martes, 24 de mayo de 2011

UN BUEN LIBRO PARA EL VERANO: "BUSCANDO A FABIÁN".


         A mi edad, y siendo aficionado desde siempre, por mis manos han pasado, si no todos los libros que se han publicado sobre nuestra afición, puedo decir, sin lugar a equivocarme, que la gran mayoría. Así, por citar algunos ejemplos, he tenido la suerte disfrutar leyendo: “Memorias de un reclamo”, “La perdiz y los reclamos para su caza”, “Anecdotario y memorias de un pajaritero”, “Perdices, sierras y olivares”, “Con las capas largas, “La caza de la perdiz con reclamo” “De la perdiz con reclamo” y un largo etcétera de títulos.

         Pues bien, algunos de los anteriores, son tan conocidos y famosos que, pocos aficionados, no han dado cuenta de ellos. Pero. hay un título que ha llegado últimamente a mi poder y, que para mí, sin desmerecer todos los citados, y algunos más, en una verdadera maravilla  a la hora de entretener y seducir al lector por su literatura fácil –no exenta de grandes conocimientos pajariteros y de la naturaleza-, ameno y apasionante.

Dicha obra, “Buscando a Fabián”, publicado por la Concejalía de Cultura del Ayuntamiento de Cartagena y escrito por José Damián Aranda Mercader y Cándido Martínez Petrel –cirujano y  anestesista respectivamente-, es un compendio formado por once sencillos y maravillosos relatos o cuentos, sobre anécdotas y peripecias por las que pasan los personajes del libro, uno dedicado a refranes pajariteros y, un último, a recetas de cocina sobre la perdiz.


Los autores, muy conocedores de la zona de Cartagena y de sus gentes -según se desprende de su lectura y como queda plasmado en el libro-, desarrollan curiosas y fascinantes historias que siempre han acompañado al mundo del reclamo y retratan las diferentes situaciones que nos presentan con una maravillosa delicadeza y sencillez. Además, nuestra abnegada Guardia Civil queda queda perfectamente "dibujada" en la obra con la que fue su  difícil tarea en la España  anterior al medio siglo pasado.

El libro, de sólo 188 páginas, está ilustrado con unos bellísimos dibujos del Sr. Aranda Mercader, que anteceden a cada relato.

Pues bien, desde este humilde blog, quiero recomendar estas historias de chimenea -como las titulan los autores-, a quien no las conozcan, para que, el largo estío y, a la vez, época de muda, se haga más llevadera y menos anodino. Seguro que, quien así lo haga, no se arrepentirá. De verdad que merecen muy mucho la pena.

miércoles, 18 de mayo de 2011

LLUVIAS A DESTIEMPO.


            Que nunca llueve a gusto de todos/as, lo saben hasta los menos puestos en agricultura y ganadería. Pero cuando el líquido elemento aparece de mediados de mayo hacia adelante, es a gusto de pocos, de muy pocos para ser precisos, por lo menos, en esta parte de Andalucía  y, supongo que, en muchas otras.

         Sin ser agricultor, pero sí con unos conocimientos básicos sobre el tema, a los cereales y a otras plantas de secano como melones, sandías, garbanzos..., A muchas plantas de huerta y a algunos frutales,  este agua le viene como un tiro.

            Pero si giramos 180º y nos adentramos en el mundo de la fauna, el agua de mayo, es “mortal de necesidad”-aunque algunos la esperen con muchas ansias, como dice el refrán- y, si viene acompañada de tormentas, como es el caso, peor que peor. Así, gazaperas y muchos nidos de nuestra avifauna mediterránea sufrirán las consecuencias del mal tiempo.

        Pero si afinamos un poco más y nos referimos a nuestra perdiz roja, los daños que produce el agua en tan delicada especie, en sus primeros estadios de la vida, suelen ser más que cuantiosos. Así, si la hembra está incubando y, se asusta de las tormentas, como de hecho ocurre, abandona temporalmente el nido, lo que puede suponer -si es por la noche más-, la muerte de los pollos ante de la eclosión.

