La semana que
pasa hoja en el calendario, segunda de la caza con reclamo 2017, la podríamos
dividir en dos partes perfectamente diferenciadas. Una primera, en la que
incluiríamos los tres días y medio de principio de la misma y una segunda, en
la que englobaríamos el resto. El “ecuador” lo ha marcado la lluvia, puesto
que, durante el jueves por la tarde y viernes por la mañana, los frentes atlánticos
nos han traído unas generosas y cuantiosas precipitaciones, que falta hacían. Y
es así porque, desde el 16 de diciembre pasado, si exceptuamos una ligera
llovizna del día 3 de enero, no había caído una gota. Dicho periodo de tiempo
sin agua, para el campo y todo lo relacionado con él, es mucho tiempo,
incluyendo el ciclo de vida de nuestras perdices rojas.
En base a
ello, las patirrojas camperas, al menos en los últimos quince días, han pegado
un cambio brutal, pues de cantar a cualquier hora del día, han pasado al
mutismo más absoluto incluso en los momentos en los que siempre lo han hecho:
amanecer y atardecer. Y ha sido así porque, con la falta de lluvias, al secarse
el terreno, han tomado tierra diariamente y tal circunstancia, más los últimos
fríos y el viento norte, han hecho que, gradualmente, hayan perdido su buen
“tono” que tenían a finales de noviembre y durante todo diciembre. Tan es así que
para apretar el gatillo ha habido que tener suerte, pues el venir hasta el repostero
ha sido tarea altamente difícil. Es más, incluso más de uno, porque he hablado
con muchos amigos de diferentes zonas andaluzas, ha llegado a pensar que no
había “material” en las diferentes cazaderos donde se daba el puesto. Pero lo
peor del caso es que, si el campo ha estado malo de solemnidad en estos
inicios, las jaulas, para no desentonar, no han estado mucho mejores y, por
consiguiente, en la mayoría de las veces, han trabajado lo mínimo una vez
puestas en el pulpitillo.
Pues bien, en
la primera parte de la semana tanto en La Dehesa como en El
Mortiño, las dos fincas donde cazo, no hay mucho que resaltar porque no
ha habido lances para recordar. Así ,en los dos jornadas de caza, una en cada
finca, solo destacar el trabajo de un pollo al que le abatí, en su primer
puesto, una hembra muy bien trabajada y a la que le costó trabajo entrar en
plaza y un buen macho que le tiré a Chimenea después de dar la lata más de
media hora subido en una piedra en los aledaños del farolillo.
Ya el sábado
y este domingo, después de haber caído unos buenos litros de agua y con el
campo no mucho más entonado, tampoco ha habido lances inolvidables, puesto que
los pollos han estado más bien flojos y de los más curtidos, solo Chimenea, aunque sigue un poquitín
fuerte, y D. Benito han cumplido. Del
resto, mejor no hablar, especialmente de Montija, un pollo precioso del año pasado,
que, tras hacerle un puesto de tres la semana anterior, el sábado por la mañana
se me aplastó con una hembra, a la cual no le hizo nada cuando la tuvo en plaza y se marchó
tranquilamente. Luego, tras levantarse, estuvo inquieto y con cante desentonado.
En unas pocas palabras, la historia de siempre. Ilusión
antes de empezar por la buena pinta que tienen en casa y, poco a poco, vuelven, una vez más, las decepciones cuando empiezan a salir al campo. Ahora bien, como no todo es hacer puestos de ensueño, porque de todo hay en la viña del Señor, luego, con los buenísimos compañeros con quienes comparto coto, echamos unos agradables ratos de charla y bromas y se
palía un poco los malos momentos. Las tertulias de chimenea, mientras se come, no podemos
olvidarlas. Si así fuera, la caza no tendría sentido.
Algunos lances de la semana. En el primero se ve a un pollo y a la hembra que le entró y que le abatí tras un buen trabajo. En la segunda se ve a Chimenea recibiendo al macho de una pareja que le entró. La tercera nos muestra a D. Benito con un buen macho.