domingo, 27 de noviembre de 2011

DE MONTERÍA: CALAÑAS 27 DE NOVIEMBRE.


"¡EUREKA!" AFORTUNADAMENTE,  ESTOS "BICHITOS" EXISTEN.





            Para un profano en la materia como yo, este "animalito" es un verdadero coloso. Pero..., además, para los entendidos, no lo es menos, ya que ellos saben de primera mano que, hacerse con un trofeíto de esta categoría, no es nada fácil, sino todo lo contrario. Pocos, muy pocos,  son los afortunados que si el destinino le otorga una  longeva vida de montero tienen esa "gracia". Sin embargo, hoy, en la mancha "La Encarnación", el amigo Mario León, ha pasado a la historia de la Sociedad de cazadores de Calañas, como el afortunado que ha sido capaz de abatir, porque tampoco está al alcance de todo el mundo, a tan impresionante cochino del país. Aquí no hay mezcla, éste es de los de pura raza hispánica. Bien es verdad que, luego, uno de los perreros lo ha rematado a lanza, pero estaba partido por la espina dorsal, con lo cual, poco podía moverse. Está claro que, por comentarios de los doctos en la materia,  catalogarlo como un  medalla de oro, no es nada descabellado.




            El resto de la montería no ha estado nada mal, ya que se han abatido: 14 venaos -uno de ellos, con doce puntas, "cobrado" por Juan Conde, muy bonito-, 8 cochinos y 26 ciervas de descaste.

             La anécdota da la jornada, y gracias a Dios que no pasó a mayores, ha sido el estado en la que ha quedado una repetidora después del disparo: el caño totalmente destrozado al reventar, pero, saliendo su dueño totalmente indemne del trance.

             Las imágenes que vienen a continuación recogen distintos momentos de la jornada de caza.

En la primera se ve el gran aspecto que presentaba el bar de la sociedad en los primeros momentos de la mañana -faltaban los fumadores que estaban en la calle con su "tarea"-. La segunda  y tercera nos muestran  a Mario con su trofeo y sus dos hijos. En la cuarta se observa a Juan Conde con el bonito venao que abatió. La última recoge cómo quedó la citada escopeta después del disparo.






          Nosotros no tuvimos suerte, porque, prácticamente, no vimos nada en toda la montería. Eso sí, tomamos el sol de lo lindo, ya que la mañana estaba de maravilla.

viernes, 25 de noviembre de 2011

RESPETO A LA PERDIZ DE GRANJA.


             Con la llegada del otoño, época de adquisición de nuevos pollos para nuestros jauleros, suge la eterna dualidad de su procedencia: campo o granja. Pero no sólo es eso, sino que para muchos aficionados, el que el otro tenga reclamos nacidos  en cautividad es algo así como un desprecio; cosa que, ni debía serlo, ni lo es y, máxime, cuando muchos grandes aficionados, bien por ideas propias, o bien,  porque no le es fácil conseguir pájaros de campo, han optado por reclamos de granja. El tema está más que manido, pero siempre de moda.

       Desde que las primeras perdices de granja empezaron a proliferar, se ha mantenido un continuo debate entre los defensores de éstas y los de la auténtica perdiz roja salvaje. Sin embargo, en los últimos tiempos, estas diferencias han tomado una virulencia tal que, a menudo, se llega a la falta de respeto, al insulto, la degradación… entre dos formas de ver un mismo sentimiento, suponiendo, por supuesto que, ambas defensas, tienen en común la pasión por la caza de la perdiz con reclamo.
            Ante todo, a mis casi 60 “celos”, he tenido el privilegio de ver a esa perdiz de hace cincuenta años y a la de hoy. He visto a muchas patirrojas venirse de vuelo desde bien lejos, caer a los pies del reclamo, echar el ala a rastras y engarabitarse en la jaula. También, por el contrario, he contado 14 ó 15 de granja al entrar en la plaza de careo sin el más mínimo celo. Pero, al mismo tiempo, tengo que decir que he matado granjeras que han luchado con el reclamo como la mejor campera y que me he dado cuenta de su procedencia al tenerla en las manos y verle sus patas. La realidad nos dice que, hoy, la perdiz no es la que cada uno quiera, sino la que es. Y esto, nos guste o no, nos dice que, nuestros campos, por infinidad de motivos que todos conocemos, están invadidos de pájaros de granja y que, desgraciadamente, para los que los detectan o, afortunadamente, para otros muchos que no tienen otra posibilidad, por muchas razones, “los gallinos”, como vulgarmente se les conoce, están ahí.

