lunes, 27 de mayo de 2013

UN BUEN LIBRO PARA LOS AFICIONADOS AL RECLAMO.



         La portada y contraportada anterior pertenecen al segundo libro que el compañero -de profesión y de afición cinegética- Manuel Romero Perea ha publicado. Obra que, aunque no ha salido al mercado a precio baratito -la buena calidad del material utilizado hay que pagarla-, no debe faltar en la biblioteca del buen aficionados al reclamo. Y debe se así porque, el maestro Manolo, en las 428 páginas que conforman este tratado sobre la Caza de la Perdiz con Reclamo, nos acerca, "casi sin quererlo", a vivir "in situ" muchos momentos  maravillosos de esta actividad cinegética que apasiona a tantos y tantos seguidores.

       Aparte de tratar los aspectos narrativos y descriptivos con enorme sencillez y cercanía, su lectura nos sumerge en lo que en ese momento nos transmite el autor, como nos comenta su hermano Paco en el prólogo. Además, la obra incluye un buen número de imágenes maravillosas cedidas por amigos de Manolo que ayudan a engrandecer este tratado sobre nuestra querida afición. Es más, como el autor plasma en la introducción, "en este libro se hace un repaso a la caza tradicional del reclamo, a costumbres arraigadas que no pueden ni deben ignorarse, pues es la fuente que nos ha servido para empaparnos de su sabiduría y de sus conocimientos".

         A nivel personal tengo que decir que he leído concienzudamente este tratado sobre el reclamo durante dos meses y medio, justamente desde que acabó la veda en la zona baja de Huelva y, sobre el mismo, tengo que decir que me he divertido con su lectura y, como siempre cuando leemos algo nuevo, aparte de rememorar antiguas vivencias, tenemos la oportunidad de ver los temas que nos apasionan de otra forma diferente a la nuestra, cosa importante cuando llega a nuestra manos un libro que trata sobre nuestras aficiones. En general, esta obra al tener un amplio repertorio de temas relacionados con la perdiz roja y el mundo que le rodea, nos hace disfrutar de lo lindo y, además, se aprenden muchas cosillas que uno siempre desconoce, por mucho que creamos que lo sabemos todo sobre el mundillo de la jaula.

          Por todo ello, creo que, en los meses que se  nos avecinan, puede ser un relax para pasar los muchos ratos que tendremos sin saber qué hacer.

sábado, 18 de mayo de 2013

LA PRESA O EMBALSE DEL ANDÉVALO.


        Nuestra querida naturaleza guarda bellísimos rincones por toda nuestra geografía andaluza. Así, casi tocando con la punta de los dedos la vecina Portugal, podemos encontrar en terrenos de Puebla de Guzmán y el Almedro, esta grandiosa obra, tercer embalse de nuestra Comunidad en cuanto a capacidad -600 hectómetros cubicos-, que aporta agua a muchas poblaciones del Andévalo onubense.

          Inagurada en el 2004, como se puede observar en la  primera foto, está unida al embalse del río Piedra -segunda imagen- que se hacía insuficiente y recibe agua de lluvía,  de arroyos, escorrentías de la zona  y dos afluentes del citado río: Cobica y Malagón



          En la actualidad, tras las muchas lluvias del otoño e invierno, su nivel se encuentra en la cota 111. Es decir, casi a tope, ya que, su capacidad máxima debería estar en estos momentos  por la 112 ó 113


         Para la construcción del embalse se expropiaron muchas fincas de las localidades citadas y se utilizó explosivos en cantidades astronómicas para conseguir una orografía del terreno adecuada para la recogida de las aguas.




          En esta imagen estoy con el amigo Luis Hernández -me sirvió de guía en la visita-, desde el mirador de las oficinas de la presa.


          Como curiosidad decir que, durante cuatro años, estuve cazando el reclamo en una de las muchas fincas que hoy están cubiertas por el agua de este embalse. Además, el arroyo Cobica pasa por la finca donde cazo en la actualidad.


miércoles, 15 de mayo de 2013

COMIENZA LA MUDA.