            Si ya han nacido los perdigones y son auténticos “plumoncitos” -como ocurre todos los años entre mediados de mayo y junio-, por tanto muy frioleros, “no tienen cuartel”, aunque sus respectivas madres, como muy inteligentes que son, los lleven a lugares con escasa vegetación. Sin embargo, esto, a veces, no es fácil por la exuberancia de la misma (este año puede servir de ejemplo). Por consiguiente, en cuanto se mojan y permanecen así algún tiempo, el bando va disminuyendo en su número hasta quedarse, muy tristemente,  en cuadro.

            Desgraciadamente para nosotros, los aficionados al reclamo, las perspectivas ofrecidas por los pronósticos meteorológicos para los próximos días, no son nada halagüeñas. Por tanto, pidamos que no se cumplan éstas y que no llueva como está previsto, ya que si lo hace y, encima, acompañado de tormentas, muchas bajas habrá.

            De momento, esta mañana, aquí en Huelva, ha amanecido gris plomizo y con muy mala pinta: viento, agua, nubes amenazadoras, truenos y fuerte aparato eléctrico. Esperemos que cambie la climatología y que, las próximas jornadas, no sigan con estas trazas, ya que un porcentaje bastante alto de nidadas están empezando a salir.

             Estas fotos están tomadas a las ocho de esta mañana.





Ahora mismo, la dieciséis y cincuenta y cinco, en la capital, no llueve, aunque hace muchísimo viento, pero en la zona del Andévalo, donde tengo el coto, no ha parado en todo el día. Malas perspectivas, porque ya hay bastantes pájaros nacidos.
Pero si queremos mirarle la cara buena a  la lluvia de estas fechas, puedo decir que, si sigue lloviendo, saldrán algunos tipos de setas -otra de mis aficiones- y, entre ellas, los boletus.


sábado, 14 de mayo de 2011

JAULAS DE ANTAÑO.


Como caprichosos que somos -que no lo dude nadie-, porque cuarenta mil ejemplos pueden verificarlo, uno de nuestros antojitos, siempre han sido las "casitas" de nuestras perdices. Pues yo, que también lo soy, y bastante, desde siempre he estado enamorado de las jaulas antiguas y, específicamente, las de aros de madera.


Todas las que tengo -veinte para ser exacto-, excepto tres son de alambres y madera/PVC. Además, como se puede apreciar, todas tienen gancho, ya que las anillas no me gustan y porque este tipo de jaula son las que siempre ha habido en la familia. Sé que la madera puede servir de guarida a muchos ácaros, pero con buena limpieza y desinfección cada cierto tiempo, no debe existir peligro de parasitosis externa


Pues bien,  de todas las que tengo -veinte en total de muy distinta procedencia-, estas tres, de la siguiente instantánea, son un poco "mayorcitas". La del centro, a la que le tengo un gran cariño y siempre es morada de mi mejor reclamo, es la única que me queda de mi abuelo Vicente. Debe tener sobre cincuenta o sesenta años y ya ha sido reparada varias veces. La de nuestra izquierda, lleva en mi poder sobre veinte años, aunque debe tener, al menos, el doble. Hace unos diez, le  eché nuevos los dos aros de madera. Es obsequio de mi buen amigo, ya fallecido, Joaquín Gálvez. La de la derecha, me la regaló, hace unos quince años, mi amigo y, otras veces, compañero de coto, Curro Huelva. 


Las tres tienen asiento de cuerda sintética -se los renuevo cada tres o cuatro años- y un tipo de piedra tipo esmerón -las dos primeras y casi todas las que tengo- procedente de Ugijar(Granada) y que descubrí en uno de mis viajes a esa zona de las Alpujarras. En un principio, todas tenían comedero interior -como antiguamente-, pero se los quité para aumentar el espacio interior y porque no me gustaban así.



En esta imagen se puede apreciar el maravilloso cosido que lleva el gorro de la misma. Corresponde a la primera de la foto ¿Cuánto costaría hoy una de ellas? 
El espacio entre alambres, es un poco mayor de lo normal -sólo 45-, pero aun así, es una jaula más que aceptable.
No tenía gancho en un principio y hubo que hacerle un pequeño "chapú" para incorporárselo.