            Si tuviera que definirme como cazador de reclamo, lo haría como un acérrimo defensor de nuestra auténtica perdiz roja salvaje, tanto en el campo como en la jaula. Nunca he soltado perdices de granja en los muchos cotos donde he estado, ni he ido a colgar a fincas con perdiz “sembrada”, excepto el año pasado. Pero esto no significa nada. Podemos tener una finca “libre de humo, pero como el vecino fume…”. Y eso, desgraciadamente ocurre en casi todos los rincones. Por consiguiente, el tener el privilegio de poder colgar en lugares en donde, afortunadamente, no ha llegado la perdiz de granja, está al alcance de poquitos, poquitos. Realmente son unos privilegiados y les tengo envidia sana. Pero es más, allí no se puede colgar a cualquier pájaro. O es una “jaula” de categoría, o nos comemos un pimiento. Hay buenos reclamos para el campo de “andar por casa”, pero cuando se enfrentan a espolones “corríos” con muchos años en las sierras, el resultado es fracaso total. Para éstos ejemplares hace falta “jaula” con bemoles y sabiendo trabajar. Si no se dispone de todos los recursos y la sapiencia en utilizarlos, jaulazo tras jaulazo y sofocón tras sofocón.
            El problema surge cuando queremos dar con esos reclamos. ¿De dónde: de granja o de campo? Yo, personalmente creo, aun pudiendo estar equivocado, pero es mi opinión –tan válida como otras- que aunque ha habido, hay y habrá buenísimos reclamos granjeros, ante un buen “espada” de campo hay que “morir”.
            Pero el reclamo de campo hay que buscarlo en el campo y esto significa dos cosas:
           1º.- Muchos reclamos cogidos en el campo son más de granja que de campo.

            2º.- Aunque nos es fácil dar con campo puro, algunos se encuentran, pero aquí empieza el problema. Con desalados, heridos o cogidos en fincas propias no habría para abastecer toda la demanda. Luego, hay que buscarlos de forma ilegal y, ello, conlleva el esquilme de los terrenos por parte de muchos cuatreros, con el apoyo incondicional de los que luego se los adquirimos.
            No hay que ser licenciado en Ciencias Exactas para saber los pájaros que habría que coger del campo para llenar los jauleros de todos los aficionados. Simplemente multiplicando los miles y miles de colgadores que hay en Andalucía por 6 u 8, nos darían varios cientos de millares de machos de perdiz más otros tantos que perecieron antes de llegar a su destino y, eso, es una burrada insostenible.
            De todo lo anteriormente expuesto se pueden sacar dos reflexiones:
            Primera: Aunque a todos nos gustaría colgar en lugares “vírgenes”, nos es tarea fácil. Los imperativos económicos y de poder encontrarlos no están al alcance de todos, por mucha afición que se tenga. Por tanto, creo que no podemos ningunear al que no tiene otra posibilidad que la de la perdiz de granja que, dicho sea de paso, a lo mejor, el “tío” es un jaulero en toda regla y del que todos podríamos aprender muchas cosas.
            Segunda: Buscar reclamos nacidos en libertad significa restar al campo y, a los niveles de hoy –hace años no era un problema-, se resta una auténtica locura.
            MORALEJA: “Teta y sopa no caben en la boca”
            ¿No tendríamos que empezar por llenar nuestros jauleros de pájaros de granja?
            ¿No tendríamos que empezar por no comprar bajo ningún concepto un pájaro de campo?
            Para terminar, decir que, aunque siempre he “tirado al monte”, posiblemente los años, cada día más, me van haciendo ver que de las granjas también salen buenos reclamos y, por consiguiente, tengo varios en mi jaulero, los mismos que hay de más en el campo. Por tanto, respetemos lo que otros tienen o cazan.

lunes, 21 de noviembre de 2011

DE MONTERÍA: CALAÑAS 20 DE NOVIEMBRE.

  
LEY DE MURPHY
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            No soy muy dado a cuestiones que no tengan base científica, no sean demostrables y que induzcan a pensar en lo sobrenatural. Nunca he creído en la mala pata, en los males de ojos, en las supersticiones..., y, por supuesto, en la celebre Ley de Murphy.  Siempre he sido de los que piensan que las cosa ocurren porque tienen que ocurrir y no pasan cuando no tienen que pasar. Pero, hoy, he podido constatar que quien enunció tan conocida Ley sabía lo que decía.

