viernes, 21 de octubre de 2016

MI SEGUNDO LIBRO, HISTORIAS DESDE EL COLGADERO, VE LA LUZ


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n el día de ayer, a las diecinueve horas y en en el Centro Social La Morana, en el Huerto Paco de Huelva, presenté mi segundo libro sobre la Caza de la perdiz con reclamo: Historias desde el colgadero. Manual sobre dicha modalidad cinegética y, como indica su título, en forma de historias, vivencias y anécdotas que suelen ocurrir en la caza del reclamo.

Hace dos años, cuando salió a la luz Con la jaula a cuestas, no tenía idea de escribir un segundo volumen sobre nuestra afición cuquillera, pero algunos detalles que no me dejaron satisfechos en dicha primera publicación, han hecho que esta segunda obra vea la luz. Es más, huelga decir que nunca está de más el dar a conocer singularidades de nuestra modalidad cinegética, pues poco o nada se habla de ella, a no ser entre los aficionados que la practicamos. Es más, nuestros medios de comunicación casi nunca, por no decir nunca, hablan sobre la misma.

Historias desde el colgadero es un compendio de doscientas páginas distribuidas en cuatro capítulos, más un preámbulo, un prólogo de José Ignacio Ñudi y un epílogo que recoge treinta y siete relatos sobre nuestra afición cuquillera, desde mi niñez hasta la actualidad. Igualmente, el tratado contiene once ilustraciones en forma de dibujos realizados por el amigo Manuel Suero Rodríguez, al igual que la portada y contraportada.

No ha sido publicado por ninguna empresa editorial, aún con ofertas para ello, porque, de esta forma, su precio se dispararía, mientras que haciéndolo yo sale a 8,95 € el ejemplar, cantidad más que asequible para quienes quieran adquirirlo. Si se está interesado en el mismo, mi teléfono de contacto es 659795495  ó  bien romelluch@gmail.com

Pues bien, ayer, en uno de los salones de la Asociación citada al principio, y en un sencillo y distendido acto, contando con la presencia de unos cincuenta personas entre familiares y amigos, di a conocer el libro y sus características, dos años justos después de aparecer Con la jaula a cuestas.






A continuación, tras varias intervenciones de algunos de los presentes contando curiosas anécdotas cuquilleras y un pequeño coloquio sobre el libro y sobre la actividad perdigonera, nos tomamos unas cervezas con algún producto de la tierra, mientras nos contábamos alguna que otra batallita y anécdota sobre la caza del reclamo. Creo que la ocasión lo merecía.

martes, 11 de octubre de 2016

FIN DE LA MUDA Y ENJAULE PARA LOS CONCURSOS DE CANTO


                                                                   Vista parcial de mi aviario.

Sobre esta fecha, más o menos -yo lo hice el domingo-, año tras año, los canaricultores, una vez finalizada la muda, dan comienzo al paso de los machos a las jaulas individuales para, una vez seleccionados los ejemplares nacidos en el año, participar con los que muestren más posibilidades en los diferentes concursos que se celebrarán en el territorio nacional, bien en las modalidades de color, postura o canto.


Tres imágenes de pollos del año enjaulados





Atrás quedan seis largos meses de trabajo y desvelo con el fin de que las diferentes parejas tuvieran todo lo necesario para sacar adelante a sus crías. Observación diaria, limpieza y desinfección de habitáculos y buena aportación de alimentos es la parte que debe aportar el criador para conseguir un buen éxito. Luego, los progenitores han debido de poner el resto. Circunstancia que no está en la mano del criador ya que las tareas de cría pertenece a los padres que, no todas las veces, desgraciadamente, se comportan como tal. Debido a ello, abandono de los huevos, alimentación nula o incompleta de los pollos, picaje a los mismos… es lo que nos podemos encontrar cuando la cosa no marcha como Dios manda.

En lo referente a mi aviario de canarios timbrados clásicos, puedo decir que la cría no ha estado nada mal, puesto que con seis parejas he sacado cincuenta pollos. Veintiocho machos y veintidós hembras. Destacando una pareja que me sacado hacia adelante trece crías. Además, no he tenido muertes de hembras durante la puesta por huevos atravesados, cosa normal en estos menesteres.