                                                   Plumas de un mismo reclamo en cinco días.
       Con los días de calor que llevamos, rozando los 30ºC, al menos por esta zona, los reclamos, como es cíclico y natural  en ellos, empiezan a soltar las primeras plumas, inicio del cambio de "vestimenta" de este año.

         Tal circunstancia lleva consigo una serie de alteraciones en los ciclos vitales de todas las aves -se pueden constatar en cualquier portal dedicado a la muda de las mismas- y, por supuesto, en nuestros reclamos. Por ello, no debemos olvidar nunca que estos últimos van a estar durante unos cuatro meses metidos de lleno en lo que llamamos pelecha y que, por lo tanto, sus reservas energéticas y vitamínicas no deben ser insuficientes, si no queremos que no completen una buena muda o, en el peor de los casos, se produzcan bajas en nuestros jauleros.

         De esta forma, es conveniente que, en cuanto apreciemos que las primeras plumas empiecen a aparecer por casilleros o terreros, pongamos a disposición de nuestros pájaros un "extra", tanto de proteínas, como de vitaminas. Así, en mi caso, como ya he comentado en artículos anteriores sobre la alimentación de mis reclamos, suelo administrarles durante esta época un complejo vitamínico y pienso con mayor porcentaje energético, aparte de los guisantes verdes que se los administro todo el año, para con ello, subsanar, en lo posible, las perdidas de ambos nutrientes que provoca el  la muda del plumaje de las aves.

miércoles, 8 de mayo de 2013

ESTÁ EN LOS LIBROS. ¿DESCASTA LA CAZA DE PERDIZ CON RECLAMO?

       
        Supongo que los/as que sois aficionados/as al reclamo tendréis en casa un "buen surtido" de tratados sobre la Caza de la Perdiz con Reclamo, incluso puede haber alguien que tenga prácticamente todo lo que se ha publicado sobre esta actividad cinegética. Pues bien, yo que padezco de la misma "enfermedad" que vosotros/as, no voy a ser menos y, por consiguiente, en las diferentes estanterías de mi casa se pueden encontrar más de dos y más de tres obras sobre nuestra bendita afición. Obras que leí cuando las adquirí o me las regalaron y que, de vez en cuando, vuelvo a tenerlas en las manos para releer algunos capítulos o temas que me interesan en ese momento.

          Así, cuando leemos o releemos un libro sobre el tema que sea, siempre hay unas líneas del mismo que nos hacen parar en la lectura y pensar durante algún tiempo en el contenido que nos transmiten las mismas: recomendaciones, enseñanzas, anécdotas, tradiciones,  sugerencias, opiniones del autor, artículos de leyes... Circunstancias que luego perduran en nuestra memoria en cuanto se nos habla de tal o cual obra.

        El que suscribe, jubilado por más señas y, por lo tanto, con todo el tiempo del mundo para hacer mil cosas, ira subiendo al blog algunas de esos curiosos párrafos que aparecen en los libros y que, de alguna forma, por su importante contenido, nos han hecho o nos pueden hacer reflexionar por momentos sobre lo escrito en el mismo. Muchos mensajes ya están fuera de lugar debido a los cambios que se han producido, pero no dejan de ser cuestiones curiosas e importantes en su momento. Otras, por el contrario, aunque escritas hace ya muchos años, siguen estando de verdadera actualidad.

      En esta línea, la obra "De la Caza de la Perdiz con Reclamo", de Diego Pequeño y publicada por primera vez en 1903, es uno de los libros que más releo, porque, para mí, salvando las distancias en el tiempo, es una joya de la literatura cuquillera. Es más, está escrita en fechas cuando la perdiz que poblaba los campos de nuestra piel de toro era la auténtica perdiz roja española.

