macho y una hembra. Sin embargo, debido a esas cosas raras que algunas veces nos regalan nuestros amigos los reclamos, después de matarle el primer macho, que botó por un plomo de cabeza, cargó el tiro perfectamente, pero luego, se agachó con una pareja, la cual no se la tiré -por supuesto- y, a continuación, le abatí la hembra. Dos hembras que también entraron en plaza, sin la debida forma de hacerlo, siguieron viviendo.


El domingo, en jornada matutina, Redoble (pollo portugués del año) estuvo muy cumplidor, pero el viento primero y el agua después, hicieron que el campo ni se escuchara. En la vespertina, con fuerte viento, Chimenea volvió a dar un buen puesto. Se le vino una pareja de vuelo y metió al macho -un gran campero-. Luego, tras dejárselo “seco”, su acompañante no quiso dar la cara y nos tuvo “enreaos” hasta las seis y media, tras casi dos horas y media de puesto.

Fotos de Redoble en primer lugar y Chimenea en segundo.





En el de sol del lunes, con temperatura muy buena, sin viento y con un buen sol, ni el campo, ni los reclamos quisieron sacar nota. Así, tras casi dos horas de aburrimiento, “levanté el campo” y me fui a arreglar todo para volver para Huelva. Sin embargo, en los quince minutos posteriores, la mañana empezó a cambiar de tal forma que, poco después, se levantó un vendaval con frío, agua y copos de nieve incluidos.

Algunas bellas instantáneas de diferentes rincones de la finca.







Por todo ello, y a modo de resumen, tengo que decir que, esta primera experiencia, ha resultado muy positiva y me ha servido para tener un poco más claro lo que ya lo tenía con anterioridad: de todo hay en la “viña del Señor”. Es obvio que ni en todos los sitios podemos dar con nuestra añorada perdiz roja salvaje, ni todos los bolsillos se lo pueden permitir. Pero todavía es más cierto que cada uno pone en práctica lo que su ética personal le permite. A partir de ahí, allá cada uno con su historia. Yo, a nivel personal, lo tengo claro: hago lo que debo con lo que tengo en cada momento: jaula y campo. Si lo que hay es lo que hay en ese momento, con ello me debo que conformar. Así, en estos días, he tirado seis pájaros granjeros, pero seis pájaros que no han desmerecido a otros de mejor genética y, el que no entró como yo entiendo que debía hacerlo, tal como vino, se fue. Podía haber aumentado el número de trofeos, pero iba a disfrutar, no a matar. Ese es el principio que me enseñaron hace ya bastantes años  y sigo poniéndolo en práctica al día de hoy.

Primer plano de la cabeza de uno de los buenos machos que abatí.



PD. Ya quisieran tener muchas fincas de nuestra geografía, muchas hembras como una de las que mató el amigo Antonio Fernández: auténtica perdiz roja salvaje.
 

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