lunes, 22 de abril de 2013

EMPEZAMOS CON LOS "CELACOS".


          Como en años anteriores, como desde siempre, nuestros reclamos, una vez acabada la temporada, y por ley natural, empiezan a subir su celo y sus machacones cánticos se repiten, incluso en algunos casos, las veinticuatro horas del día y, máxime, como es mi caso, cuando todavía los tenemos en las jaulas. No porque así lo queramos, sino por motivos de no tener, de momento, un local que reuna las condiciones necesarias para echarlos en los cajones de muda. Así, aunque le demos tierra una o dos veces por semana, luego vuelven a sus jaulas y, de esta forma, tardan más en pasárseles el celo.

        Esta situación, cuando nuestros reclamos están en el campo o en corrales/patios de viviendas de un sola planta, como son las de los pueblos o chalet de las capitales, lo normal es que le den la lata al dueño y su familia, pero cuando tenemos a los pájaros en bloques de piso y a las cinco de la mañana, por citar una hora, empieza "la sinfonía", el tema es preocupante. De hecho, el que suscribe se ha tenido que levantar más de una vez a encenderle la luz de la terraza, porque de esa forma, por lo menos en mi caso, dejan de cantar. Porque está claro que, si no le se pone solución sobre la marcha, más de un vecino puede "tirarnos de las orejas".

        Lo primero que debemos hacer los que todavía no los tenemos en los cajones es darle tierra húmeda de vez en cuando y no administrarle alimentos excitantes como verde, garbanzos, habas, vitaminas... que lo que hacen es subir su "temperatura". Además, si es posible deben estar en lugares fresco y no solearlos, para que, poco a poco, se les vaya pasando el celo y comiencen a mudar allá por principio o mediados de junio.


Así está Saldor. En cuanto me acerco me recibe de pluma como si fuera el campo.





PD. Cuidado con los piojillos. Estamos en época de su aparición con las temperaturas que tenemos. De hecho, esta mañana ya he visto los primeros alrededor de los casilleros. Obviamente, he fumigado un poco.


sábado, 20 de abril de 2013

¡ADIÓS AMIGO JUAN!


                                                       Juan -primero por la derecha- en una reunión de jauleros.

        En la noche de ayer, nos ha dejado para siempre, unos de esos hombres que todavía se vestían por los pies y un tío como la copa un pino, el amigo y compañero Juan. Era educado, honesto, humilde, humano, cariñoso, amigo de sus amigos, solidario, trabajador, dispuesto siempre para lo que se le pedía... Pero, aparte de este sinfín de cualidades humanas que le acompañaban, tengo que decir que el amigo Juan era un gran aficionado al reclamo. Así, al estar jubilado, aparte de sus quehaceres familiares, que siempre fue lo primero para él, vivía por y para el reclamo los trescientos sesenta y cinco días del año. Ni que decir tiene que sus cuatro o cinco pájaros que siempre tenía y, muy en especial, su Picovano –un gran reclamo de ocho años-, nunca tuvieron la más mínima falta de cuido, limpieza o problemas de alimentación. 
       Durante nueve años he compartido con él fines de semana en el Coto “La Dehesa” en la época del reclamo y durante toda la veda en la caza menor y puedo decir que nunca tuvimos la más mínima desavenencia y, menos, caras largas. Para él, todo estaba bien y nunca buscaba los tres pies al gato. Es más, la mayoría de los trabajos que se hacían en la finca pasaban por sus manos: pintura, albañilería, arreglo de averías, bidones para el agua o trigo, alambradas para comederos… En una palabra, Juan era un auténtico "manitas".
     Sin embargo, aun con la fortaleza de hierro que siempre le acompañó, no ha podido superar la grave enfermedad que se le presentó hace unos meses y, ayer, nos dijo adiós para siempre.
      Esperemos que, allá donde esté, encuentre el descanso y la paz. Se la merece de sobra.
   

