viernes, 13 de enero de 2012

CON LA JAULA A CUESTAS. TEMPORADA 2012




            Con esta entrada, doy inicio al resumen de la temporada de reclamo de este año. Estoy seguro que habrá de todo: puestos buenos, regulares y malos; ya que si no fuera así, la “jaula” perdería la magia y el encanto que siempre la acompaña. Las mañanas de sol radiantes y las tardes soleadas y templadas se alternarán con jornadas matutinas frías  y plomizas y jornadas vespertinas ventosas y tormentosas. Tendremos puestos tranquilos y puestos en donde, por diferentes circunstancias, no podamos darlo, ya que el ganado, vehículos, tareas agrícolas... nos lo impedirán. Presenciaremos grandes trabajos de nuestros reclamos y auténticas “mocholadas”. Haremos carambolas perfectas y se nos irán patirrojas de forma incomprensible. Resumiendo en pocas palabras: así es la “cuelga”. De lo contrario, si no fuera así, nuestras queridas gallináceas, las emblemáticas habitantes de nuestros bosques, se habrían extinguido hace ya algunas años.

INAGURACIÓN DE LA TEMPORADA: Puebla de Guzmán, 8  de enero.
            Después de una jornada sabatina dedicada a preparación de bártulos, cazaderos, comida, copas, charla..., con una temperatura inusual para  estas fechas -trece grados a las 19 horas-, el domingo amaneció frío,  pero con un sol espléndido y sin una brizna a de viento.
            Los compañeros -Juan, Manolo, Gabriel y Raimundo- fueron saliendo para sus respectivos cazaderos, mientras mi “socio” Rafa y yo esperábamos que llegaran las ocho y media, mi hora de salida. Así, con todos los chismes  a cuestas y “a peón” nos dirigimos  al sitio que habíamos preparado el sábado.
                     Contraste de astros: el sol saliendo y la luna terminando su jornada.


            Al contrario de la tarde anterior, la helada era de respeto, pero, el sol, ya por encima de los cabezos de La Peña, empezaba a licuar las emblanquecidas jaras, vegetación del entorno.  
            Justamente, cuando el reloj marcaba las nueve y después de dar los últimos toques al aguardo y al farolillo, le quité la funda a Chimenea que, tras unos segundos de observación de su alrededor, cosa habitual en él, salió de cuchicheo y piñones. Reclamos potentes y pausados fueron la continuación de su inicio de faena. Pero el campo, mudo total, estaba frío como la mañana. Por tanto, sólo el incansable trabajo del reclamo alegraba la soleada mañana que se iba instalando por aquellos parajes. Así, llegamos a las diez y cuarto, hora en la que algunos de los compañeros ya se habían estrenado. Sus detonaciones lo confirmaban.
            Poco después, Chimenea se queda callado e inmóvil, lo que me indicó que algo había barruntado. Efectivamente, de callado y por  mi izquierda, un macho engallado se dirigió hasta el reclamo que, incomprensiblemente y, ante mis atónitos ojos, echó cuerpo a tierra. No me lo podía creer, pero era lo que estaba ocurriendo. Mientras tanto, el campero lo buscaba con ansiedad vuelta tras vuelta, incluso con ganas de engarabitarse a la jaula, pero nada, mi buen amigo seguía aplastado. Sólo cuando el macho se fue, Chimenea se levantó.
            Varios segundos después, volvió a salir de cuchicheo y el campo, ahora si, dio señales de vida con sus cantos. Esta vez era una pareja la que se le acercaba, ya que su "sinfonía" así me lo indicaba.  Chimenea volvió a ponerse inquieto y, en cuanto los divisó, se achantó otra vez. El macho que lo había avistado, se acercó hasta la plaza, pero algo no debió gustarle, porque salió pitando de ella.
            Chimenea volvió a levantarse y comenzó a cantar a los pocos instantes, lo que hizo que, nuevamente, un campero le volviera a entrar. Esta vez sí lo “tomó” y, tras varias vueltas, se lo quité de en medio. Cargó el tiro como en él es habitual y la pareja que se le fue, y que permanecía por las inmediaciones, se presentó de nuevo en la plaza. Apunté al macho y lo dejé seco. Chimenea, volvió a hacerle el entierro como había ocurrido en las diecisietes veces anteriores -patirrojas abatidas hasta ese instante-. Al rato tosí, me levanté del portátil, me acerqué al reclamo con los dos machos en las manos y lo puse en el suelo. Lo coloqué junto a ambas patirrojas, mientras yo, un poco perplejo por lo ocurrido, recogía todos los cacharros y comentaba con Rafa lo acontecido, ya que nos es normal que un pájaro que el año pasado era una maravilla, con dieciséis tiros a sus espaldas, se me aplastara al entrarle el campo. Está claro que este “negocio” no lo entiende nadie y menos yo, que cada año que  va pasando, y en contra de lo que debería ser, sé menos de él. Por consiguiente, ahí, en ese enigma constante, creo que está la grandeza de la caza de la perdiz con reclamo. Si lo supiéramos todo sobre ella, pocos adeptos reuniría.

                                        Chimenea en el suelo con los dos machos al lado.

            Tras unas horas de charla sobre lo acontecido por la mañana y un buen potaje de habichuelas pintas con paloma torcaz y tocino de “papá”, salimos  cargados con todos los pertrechos para dar el puesto de la tarde que, por cierto, era casi primaveral: sol radiante, muy templada y sin viento. Condiciones climatológicas que pudimos apreciar más que bien, porque, aunque el reclamo, Saldor -pollo del año-, estuvo más que bien, el campo ni pió. Así, sobre las seis y media, cuando el sol desaparecía por el horizonte de la vecina Portugal, di por finalizado el puesto y, a pie, nos dirigimos, charlando tranquilamente, hasta el cortijo. Habíamos puesto fin a la primera jornada de reclamo 2012.

                                                El debutante Saldor en su atalaya.

      

4 comentarios:

  1. ¡QUE BIEN OS LO MONTÁIS!
    "handa,handa" ya veo que al final todo da su fruto
    (reclamos y camperas).
    No nos pongas los dientes largos, que la espera se nos hace aún más eterna...
    Enhorabuena y Saludos.
    PD."Los dientes largos":La expresión tiene su origen en el comportamiento animal, en el gesto de anticipación al placer de la comida consistente en levantar el labio superior del morro mostrando los dientes.

    Por ello también se aplica al que instintivamente saliva cuando le mencionan un plato que le gusta o cuando se dispone a comerlo.

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  2. Fenomenal comienzo y nos pones los dientes largos, ya que por aquí nos quedan todavía algunos días de "espera" y cuidado de nuestros reclamos.

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  3. "El sol, ya por encima de los cabezos de La Peña, empezaba a licuar las emblanquecidas jaras, vegetación del entorno."
    Es un deleite leer sus textos y, es cierto: además de poner los dientes largos, ensancha el alma ¿o tal vez la encoge?

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  4. Muchas gracias por vuestros comentarios y, en especial, a Ala Delta por entrar en mi blog y valorar de esa forma sencillas palabras.

    Un saludo a los tres.

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