A partir de ahora, llega la fase de selección y preparación de ejemplares para participación en los concursos, en mi caso de canto, que darán comienzo sobre primeros de noviembre y organizados por las distintas Asociaciones Ornitológicas locales y diferentes federaciones españolas.

En  lo que a mí respecta, puesto que no soy un criador de primera línea, pues lo hago por hobby y entretenimiento más que nada -aunque estoy federado como criador nacional y tengo una muy buena línea de timbrados-, solo participaré en concursos a nivel local y provincial, pero con la misma ilusión de que si fuera a un campeonato mundial.

jueves, 6 de octubre de 2016

DEL AYER AL HOY II. DE LA PIEDRA COMO ASIENTO AL BANQUILLO O SILLA


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stá claro que muchos de los que lean estas líneas, no sabrán  lo que significa estar sentado en una piedra durante un buen espacio de tiempo, simplemente porque no lo han vivenciado. Y es de recibo que, para comparar piedra de asiento y banquillo o silla, hay que haber pasado por las dos situaciones. No es cuestión de sentarse en una piedra un rato, sino llevarse en ella una hora o dos, con momentos sin poder ni pestañear.

Si doy rienda suelta a mis pensamientos y retrocedo en el tiempo unos cincuenta y cinco años que es desde cuando tengo recuerdos más o menos fidedignos, puedo decir que muchas veces la incomodidad y el malestar corporal casi podía con mi afición, pues llegaba el momento en que el trasero y las piernas los tenías sin sentirlos. De hecho, al quererte levantar del puesto no podías moverte porque tenías el cuerpo de caderas para abajo prácticamente dormido.

Tan es así, que, sin precisar momento exacto, recuerdo días de hace ya unos buenos pocos de años en los que les decía al abuelo Vicente y al tío Jerónimo que se me habían dormido las piernas y que quería levantarme. Como la respuesta era no, seguía dándoles la lata porque para un niño de ocho o diez años la incomodidad no es nada agradable. Pero como lo siguiente era el recordarme que ya no me iban a llevar más al aguardo, aguantaba carros y carretas hasta que ellos daban por terminado el puesto. Por tal motivo, se me viene a la memoria algunos momentos en los que, al quererme levantar, no sentía alguna de las piernas, puesto que las tenía totalmente “embotadas”. Obviamente, tenía que esperar hasta que cesaba el hormigueo que se produce en estos casos y las extremidades inferiores volvieran a la normalidad.

Era lo que había y así se estaba una a dos horas sentado en una piedra con un poco de monte o la sayuela por encima como material amortiguador. Pero aquello tenía su encanto, máxime cuando tampoco había muchos adelantos. Existían banquetas de madera y de corcho pero había que cargar con ellas hasta el colgadero y ya no era lo mismo. Eso sí, en algunos aguardos como asiento había un troncón de madera llevado hasta allí para que sirviera para tal fin, aunque no era una cuestión habitual.
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 Esta incomodidad sostenida durante un buen tiempo hacía que muchos cazadores, algunos ya con un buen puñado de años, no salieran de reclamo porque no estaban dispuesto a aguantar estoicamente lo que duraba un puesto, para, al final, como solía ocurrir en ocasiones, venirte de vacío.

Hoy, muy al contrario, como bien sabemos, ya no es que se pueden ver banquillos de tres o cuatro patas formidables y cómodos, sino que unas buenas sillas han aparecido en las tiendas del ramo para disfrute del perdigonero. Algunas de ellas, incluso con un pequeño receptáculo para poner y sostener el vaso, por si se apetece tomar un trago de lo que sea.

No es que sea malo tirar de  modernuras como éstas, máxime cuando los años van siendo muchos, pero sí cambia la situación muy mucho. No es lo mismo, por citar un ejemplo, aguantar quince o veinte minutos sin pestañear porque una hembra recelosa  se te ha puesto al lado del aguardo y no te puedes mover para que no te sienta con el trasero apoyado en una piedra que hacerlo en una cómoda y moderna silla. Si no tenemos claro qué supone una y otra situación, probemos un día dar el puesto sentado en una piedra. Con la experiencia sacada, luego hablamos.