En esta última imagen se puede observar la robustez y calidad del trabajo de esta  jaula -la tercera de la foto-. Tiene ochenta alambres y la suelo utilizar para pájaros que briegan más de la cuenta. Sólo un defecto: el aro de madera central, es mas ancho de la cuenta, por lo menos, para mi gusto.


Por último, como también se puede apreciar en todas ellas, están pintadas de camuflaje mate (verde bosque, negro y ocre amarillo) y, cada dos años, les pego un repaso de brocha.

Hoy día, en el mercado, hay grandes jaulas de no menos artesanos del ramo, pero las antiguas tienen una serie de detalles y una terminación que no los tienen las actuales, o por lo menos, así lo veo yo. Eso sí, las modernas de muy primera fila cuestan un riñón y parte del otro.

viernes, 13 de mayo de 2011

TARDE DE BOLETUS II.


Si el jueves pasado anduvimos por terrenos de Beas/Valverde del Camino, en el día de ayer nos trasladamos -mi socio Rafa y yo- hasta la finca de un amigo situada entre San Bartolomé y Alosno.

Con una temperatura un poco alta para la fecha en que andamos y acompañados casi toda la tarde por el bellísimo canto del pinzón común -muy abundante en esta zona- y, rodeados de tojos, brezos, jaras, jaguarzos, trovisqueras, alcornoques y algún pino salteado, las tres horas que le dedicamos a la búsqueda de los boletus, fue más fructífera de lo esperado, ya que esta vez, conseguimos casi llenar los dos buenos canastos que llevábamos, lo que se tradujo en casi seis kg de tan preciada seta. Además, a diferencia de la tarde anterior, el tamaño de éstas, ha experimentado un apreciable ascenso.

A modo de resumen, estas son algunas instantáneas del lugar por donde anduvimos y de algunos boletus -aestivalis la mayoría- que tuvimos la suerte de encontrar.











Aquí está el tío, al final de la tarde, con los dos hermosos canastos que conseguimos.



Uno de los boletus, enorme como se puede comprobar, llegó  a pesar 586 gramos.



Esta Amanita vaginata, la dejamos para otra ocasión, aunque es comestible, por su parecido a la phalloides -con la que le entró "dolor de tripa" al emperador Claudio-. La segunda imagen pertenece a un nido de golondrina dáurica que nos encontramos por el camino.



Obviamente, este "material" no puede dejarse mucho tiempo sin cocinar porque se estropea rápidamente. Por tanto, sobre la marcha se preparan y, lo que no se consuman de primera, al congelador para otro día.



domingo, 8 de mayo de 2011

¡VAYA MISA QUE DIO EL CURA PÁRROCO!


