martes, 27 de diciembre de 2011

DE MONTERÍA: CALAÑAS, 26 DE DICIEMBRE.



          Este pasado lunes, día no laborable por caer en domingo la festividad de la Navidad, se monteó en Calañas la mancha "El Chorrito". Mancha eminentemente jabatera, como lo demuestra los sesenta y tanto cochinos que se han abatido algunas temporadas o los seis guarros cobrados en una de las puertas, justamente el año pasado.

         Sin embargo, al igual que viene ocurriendo en todas las anteriores, el resultado de ésta ha sido muy por debajo de lo esperado. Tan es así, que sólo se cobraron cuatro maranchones, seis venaos -dos de ellos de doce puntas y muy bonitos- y ocho "pepas". Lo que significa, que los números anteriores se pueden considerar como un auténtico fracaso y que no hay más remedio de reflexionar sobre lo que está fallando para cantidades tan escuálidas de reses conseguidas.

          Como curiosidad decir que, una de las armadas, "la del río", paralela al Odiel, que siempre está conformada por socios voluntarios, por las dificultades que presenta el acceder a  las puertas y para sacar las reses abatidas, no tiró absolutamente nada, excepto dos zorros, cuando en años anteriores los monteros han disfrutado lo máximo. Y eso que, para evitar que los "bichos" se escaparan de  la mancha en cuanto empezara el movimiento de coches  y personal,  como había ocurrido otros años, la armada se empezó a montar con las primeras luces del día. Ni que decir tiene, que mi hijo y yo estuvimos formando parte de  ella.

         Esperemos que las manchas venideras ofrezcan otra cara, ya que lo visto hasta ahora, si exceptuamos casos aislados, ha resultado de pobre para abajo.

Estas imágenes captan algunos momentos de la jornada montera. En la primera se aprecia al sol asomando sobre el río Odiel. La segunda y tercera nos muestran el difícil acceso a las puertas de la armada del mismo. La cuarta recoge a Chesco con su trofeo. Por último, la quinta, nos muestra el buen ambiente post-mancha: buenas copas y buenas viandas para demostrar que una mala jornada cinegética no debe indicar malas caras, sino todo lo contrario. 








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