jueves, 28 de diciembre de 2017

DON RECLAMO

         Siguiendo con la colaboraciones, y ahora que la apertura del periodo hábil de la caza de la perdiz con reclamo, traigo este relato de mi primo Manuel Jerónimo Lluch. Es obvio que situaciones como éstas se suelen dar con más frecuencia de la que quisiéramos.

       Como otros muchos días, como en sucesivas jornadas me encuentro en el patio de mi casa observando a algunos reclamos que he sacado a tomar el fresco, pues a estas horas de la tarde baja la temperatura y en el referido patio, mis pájaros pueden disfrutar de lo benigno del ambiente vespertino.

Estamos en tiempo de pelecho, en los momentos de la muda, donde todas las aves cambian su plumaje para vestirse, de nuevo, con un atuendo adecuado a las necesidades que exige la próxima temporada que pasito a paso se viene acercando sin prisa, pero sin pausa.

Son momentos de espera, de confianza, de ilusiones soñadas, ¡y por qué no de esperanzas contenidas para el nuevo celo que se avecina y en el que quisiéramos vivir lances irrepetibles!.

En estas cavilaciones me hallo cuando el suave reclamo de uno de mis pájaros me saca de mi ensimismamiento y casi sin pretender, sin tan siquiera notarlo acuden a mi mente recuerdos de tiempos pretéritos, de reclamos que pasaron por mis manos y que dejaron con su buen hacer, con su trabajo bien hecho, una impronta dentro de mi que no ha podido borrar el transcurrir de los años…

Y recuerdo, como no, a “el de Utrera”, el que tenía el número dos en la jaula, con ese inconfundible cantar, con sus “maravillosos acordes” que nos ponían, a mi hermano y a mi, la carne de gallina cuando en el repostero lanzaba a los cuatro vientos su llamada, su reto, su desafío…

Nuestro buen amigo Julio Lozano, gran aficionado a la cuelga, nos pidió allá por los años ochenta que nos hiciéramos cargo de sus perdices, pues tenía algunas pegas para atenderlas personalmente.

Les dimos cobijo en nuestra finca a todos los pájaros que nos trajo, muchos de ellos reclamos de bandera, y entre todo el lote destacó desde el primer momento “el de Utrera” por su mansedumbre, por su estampa y especialmente por ese canto de mayor que al escucharlo se nos caía la baba de puro gozo y admiración.

Creo, a riesgo de no equivocarme, que todos los aficionados valorarán más aún que el trabajo de sus pájaros, la forma y manera de cómo lo hacen, la rotundidez de sus golpes de reclamos, su suave dar de pie, su meloso piñoneo y la oportunas y magistrales calladas que harán que el campo se decida a entrar en plaza creyendo el acobardamiento de la jaula.

Al igual que las personas, que aquellos locutores radiofónicos de antaño, de voces dulces y moduladas, que hacían el deleite de los que día tras día seguían las novelas emitidas por el medio, son las perdices de “buena música” de envidiables reclamos, las que hacen las delicias de todos los cuquilleros, que saben comprender y valorar lo mucho que encierra el prodigioso trabajo de estos pájaros.

Y era el Dos, “el de Utrera”, el reclamo que según nuestro criterio contenía en su trabajo, en su buen hacer y en su canto incomparable, todo lo que cualquier aficionado quiere, espera y desea de sus mejores perdices…

La mañana era templada y suave, la lluvia de días pasados, había dejado efluvios de humedad y de frescura en el puesto de la Mina.

Acomodé el banquillo en el aguardo, observé por la tronera el aspecto que presentaba la plaza y tras retocar , con nuevas jaras, el pulpitillo amarré al “de Utrera” en él  y pausadamente, tras quitarle la sayuela, dirigí mis pasos al puesto.

Aún no me había sentado cuando la jaula dio comienzo a su trabajo. No supe, no pude y no quise despegar los ojos de la tronera enamorado, como me sentí, con el quehacer “del utrerano”.

-     No se resistirá el campo, me dije, si es que hay por aquí alguna que otra collera.

La suavidad de su dar de pie, el venirse abajo me indicó la certera presencia de las camperas en la plaza. Y fue así como una pareja y dos hembrillas hicieron acto de presencia junto al farolillo, gracias, como no, a los dulces arrumacos de la jaula. No me decidí a disparar, extasiado observaba la escena como si el tiempo se hubiese parado, como si mirase a través de una pantalla las secuencias de las que no deseara ver nunca el final.

