lunes, 18 de febrero de 2013

ABNEGADOS JAULEROS.


Jaulero con todos los pertrechos y pensando en qué ocurrirá poco después.
           Se empieza a acabar la temporada. Y terminará como tantas otras, como ocurre siempre: bastante peor de lo esperado tras grandes ilusiones creadas con anterioridad a la apertura de la veda de la caza de la perdiz con reclamo. Es una asignatura que conoce muy bien el jaulero, sólo el jaulero. Quien no lo es no sabe de qué va el tema y, por lo tanto, no está en posesión de dar una clase teórica sobre ello. Esta modalidad cinegética es como es y no como parece, por mucho que nuestros detractores, que son más de la cuenta, se afanen en hacer ver que es una "epidemia" que acaba en poco tiempo con todas las montaraces que pueblan los terrenos en donde se caza el cuco.
            Aparte de la calidad de los reclamos  que componen el jaulero de un aficionado, que no siempre está formado por figuras, cosa altamente difícil por más que se buscan y rebuscan, hay que contar muy mucho con una serie de circunstancias ajenas a los mismos y a la mayor o menor cantidad y calidad de montaraces que pueda haber en un cazadero. Particularidades que el día a día viene a decirnos que cazar la jaula no es tan fácil como puede parecer, sino todo lo contrario. Meteorología adversa, que es lo más cotidiano, montesinas no en el mejor momento, ganado de las fincas, tareas agrícolas y ganaderas, tránsito de vehículos, rapaces y otros animales salvajes, recolectores de setas y espárragos…, hacen que la mayoría de las veces, el puesto no se dé con las mínimas garantías que se necesitan para ello, lo que hace que, en un porcentaje muy elevado, éste acabe sin tocar pluma y con el consiguiente disgusto y/o sofocón del jaulero de turno. Y lo peor del caso es que, casi siempre, no se trata de un puesto puntual, sino de temporada tras temporada. Es difícil de entender, pero los que llevamos muchos años en esto, sabemos que una alegría, cuando se tiene, que no es todos los días, como queda dicho anteriormente, viene precedida de muchos “dolores de cabeza” y así seguirá siendo a posteriori hasta dar con otra pequeña satisfacción, ya que pensar en otra cosa es hacer castillos en el aire. No es anormal que buenos perdigoteros, con “jaulas” normales, de las que forman el noventa por ciento de las "galleras" de los cuquilleros, acaben la temporada con ocho o diez camperas abatidas, tras dar cuarenta o cincuenta puestos.
         Pero es más, cuando empieza la nueva temporada, justamente cuando se cierra la veda y se deja de cazar el reclamo, el aficionado de verdad comienza con su ritual que año tras año lleva a cabo para que, sus reclamos, aquellas patirrojas que forman parte de su jaulero y de su  vida, tengan a mano todo lo que necesitan para poder llegar al próximo año en las mejores condiciones  posibles. Así, un sinfín de atenciones y cuidados forman parte del día a día del perdigonero para sus reclamos. Lo sabe y no le cuesta trabajo llevarlos a cabo, sino que disfruta con ellos, llegando a veces a transformarse en una verdadera “droga, tan desmedida en muchos casos que, incluso, llegan a surgir problemas familiares por prestar más atención a los reclamos que a sus quehaceres domésticos. Los cajones de muda y su limpieza, el cambio de tierra, la desparasitación, las vitaminas para ayudar a la muda, el cambio diario del agua de los bebederos, las posibles enfermedades… es la tarea diaria desde marzo hasta noviembre/diciembre en que llegará el recorte y el paso a las jaulas. Luego, vendrá el verde, las golosinas –bellotas, castañas, garbanzos, habas…-, el soleo…, para que nuestros queridos reclamos lleguen a punto a la apertura de la veda. Es decir, un año “liao” al máximo para que, luego, los cuarenta días que dura la veda nos den muchos más sinsabores que alegrías. No olvidemos que, ademas de cuido de nuestros perdigones, hay que tener siempre listo todos los pertrechos y complementos que esta caza requiere, que no es poco.
            Supongo que los que saben cómo es este mundillo entienden perfectamente lo que quiero decir. Por el contrario, los que chocan frontalmente contra esta modalidad de caza, dirán que utilizamos demasiada palabrería para defender lo indefendible, pero…, la verdadera realidad radica en una evidencia palpable y demostrable: el jaulero da bastante más que recibe, mucho más. Se queja poco y lo único que desea es que lo dejen tranquilo con lo que le gusta. Cuidar sus reclamos todo el año y, cuando llega su momento, salir a echar el rato en el campo, para intentar disfrutar de vez en cuando, si la suerte le acompaña.

3 comentarios:

  1. Amigo Jose Antonio, acabas de hacer la radiografía más nítida que se puede hacer de esta nuestra afición, tanto en el tema de las atenciones y cuidados que tenemos que dar día a día a nuestro jaulero, como en enumerar los inconvenientes de esta caza, yo este año, un día batí el récord, los tres puesto estropeados.
    Como yo siempre digo, al más reacio de nuestro detractores, le invitaba hacer la temporada, puesto a puesto con nosotros, al final estoy seguro que cambia de opinión, vería que las alegrías son mucho, mucho menores que los sinsabores y no comprendería el porque seguimos con esta fiebre, que nos hace salir al campo todo lo que podemos, el que no lleve este "veneno" en la sangre, no comprende el que demos tanto por tan poco, y no comprenderá que por ese instante de lance con una pareja en la plaza, recibida por nuestro reclamo, ese cargar el tiro de nuestro reclamo, buscando otra vez campo, proclamando su victoria, oler el cartucho, ese olor a pólvora, nos carga las pilas todo el año, aunque solo sea, ese puesto, esa alegría en todo el año.
    Un Saludo.

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  2. Jose Antonio: He leido tu narración del sufrido "Jaulero" y me ha encantado, ya que estoy identificado totalmente con tu amplio relato, y, francamente, no te conocía como el buen aficionado que eres y este año he coincidido en Constantina, Coto Mesa Alta, cazando contigo y espero y deseo que podamos seguir "colgando" cuanto más Celos mejor. Espero te vaya bien en C,Real con tu Jabalquinto.- Saludo afectuoso.- Ramón

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  3. Mi querido amigo y compañero Ramón.

    Ante todo, gracias por visitar mi blog y no menos por dedicarme asas palabras que, humildemente, creo que no merezco.

    Soy aficionado a la jaula desde que nací y en nuestra tierra eché mis raíces como jaulero al lado del abuelo Vicente.

    Pidamos que Dios nos de muchos años para poder disfrutar, como lo he hecho a tu lado y al de otros compañeros esta temporada en las Mesas Altas, de esta bendita afición que nos inunda.

    Un saludo desde Huelva y, si algún día vuelves a entrar, te recomiendo que leas dos relatosque etán en el blog :"Biennacido" y "Cuando las necesidades mandan".

    Recuerdo a los compañeros.

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