          Pues D. Diego Pequeño -ilustre político y defensor de nuestra afición- escribía en el apéndice del citado libro lo siguiente: 

   "Como somos amantes, ante todo, de la verdad y de la buena fe, y los hechos cantan, allá va un dato elocuentísimo:

        No hace aun muchos años que tuvimos la honra de ser invitados por nuestro ilustre amigo el Marqués de López-Bayo para cazar con el macho en su simpar dehesa El Rincón. Fuimos con tres reclamos de bandera; no perdimos instante, y todas fueron facilidades y atenciones, como era proverbial en tan distinguido y amable anfitrión. Pues bien; en cuatro días de caza, que nos parecieron cuatro minutos, sólo pudimos tirar 14 perdices allí donde tanto abundan, en cambio, en dos días de ojeo en la misma dehesa se recogieron el año anterior la friolera de ¡962!, y en la cacería siguiente, la cifra de las cobradas fue de 972. Sin comentario"





martes, 7 de mayo de 2013

NUESTRA FLORA MEDITERRÁNEA: LAS JARAS



        Las jaras son una parte importante de la flora mediterránea a la hora de conformar el monte bajo o matorral. Lo normal es que, en cualquier rincón de nuestra geografía andaluza, podamos encontrar alguna variedad de estos arbustos. De todas las variedades que pueblan nuestras tierras,  la jara pringosa -cistus ladaninfer- es la más abundante y la de mayor altura, ya que, a veces podemos encontrarnos con ejemplares de más de 2,5 m de altura y enormes troncos que, durante muchos años, se han utilizado en los hornos de cal, para hacer cisco y, en la actualidad, en algunas zonas -entre ellas el Andévalo de Huelva- todavía se emplean para hacer el célebre pan serrano. También, cuando este tipo de jara no esta muy crecida, sus brotes jóvenes se utilizan para la extracción de gomas y esencias. 

       Además, como todos los aficionados al reclamo sabemos, sus frondosas matas han sido utilizadas desde siempre, conjuntamente con otros componentes del matorral mediterráneo, para la fabricación y camuflaje de los aguardos y tantos o farolillos para la colocación de la jaula. Por último, decir que este tipo de jara, como su nombre vulgar nos indica, suelta una pringue o resina pegajosa –el ládano al que llamamos por estas latitudes jarapé- que se adhiere a nuestras manos y ropa. Florece, según las zonas, desde finales de febrero hasta junio y nuestros campos blanquean con sus flores.



            También podemos encontrarnos junto a la anterior, la jara cervuna –cistus popolifolius-, pero, esta variedad prefiere las zonas más húmedas y de umbría.



            Otra variedad muy común es la jara blanca –Cistus albidus-, especie de gran belleza, de color blanquecina y con grandes y bellas flores de color rosa purpúreo que podemos encontrar en zonas de solana.



            Igualmente, cuando salgamos al campo, podemos encontrarnos con la jara rizada –Cistus crispus-. Especie de porte más pequeño que las anteriores que crece formando rodeos y con flores de color rosa fuerte.



        Pues bien, las cuatro especies citadas, más otras variedades, por estas fechas, m,as o menos. están en plena floración y, por consiguiente, dan a nuestros campos un maravilloso e inigualable toque de belleza y hermosura.

         Por último decir que las jaras se han utilizado desde siempre, aparte de la fabricación de productos de perfumería y resinas, como medicina tradicional para muchas dolencias. 

Bibliografía: Wikipedia.


domingo, 5 de mayo de 2013

SIMEÓN.


            Como en otros meses, traigo a mi blog el relato "Simeón", una entretenida y curiosa historia escrita por mi primo Jerónimo Lluch y que, en su día, fue publicada en la revista Trofeo Caza,

Transcurrían los primeros días de 1956, y como cada temporada mi padre y mi abuelo Vicente se afanaban en preparar una nueva expedición la cual comenzaría pasados los Reyes Magos.


Una larga lista de comestibles reposaba en la mesa de la cocina de casa, que serían adquiridos antes de la fecha de la marcha a “Cañá Santa” finca a la que también acudirían Emilio Delgado, mi tío Rafael y Miguel el de los Porrejones.

Yo, que por aquel entonces tenía ocho años, era un manojo de nervios, cavilando como podría acudir algún que otro día a una cita tan conocida por mí como añorada.