Una sensación placentera me invadía por completo, por lo que esperé, y esperé largo rato, y cuando por fin me encaré la escopeta los nervios no me respondían, un temblor que se apoderó de mi brazo me impedía apuntar con precisión, con certeza, con seguridad…

Inspiré hondo, espiré muy despacio, me fui con una de las hembras, tronó la sierra y un brusco aleteo, en la plaza, me indicó que el disparo no había sido certero, que la perdiz herida se alejaría con brusquedad del farolillo.

Ojos como platos presenciaron dicha escena, ojos que no cabian en mi rostro fueron los detonantes de mi frustración y mi desencanto. Por fin fijé la mirada en el reclamo sin saber, sin querer y sin desear ver y observar su reacción, su respuesta a mi fracaso su posible alteración al recibido desengaño.

Pero… un cuchichio apenas audible, un titeo continuo y prolongado embargó mi ser de optimismo de consuelo, de alegría…

Allí estaba “el de Utrera” cargando el tiro, casi errado y buscando de nuevo al campo para enamorarlo, para engatusarlo, para halagarlo, para volverlo a incitar como antes.

Un ardoroso macho pronto dio la cara y esta vez me propuse hacer bien las cosas, no fallar el disparo, dejarlo rendido a los pies de mi reclamo para que ahora sí saboreara su triunfo, su victoria, su bien acabado reto…

 Fue un celo aquel del lejano 1984 en el que mi hermano y yo gozamos de las excelencias de este sin par reclamo, del pájaro de incomparable trabajo que aún hoy día, a pesar del inexorable correr del tiempo, permanece su recuerdo muy vivo, muy latente entre nosotros.

Pero una mañana de septiembre, de ese año, se presentó en mi domicilio mi padre todo alterado y con el semblante triste y decaído.

-         ¿Qué ocurre papá, le pregunté, con el alma en un puño?

-     ¡Han robado en el campo, al llegar al llano, observamos la puerta de la casilla sacada de quicio y se han llevado veinte perdices y seis canarios. Hemos encontrado un pájaro suelto entre los sacos de pienso y otro que no han visto, colgado en la pared en un terrero!

-       ¿Han desaparecido jaulas y casilleros le inquirí?

-    No, me contestó, vendrían en motocicletas y tan solo le han cabido las perdices, que las habrán metido en sacos, sin poder cargar con nada más.

Los amantes de lo ajeno nos hicieron una desagradable visita y el admirado Dos corrió la misma suerte que es resto de las perdices que conformaban nuestro jaulero

¿Qué sería de él? ¿Quién gozaría en el futuro de sus muchísimas cualidades? ¿Las valorarían en su justa medida?

Preguntas sin respuestas que han servido a lo largo del tiempo para llenar de incertidumbre y añoranza nuestros pensamientos y recuerdos.

Pero en las cavilaciones, a lo largo de estos años, sobre este reclamo de bandera, nos hemos dicho que si a las personas con valía individual, o categoría social se le designa con el don: don Fulano, don Mengano, don Sutano, ¿por qué no y salvando las distancias denominar a este nuestro pájaro que tanta calidad y casta derrochó junto a nosotros, con el calificativo incuestionable de don Reclamo?

                                                                          Manuel  Jerónimo Lluch

viernes, 22 de diciembre de 2017

OTRAS NUEVAS NAVIDADES

         Unas nuevas Fiestas Navideñas están a la vuelta de la esquina. Por ello, desde este blog, quiero felicitar, de corazón, a todos los que se acercan por aquí y a todos los pajariteros y sus respectivas familias.


lunes, 18 de diciembre de 2017

CAPRICHITOS CUQUILLEROS.


 Por estas fechas, cuando tenemos cercano el comienzo del periodo hábil para la caza de la perdiz con reclamo macho, seguro que el que más y el que menos anda más que ocupado en tener todos los “trastos” necesarios para que el día que empiece tan esperado día todo esté a punto. Lo que pasa es que tenemos tantos “cacharros” que al “desempolvarlos”, nos damos cuenta que, aparte de los que usamos normalmente, otros muchos solo los tenemos para exposición porque en su momento pensamos que era lo mejor y, más tarde, fueron sustituidos por otros que nos parecieron más funcionales.

