viernes, 22 de junio de 2012

ORDEN DE VEDAS 2012/13 PARA ANDALUCÍA.


         Con retraso, pero, por fin, ha salido un adelanto de la Orden de Vedas para este año. Jaén, Almería y Granada siguen igual con el reclamo. Sólo dos periodos hábiles, lo que significa que, en zona alta, tendrán los problemas de siempre: las patirrojas no han llegado al punto idóneo para que entren al reclamo como se le supone que deben hacerlo. Pero es más, en las zonas más altas de las otras provincias andaluzas, se cierra cuando la perdiz campesina está mejor. Por el contrario, se abre cuando la mayoría de las montaraces todavía están en bandos.


         Una vez más, aunque parecía que este año la cosa iba a cambiar,  se vuelve a tropezar en la misma piedra: muchos periodos de caza no se ajustan a la realidad de la zona. Lo peor es que no hay nadie que, de una vez por todas, sea capaz de poner las cosas en su sitio. Ha cambiado el personal de la Consejería de Agricultura Pesca y Medio Ambiente, peo todo sigue igual. En los tiras y afloja siempre salimos perdiendo los cazadores.


domingo, 17 de junio de 2012

RECLAMOS CLUECOS.


       Por estas fechas, algunos de nuestros reclamos han llegado a un punto máximo de celo algo increíble. Noche y día nos apabullan con sus continuos cantos. Reclamos, cuchicheos y piñones es la tabarra desde casi el amanecer hasta el anochecer. Así, vecinos y familia empiezan a estar cansadso del día a día de nuestras perdices. Afortunadamente no son todas, ya que algunos ya han comenzado la pelecha, pero otros, por el contrario,  como es el caso que traigo a este artículo, están que se salen. Ni duermen.

   Efectivamente, Saldor, reclamo de primer año de Nostra Perdiu valenciana, que apuntó maneras inmejorables durante la temporada que acabó hace meses, está  de un encelado difícil de describir. Come y bebe poco, siempre achantado mirándome, música todo el día y unas "cagales", como dicen por aquí, algo descomunales.

      Lo riego todos los días y lo he bañado varias veces, sumergiéndolo en agua, pero nada, su celo es superlativo. Esperemos que, como desgraciadamente ocurre, no vaya a ser baja en el jaulero, ya que, muchas veces, el excesivo ardor sexual acaba con ellos. Prácticamente, están como las hembras cuando caen cluecas.


Fotos de los excrementos de Saldor. En ellas se puede apreciar el tamaño de las heces  en comparación con una habichuela pinta.




miércoles, 13 de junio de 2012

SESENTA AÑOS A LAS ESPALDAS.




                                                          Dos instantáneas del apagado de velas del cumpleaños.
         En el día de hoy, San Antonio, el que suscribe ha llegado a la famosa barrera de los sesenta "tacos"que, gracias a Dios, no son pocos. Debido a ello, el pasado domingo, nos reunimos la familia en casa de mi hija Raquel, para celebrar dicho cumpleaños y mi próxima jubilación que, si no cambia la situación, será el próximo treinta de junio. En dicha reunión, que la adelantamos por problemas con otras fechas,  tanto mi madre Rosario, con ochenta y nueve años, como mi nieta Carla, con veintidós meses fueron las estrellas de la misma

       Estas imágenes recogen algunos momentos de la cita. En la primera cuatro generaciones familiares: mi madre, mi hija Raquel,  mi nieta y el que suscribe. La segunda nos muestra un primer plano de mi nieta y yo. La tercera, mi consuegro Jesús jugando con nuestra Carla y observándola con su "pachús" en la boca.







PD. Vayan por delante mis felicitaciones más sinceras a todos los Antonios y Antonias.




martes, 12 de junio de 2012

UN BUEN VÍDEO PARA ESTE VERANO.






        El buen amigo D. José Moreno Egea, Pepe Egea para los allegados, además de gran aficionado a la caza de la perdiz con reclamo, de lo que puedo dar fe como si fuera notario, es un técnico puntero con la videocámara. Así, excelentes lances de no menos grandes pájaros han sido inmortalizados para el deleite de quien quiera verlos, como ha sido mi caso.
Pues bien, nuestro amigo Pepe acaba de editar un vídeo -acompañado de un pequeño libreto- “Perdiz con Reclamo. De caza con Egea” que, bajo mi humilde opinión, no debe faltar en la casa de ningún jaulero. Su calidad, la belleza de los colgaderos, la calidad de los reclamos y la sapiencia y sangre fría de quien está dentro del tollo, se supone que el autor, hacen de él, como mínimo, una obra más que atractiva e instructiva. Habrá quien discrepe conmigo sobre su calidad, opinión muy respetable por cierto, pero mi parecer es tan válido como puede ser lo contrario.
Por todo ello, no quiero pasar la ocasión para recomendarlo a quien le guste el reclamo. No es caro -10€-, y se puede conseguir poniéndose en contacto con Pepe Egea en egeamo@gmail.
Por supuesto, que a nadie se le pase por la cabeza que, tras esta recomendación, hay intereses económicos por mi parte. Nunca más lejos de la realidad. Como otras veces ha ocurrido, y este caso lo merece, sugiero lo que creo que es válido e instructivo para los que nos gusta aprender en el día a día. No es hacer propaganda, es decir lo que se siente sobre algo muy interesante.  
Para finalizar, darle las gracias al autor por su gran trabajo y por poner en nuestras manos, sin muchos beneficios para él, cosa que sé de buena tinta, el cómo se actúa por una parte: sus punteros reclamos; y cómo se debe de proceder, por otra, desde dentro del aguardo.