            Tras varios días de estancia en el campo vino mi padre al pueblo para proveerse de tabaco y de una arroba de tinto, ocasión que aproveché para engatusarlo y conseguir me llevase con él ese fin de semana.

            Radiante de dicha llegué a “Cañá Santa” donde me faltó tiempo para informarme de todos los pormenores de la cuelga y no escatimar diligencias inquiriendo todo aquello que me interesaba y por lo que continuamente me desvivía.

            Cuando sentado al calor de la lumbre escuchaba los pormenores de la jornada parecía querer salírseme el corazón del pecho y boquiabierto, sin perder puntada, no se me iba un detalle de lo mucho y bueno que la conversación de los contertulios me deparaba.

            Supe por tanto que no sólo se cazaba en la finca de mis abuelos sino también en las linderas donde tenían hechos varios puestos y que Emilio Delgado, primo de mi madre, con su pájaro Simeón que, según decía, era un reclamo de bandera, no se había venido nunca de bolo, habiendo matado hasta el momento más cacería que ningún otro expedicionario.

            Él al observar mi gran interés por el relato de las proezas de su reclamo, me alentó para que lo acompañase el domingo en el puesto de sol.

            Tras su sugerencia noté una suspicaz mirada entre mi padre y mi abuelo la cual no supe a que atribuir, aunque ciertamente y dada la enorme curiosidad de que la chiquillería hace gala, me llenó de una pertinaz incertidumbre.

            La inesperada partida, el sábado por la mañana, de mi abuelo al pueblo a  lomos de nuestro burro Sevillano, no hizo sino acrecentar la certeza de que algo se estaba tramando, lo cual me proponía averiguar a la primera ocasión.

            Cuando regresó mi abuelo a la finca me faltó tiempo para inquirir alguna respuesta que satisficiese mi curiosidad acerca de ese misterio que intuía flotaba a mi alrededor.

            No dudé por tanto en abordarlo con mi pregunta:

-         ¿Abuelo a qué has ido al pueblo, es que está la abuela mala?.

Con un golpecillo en el hombro y una leve sonrisa me disuadió de mi preocupación, pero tan sólo añadió:

-         Todo a su tiempo niño. Ya sabrás el motivo de mi ida a Constantina, y cuando te enteres no dirás ni esta boca es mía.

Aquella noche mi curiosidad fue satisfecha, supe se había traído mi abuelo una perdiz embalsamada con la que pretendían dar una broma a Emilio Delgado la mañana del domingo.

 Después de la agradable cena, regada, para los mayores, con el vinillo de la tierra, y para mí con una gaseosa de naranja, se acostó Emilio que era poco trasnochador y entonces mi padre y mi abuelo sacaron a Simeón de la jaula, lo metieron en un terrero y tras deshacer el culo de la misma, para que cupiese la perdiz disecada -pues no entraba por la puerta al estar rígida-, volvieron a rehacer el asiento fijando en éste a la citada perdiz con una cuerda que sujetó firmemente la peana para evitar cualquier movimiento raro que alertase a Emilio Delgado de que algo anormal sucedía.

Me acosté en un estado de nervios difícil de describir y aún no habían cantado los gallos presagiando el amanecer cuando ya estaba en danza desayunándome unas “rebanás” con azúcar, que había preparado mi padre, y un buen vaso de leche de nuestras cabras granainas.

Al  levantarse  Emilio se encontró a su pájaro enmantillado y a mí esperándolo para acompañarlo al puesto según lo acordado el anterior viernes.

Ya se retiraban las cansinas sombras de la noche al salir de la casilla, y un agradable fresquillo acarició nuestros rostros camino del colgadero, en cuyo trayecto los continuos piropos de Emilio para su Simeón sólo se vieron interrumpidos por el inesperado vuelo de algún mirlo madrugador y el agradable sonido de las chorrerillas de los pequeños arroyos, que atravesamos en nuestro caminar hacia el puesto.
Cuando llegamos a la Coscoja, nombre del lugar en el que colgaríamos, muy diligente le pedí a Emilio:

-         Déjame que coloque el pájaro en el matojo que estoy acostumbrado a hacerlo cuando cuelgo con mi padre o mi abuelo.

