Con la llegada del otoño y las primeras lluvias, cuando la tierra se mantiene aun caliente por el efecto de los rigores estivales, nuestros campos se llenan de las "mágicas" setas. Pues bien, una de ellas, un verdadero manjar para el que suscribe, y muy apreciadas por muchos/as de los aficionados/as a la buena mesa son los boletus, boletos, tentullos, tontullos, faisanes..., por citar algunos nombres con los que son conocidos estos representantes del reino fungi.
Decir que el género boletus abarca a muchas especies como pueden ser aereus, edulis, pinícola, regius, lúridus, erythopus, corsicum... Siendo los dos primeros -aereus y edulis- y el ultimo -el corsicum o faisán de jara- los que más me atraen y busco. Además, si el otoño es lluviosos y no muy frío pueden encontrase en grandes cantidades.
En general, los boletos son de porte robusto y de gran belleza, fáciles de localizar, al ser en la mayoría de los casos de gran tamaño y, a la hora de consumirlos, admiten gran variedad de formas de cocinarlos: a la plancha, fritos, en tortilla, con carnes...
Suelen encontrarse en terrenos de monte bajo con encinas y alcornoques, aunque algunas de sus variedades las podemos hallar entre los pinos. Una de las especies, el boletus de satanás, es venenosa y produce problemas gastrointestinales de cierta entidad. Otras, como el eythropus o regius, no se deben consumir a la plancha por producir problemillas en la tripa.
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Imágenes de boletus recogidos otras temporadas.
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