sábado, 9 de junio de 2012

AVES FAMILIARES: SEGUNDA PARTE




          Como en los dos años anteriores, una pareja de cernícalos primillas, se supone que la misma, ha vuelto a anidar debajo del aparato de aire acondicionado  de una vivienda frente a mi piso. Está claro que se empieza a tener conciencia de que hay que proteger y cuidar a nuestra fauna comprometida, como es el caso. Esta vez, han sido cinco las crías las que han salido adelante. Para ello, sus progenitores han dado mil viajes para arrimarle el sustento diario. Así, desde mucho antes de salir el sol, casi hasta el anochecer, "papi y mami" no han parado de trabajar para sacar adelante a su prole.
  
           Desde aquí, quiero agradecerle, una vez más, al amigo Pepe García, dueño de la vivienda el aguante que viene mostrando con la ya peculiar pareja de "vecinos".

  
  Estas son algunas imágenes de los últimos momentos de la estancia de los pollos en los aledaños de nuestras viviendas.


 

  
              Esperemos que, a partir de este momento, tan bellos y jóvenes ejemplares sepan salir de los cuarenta mil peligros que le acecharán y puedan, en los años venideros, sacar nuevas polladas, para la satisfacción propia y de los que amamos la naturaleza.


domingo, 3 de junio de 2012

RECUERDOS DE NIÑEZ: ¡VAYA MAÑANA!


