sábado, 31 de diciembre de 2011

SE NOS VA EL DOS MIL ONCE.





          Como se puede apreciar en estas dos imágenes tomadas esta tarde en la ría de Huelva, desde los aledaños del maravilloso muelle del Tinto como así se le conoce al muelle de carga de la que en su día fue la  Compañía de Riotinto, el sol, nuestro majestuoso astro, fuente de la vida de nuestro planeta Tierra, empezaba dar su último adiós del dos mil once. Como todo lo que desaparece, aunque en este caso sea temporalmente, produce en nuestros corazones ese vacío difícil de explicar y  que levita a nuestro alrededor trayéndonos mil y una situaciones que por un motivo u otro fueron fuentes de alegría y, también, como no, de su polo opuesto. Una puesta de sol es como el final de un apasionante regalo que pone la naturaleza en nuestra manos. Pero ese final no es infinito, es algo así como un corto descanso, en donde sus hermanas, las miles y miles de estrellas que acompañan al astro rey en el universo, velan sus necesitados sueños. No tardará mucho en despertar, y lo hará como se fue, con una belleza incontestable. Así, sus inigualables tonos rojos cobrizos nos recordarán que, aunque todos los días tienes su ocaso, siempre amanecerá de nuevo. Frase que viene a dejarnos meridianamente claro que siempre hay un después, por muy malo que sea el ahora.

          Pues, desde este rincón de un humilde aprendiz de escritor, deseo de todo corazón a todos/as que el dos mil doce que ya revolotea por los aledaños de nuestras vidas ponga en vuestras manos esos sueños que las personas de bien quisieran que alguien se las hiciera realidad. Seguro que no son de grandezas ni de muchos aspavientos, pero  sí  de esas cosas tan humildes y emotivas que se enterarán únicamente unos pocos, justamente quien necesita que se les concediera, porque la vida no está siendo justa con ellos/as.

          Un cordial saludo y ¡FELIZ 2012!


1 comentario:

  1. ¡Preciosas imágenes!
    Son demasiados los que ya no están...
    Feliz 2012.

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