Mi hermano Adolfo en la puerta que le correspondió en la mancha La Sierra |
Después de varios meses de ansiedad cinegética, aunque el
descaste de conejos y la media veda supuso un bálsamo tranquilizador para
muchos, ahora tras la apertura de la general en el puente del Pilar/Hispanidad,
para otros muchos, como es mi caso, este fin de semana, ha dado comienzo la
temporada de caza. Eso sí, con agua y viento para reventar.
El sábado me trasladé, junto con mi hijo Pablo y con mi hermano Adolfo, a Calañas para acompañar a este último en la puerta que le
correspondió en un cierre de la mancha La Sierra. No hubo suerte porque no
tiramos y mi hijo, que estaba una puerta por debajo de nosotros, tampoco.
Pudimos hacerlo, puesto que a los dos nos entró un venao medianete, pero con el
aguacero que caía y los paraguas, ninguno de los dos pudieron disparar. Tampoco puedo
decir cuánto se mató en total porque nos vivimos pronto, aunque antes de
hacerlo había dos marranos y varios venados.
Esta mañana, con una manta de agua
imponente desde la madrugada y el amanecer, nos hemos ido de jabalí en mano a La Dehesa. Y aunque, por momentos,
pensábamos que nos tendríamos que venir para Huelva sin cazar, aprovechando un larga
clara, hemos echado el rato y, de camino, se han quitado de en medio una buena
cochina y dos zorros de los muchos que tenemos en la finca y que nos están
haciendo un daño terrible a la caza menor, dígase nidos de perdices y conejeras. Sin embargo, los marranos con el agua caída se ve
que han cambiado de zona en busca de terrenos con menos humedad y no se han
podido entrampillar, pero zorros si se han levantado unos buenos pocos, pero
solo nos hemos quedado con dos.
Las tres imágenes que vienen a continuación nos muestran, primeramente, la buena cochina que abatió el compañero David y luego, la pareja de zorros que he tenido la suerte de "quitarle el pellejo".
En el lado positivo, decir que se han
visto unos buenos pocos de bandos de perdices de 10/14 pájaros, mucha liebre y
algunos conejillos, señal inequívoca de que el cuido y las pocas cacerías que
le hemos dado a la finca en temporadas anteriores, con el objetivo de dejar “madre”, está empezando a dar sus frutos. Además, el agua caída va suponer que las
tierras cojan bastante humedad y, por consiguiente, tengamos una buena otoñada.
De hecho, los pantanos están llenos, los regajos corriendo, la hierba bastante crecida y las primeras setas empiezan a dar la cara.
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