A don Gonzalo Martínez, cura de los de sotana y gran aficionado a la Caza de la Perdiz con Reclamo.
  Don Prudencio, el cura párroco del pueblo, aparte de sacerdote -eso estaba claro-, tenía un segundo “oficio”: cazar el perdigón, o cuco, como se le llamaba por aquellos pagos.
  Como buen castellano, conquense por más señas, era fiel a sus principios. Por ello, debía atender ambas “ocupaciones” con la máxima entrega y devoción. “A las personas y a las perdices -como él mismo decía-, hay que dedicarles muchas horas. Si no, las primeras dan muchos disgustos y, las segundas, ninguna alegría”. Pero lo cierto es que, cuando llegaba la época del cuco, que por aquellas fechas era casi todo el año, al no estar regulada su caza por la Ley, el que daba más de un disgustillo era Don Prudencio y, lo peor, era que la gente del pueblo estaba al tanto de todo. Pero..., como eran otros tiempos, y por aquellos entonces, la figura del cura era intocable e intachable, los vecinos lo aceptaban de buen grado, aunque eso no significaba que tan desmesurada afición formara parte de la “comidilla” de todos los días.
     Llegaba a tal punto su pasión por el reclamo, que las misas de primera hora de la mañana, la de las ocho, no podían ser más cortas. Lo imprescindible -con rapidez- y punto y final. Luego, una vez dada la bendición, Don Prudencio, raudo y veloz, salía a “toda pastilla” para la sacristía, se quitaba todos los ornamentos de la celebración; iba a casa, cogía su Lambreta -moto muy usada en la segunda mitad del siglo pasado-, el pájaro, la escopeta y, sin perder un segundo, ponía rumbo a cualquiera de las muchas fincas en las que estaba autorizado para dar el puesto.
     Por las tardes, ocurría todo lo contrario. El párroco, se quedaba en el puesto hasta casi el anochecer, porque como él también solía puntualizar: ”Las perdices son como las mujeres, por las tardes, siempre llegan a última hora”.
     Esta forma de proceder le acarreó más de un sofocón, principalmente en la jornada vespertina, ya que tenía una nueva misa a las ocho y media de la tarde y, la gran mayoría de las veces, casi no le daba tiempo de llegar a hora de la celebración. Por tanto, se tenía que vestir a la carrera y confiar siempre en que Julián, el sacristán, no le dejase en la estacada, porque, cuando así ocurría, “problemas habemus”: o no encontraba la vestimenta adecuada, o fallaba la iluminación del altar, o no se había repuesto el vino, la cestita para el dinero de las donaciones no aparecía....
Pues, con estas componendas, en una soleada y calurosa tarde de losprimeros días de marzo, Don Prudencio salió, como tantas otras,  a dar el puesto, pero como ya estaba todo muy jauleado, lo hizo más lejos de la cuenta. Como quiera que éste se alargó más de lo esperado, porque tras tirar un macho que le entró solo y el de una collera, la pajarilla de ésta última empezó a dar la lata, el tiempo fue pasando inexorablemente hasta que, sobre las siete, tras dos horas y media, el párroco, viendo que aquella esquiva y resabiada viuda no acababa de entrar en plaza, dio por acabado el mismo. Luego, al llegar al repostero y coger uno de los machos que había tirado, se dio cuenta que estaba vivo al tener solo un refilonazo en la cabeza, un plomazo en el ala y otros de poca gravedad en varias partes del cuerpo. Una vez en sus manos y, dada la bella estampa que presentaba, decidió salvarle la vida y quedarse con él para utilizarlo como reclamo la temporada siguiente, si se reponía de las heridas que presentaba.
Como no llevaba nada adecuado para encerrarlo, el bolsillo de su chaqueta -solía ir a colgar con esta indumentaria-, era lo único que había a mano para que fuera medianamente cómodo hasta el pueblo. Así, recogió todos los pertrechos y fue en busca de la moto que la tenía un poco más abajo. Pero..., aquella especial tarde le guardaba una nueva sorpresa ya que, al llegar hasta la Lambreta, se dio cuenta que su rueda delantera estaba pinchada y, por consiguiente, el camino de vuelta, largo por cierto, tendría que hacerlo a pie. Y lo que era peor: la misa debía comenzar a las ocho y media y, por desgracia, eran más de la siete y se encontraba a no menos de diez de Km del pueblo, en un paraje poco frecuentado por los convecinos. Estaba claro que no había más remedio que echarse todos los trastos a cuestas otra vez, empezar a caminar rumbo a la población y encomendarse a la Virgen de los Desamparados, para que la suerte se aliara con él y pasara alguien por aquellos caminos, lo montara en su vehículo y, de esta manera,  poder llegar a hora para la celebración de la Santa Misa.