Si digo que los pajariteros somos, casi por regla general, unos caprichosos de cuidado, creo que no estoy muy lejos de la realidad, ni voy a descubrir nada nuevo. Es más, tampoco me equivoco al afirmar que, nuestra particular obcecación llega, a veces, a tal extremo que creemos que lo nuestro es lo mejor y que lo que tiene el otro es siempre peor o poco válido, circunstancia que defendemos a capa  y espada, llegando incluso a discusiones y disputas fuera de lugar con otros aficionados a la caza de la perdiz con reclamo.

De esta manera el gran abanico que se despliega en lo referente a nuestra modalidad cinegética, si dejamos a un lado el reclamo, aunque aquí, como bien sabemos hay opiniones diversas, en lo relativo a complementos y trebejos cuquilleros, se podría escribir un libro entero. Jaulas y casilleros, puestos portátiles, reposteros portátiles o pinchos, esterillas, herramientas de corte, asientos, transporta-reclamos, escopetas y munición, sayuelas… tienen muchísimos variantes, pues cada perdigonero es un mundo y sus gustos nunca vienen ajustado a un patrón común. Así, desde el color del pintado de las jaulas -o incluso sin pintar-, el número de alambres de las mismas, si anillas o ganchos para cogerlas, si con comedero interior o sin él, puertas y piqueras de diferentes formas, aros de madera o alambre…, podemos encontrarnos con un  sinfín de modelos, al igual que las repisas o casilleros y sus muchas variantes. En lo referente a los puestos portátiles podemos decir que, aparte de los que fabrican algunas empresas del ramo, los podemos encontrar de mil y una formas tanto en su armazón como en la tela de camuflaje y en el número de caras. Si vamos a los pinchos o pulpitillos portátiles para qué decir: fijos en altura o móviles, con base redonda para introducir la jaula, con diferentes mecanismos para colgarla…. Y así podríamos seguir hasta llenar páginas y páginas.

Algunos tipos de jaulas


Pero, además, dentro de cada utensilio, útil, trasto… de los citados o de los muchos que existen, cada uno de nosotros lo adaptamos y la adecuamos a nuestra idea y gusto, pues es normal que después de adquirir o fabricar cualquier complemento o avío le hagamos arreglillos posteriores para ajustarlo a nuestro capricho. Por tanto, huelga decir que en esto del reclamo nos podemos encontrar con cuarenta mil singularidades, tanto en formas como en los materiales a utilizar. Pero lo curioso del caso es que, si exceptuamos las verdaderas obras de arte, que también existen en nuestro mundillo, aunque sea para tenerlas de exposición en casa por su belleza o poca funcionalidad, el dueño o inventor de un determinado artilugio o complemento puede hacer ver a los demás las muchísimas ventajas que reporta el mismo, llegando incluso, y no es decir una barbaridad, a ningunear otro ingenio o mecanismo que tenga o use otro compañero o, por el contario, aguantar el “chaparrón” de risitas… de quien piensa lo mismo de su “fenomenal” y novedoso artilugio cuquillero o de la sesuda adaptación que ha realizado en uno de ellos. Sin olvidar que la gran mayoría de las veces para llegar al diseño definitivo se consumen muchas horas y días hasta quedar totalmente satisfecho de lo que soñamos y proyectamos en su momento.

Cuatro imágenes de diferentes pertrechos. La primera nos muestra cuatro tipos de bolsas para cartuchos que utilizo. La segunda, tres variedades de ganchos de mi propiedad. En la tercera podemos ver tres herramientas de corte para cubrir los puestos con leña o para otros menesteres. La última nos muestra a tres de mis fundas con las iniciales grabadas y con pana de tres colores diferentes.





No quiero extenderme mucho más porque todos sabemos que lo anterior es una exposición irrefutable o incontestable, lo que legitima el título del artículo: nuestros caprichitos. Es más, como ya he plasmado en otras ocasiones, algunos de ellos son heredados. Es decir, forman parte de nuestro equipamiento cuquillero por tradición familiar, pues, o lo vimos en nuestros mayores, o forman parte del legado que un días nos hicieron nuestros ancestros.

Eso sí, aparte de nuestras particularidades personales en cuanto a trebejos y sus curiosidades de todo tipo, no podemos olvidar que algunos de nuestros trastos solo son utilizados o usados en una determinada zona, por lo que resultan raros para quien no los emplea, por ser de otra, y por ello, nunca debemos desmerecer a quien se vale de algo que desconocemos y que no sabemos la utilidad real que pueda tener.

viernes, 8 de diciembre de 2017

DUELO AL PIE DE UNA JARA

             Siguiendo con las colaboraciones, he querido traer al blog la opinión sobre la afición cuquillera de un amigo que es un poco cazador, pero de la perdiz con reclamo, no entienda nada y solo se ha metido una vez en un aguardo.