            En dicha montería, celebrada ayer día 20 de noviembre -mancha Los Marcos-, con resultado flojísimo, como casi todas las que se han llevado a cabo, le tocó a mi hijo en el sorteo, la armada de cierre. Dentro de ella, la puerta anterior al postor -Bartolomé-. El paisaje del entorno, maravilloso: pinares, eucaliptos y monte bajo cerrado. La puerta, mala: en alto y con poca visibilidad. En una palabra, la ideal para no tirar nada y aburrirse de lo lindo.

             Toda la mañana transcurrió con las sensaciones antes descritas y, lo peor,  con agua. Sin embargo, casi  cuando los perreros nos divisaban, la cosa cambió por completo. Si con anterioridad, prácticamente, nadie había tirado, varios venaos que estaban por allí aculados, dieron la cara. Uno de ellos, con doce puntas y una cornamenta magnífica faldeó por el cabezo, lo tiró la puerta anterior, lo falló y se nos presentó frente a nosotros más de treinta o treinta y cinco metros. Al vernos, sorprendiendo por el hecho, se quedó parado para que pudiéramos observar de cerca la grandeza de su cuerpo y de su trofeo. Mi hijo Pablo lo apuntó a conciencia, pero apareció la célebre Ley de Murphy recordándonos que existe. Apretó el gatillo y sólo se escuchó el clic del punzón en el misto de la bala. Así pues, el rifle, por primera vez en su vida, no disparó. Pablo, "montero curtido en mil batallas", reaccionó rápidamente, pero al abrir para cambiar de bala, aquel bello ejemplar salió de estampida por todo el viso -parte superior del monte-. Como allí no podía dispararle, cuando lo hizo,  las condiciones ya no eran las más idóneas para quedarse con él y nuestro "sueño" puso tierra de por medio dejándonos "tocados del ala". En una palabra: hechos polvo.

           Luego, nos entró uno  de ocho puntas a cascaporra, pero al esperar a un buen ejemplar que había en las inmediaciones, no lo tiró -el cupo era uno de más de ocho puntas-. El primero se fue, y el de once no dio la cara, ya que lo abatieron tres puertas más arriba.

            Por tanto, lo que en un principio parecía una fracaso de puerta, se convirtió en lo que podía haber sido todo lo contrario.

            Para finalizar, decir que, en general la jornada, estuvo flojísima, se tiró poquísimo, agua calaera toda la mañana y  se matarían no más de tres venados, dos o tres cochinos y dos o tres ciervas. No nos quedamos mucho tiempo porque había que  llegar a Huelva  y votar. "Picamos" un poco junto con los demás monteros y vuelta a casa.

            A continuación, se puede ver un pequeño resumen gráfico de la jornada.

En estas dos imágenes se aprecia los momentos anteriores al montería: una vista del salón de la sociedad con varios socios charlando -el resto de los muchos que asistieron estaban en la puerta echando el cigarro y de diálogo- y una bellísima y joven montera esperando del sorteo de los puestos.




En las cinco siguientes, se puede observar, primeramente, el paisaje que teníamos frente a nuestra puerta. En segundo lugar a mi hijo Pablo durante la montería aguantando el chaparrón. En la tercera y cuarta, las tareas para llevar a un venado hasta la pista para su posterior recogida. La quinta recoge una buena cochina abatida en una de las puertas de nuestra armada.








Estas dos que vienen a continuación recogen el momento en que se le hace entrega a Eleuterio Gordo de los trofeos conseguido durante la temporada pasada por distintos motivos y al grupo de la peña que concedió los premios. Entre estos últimos, destaca lo curioso de recibir una copa por el mejor chiste y otra por todo lo contrario, por el peor.



Esta última imagen cedida por un amigo de la Sociedad de Cazadores, recoge al célebre Fantasma, el día que fue abatido. Como se puede apreciar tiene una cornamenta enorme y preciosa -veinte puntas-. Algún día contaremos su  curiosa historia.



jueves, 17 de noviembre de 2011

UNA SETA IMPERIAL: LA TANA.