No puso Emilio ninguna objeción por lo que él se acomodó en el puesto y yo tras quitarle, al supuesto Simeón, la mantilla le chasqué los dedos como otras veces ya había hecho y raudo entré en el aguardo sentándome encima de una piedra que para tal menester había dentro.

Como es natural Simeón no abrió el pico por lo que Emilio Delgado no salía de su asombro e imaginó que pasarían miles de causas por su cabeza ante el mutismo de su excelente reclamo.

Yo que me lo pasaba en grande no intuía cual sería el final de la historia hasta que pasado un tiempo prudencial me indicó:

-         Sal y tapa el pájaro que se me ha entumecido una pierna, y quiero descubrir el motivo de tan inesperada callada cuando lleguemos a la casilla, y ojalá no sea lo peor que me temo.

Más que preocupado volvió Emilio de regreso al cortijo alegando un sinfín de supuestos motivos para la “mocholada” que el pájaro le había dado.

Temía se hubiese botado por la noche y lastimado, pero sobre todo le asustaba enormemente la aparición de una repentina “zurreta” que acababa a veces con la vida de los mejores reclamos. Investigaría en el asiento del casillero para ver si detectaba la fatal enfermedad a la que tanto respetaba.

Pero al llegar al cortijo cambió de semblante por completo. En la pared de la fachada, en un terrero, lo recibió su Simeón con un suave cuchichío rifándose al acercársele y picoteándole el dedo que le introdujo entre los barrotes.

Dos pequeñas lágrimas surgieron de los ojos de Emilio y una tenue sonrisa afloró en su rostro mientras mascullaba dirigiéndose a los bromistas.

-         ¡Qué mala gente sois. Esto no se hace con un hombre cabal pero en compensación recibo la alegría de que mi pájaro está sano como una pera!.

Y dirigiéndose a mí me apuntó:

-         ¡Tú, niño, cómplice de este mal acuerdo, esta tarde vendrás de nuevo conmigo y esta vez con Simeón a mi espalda para que veas lo que es un pájaro de bandera y no los burracos que cuelgan tu padre y tu abuelo!.

Y ciertamente en la tarde de aquel Enero del 56 viendo el trabajo y los recursos que empleó Simeón con la collera abatida, viví uno de los momentos más gratos que recuerdo en un puesto de perdiz, en mi ya larga experiencia de empedernido cuquillero.

jueves, 2 de mayo de 2013

LÍMITES DE LA PACIENCIA.