         A diario me reúno con mis amigos José Antonio y Raimundo a tomar un café a media mañana. La jubilación tiene esos privilegios. Mis amigos son verdaderos devotos de la caza de la perdiz con reclamo. En nuestros encuentros mañaneros me castigan con el tema, su tema. Sobre todo a partir de Enero. El otro día mi amigo José Antonio me preguntó si era aficionado a la caza; si me gustaba el pájaro y le contesté que  hace muchos años fui con un amigo, pero mi inutilidad como cazador, me hizo desistir del intento. Me pidió que escribiera sobre el tema. “Sería interesante saber la opinión de alguien que no es aficionado a este arte de cazar con reclamo”, me dijo. Y yo, que siempre intento agradar a mis amigos, acepté. Mi intención es expresar la opinión de un desconocido, siendo consciente de las meteduras de patas en las que puedo incurrir; cosa que, de antemano, pido la indulgencia de tantos amantes de esta afición.

         Mi opinión está condicionada por la experiencia primera y única que tuve y por las conversaciones que tengo con mis amigos y la tabarra que de ellos sufro a partir de enero.

         Os he de confesar que soy “culillo de mal asiento”; pues mi impaciencia me ha hecho cometer errores y me ha impedido desarrollar algunas bellas artes. A ello puedo añadir mi fácil sentimentalismo, que, a veces, me empuja a actuar con subjetividad. Actitudes poco favorables para ser un buen aficionado a este arte de caza.

         Aquella mañana que fui con mi amigo Lorenzo, allá por los años 80, quedaron impresas en mi mente sentimientos y opiniones que apenas han sido modificadas, un día al final del mes de Enero. La mañana, recién amanecida, era algo lluviosa y fría. Camino del puesto, mi amigo me hizo las últimas recomendaciones. Yo llevaba mi escopeta, con la que acostumbraba a tirar a las quedadas de torcaces y al pato en el rio Sillo. Según creo, en el mundo cuquillero es muy importante el primer disparo, sobre todo si el reclamo es un pájaro primerizo (uno de los pájaros que llevábamos). Mi amigo me recomendó no tirar si el pájaro está recibiendo; ten cuidado con los rebotes y no tires ni muy cerca ni muy lejos. Todas estas recomendaciones me sonaban a chino.

         Una vez recompuesto el aguardo, ya usado otras veces, colocó sus dos pájaros de reclamo y nos agazapamos dentro. La lluvia había cesado. El campo estaba hermoso, fresco, apuntando ya la hierba entre las jaras y la luz del sol se hacía presente entre las lomas de la sierra, llena de encinas, chaparros, jaras y romero. La paz se respiraba y entraba en mis pulmones y, al mismo tiempo, cierta expectación y nerviosismo.

         No había pasado mucho tiempo. El cuchicheo de los reclamos era respondido en la lejanía por otros congéneres. Mire el rostro sonriente y expectante de mi amigo. Me pareció la cara de alguien, de un manager, que disfruta con la actuación de sus dos pupilos, de sus dos reclamos. Al poco acudió su contrincante, cantando, erguido y aumentando su plumaje, compitiendo con el reclamo. Defendía su territorio, su harén y demostrando su primacía. Yo dejaba la escopeta sobre mis piernas, mientras mi amigo enfilaba el cañón de su escopeta, esperando la distancia correcta. Un disparo certero tumbó al valiente animal y su reclamo daba vueltas en la jaula, cuchicheando y celebrando su victoria. La verdad es que, ante el espectáculo que me mostraba la naturaleza, tuve un sentimiento entre pena y admiración. La última danza y canto de aquel bravo animal me pudo. Entiendo a mi amigo y su afición a este arte de cacería. En conversaciones con él me explicó que cuándo el reclamo es una hembra, los machos se esmeran y compiten entre sí por conseguir la hembra. Según mi amigo se cobran más piezas, pero es como menos “legal”; para mi amigo eso es “juego sucio”.