En este tiempo otoñal, ideal para busqueda de setas y de preparación de platos, por este rincón de Andalucía hay una seta que sobresales y muy solicitada: la tana -Amanita caesarea-, Es una seta de color anaranjado-rojizo, tanto en el sombrero como en las láminas y pie. Además, si las condiciones meteorológicas de pluviometría y temperatura no son las que necesita, no sale ni una. De hecho, cuando las lluvías otoñales tardan en llegar y se echan los fríos, hay que esperar hasta la primavera siguiente para ver si con condiciones adecuadas se pueden recoger algunas.





           La tana es una seta conocida desde la antigüedad. Tan es así que los césares romanos las hacían llevar desde España para preparar buenos platos. Es más, según cuenta la historia, el emperador Claudio fue envenenado con esta seta, mezclada con la mortal Amanita phalloide. Parece ser que su esposa Agripina estuvo detrás de dicho acontecimiento para que su hijo Nerón, como así fue, subiera al trono de Roma.



         Por último, decir que, en los años que escasean, su precio no está alcance de todos los bolsillos ya que, en el mercado de “tapaíllo”, puede rondar los 35/80 € el Kg.

          Puede confundirse con otras dos amanitas, con la muscaria y con la crocea. Pero, la primera tiene pintas blancas sobre fondo rojizo y la segunda tiene las láminas de color blanco.



              Estas buenas tanas han sido cogidas esta tarde. Algunas de ellas son las que están un poco más arriba. Parece que empiezan a dar la cara al ser un otoño húmedo y con poco frío.

miércoles, 16 de noviembre de 2011

LLEGÓ EL BARBERO.

           
           Año tras año, sobre mediados de noviembre y como tradicionalmente he hecho desde siempre, siguiendo el proceder de mi maestro en esta lides, el abuelo Vicente, suelo recortar los reclamos que no son pollos.

            En la tarde de ayer, con la inestimable ayuda de mi amigo Pepe Moyo, recortamos cinco reclamos que no de la temporada. Estos últimos los suelo dejar para más adelante, cuando les "vea la punta". Si tienen madera -mansos y con reclamo aceptable- los saco al campo sin escopeta para ver lo que hacen. Si allí no botan, ni alambrean, aunque no canten, los recorto. Si hacen lo contrario, los regalo o los suelto con todos los vuelos y anillados para ver su destino algún día.

          Estas imágenes que vienen a continuación recogen el proceder de lrecorte con uno de los cinco que pasaron por el barbero.

La primera muestra el recorte en las remeras. La segunda, aunque sea por tradición, y no porque sea necesario, corto las piojeras de debajo del ala. En la tercera, se puede apreciar cómo queda la cola. La cuarta recogen las manos de Pepe el momento de la desparasitacíon interna -con pastillas Ripercol-. Por último, en la quinta, se ve como queda uno de los reclamos después del trabajo. Como no había uñas largas, no hizo falta la "manicura". Lo que sí hubo, fue una desgracia: un pollo del año pasado con muy buenas maneras se rompió el fémur. Por ello, lo he puesto apartado y tranquilito para que, dentro de un mes, si todo marcha bien, esté recuperado.







             En cuanto tenga tiempo, les doy tierra húmeda para que la pluma se le asiente y se le quede bonita. Para ello, utilizo tierra mezclada con ceniza.



martes, 15 de noviembre de 2011

TARDE BOLETUS Y GALLIPIERNOS.


            Esta tarde en unión del amigo Pepe Moyo, hemos salido a dar la vuelta al campo y ver si, de camino, cogíamos algunas setas. La verdad es que ha sonado la flauta. El resultado: dos buenas cestas. Una de boletus de diferentes tipos y la otra de Macrolepiotas proceras -gallipiernos-.

            La últimas aguas han cambiado el panorama y los diferente tipos de setas empiezan a alegrar a los enamorados de la micología. Algunas como la tana -Amanita caesarea-, todavía se resiste, pero la cosa empieza a tener buena pinta.

            Las siguientes imágenes recogen las setas recogidas y el resultado final de la salida.

La primera pertenece al Boletus aereus, la segunda al B edulis, la tercera al B. pinícola y la cuarta al Boletus/Suillis granulatus. La quita es de un gallipierno precioso, como muchos de los que hemos cogido.











En esta eprimera estoy, en el comedor de mi casa, con las dos cestas recolectadas. En la segunda, la cesta de boletus.