Sin embargo, el tiempo pasaba y Don Prudencio nos atisbaba el más mínimo ruido de motor que supusiera el paso de algún amigo que le echara una mano y lo sacara del aprieto en el que estaba metido. Pero…, la Divina Providencia se acordó de él y, a los pocos minutos, cuando ya llevaba andando casi tres cuartos de hora y había perdido todas las esperanzas, Juanín, el tratante de “ganao”, que venía de ver unos cochinos de una finca cercana, frenó su  Renault 4L, a su altura y, dirigiéndose a él, con un poco de sarcasmo, le dijo:
- ¿De dónde se viene a estas horas, Don Prudencio?
- ¡Calla Juanín, calla! ¡Si yo te contara...!
- ¡Pues suba usted y..., por el camino, me lo cuenta!
Don Prudencio le fue relatando lo sucedido, mientras aquel vetusto automóvil saltaba y saltaba esquivando y bordeando los infinitos hoyos y socavones que tenía aquel intransitable camino.
Y en ello andaban, cuando las ocho y media estaban próximas a aparecer en el reloj de bolsillo que, constantemente, Don Prudencio consultaba con cierto nerviosismo.
Juanín, que sabía lo que estaba ocurriendo y comprendiendo la situación tan embarazosa por la que atravesaba el cura, volvió a dirigirse a él, con exquisita educación.
- Don Prudencio, si usted quiere, como ahora no tengo nada que hacer, lo dejo en la puerta de la sacristía y lo espero en el coche con todas sus “cosas” hasta que termine la misa.
 El párroco, como no tenía otra alternativa mejor, no tuvo más remedio que asentir, no sin antes dirigirse a él, diciéndole, mientras caminaba hacia el interior de la parroquia:
- ¡Dios te lo pague, amigo Juanín! ¡Dios te lo pague!
 Julián, el sacristán, impaciente y con cara de circunstancias por la tardanza de D. Prudencio, lo esperaba en la sacristía con todo preparado.
- Sr. párroco, ¿cómo ha tardado Vd. tanto?
- Ya te contaré Julián, ya te contaré...
Don Prudencio, se vistió en un periquete y ya más tranquilo y relajado, se presentó ante todos sus feligreses que le observaban con alguna que otra sonrisa picarona.
 Con aplomo -era cura con muchas tablas- y mano izquierda fue “capeando el temporal”,  pero..., mediada la misa, le llegó la tercera sorpresa que le tenía guardada la tarde: al alzar los brazos para levantar el cáliz, una vez pronunciado: “...con este vino fruto de la vid y del trabajo del hombre...”, la casulla dejó de oprimirle el bolsillo, dónde permanecía guardado el perdigón herido -con las prisas no se había acordado de dejarlo en la sacristía-, y éste, un poco liberado de la estrechez, tras un pequeño forcejeo, consiguió salirse de aquel oscuro habitáculo y, una vez libre en el suelo, tras empinarse de patas y dar varios aletazos al aire, delante de todos los asistentes a la celebración, emprendió veloz carrera por entre medio de todos ellos que, con evidentes signos de sorpresa y un poquito de guasa, no paraban de reír y murmurar ante la insólita situación presentada.
Don Prudencio, hecho un flan, no tuvo más remedio que dirigirse a sus parroquianos con voz entrecortada y evidentes signos de pesadumbre y abatimiento.
- Queridos hermanos, el Señor es bueno..., seguro que me perdonará. Hagan ustedes lo mismo.
Luego, tras carraspear un poco, con todo el aplomo del mundo, continuó como si nada hubiera ocurrido, mientras uno de los feligreses, haciendo gala de una gran habilidad, consiguió echarle mano al perdigón y, con él entre sus manos, esperó pacientemente a la finalización de aquella peculiar y singular celebración litúrgica.
                                                                                                  