            La semana se había hecho más larga de lo habitual pero, al final, D. Eduardo, el maestro que guió mis primeros pasos, dio por terminadas las clases del viernes, aunque la verdad sea dicha, ya hacía rato que yo las había acabado, puesto que con las ganas que tenía de irme al campo con el abuelo Vicente, sólo pensaba en que llegaran cuanto antes las cinco, hora de salida del cole.
            Como un poseso corrí hasta mi casa y, en cuanto llegué, tiré la maleta en donde me pareció y me cambié de ropa en un santiamén. Mientras, mi madre no paraba de regañarme al ver cómo había entrado.
            -Niño, estás loco -me repetía a cada instante.
            -Mamá, tengo que aligerar, ya que si no llego antes de las cinco y media a casa del abuelo, se marchará sin mí.
            Luego, tras vestirme y recoger lo que mi madre me tenía preparado para el fin de semana, afortunadamente, llegué a tiempo a casa de los abuelos, porque la abuela Rita todavía andaba preparando la comida y las cosas necesarias para los dos días que pasaríamos en  el campo. Un poco después, a lomos de Lucera –yegua castaña ya mayorcita-, nos pusimos en camino para La Atalaya.
            Cuando llegamos a la finca, sobre las siete de la tarde, el sol todavía daba sus últimos y maravillosos “suspiros”. De este modo, una atrayente y fascinante policromía purpúreo cobriza embrujaba desde la lejanía, mientras algún que otro mochuelo atalayado en los postes de la cerca próxima a la zahúrda, nos recordaba con su peculiar maullido que la noche se nos venía encima a pasos agigantados.
            Poco después, ayudé al abuelo a quitarle la montura a Lucera, a meterla en la cuadra y a echarle la comida en el pesebre, ante la atenta mirada de Manolillo, que había llegado a saludarnos  y darnos las buenas tardes.
            - Vicente, nos hemos traído al niño -le requirió.
            - Manolillo, ha venido para acompañarme a dar los puestos. Va bien en el colegio y esto es un premio para él -le respondió el abuelo.
            Más tarde, una vez que el abuelo había arreglado las cosillas del día a día y yo había andado enredando en el gallinero y en el palomar -cosas que me encantaban- casi a oscuras, nos sentamos los tres cerca de la chimenea y, entre cigarro y cigarro de los mayores y el crujir de las bellotas que Manolillo había puesto a tostar, escuché, una vez más, los emotivos y fenomenales relatos cinegéticos con los que solía regalarnos el abuelo cada vez que nos reuníamos al calorcillo de la lumbre. De esta manera, sus perros Marco y Ligera, el teniente y el sargento de la Guardia Civil, D. Marco Alvarado, el “Ajumao” -el magnífico pájaro de su sobrino Jerónimo-... y, cómo no, Facultades, su gran reclamo, tomaban vida en su lenguaje locuaz, llano y entrañable.
            Poco después, un poco cansado por el trajín del día, me encontraba en la cama soñando con el formidable puesto que me esperaba en la mañana siguiente, que no tardó en llegar porque, como si hubieran pasado solamente unos minutos, el abuelo me despertó para indicarme que era la hora de levantarse, cosa que hice sin la menor pereza.
            Tras vestirme y asearme un poco, cuando llegué a la chimenea, Manolillo y el abuelo charlaban de los temas del campo, mientras se “cargaban” unos buenos Ideales y daban los últimos sorbos al humeante y reconfortante tazón de café negro.
            -Niño, abrevia con el desayuno que ya es la hora de salir- me requirió el abuelo.
            Así, como no había más remedio, si no me quería quedar en tierra, devoré en un instante el  café con leche y las “rebanás” que me tenían preparadas. Fuera, Platanero, amarrado a la ventana y nervioso porque sabía que salía “de paseo”, golpeaba y raspaba el suelo con sus cascos, mientras el sol ya se dejaba ver por lo alto del frondoso castañar de Las Carniceras.
           Luego, y una vez a lomos del burro del abuelo, empezó de lo que se prometía una buena jornada de jaula. Y no era para menos, la mañana se presentaba serena, sin viento, fresquilla, pero al estar el sol apuntando, se preveía más que templada. Además, íbamos a un puesto de Arroyo el Palo -una finca lindera- que todavía no se había estrenado en aquel año, por lo que, en principio, había buenas perspectivas.
            Al poco rato, mientras las suaves brumas matutinas se desvanecían ante los primeros rayos del sol, con el buen paso que Platanero poseía, sobre las nueve menos cuarto estábamos en el cazadero: una loma con buenísima oída, salpicada de encinas y algún que otro quejigo  y rodeada  de una incipiente siembra de avena pelona.
            Tras bajar el abuelo todos los chismes del serón y amarrar a Platanero en el tronco de una encina, un poco retirado del puesto, yo buscaba un poco de torvisca y cantueso para la tronera. A continuación, le ayudé a remendar el aguardo y el matojo, no sin escuchar varias reprimendas por no hacer las cosas bien.
- Niño, métete en el puesto, que voy poner a Facultades en el matojo. Además -prosiguió el abuelo-, la próxima vez, a ver si haces las cosas como yo digo, ya que si no es así, te quedarás con tus padres en casa.
Tras quitarle la mantilla al reclamo encendió, como siempre fue tradicional en él, un buen Ideal y, lentamente, dándole grandes caladas al mismo, se dirigió con pasos inseguros, por la torpeza de sus pies,  hacia el aguardo una vez dedicadas unas palabras cariñosas a Facultades. Luego, tras pedirme que le echara una mano para levantar la pierna por lo alto del puesto, se acomodó en una gran piedra que había en su interior, apagó el cigarro girándolo varías veces sobre el suelo y, con el dedo índice sobre los labios, me indicó que había que estar en silencio. No hay que decir que, Facultades, como era habitual, ya había comenzado a lanzar sus “notas” al aire.
Sin embargo, me di cuenta rápidamente que algo no marchaba bien, la cara de abuelo lo denotaba. Así, mientras sus manos buscaban y rebuscaban en los bolsillos de aquella más que usada pelliza gris oscura, había que escuchar las barbaridades que salían por su boca.
- Me cachis en todos los demonios del infierno. No me lo puedo creer. ¿Será posible lo que me ha ocurrido? –balbuceaba el abuelo.
Yo no podía ni preguntarle lo que ocurría, ya que me había dado cuanta que Facultades estaba recibiendo. No obstante, mientras el abuelo movía convulsivamente la cabeza, le di varias veces con el codo para que mirara a la plaza.
Él, con el rostro totalmente descompuesto y en voz muy baja, me dijo:
- ¡Niño, no te vas a creer lo que me ha pasado! ¡Me he venido sin cartuchos!
El abuelo no se lo podría creer, pero era lo que había y, encima, una collera de “diálogo” con Facultades.
Con un tremendo sofocón, en cuanto la pareja se aburrió de dar vueltas y se alejó, después de haber presenciando boquiabiertos lo que estaba ocurriendo, el abuelo tosió varias veces para que las patirrojas no salieran volando de los alrededores y, soltando toda clase de improperios, mientras se salía del aguardo, enfundó a Facultades.
No era hora para dar por finalizado un puesto -las diez menos cuarto-, pero tan curioso y original lance se había terminado para nosotros. Y lo que es peor, los alrededores eran un auténtico “gallinero”. Se escuchaba “campo” por todas partes.