              Ahora, tras terminar el escrito, me queda cocina para rato -lo hago con gusto porque después del reclamo la micología y la cocina son mis otras grandes aficiónes-, ya que las setas, si tienen algo malo, es que son demasiado perecederas. O las haces sobre la marcha o las tiras. Y no es cuestión de hacerlo después del trabajo que cuesta dar con ellas.


lunes, 14 de noviembre de 2011

EL HOMBRE Y SUS HERMANOS LOS OTROS ANIMALES.

             
          El otro día, dándole una vuelta  a un blog que sigo  -Los Espíritus de Haddock-  y que es, para mi humilde punto de vista, una veradera gozada, dí con el artículo que cuelgo en el enlace. En el mismo,  el autor nos habla de los sentimientos de los animales.

          La verdad es que a mí me pareció muy interesante y, por eso, lo traigo aquí. Espero que os guste  y  que lo valoréis igual que yo, si realmente vale la pena para ustedes.

http://www.bakehaddock.com/2010/02/los-sentimientos-de-los-animales.html

domingo, 13 de noviembre de 2011

JORNADAS MICOLÓGICAS DE ARACENA.




        Durante este fin de semana en la bellísima localidad serrana de Aracena -Huelva-, se han celebrado las Jornadas Micológicas de 2011. He asistido con mi mujer en el día de hoy, pero las mismas han estado un poco deslucidas por la falta de "material", aunque el público no ha fallado. Ha llovido poco y a destiempo en el otoño y, por consiguiente, las setas están reacias a dar la cara. Así, la reina de las setas,  la tana -amanita caesarea-, los boletus, las chantarellas, las russulas, los lactarius... , hasta el día de la fecha, nos hacen esperar.

        Pero,  como cuando hay ganas, las cosas se encuentran, la gran cantidad de participantes que ayer salieron en busca de las mágicas componentes del reino fungi, aunque en pequeñas cantidades, algo recolectaron, como se puede apreciar en esta imagen de una de las partes de la exposición de las jornadas.


Mi mujer y yo, por el camino hasta la sierra de Huelva,  tuvimos la suerte de tropezarnos con algunos champiñones silvestres y con un buen mato de gallipiernos, como se puede comprobar en la cesta que recolectamos y que  mi mujer muestra con satisfacción.






Pero además, tuvimos la fortuna de dar con una variedad muy curiosa: la llamada seta de la risa -Gymnopilus spectabilis-. Pues bien, esta  preciosa seta, es una especie tóxica que produce efectos alucinógenos como podemos ver en los tratados micológicos..



jueves, 10 de noviembre de 2011

¡VAYA SUSTITO!