Este es un tema que desde siempre me ha hecho darle a la cabeza más vueltas que las que debiera. Pero, la realidad es que, hablando de reclamos, no es fácil adivinar el cuándo se acierta y el cuándo no. Me estoy refiriendo al cuánto tiempo debemos aguantar a un pollo que llega a nuestro jaulero y, obviamente, los puestos que se le van dando son de mutismo total. No digo botes, gateo por la jaula, alambreos y guitarreos constantes..., porque, al menos, el que suscribe esos comportamientos no los aguanta, sino, puestos tras puestos sin abrir el pico.   
            Pues bien, una vez hecha la introducción, creo que ésta es una circunstancia de las muchas que rodean al mundo del reclamo en la que nunca nos pondremos de acuerdo. Y no lo haremos, porque el límite de la paciencia, la gran mayoría de las veces, lo marca el recuerdo de un determinado pájaro que tuvimos una vez, o que tuvo Fulanito o Menganito y, después de aguanta que te aguanta  año tras año, al final, un buen día, a los tres o cuatro celos –por citar un tiempo determinado-, nuestro “querido amigo”,  dijo aquí estoy yo y terminó siendo uno de los mejores reclamos que hemos tenido o tuvo tal o cual aficionado.
            No es un tema fácil como se comprenderá, puesto que, tan claro tengo que se han soltado pollos que, aguantándole algo más, hubieran terminado siendo pájaros, como que también hemos perdido muchas horas y horas con perdigachos que, desde el principio, sabíamos que nunca llegarían a nada.
            La forma de proceder, llegado el caso, lo marca siempre cada aficionado de turno, al no existir un patrón fijo que nos diga a tal edad o dándoles un determinado número de puestos, el que no haya dado la cara, hay que deshacerse de él.
            Por tanto, al ser un tema totalmente subjetivo, mi opinión al respecto, aunque puede estar equivocada es la siguiente:
       1.- Cuando llega a mis manos un pollo que en casa se muestra de una manera normal, ya que, si es excesivamente bravo no lo aguanto, espero casi hasta final de veda para darle un puesto, si veo que está medianamente encelado –si ocurre lo contrario, lo dejo para el año siguiente-. Si en el campo canta y no desentona, aunque no se le tire –si se le tira mejor- o, no canta pero no se “gatea por las paredes”, “veranea”. Si es un saltimbanquis, botarín o alambrista cien por cien, bajo mi opinión es perder el tiempo con él, por lo que, lo lógico, es darle largas.
       2.- Una vez llegada la segunda temporada, procedo casi lo mismo, pero ya de mitad de temporada hacia delante. A esas alturas, siempre bajo mi opinión, un pájaro después de darle varios puestos, debe de romper. Así, si llegado el final de veda, al pollo en cuestión se le ha tirado o ha mostrado buenas maneras, cantando y con tranquilidad en el tanto, pasa a formar parte del jaulero. Si por el contrario, sigue sin abrir el pico o ha sacado la vena circense, yo por lo menos, no lo aguanto. Ni más ni menos, porque sería una locura quedarse con él, un año más, para que, después de tres años, volviera a hacer lo mismo.
En resumidas cuentas, como el que suscribe cree firmemente que el reclamo que medio va servir en el futuro, desde el primer puesto da la cara, aunque puede haber excepciones, sería una torpeza, aun pudiéndonos equivocar, aguantar un pájaro más de dos años si, durante ese tiempo, no ha demostrado lo más mínimo. ¿Qué alguno puede romper a los tres e, incluso, a los cuatro años?, es posible. Pero, es más probable que, si al final del segundo no ha dado la cara, ya no la dé nunca y, aguantar tres o cuatro años para nada, tiene migas el asunto.
Por eso, y siempre bajo mi punto de vista, es contraproducente darle puestos a los que no nos han dicho nada durante la temporada, una vez finalizada ésta. Porque…, desgraciadamente, puede ocurrir que, si lo sacamos bastante tiempo después –mediados de marzo, primeros de abril-, den la nota entonces y, el año próximo, vuelvan a dar la callada por respuesta.
Por último, quiero hacer una puntualización al hilo de lo anterior: lógicamente, me estoy refiriendo a los tiempos normales -aunque no sean los más adecuados-, de esta zona. Puesto que, si habláramos de otras más altas de nuestra Comunidad, los tiempos serían diferentes. Es más, ¿para qué me sirve a mí un reclamo que se ponga a punto a mediados de marzo o primeros de abril, cuando por esa época, ni se puede colgar porque está cerrada la veda e, incluso, algunas hembras ya están poniendo?

miércoles, 1 de mayo de 2013

NO SE HA CUMPLIDO EL REFRÁN.


           Dice nuestro refranero: "En abril aguas mil".

      Pues bien, al menos por esta parte de Andalucía, no se han cumplido el contenido del refrán como escribía a primero del mes pasado, ya que, en todo el mes, prácticamente, no ha caído una gota, a excepción de estos últimos días que, en donde haya llovido, seguro que no se ha recogido ni un litro/m2. Mucho calor, casi veraniego y poco más.

      Esperemos que mayo, con sus tradicionales tormentas, no estropee lo que ahora está precioso. Además, es el mes clásico de la salida de muchas polladas de nuestra avifauna y, entre ellas, la de nuestra perdiz roja. Por ello y con los herbazales que hay en el campo, mucha agua en estos momentos o, principalmente, dentro de quince o veinte días que es el momento clave, sería no muy bueno, ya que, como todos/as sabemos muy bien, cuando los pegoncetes están recién nacidos, las mojadas son fatales.