martes, 16 de abril de 2013

NUESTRA FLORA MEDITERRÁNEA. EL MATAGALLO




Este arbusto –phomis purpurea-, conocido también con otros nombres como aguavientos, menchera, chupón, chupadera, matulera…, es una planta de la familia de las labiadas que puede llegar a medir hasta dos metros de altura. Sus hojas son ovaladas o lanceoladas y, al igual que el tallo, están recubiertas de una pelusilla blanquecina. Sus flores, de color rosa blanquecino, se disponen sobre los tallos formando una especie de corona o verticilo y suelen aparecer a partir de mediados de marzo según la zona. Existen algunas variedades y, dentro de ellas, una de flores de color amarillo.
            Podemos encontrarlo en la mayoría de los terrenos del bosque mediterráneo conjuntamente con las jaras, jaguarzos, tojos... y en la medicina popular se ha utilizado como diurético, contra los resfriados y para combatir los cálculos renales.
         Las imágenes están todas tomadas en el Parque Moret de Huelva donde es una especie bastante abundante. De todas formas no es muy complicado dar con él en cualquier zona. Por consiguiente, más de una vez ha sido utilizado para levantar algún tollo o matojo e, incluso, para tapar o camuflar los aguardos de perdigón. De hecho, recuerdo que mi abuelo Vicente lo utilizaba mucho, conjuntamente con el cantueso, para fabricar las troneras de los aguardos. Ahora mismo está en plena floración.




Bibliografía: Wikipedia y Guía de árboles y arbustos de la península Ibérica y Baleares.

domingo, 14 de abril de 2013

DE GURUMELOS EN EL REAL DE LA JARA






                                                         Cinco imágenes de rincones de la zona.

          El viernes pasado, invitado por un buen amigo, Luisma, nos trasladamos mi socio Rafa y yo hasta el Real de la Jara, en Plena Sierra Norte de Sevilla, con la idea de coger unos gurumelos y echar el día de campo. 

           El amigo Luisma que se dedica a capar cochinos y es natural de la citada localidad serrana, por tanto, buen conocedor de los muchos y bellos rincones de la zona, nos llevó a cuatro o cinco sitios -incluyendo su propia finca- que, aunque está todo rebuscado, tuvimos suerte y logramos coger unos buenos pocos de Kg de esta preciada seta.

          Sí tengo que decir que, observar a Luisma -un formidable gurumelero-, dar con esta difícil seta a la hora de localizarla, cuando todavía no ha roto a la superficie, es una verdadera maravilla, ya que, muchos de las que se nos pasaban por alto a Rafa y a mí, a él no se le ocurría lo mismo, sino que daba con ellas.  Además, todos las que él recogió fueron a las cestas de mi socio y a la mía.

           Aparte de los gurumelos, aquella zona también está preciosa. Así, al igual que la de Cortelazor, el verdor, el colorido primaveral y el agua cristalina corriendo por todas partes es una maravilla para cualquier visitante. 

         Como curiosidad, decir que, al pasar por aquella zona el Camino de Santiago, nos encontramos con muchos peregrinos mientras andábamos con nuestra "tarea".


Cuatro imágenes del día. La primera, uno de los indicadores del Camino de Santiago. La segunda, un gurumelo a punto de romper. La tercera nos muestra a los amigos Rafa y Luisma. En la cuarta se ven las dos cestas casi llenas de gurumelos -sobre 12 kg entre ambas-





       Aun siendo la época de la "fiebre del gurumelo", hay que tener mucho cuidado al recogerlo, ya que, por estas fechas también suele aparecer la Amanita verna que, desgraciadamente, es mortal si se ingiere una pequeña cantidad de la misma. Por ello, mucho ojo y no salir a recolectar esta seta sin ser acompañado por una persona que los conozca perfectamente. Una vida vale mucho.

jueves, 11 de abril de 2013

UN MARAVILLOSO DÍA EN LA SIERRA DE HUELVA.