       Finales de abril se presentaba caluroso y más que agradable. El campo, debido a la bonanza de la climatología primaveral, daba gusto verlo: regajos con mansas aguas cristalinas, verdes y esplendorosos pastizales, amapolas, margaritas y poleo por doquier...Todo ello aderezado por un sinfín de cantos de aves que anunciaban el comienzo de la perpetuación de la especie y, para no ser menos, los reclamos ardorosos e incesantes cuchicheos que “contaminaban” el aire, era la señal de que las perdices de la zona, también empezaban a encontrar el punto álgido de su “enamoramiento”.
            El abuelo, gran aficionado también a la caza de la hembra -cosa normal en la década de los años 50/60-, lo sabía. Por tanto, tenía claro que, si quería cazar a Maripi -una hembra de varios años- esa primavera, tendría que “arrimarle” uno o dos pollos para que los fuera tomando. De esta manera, dentro de veinte o veinticinco días, si todo transcurría con normalidad, podría empezar a darle puestos.
            Por consiguiente, aunque él no había “echado” ninguna gallina, porque no le habían caído cluecas, le pidió al tío Jerónimo –su sobrino-, que sí los tenía, dos pollos americanillos. Luego, como otros años, puso a Maripi y a otra hembra con sus casilleros en el suelo de la cuadrilla, para que, de esta forma, madres  e hijos adoptivos estuvieran más cómodos y les fuera más fácil, a estos últimos, las entradas y salidas de la jaula.
            A los pocos días, ambas perdices y los pollos formaban una pequeña familia. Así, los pequeñajos andaban jugueteando por todos los rincones y atendían indistintamente a las dulces llamadas de ambas mamás que, reiteradamente, les ofrecían lo más atractivo de la variada comida que constantemente le dispensábamos, tanto el abuelo como yo. Eso sí, él, todos los días, al anochecer, se encargaba de meterle a cada perdiz uno de los pollos dentro de la jaula y bajarle la puerta del lechuguero para que no se salieran por las noches y, con ello, estrechar los lazos de unión entre ambos.
            El “personal menudo”, aunque pequeño por las características propias de su especie, iba creciendo en viveza y agilidad, por lo que más de una vez, había que “dar el do de pecho” para “echarles el guante”.
             Las jornadas transcurrían y los machos montesinos empezaban a machacarse durante todo el día con sus continuados cantos, señal inequívoca de que sus “respectivas”, habían iniciado la incubación. Por tanto, llegaba el momento de preparar los bártulos necesarios porque, el momento ideal se estaba acercando.
            Pasados unos días, cuando el abuelo creyó que los garbones estaban en el cénit del celo, arregló todo lo necesario para el debut de esa temporada. Como tantas y tantas veces, lo acompañé la primera tarde a dar el puesto, en un viejo aguardo de piedras, que había frente a la linde del olivar de Marín, ya que por allí se veían siempre bastantes colleras y, por lo tanto, sus correspondientes machos andarían por los alrededores.
            Cuando llegamos al cazadero, el abuelo preparó un poco el matojo y le puso algo de ramaje por lo alto de las piedras del aguardo y, a los pocos instantes, tras al sentirse sin la compañía de su retoño, que lo teníamos dentro del puesto, el instinto maternal de Maripi hizo que cantara sin parar, ya que el pío-pio de éste, le inducía a ello.
            Al poco tiempo, y tras estruendoso vuelo, un macho con alas a rastras, daba una y mil vueltas alrededor del repostero, como forma de aplacar su enorme ardor hormonal. Luego, tras quedar seco, de un certero cartuchazo, un nuevo pretendiente se acercó de nuevo a “donjuanear”,  pero esta vez lo hizo con más ahínco, ya que nada más entrar en la plaza, se engarabitó en el tanganillo y desde allí, pudo observar, cómo otro contrincante amoroso se acercaba a participar en la sesión de cortejo a Maripi. Pero…, como no estaba dispuesto a compartir lo que le había llevado hasta aquel lugar, en un intento de alejar de allí a aquel osado, se echó al suelo con idea de achantarlo, y el abuelo, que no había perdido puntada de lo que estaba sucediendo, en un ejemplo de veteranía y tranquilidad, abatió a ambos machos con una precisa y certera carambola.
            Maripi, como si de un macho se tratara, participaba en la fiesta con su melodioso characheo. Pero aunque no fuera así, el fuerte ardor reproductor del que estaban presos los machos hacía que, como si de ciegos se trataran, acudieran raudos y veloces ante la llamada femenina. De esta forma, se convertían en presa fácil para  cualquier aficionado de los muchos a los que le gustaba cazar la hembra. No en vano, en nuestro caso y hasta ese momento, había tres en el otro mundo y llevábamos poco más de media hora.
            Para avalar tal afirmación, minutos después, otro montesino subía la ladera que conducía hasta la plaza con una algarabía digna de escuchar. En cuanto divisó a Maripi, echó una rápida carrera y se presentó ante ella, enmoñado, arrastrando el ala,  describiendo círculos dignos del mejor compás y subiéndose y bajándose, cada dos por tres, encima de la jaula. Nosotros, mientras tanto, embelesados ante la atractiva escena que captaban nuestros sentidos, no apreciamos que una enorme bicha –una culebra bastarda-, quizás atraída por el pío-pío del pollo, que yo tenía entre las manos, se deslizaba silenciosa y sigilosamente por debajo de nuestras piernas. Sin embargo, puede que, en uno de los movimientos del abuelo, le diera con la pierna o incluso la pisara un poco.
            Debido a ello, aquel descomunal ofidio, nervioso por el movimiento de las piernas y la presión sobre su cuerpo, tras agitar convulsivamente la cabeza, a un lado y a otro, emitió su clásico y aterrador “sssssssssss”, lo que hizo que ambos, como si de un resorte se tratara, diéramos la espantá y nos pusiéramos de pie en un santiamén. Igualmente, el montesino, que andaba en el intento de cortejar y engolosinar a Maripi, salió huyendo para ocultarse en la maleza, mientras “rajeaba” incesantemente.
            Mientras tanto, tan especial visitante, se supone que también asustada como nosotros, con una velocidad endiablada, se deslizó por entre las piedras del puesto, hasta que desapareció por las oquedades de la vieja pared que conformaba el mismo, ante nuestra perplejidad y la incapacidad que teníamos de mover un sólo músculo. Sólo el corazón latía a mil por hora, mientras un sudor frío recorría nuestros petrificados cuerpos. Estaba claro que el sobresalto había sido morrocotudo.
              - ¡”Ojú” niño, vaya el sustito que nos ha dado la “señora”! -fueron las nerviosas y entrecortadas palabras del abuelo cuando recobró el resuello.