         Ese día comprendí el amor que tantos cazadores tienen por este arte de la caza con reclamo y el cuidado y cariño que profesan a sus pájaros. El ambiente del campo, su paisaje, su silencio, la paz y el valor de estos bravos animales engancha y es motivo de disfrute.

P.D. Pido perdón a tantos aficionados y entendidos de esta modalidad de caza por mi atrevimiento y mi ignorancia; pues seguro que habré metido la pata en estas líneas y, al mismo tiempo, pediros humildemente la defensa de esta maravilla que la naturaleza nos ofrece y la denuncia de aquellos cazadores que “abusan inconscientemente” de este arte sólo para lucrarse. 
        
                                                                                 Juan Núñez.

lunes, 4 de diciembre de 2017

POR TIERRAS CORDOBESAS



El pasado viernes y sábado, con motivo de la V FERIA DEL RECLAMO CIUDAD DE CABRA, me trasladé en unión de mi mujer, María José, a diferentes rincones de la geografía cordobesa. Así, en un primer lugar, en viernes, hicimos parada en San Sebastián de los Ballesteros para desayunar y charlar con el amigo y docto aficionado cuquillero, Tomás Gómez. A continuación, en Lucena me acerqué por la Granja El Cristo para recoger unos reclamo encargados por unos amigos de Huelva. Más tarde, nos trasladamos a Zuheros para almorzar con varios amigos y compañeros de afición. Por último, ya por la tarde, en Cabra, asistimos a la charla sobre la perdiz roja y sobre algunos aspectos de la ley de armas y sus transferencias entre particulares (programa www.conpactum.com), llevadas a cabo por D. Manuel Solís y por D. José Miguel Trujillo respectivamente en la Casa de la Juventud, todo ello como antesala de la feria.

Cuatro imágenes de la jornada del viernes.  En la primera se nos ve desayunando con el amigo Tomás Gómez. En la segunda se puede ver a dos reclamos de la granja El Cristo. La tercera nos muestra el salón de la casa de Miguel Gómez en la preciosa localidad de  Zuheros. La última recoge un momento de del acto celebrado en El Centro de la Juventud egabrense.





Durante la jornada del sábado, con un frío de los que hacen época, y ya inmerso de lleno en la V Feria del Reclamo anduvimos todo el día por el Centro ADIE de la ciudad de Cabra, lugar de celebración del citado evento. Y como no podía ser de otra forma, departimos con muchos amigos y aficionados que se acercaron por allí y saludamos a autoridades locales y provinciales. Ni que decir tiene que la feria contó con una asistencia masiva de aficionados a la caza en general y a la de la perdiz con reclamo es especial con el objetivo de adquirir ese “fenómeno” que siempre andamos buscando. De hecho, las Cinegéticas Gutiérrez, Fuensanta, Pavión, Jabalquinto, Dehesa de Extremadura, San Marcos, La Majá, El Plantel, Percofán  y El Chopo pusieron a disposición de los aficionados, preciosos ejemplares para pájaros de jaula. Sobre el tema, solo decir, que el amigo Alonso Segura, dueño de la Granja granadina de El Chopo debió acabar más que contento, pues de su stand salieron muchísimos machos de reclamo, cosa que, según informaciones, viene siendo habitual en los eventos cinegéticos que se celebran por nuestras tierras. Por lo que es obvio que dicha granja se encuentra, en estos momentos, en los lugares de cabeza de la venta de ejemplares para jaula.

Además, aparte de los reclamos también se pudo adquirir preciosas jaulas, complementos cinegéticos de todo tipo, diversos productos alimenticios y algunos libros sobre afición cuquillera, caso de El reclamo de perdiz de los Montes de Toledo e Historias desde el Colgadero.


Para finalizar, decir que el cantautor onubense de Calañas, Manuel Picón hizo las delicias de los asistentes con el emotivo tema Puesto de piedra y otras canciones de su amplio repertorio artístico con varias actuaciones en directo.

      Ni que decir tiene que esta quinta Feria de Cabra, año tras año, va subiendo peldaños en calidad y en números de visitantes, lo que demuestra, por una parte, el gran trabajo de los organizadores/as y, por otra, que la afición cuquillera sigue al pie del cañón y lucha por el lugar que le corresponde en el mundo cinegético.


Tres imágenes del sábado. En la primera se me ve en la puerta del recinto ferial. La segunda muestra la entrega de un ejemplar de Historias desde el colgadero. En la última se ve a Manuel Picón en un momento de su actuación.