         No todos los días tiene uno la ocasión de visitar los fascinantes encantos que nos ofrecen las muchas zonas altas que hay en nuestra Comunidad. Así, ayer visité una zona enclavada en la Sierra de Aracena y Picos de Aroche, más concretamente, del municipio de Cortelazor.  Pues bien, invitado por un antiguo alumno, Juan Carlos González, y sus padres, me  acerqué hasta allí, para echar un día de gurumelos, contemplar bellos paisajes y  respirar aire puro que, dicho se de paso, falta hace de vez en cuando. 

          La verdad es que ha sido una auténtica gozada recorrer a pie estos casi vírgenes parajes del occidente andaluz: verdor por todas partes, agua en todos los barrancos y  arroyos, floración máxima de la flora serrana -jara, brezo, durillo, jaguarzos, tojos, retama negra...- y árboles frutales, yemas rompiendo con toda la fuerza del mundo en arboles y arbustos de hoja caduca... Si a ello le unimos, la ganadería propia de aquellas dehesas, como puede ser la vaca angus argentina, la retinta andaluza y los machos Charolais/limusines para los cruces, yeguas con sus crías, tropeles de ciervas deambulando de un sitio para otro y, como no, pinzones, verderones y jilgueros... cantando por todos los rincones...., acierto pleno. En una palabra, un verdadero disfrute para el que le guste la naturaleza, como es mi caso. Por el contrario, en una finca de muchas hectáreas y con buena parte de ellas destinada a la caza mayor, desgraciadamente, nuestra perdiz roja, cada día que pasa está más amenazada por los jabalíes y otras especies salvajes. Por tanto, quedan muy poquitas por esas tierra, pero la que queda es aunténtica "pata negra"

          Si a ello, le unimos un buen día de gurumelos y un formidable rato con amigos que no se ven todos los días, estamos hablando de una jornada inolvidable. Justamente como fue la del día de ayer.
          
Estas imágenes son un resumen de una buena jornada de contacto con la naturaleza.










 Como curiosidad, en la puerta de la casa de la finca, nos podemos encontrar con este "abrazo apretao".
     

          

martes, 9 de abril de 2013

"AJUMAO"


        En el día de hoy traigo a mi blog esta entrañable historia  escrita por mi primo Jerónimo Lluch, sobre un gran reclamo: "Ajumao".
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              “A la memoria de mi padre, al que le habría ilusionado leer estos párrafos y a todos los buenos aficionados de Las Navas”

            Llevo tanto tiempo en compañía de mi dueño y he oído tan frecuentemente sus palabras y comentarios que creo comprender casi todo lo que escucho y me siento capaz de expresar mis ideas y pensamientos casi en su mismo lenguaje.

            Diré que soy un macho de perdiz, que cazo catorce celos, y aunque mis facultades físicas han mermado considerablemente, estoy en condiciones de seguir dándole tantas alegrías a mi amo como en los primeros años que con él pasé.

            Cuando las calores del mes de mayo comenzaron a sentirse sobre el campo, en el que los despertares a la vida se manifestaban por cada rincón, en un hermoso sembrado de trigo vieron mis ojos la luz por vez primera.

            Mi padre, un hermoso galán de pico, ojos y patas tan encendidos como el sol cuando se oculta, con su recio reclamo parecía proclamar a los cuatro vientos que había sido padre de una numerosa prole, de la que se sentía tan orgulloso como feliz. Mi madre, roja como las amapolas que salpicaban el trigal donde nací, no escatimaba esfuerzos ni tesón para buscar los hormigueros que nos alimentarían en nuestros primeros días de vida, a la vez que oteaba continuamente el cielo para prevenirnos de la mortífera rapaz que era nuestro más encarnizado enemigo.

            Una espléndida primavera hizo que tuviésemos unas semanas de vida placenteras y cuando los rigores del estío empezaron a dejarse notar en nuestro entorno mitigábamos la sed en el arroyo grande en el que, según nos contaba nuestra madre, siempre corría el agua.