            Luego, aunque el pollo seguía pía que te pía, mamá “reclamo” lo seguía llamando con su repetitivo charachachá, charachachá... y mientras un macho, seguramente el que estaba en la plaza en el momento del incidente y que salió de estampida cuando vio lo ocurrido, cuchicheaba y piñoneaba machaconamente por los alrededores, el abuelo, que no estaba en aquellos momentos para mucho más, dio por finalizado el puesto. Yo, en un intento de superar el mal trago por el que habíamos pasado, recogía los machos abatidos en aquella inolvidable y peculiar tarde, mientras mi ascendiente, un poco alicaído, enfundaba a Maripi.

                                                                                               

miércoles, 9 de noviembre de 2011

EMPEZAMOS EN SERIO CON LAS SETAS.


              Ayer tarde, por primera vez en el otoño actual, mi socio Rafa y yo hemos  salido a dar una vuelta en busca de setas, ya más en serio que la vez anterior. El tiempo no está del todo bueno para ellas, porque no ha llovido  en  su  tiempo. Pero, como últimamente,  ha caído un poco de agua, la "vida" también les toca a ellas.

             Las tierras recibieron algo del líquido elemento, pero como ha soplado bastante el viento, la corteza se ha resecado más de la cuenta. Por consiguiente, el terreno de las setas tiene poca humedad y, ello, significa que, para que haya  una aparición masiva de las mismas, deben caer unos cuantos litros más.

            Esperemos que estos días vuelvan los frentes atlánticos y traigan consigo el aumento de la pluviometría actual.

            De todas formas, las especies más tempranas empiezan a dar la cara. Así pues, las macrolepiotas -gallipiernos-, los agaricus -champiñones silvestres-,  algunos boletus y  otras empiezan a ser las  adelantadas de la temporada micológica 2011/12.

            A continuación, estás imágenes son el resumen de la primera tarde de setas. Esperemos que puedan repetirse.


Estas cuatro fotos pertenecen, primeramente, a un  Gymnopilus suberis que, dicho se de paso, son preciosos. La segunda,  una macrolepiota procera. La tercera a un Boletus aereus. En la última, está tomada en mi casa con la cesta de macrolepiotas -gallipiermos- que se recogieron ayer por la tarde. Como se puede observar, son enormes. 


 





lunes, 7 de noviembre de 2011

DE MONTERÍA: CALAÑAS 6 DE NOVIEMBRE.


          Aunque se iba a montear la mancha del Cobujón, una pareja de águilas imperiales que anida por aquella zona  hizo que se cambiaran los planes. Por tal motivo, hubo que dar una  -El Picote- que, normalmente,  se deja para el final de temporara, por lo que los resultados no fueron los deseados: tres venaos medianos -12, 10 y 8 puntas respectivamente- y dos "pepas" grandes de descaste.

          El entorno, terreno muy quebrado y poblado por una densa vegetación de monte bajo y eucaliptos, prometía buenos augurios, pero los números fueron más que flojitos. De hecho, pocos tiros se escucharon en toda la montería. Nosotros -mi hermano Juanvi y yo-, ni siquiera tuvimos la suerte de ver alguna res.

           A continuación, se pueden observar algunas secuencias de la jornada montera.


En esta primera,  se puede ver a mi hermano cogiendo la papeleta del sorteo de puestos.


En las tres siguientes se aprecia el paisaje que teníamos alrededor de  la puerta que nos correspondió y a mi hermano observando el frontal desde su banquillo. No hubo suerte,  ya que no vimos absolutamente nada.



En las dos siguiente se pueden observar dos de los ciervos que se abatieron. El de la primera no tenía muy mala pinta, ya que era un "venaíto" con una cornamenta bonita y muy "igualaíta"