sábado, 7 de mayo de 2011

TARDE DE BOLETUS.


Estas últimas aguas, beneficiosas o perjudiciales, según quien las mire, han hecho que el campo recobre todo su belleza y esplendor, ya que andaba un poco dormido desde hace un tiempo por la falta del líquido elemento.

Unas de las que han sacado tajada de las borrascas que nos han visitado últimamente, han sido las setas y, dentro de ellas, los boletus. Por tanto, los faisanes, tontullos, tentullos y otros nombres por los que son conocidos estas preciadas setas en las diferente zonas andaluzas, en donde se dan, están siendo la delicia de los aficionados a la micología y recolección de esta especie silvestre. Luego vendrá la cocina, para finalizar la faena.

Pues bien, dentro de los boletus, el aereus o blanco, como popularmente se le conoce, es el rey de este grupo conjuntamente con el edulis y, además, suelen salir, aparte de principios de otoño, en las primaveras calurosas y lluviosas como ésta.

Por tanto, ayer por la tarde nos trasladamos a terrenos de Beas/Valverde del Camino para echar el rato y dar el paseo por el campo. El resultado obtenido en la jornada vespertina fue mayor de lo esperado: íbamos sin mucha esperanza y, aunque pocos, logramos coger sobre dos kg, la mayoría de aereus. Eso sí, preciosos, como suele ser este tipo de seta.

Esta imágenes sirven para poder apreciar la belleza de los boletus aereus y edulis.










También, pero en menor grado, tropezamos con algún que otro edulis como este buen ejemplar.




Como de todo hay en la viña del Señor, la sospechosa Amanita junquillea, también anda "tomando el sol" por estas fechas. 



También nos tropezamos con algún que otro "peo" lobo.



El resultado final de la tarde de campo fue este medio canastito.



Hoy, mientras escribo estas líneas, he estando preparándolos. Unos pocos, al mediodía, irán directamente al estómago y, otros, al congelador para otros momentos.


Siguiendo con lo de ayer, andando, andando, pude observar lo que en este tiempo están haciendo las diferentes maquinarias agrícolas.




A esta otra parte, aun no le ha llegado su hora, pero supongo que, dentro de dos o tres días, los discos del arado la visitarán. Y eso que por allí, aparte de otras especies animales en época de reproducción y celo, hay madroñeras -como se puede apreciar en la última imagen- y otras especies vegetales protegidas. ¿ESTO NO ATENTA CONTRA LA LEY DE LA FLORA Y LA FAUNA SILVESTRE ANDALUZA? ¿NO DESTRUYE MUCHOS EJEMPLARES DE LOS CITADOS?




QUE DIOS NOS COJA "CONFESAOS", PORQUE NI LOS AGRICULTORES, NI LA ADMINISTRACIÓN ESTÁN POR LA LABOR DE AYUDAR DE VERDAD AL CAZADOR.

domingo, 1 de mayo de 2011

REGALOS DE LA NATURALEZA.



Está claro que, la naturaleza, por más nos duela, nos lleva mucha ventaja. Por tanto, el afanarse en igualarla, resulta tarea baldía. Lo hemos intentado siglo tras siglo, pero…, al final, el resultado siempre ha sido el mismo: derrota total.


Así, grandes pintores, escultores y artistas de todo tipo, siempre han querido superar la belleza natural, pero aunque se han aproximado mucho a ella en sus trabajos, nunca han sido capaces de salir vencedores. Las obras de arte salidas de la mente y de las hábiles manos de los genios plásticos, han recibido la crítica positiva, la alabanza y el aplauso de miles y miles de admiradores, pero sus modelos siempre le han ganado en encanto, belleza y naturalidad.

Sin embargo, si algún artista se acerca al máximo a la realidad natural, no es otro que el fotógrafo, ya que en sus instantáneas quedan recogida toda la grandeza de nuestro medio natural. Además, si otros genios necesitan mucho tiempo para consumar sus obras, pero termina acabándolas, ellos pueden emplear horas, días e incluso semanas intentando captar con sus cámaras un determinado objetivo y, al final, todo se puede quedar en aguas de borrajas.

Pues bien, como este humilde blog tiene a la naturaleza como cristal donde mirarse, no puede pasar por alto la posibilidad de traer hasta aquí, cuantas imágenes sirvan para engrandecerla. Por tal motivo, a primeros de cada mes, iré colgando algunas de ellas relacionadas con la flora, fauna y paisajes de nuestras tierras.

            Esto será posible  gracias a la amabilidad de un gran aficionado onubense: José Luis Rodríguez. Este artista y amante de la naturaleza, al que le hago público y por adelantado mi agradecimiento por su desinteresada cesión, me ha permitido que algunos de sus maravillosos trabajos puedan mejorar la “oferta” de este espacio dedicado al reclamo y a la naturaleza en general. Igualmente, en la medida que pueda, iré aportando algo de mi humilde “cosecha propia”.
            









Como la primavera está en todo su apogeo, estas cuatro imágenes, salidas de mi cámara, vienen a demostrarlo.