            Sería una tarde al comenzar a beber en la que una tupida red cayó sobre nosotros privándonos de la libertad de la que hasta entonces habíamos gozado.

            No sé que sería de mis padres y hermanos, a mí me llevaron a una choza de pastor introducido en algo que después oí se llamaba jaula y allí permanecí por tiempo indefinido, sustentándome de trigo y de hierbas que me refrescaban la garganta, e impregnándose mi plumaje del humo que desprendía un fuego que de vez en cuando encendían dentro del chozo.

            No fueron días ciertamente felices para mí, estos eran tan parecidos entre si como una gota a otra de agua.

            Una mañana me sacaron de la jaula y comenzaron a desplumarme y cuando más excitado estaba, encontrándome sin saber que ocurría, otras manos distintas me introdujeron en una nueva jaula, la que taparon para descubrirla al cabo de un largo rato en una vivienda amplia, luminosa y confortable.

            Con el transcurrir del tiempo supe que mi nuevo dueño me salvó de una muerte segura ya que el pastor pensaba cocinarme junto a un conejo que el Canelo, su perro de agua, había atrapado.

            Un inesperado bienestar rodeó mi existencia. Ahora no sólo comía trigo sino bellotas picadas, berros y algún que otro gusanillo que deleitaban mi paladar.

            Durante la muda estuve en un amplio cajón donde cambié mi sucio plumaje por otro limpio y brillante, sin embargo mi nuevo dueño siempre siguió llamándome “Ajumao” en recuerdo, supongo, del aspecto que tenía cuando me conoció.

            Gracias a mis frecuentes baños de tierra húmeda, mezclada con ceniza, dejaron de molestarme esos incómodos piojos que se apoderan de nosotros cuando nuestro aseo no es muy frecuente.

            Un buen día mi amo me cogió del cajón y provisto de algo alargado, que averigüé llamaban tijera, cortó parte de mis alas, mi cola y me introdujo en una bonita jaula del color de la hierba, cuando está fresca, sacándome al aire libre bajo un sol que calentaba y daba energías a mi joven cuerpo.

            Fue tal el bienestar que me inundó que engallándome lancé varias reclamadas y unos piñones que cambiaron el semblante del salvador de mi vida.

            Día tras día, cuando el tiempo lo permitía, me soleaba; cosa que como ya he dicho era muy grata para mí, y que acompañado del abundante y variado alimento robustecía mi organismo sintiéndome cada vez con más vitalidad y fortaleza.

            Recuerdo aquel amanecer en el que ocurrió algo diferente. Nunca hasta entonces me había pasado nada parecido. Metió mi dueño una esterilla en la jaula, cerró la puerta de ésta y la tapó, como el día que me rescató, de forma que la más absoluta oscuridad rodeó a todo mi ser.

            Así tuve la sensación que me llevaban a otro lugar y después de un prolongado vaivén descubrió mi amo la jaula viéndome encima de una mata a cierta altura del suelo. Amarró la jaula a ella y se retiro para esconderse entre la espesura. Creo que me pregunté: ¿para qué me ha traído aquí?.

            Pero antes de encontrar respuesta alguna a mis dudas no muy lejos de mí oí cantar a otra perdiz, cosa que me llenó de sorpresa y alegría. Raudo salí de cañón, pero al contestar a mis reclamos no lo hizo calmada sino irritada e insultante, ¿qué he hecho yo para merecer este trato, me dije de nuevo?.

            Y cuando aún no salía de mi asombro apareció un arrogante macho que con sus plumas ahuecadas venía con apariencias de riña. No me amilané respondiendo presto a la provocación y a los improperios que hacia mí profería. Intentó subirse en la jaula creo que con intenciones de picarme pero sonó un enorme trueno y quedó inmóvil a mis pies. El verlo tirado por los suelos me envalentonó e hice gala de todo el repertorio de mi cante, continuando así hasta que mi dueño apareció con cara sonriente y aproximándose cogió el macho del suelo mostrándomelo para que lo viese más cerca. Intenté picarle pero lo apartó de mí, tapando la jaula después.

