miércoles, 18 de mayo de 2016

UN ABRIL Y MAYO DE LOS DE HACE AÑOS.

Nuestro refranero dice que en abril, aguas mil. Pues bien, entre el pasado abril y el actual mayo, nuestros campos se han regado de lo lindo. Tan de lo lindo que, por algunas zonas, entre ambos meses, se han superado los 250 litros por metro cuadrado. Y esa cantidad es mucha agua para la época que estamos.
      Un buen pastizal entre el monte
Qué nunca llueve a gusto de todos, cierto. Pero una cosa son unos días de lluvias primaverales y otra, cinco o seis días en cada mes sin parar y con un verdadero diluvio. Qué para el campo es bueno, pues puede serlo, principalmente para la arboleda de fruto otoñal y, como no, para las setas primaverales. Pero para otro tipo de vegetales, dígase los de huerta en zonas bajas y algunos cereales, ha sido fatal.

Pero si a parte de la agricultura, le ha afectado la abundancia de lluvia, no digamos para las muchas especies de aves que están anidando y, entre ellas, nuestra perdiz roja. Y le afecta porque, al llover poco últimamente, se ha ido acostumbrando a anidar en cualquier lugar y ello es fatal cuando hay aguaceros que se llevan para delante todo que pillan, como ha sido el caso. Y no solo los nidos que se llevan el agua por delante, sino qué, con  las tormentas habidas, muchas hembras han abandonado sus nidadas al asustarse con los truenos y relámpagos y aunque posiblemente hayan vuelto al nido, los huevos no han llegado a eclosionar y, debido a ello, en estos días se ven muchas colleras por los carriles, lo que significa destrucción o abandono de nidos. Pero además, muchos pollos ya nacidos, días atrás, han sufrido en sus propias carnes las inclemencias meteorológicas  y se han quedado en el intento de subsistencia, pues, como bien sabemos, nuestra perdiz en muy fuerte cuando es adulta, pero excesivamente blandengue en las primeras fases de su vida.

Eso sí, el campo está que da gusto verlo, hasta algunos regajos corren y pantanos a reventar. Herbazales de metro y pico en abundancia y bellísima policromía de la floración y, entre ella, el rojizo de las amapolas, últimamente poco abundantes.


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