sábado, 11 de agosto de 2018

LOS PÁJAROS ALGARINES Y SU VALÍA COMO RECLAMOS



C
uando hablamos de pájaros de jaula algarines o algarinos, según zonas, nos estamos refiriendo al macho de perdiz que se enjaula una vez que ha sido padre en libertad salvaje. Por consiguiente, en todo caso, debe tener cuando se encierra, cerca de los dos años, como mínimo. Es decir, un pájaro que, al menos, ha pasado más de una temporada en el campo y, en la mayoría de los casos, ha pisado y ha criado.

Sobre los mismos, siempre ha circulado una leyenda negra que viene a decirnos que este tipo de ejemplares, en la inmensa mayoría de las veces, no sirve para el reclamo. Creencia que, al menos yo, no estoy -aunque nunca he tenido uno de ellos que me diera el avío-, de acuerdo. Y no estoy conforme porque, aunque no puedo hablar bien de ellos en primera persona, sí puedo decir que varios compañeros han tenido grandes reclamos de esa procedencia.

Se argumenta que, aunque en la mayoría de los casos, suelen ser nobles en casa, en cuanto salen al campo y escuchan el canto de sus congéneres, especialmente el de las hembras, se ponen excesivamente ardorosos y bregones y, además, muchos de ellos se quieren salir de la jaula.

Sin embargo, ¿no les pasa lo mismo a muchos de los que no son algarines? ¿O es que los que se encierran de pollos salen todos buenos?

Vuelvo a repetir que, aunque he tenido varios de ellos, ninguno me ha dado resultado como reclamo, pero eso no significa que no puedan servir, pues de un huevo salen, justamente como todos los demás. Y, en vista a tal máxima, el que en sus genes lleva la calidad, y puedo dar fe de ello, porque cacé en su momento bastantes veces al de un compañero y amigo, desde el primer día salen diciendo “aquí estoy yo”. Pero es más, como curtidos en mil batallas que están, suelen ser valientes con los garbones camperos y con las hembras resultan seductores al máximo. Y, por supuesto, al ser ya bastante adultos, el que sirve, nos dejará su clase desde el primer puesto. Aunque también tengo que decir que muchos de ellos nunca se adaptan a su vida enjaulada y suelen ser bravos al máximo y, algunos de ellos, han perecido al botarse cuando su dueño se ha acercado a ellos para ponerles la sayuela, tras dar por concluido el puesto o, para cambiarlo, porque no han abierto el pico.

Evidentemente, mientras menos años tengan, hay más posibilidades de que puedan servir, pero conozco casos, en donde machos con varios espolones en cada pata han dado un resultado formidable como reclamos.

Para finalizar, con lo anteriormente expuesto queda claro, al menos para mí, que estos tipos de machos de perdiz, si llegan a nuestras manos, hay que hacerles un hueco en nuestro jaulero. Sirven pocos, pero el que tiene madera noble, más pronto que tarde, se convertirá en un reclamo de verdad. Por tanto, no se puede o no se debe desechar un pájaro de estas características herido en cacerías. La historia está para recordarnos que los hay de ”bandera”, aun habiendo pisado y padreado en el campo.

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