            En los días sucesivos salí al campo varias veces y casi siempre algún macho que buscaba bronca o una hembra coqueta se aproximaron a la mata donde estaba; viendo como tras el esperado trueno de nuevo caían rendidos uno tras otro.

            Aquello me gustaba y enorgullecía a la vez, pues consideraba derrotados a mis congéneres apreciando la alegría que mi amo experimentaba cuando tal cosa ocurría.

            Me parece haber comprendido, en el transcurso de los años, el significado de todo esto aunque no quisiera revelarlo nunca. Sí he sido y soy agradecido a mi protector que me rescató, cuando casi no lo contaba, que me alimenta, me mima y me piropea. Que elogia ante sus amigos mis muchas cualidades, según él, asegurando no haber tenido, ni creer tener, un pájaro tan puntero como el “Ajumao”.

            Y mientras mis energías y facultades no me abandonen seguiré saliendo al campo con las ganas, la ilusión y el afán que lo hice en mi primer celo, pues creo son las cualidades que todo buen reclamo ha tenido y debe tener...

martes, 2 de abril de 2013

LA. TIERRA Y LOS CAJONES PARA LA MUDA.



          Por regla general, llegado mediados de abril, metemos a nuestros reclamos en cajones de madera o habitáculos de diferentes materiales más o menos amplios y allí permanecerán, con más comodidad y tomando baños de tierra, de diferente procedencia o composición, hasta que hayan completado totalmente el pelecho o cambio de pluma, allá por mediados de noviembre/diciembre. Sin embargo, y siempre desde mi punto de vista, deberíamos darle tierra de vez en cuando, aun en época de cuelga, incluso pudiendo, en este último caso, ponerlos más suaves que, dicho sea de paso, en muchos casos, tampoco viene mal y, máxime cuando la temporada ya va avanzada. 

     Está claro que, en la época de pelecha -abril a noviembre-, los reclamos están en tierra, pero, cuando por circunstancias distintas, están pocos meses, como es mi caso -sólo junio, julio, agosto y septiembre-, sí se les debe dar tierra, al menos una vez por semana. Y debe hacerse así, porque, además de bajarle el celo en estos meses y, con ello, cortarles el continuado canto que tienen durante casi todo el día, pican las piedrecillas necesarias para la digestión de los alimentos y eliminan bastantes de los parásitos externos. En esta línea, mis reclamos, hasta que los meta en los cajones de muda cuando me vaya a Punta Umbría, los lunes y viernes pasan todos por un cajón con tierra y chinillos durante una hora y pico cada uno, tiempo de más para que se revuelquen y picoteen y coman algunos guijarrillos. 

     Sin embargo, en muchas zonas de nuestra Andalucía y en otras fuera de ella, muchos buenos aficionados, digo buenos y no aficionadillos "de tres al cuarto" en este tema, mudaban a sus reclamos en la jaula -todavía se sigue haciendo en algunos lugares-, pero dándole tierra cada cierto tiempo en unos cajones preparados para tal fin. De hecho, mis dos maestros en lo del reclamo, el abuelo Vicente y el tío Jerónimo lo hacían así y siempre tenían a los pájaros preciosos. Dos de los hijos de este último, mis primos, siguen pelechándolos de la misma forma y nunca tienen el más mínimo problema de muda extemporánea, aun teniendo sitio de sobra para colocar los cajones de muda. Es más, en la misma línea, también se les ha dado tierra a los pájaros metiendo las jaulas en barreños antiguos de cinc y lebrillos de barro con tierra, arena y ceniza.


 Dibujo de un terrero de madera con dos departamentos para dar tierra a los reclamos de vez en cuando.


