Ayer, en el coto social de Calañas, se celebró la tercera montería de la temporada. Esta vez se monteó "La Atalaya", un bellísimo terreno cubierto por una exhuberante vegetación de monte bajo -jara, romero, charneca...-, pino piñonero, algunas encinas y eucaliptos.
Tradicionalmente, esta mancha ha venido siendo una zona muy querenciosa para los guarros, porque en ella encuentran defensa, cobijo y comida. Así, lo normal siempre ha sido, en monterías anteriores, el abatir sobre una veintena de cochinos y algún que otro "venao".
Sin embargo, este año, por lo tardío de las primeras aguas otoñales segun se comentó una vez finalizada la mancha, la montería ha estado más que flojita, ya que cochinos, "la salsa de dicho plato", solo se abatieron cinco y de poca monta, ocho ciervos medianitos y ocho "pepas" de descaste.
En nuestro caso particular, con un paisaje maravilloso a nuestros alrededores, ni fu ni fa. Un ciervo de ocho puntas y una buena cochina, que se largó ante la difcultad de quedarse con ella.
En las dos imágenes que vienen a continuación se puede ver a Alonso, a Manuel -un simpático crío al que le va este tipo de marcha- y a Benito con el ciervo que abatió el primero. En la siguiente, el tesorero de la entidad, con el marranete que consiguió.
Sin embargo, este año, por lo tardío de las primeras aguas otoñales segun se comentó una vez finalizada la mancha, la montería ha estado más que flojita, ya que cochinos, "la salsa de dicho plato", solo se abatieron cinco y de poca monta, ocho ciervos medianitos y ocho "pepas" de descaste.
En nuestro caso particular, con un paisaje maravilloso a nuestros alrededores, ni fu ni fa. Un ciervo de ocho puntas y una buena cochina, que se largó ante la difcultad de quedarse con ella.
Esta tomas reflejan el entorno próximo donde se celebró la montería.
Así de concurrido estaba el bar de la sociedad a primeras horas de la mañana, como se puede apreciar en la primera imagen. En la segunda, mi hijo Pablo, un gran amigo lugareño -Juan Conde- y el que suscribe tomando una copa en la puerta del citado local .
En la instantánea que viene a continuación se puede observar a Juan Jesús, presidente de la sociedad, en el momento del sorteo de los puestos.
En las siguientes fotos se aprecia a los monteros de la traviesa que nos correspondió en el sorteo, camino de sus respectivos puestos. A mi hijo en el suyo, al frontal que teníamos para tirar -con cierva incluida- y a dos de los perros que pasaron a nuestro lado.
En las dos imágenes que vienen a continuación se puede ver a Alonso, a Manuel -un simpático crío al que le va este tipo de marcha- y a Benito con el ciervo que abatió el primero. En la siguiente, el tesorero de la entidad, con el marranete que consiguió.
Una vez acabada la mancha, los buitres que, por lo que aprecié, "saben latín", esperando que nos fuéramos para ellos darse el festín. Es una cosa curiosa y que no parece verdad, pero lo cierto es que, en cuanto acaba la montería, y ven el tránsito de los coches, acuden por decenas para participar en el "ágape".
Y..., como en todos sitios se fuma y se echa el rato, siempre hay un lugar para reunirse y tomar el "bocaillo". Esta vez, como se observa, a la sombra de una encina del lugar, no nos fue la cosa mal.
En resumidas cuentas, una buena jornada de caza. Sin muchos números, pero contando con la formidable y desinteresada hospitalidad de muchos paisanos de esta bella localidad minera y del Andévalo onubense.