viernes, 13 de octubre de 2017

IMPORTANCIA DE LA OTOÑADA.


                                                                      Dos clásicas imágenes otoñales

Otoño lluvioso, año copioso”.
         Efectivamente, como nos recuerda uno de los tantos refranes que forma parte de nuestro rico glosario de dichos y proverbios, las lluvias otoñales, cuando son generosas, suponen la antesala de un buen año en muchos aspectos de la vida y, entre ellos, en todo lo referente a la flora y fauna de un determinado país, región o ecosistema.

         En dicha línea, aparte de ese embriagador aroma que despide la tierra y el pasto cuando las primeras y esperadas lluvias hacen su aparición, lo que antes era aridez y desolación, se transforma en pocos días en una verdadera explosión de vida. Miles de especies de nuestra flora rompen con el cuarteado y reseco terreno y muestran su fresco e inmaculado verdor en cualquier rincón, para la alegría de quien siente y necesita tal momento. A vez, otras especies vegetales, bajo mínimo durante meses, vuelven a ofrecernos su verdadero porte y belleza. Igualmente, muchos frutos otoñales, fuente de ingreso de muchas familias, como las aceitunas, las castañas, las bellotas, las nueces… dan el “estirón” final. Con estos parámetros citados, es obvio que la siempre esperada otoñada ha llegado.

         Con ella, nuestra abundante fauna mediterránea también toma otro rumbo. Así, lo que antes eran estrecheces de todo tipo, ahora empieza a ser abundancia por doquier. Huelga decir que el verdor y con ello todo lo que “acarrea” suponen el deleite de las muchas especies animales que pueblan nuestras tierras y otras que llegan a las mismas para establecerse durante un tiempo. Los primeros brotes de la hierba autóctona y los de las diferentes siembras, más la aparición de insectos, larvas, lombrices y muchas frutas silvestres de época son el maravilloso y esperado menú para nuestros herbívoros y omnívoros. Y como no puede ser de otra forma, todo ello hace que nuestra perdiz roja complete su desarrollo físico y empieza a adquirir esa belleza inigualable y fortaleza que le acompañarán de por vida. Es el tiempo de llenar la despensa y terminar su proporcionada morfología que hará que los machos igualones comiencen a demostrar lo que llevan dentro. El verde es su “carburante plus” y punto de partida para llegar a la apertura de la veda en condiciones óptimas. El enverdinamiento, como bien sabemos, los hace otros. No se nos olvide que el llamado celo del rabanillo era y es típico de estas fechas.

         Ahora bien, todo lo expuesto anteriormente se entiende con un otoño normal, con lluvias abundantes y sin la aparición de grandes bajadas de temperaturas en los primeros momentos de la estación. Lo contrario, es sinónimo de “cojera” para el resto del año y estaciones venideras por mucho que se enderece más tarde.

      En lo que nos lleva, la caza de la perdiz con reclamo, un mal otoño desemboca en una mala temporada de cuelga, pues las patirrojas no adquirirán su sazón y darán más sofocones que satisfacciones. Y lo digo tras muchos años con la jaula a cuestas, nunca mejor dicho. Una mala otoñada hace que el campo no ofrezca, a quienes lo habitan, lo que se le supone y como resultado de ello, nuestras perdices no obtendrán una alimentación compensada y seguirán tomando tierra debido a la sequedad de las tierras.

       Desgraciadamente, aparte de la degradación genética de nuestra Alectoris rufa, circunstancia incontestable y palmaria, las otoñadas ya no son lo que eran y, lo que viene después, igual. O no llueve o, cuando lo hace, es o fuera de tiempo o de forma violenta y causa más daños que beneficios. Y todo ello nos lleva a malos años de caza del reclamo. Como dice el refrán: “de cada cuatro celos, tres malos y uno regular”.

     Para finalizar, solo decir que con estas líneas no voy ni a descubrir, ni a decir nada nuevo, pues todo está dicho. Pero como cada año volvemos a lo mismo, porque es nuestro sino, pues valga de nuevo el sacar otra vez a la luz lo que todo el mundo conoce.

PD. Como va de seco el otoño, nuestras queridas setas se harán esperar y, si se viene el frío, habrá que buscarlas en primavera. Aunque todavía no es tarde para que empiece a llover.
         Por cierto y para terminar. El otoño en el que estamos comienza más bien malo y, lo que es peor, sin buenos augurios a corto plazo. El verde del campo se hará esperar, pues el curioso veranillo del membrillo se encuentra, a casi mitad de octubre, en todo su apo

2 comentarios:

  1. Seré breve, el gran problema de los seres vivos son las reservas de energía, por eso mismo no faltaran granjas cinegéticas ni cotos intensivos porque a rio revuelto ganancia de pescadores.
    Pd.Encomiable y altruista tu labor en pro de la afición, aunque da pena la ausencia de participación y esto se parece cadía más a un libro o revista que a un blog, algo decadente como ya aventuré hace un tiempo, por lo cual y con todo mi respeto dejo de participar en comentarios de la misma forma que dejé de publicar en mi blog.
    Un saludo.
    Juan Luis Rosa

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  2. Ante todo gracias por participar y haberlo hecho con asiduidad.

    Sé que los blog hace tiempo que nadie los mira, por muchas cosas interesantes que en ellos se recoja. Son más fáciles otras cosas.

    Pero alguien tiene que seguir al pie del cañón, como es mi caso. Nuestra maltratada afición necesita de nosotros.

    De momento, continuaré. Hay mucha gente que lo lee y con eso me sobra. Seguro que a alguien le interesan mis opiniones y puntos de vista. Además, al estar jubilado, tengo mucho tiempo. Esto merece la pena más que el bar.

    Saludos y que todo marche bien.

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