PD. Mientras termino este artículo, las 17,10, de este lunes primero de abril, varios de mis reclamos llevan toda la tarde "martilleando" sin cesar con cuchichíos y piñones, mientras uno de ellos está tomando tierra en el cajón que tengo preparado para ello. Más de una vez, algún vecino me ha tirado de las oreja por tal motivo. Como todo el mundo sabe, este proceder les dura hasta que empiezan a soltar plumas y, en algunos casos, puede llegar hasta límites fuera de lo normal. El gran problema surge cuando el concierto da comienzo a las cinco o seis de la mañana.

lunes, 1 de abril de 2013

ABRIL EL MES DE LAS AGUAS MIL.


          Vistas de Huelva tomadas desde el comedor de mi casa sobre las nueve de la mañana. La primera es del día de ayer, plomiza y lluviosa. La segunda, brillante y soleada, del día de hoy.



       Pero dice nuestro refranero que "todas caben en un barril". Pues bien, después del marzo más que lluvioso que hemos tenido -veintiún días de agua en el mes por esta zona-, con campos y pantanos salpicando agua por todas partes, pienso y creo, sin ser un experto que hace falta un poco de estabilización del tiempo. Sementeras y muchos productos agrícolas sembrados necesitan que el sol les caliente un poco para alcanzar su desarrollo completo y no se pudran. Por consiguiente, no estaría demás que este abril dejara las lluvias un poco de lado y nuestro querido sol luciera durante quince o veinte días seguidos.


      A día de hoy, como queda recogido en el periódico local "Huelva Información" en la edición de este domingo pasado, el mayor embalse de Andalucía, el de Iznájar tiene embalsados 976, 5  Hm3 de los 981 de su capacidad total y el de Zufre,  el mayor de Huelva recogidos en dichos datos -el de mayor capacidad de todos es la Presa del Andévalo, pero este diario no recoge sus datos-, está en la actualidad con 174,4 hm3 de los 175,3 de su total. Igualmente, Grazalema, zona donde más llueve de nuestra Comunidad lleva recogido 2.537, 6 l/m2, cuando la normalidad está en 1373,1. En nuestra provincia, Alájar, municipio de la Sierra donde tradicionalmente más llueve, se llevan recogido 903,8 l/m2 cuando lo normal son 872,5.  Para teminar con los datos, un pluviómetro situado en una finca cercana a la Dehesa -Puebla de Guzmán-, contabilizó durante el mes de marzo una pluviometría de 143,8 l/m2.

La siguiente imagen de la Presa del Andévalo, facilitada por el amigo Luis Hernández, se  puede apreciar cómo el agua llega a la cota 103. Es decir, no le queda mucho para estar casi a a tope, ya que la cota máxima de este enorme pantano es de 112.



     Como se puede comprobar en los datos anteriores, en la actualidad hay agua de reserva tanto en los lugares citados como en casi en todos los rincones andaluces. Sin lugar a dudas las copiosas lluvias de los últimos meses han dado sus frutos.

     Ahora bien, al estar el campo totalmente encharcado, la cría de muchas especies de nuestra fauna va a ser problemática, aunque la naturaleza es sabia. A veces, en los años secos, es cuando más crías y nidos se estropean cuando vienen los aluviones incontrolados de lluvia sin esperarlos. Afortunadamente, las diferentes especies de nuestra fauna saben dónde es lugar idóneo para criar sin mirar los mapas del tiempo, independientemente de que, algunas vez, alguna "mamá" pierda su descendencia por las inclemencias meteorológicas.

     De todas formas, puedo decir que, hace ya algunos años, bastantes para ser exactos, lo que ocurre hoy era lo normal. En la gran mayoría de las épocas de lluvia, nuestras madres, para secar la ropa, lo pasaban mal. Eran épocas de meses y meses de agua y una humedad que no había quien acabara con ella. Incluso puedo decir que, la mayoría de las veces, toda la colada se secaba al lado del brasero o candela, con lo cual, el tufillo a humo que daba era difícil esconderlo. Además, por aquellos entonces, nuestras perdices se las ingeniaban para criar. La prueba está en que las había en cualquier sitio.