miércoles, 19 de septiembre de 2018

VARIEDAD DE JAULAS.

Reclamo en una jaula más o menos tradicional.
        Las jaulas, como casi todo en la vida, han ido sufriendo, a lo largo del tiempo, una continua transformación hasta llegar a aparecer en mercado modelos que son más unos verdaderos objetos de decoración que simples habitáculos para nuestros reclamos. Por tanto, de la jaula tradicional de nuestros ancestros, a algunas que se fabrican hoy existe un verdadero abismo.

Sobre el tema, aparte de diversas consideraciones, hay una verdad irrefutable e incontestable: el aficionado de hoy en día tiene un poder adquisitivo, inimaginable hace varias décadas. Por dicho motivo, cualquier pajaritero actual, independientemente, de su posición social y económica, se encuentra en disposición de adquirir un determinado modelo de jaula para todos sus pájaros. Es más, en un momento puntual, puede malvender, incluso regalar las que tiene para embarcarse en unas nuevas, circunstancia impensable hace cincuenta o sesenta años. En estos tiempos que corren, el ir al trastero, almacén, doblado... sacar una jaula de perdiz que llevaba años sin utilizar, arreglar sus desperfectos, darle un pintado y dejarla como nueva -particularidad más que tradicional y recogida en infinidad de artículos y manuales cuquilleros- es impensable, pues, desgraciadamente, se tiran a la basura muchas cosas que están en un uso formidable.


Tres jaulas más o menos normales recien pintadas.
Ni que decir tiene que los artesanos, aunque vayan quedando pocos, y los fabricantes del ramo lo saben y, por ello, ofertan en el mercado un sinfín de modelos de jaulas que, en muchos casos, cuestan unos buenos euros. Con ello, se pasa de lo práctico a la, y perdonen la expresión, pijadita o, por decirlo más mejor, al caprichito. En esta línea, jaulas robustas y muy bonitas, pero que, en el fondo, como dije al principio, sirven más para decoración que para tener en ellas a nuestros reclamos las podemos encontrar en cualquier parte. Jaulas con cuarenta mil detalles: diferente número y variedades de alambres, multitud de modalidades de puertas, con ganchos o con anillas para cogerlas y transportarlas, con o sin comederos dentro, con aros de maderas, alambre, PVC…, con un sinfín de tipos de piqueras, con mucha variedad de formas y materiales para el asiento, multitud de mecanismos para el cierre de puertas, con aberturas para que el pájaro saque la cabeza de medios para arriba, con gorritos para aminorar los botes, con nombres grabados, jaulas de castigo… Es decir, un verdadero y amplísimo catálogo de las mismas. Y no olvidemos que, historicamente, los aficionados al reclamo somos muy muy caprichosos y siempre nos ha gustado tener aperos y complementos que suponemos los mejor y distintos a los de los demás.

Tres modelos distintos de jaulas sacadas de diferentes portales de internet que sirven más de exposición que para meter dentro de ella a un reclamo. Son preciosas, pero a mi humilde entender se pasan en detalles y, por supuesto, en precios.





Pues bien, todas estas diferencias en los distintos modelos de jaulas no es que sea malo, pues como bien sabemos en la variedad está el gusto y en la diversidad, el acierto. Lo que pasa es que se llega, a veces, a detalles tan rebuscados que se alejan totalmente de la funcionalidad y del fin último de la jaula, pues no se olvide que la ancestral jaula sirve como habitáculo para el reclamo e ir con ella al campo a dar el puesto, con lo que, en un principio, no debería ser muy significativo todo lo demás. Lo que pasa es que todas estas diferencias tienen como destino el encarecimiento del producto, pues a nadie se le escapa que se ofertan jaulas a 100, 200, 300, 400 e incluso 500 euros y, por mucho dinero que se tenga, para el fin que se fabrican y comercian, es una auténtica barbaridad, aunque haya gente para todo. Por lo tanto, es más valido lo que muchos solemos pensar en estos casos: tal o cual jaula puede ser muy bonita, pero es una pena el sacarla al campo.

Además, no podemos olvidar que también existe un tipo de jaula tradicional, aunque no muy utilizada en multitud de lugares, fabricada con varetas de olivo u otros materiales de una determinada zona o región -chaparra, mimbre, retama, almez, caña…- que, en un principio, se construían así, simplemente, para su camuflaje en específicos rincones de nuestra geografía. Lo que pasa es que, la mayoría de ellas, al igual que las de alambre, han pasado a tener un fin expositivo, si así se le puede llamar y, por consiguiente, para adquirirlas también hay que rascarse bien el bolsillo, pues no resultan nada baratas, entre otras cosas porque su confección es tarea larga y laboriosa.


Tres modelos diferentes de jaulas de varetas de olivo fabricadas artesanalmente por el amigo y buen aficionado Juan Francisco Morón






No hay comentarios:

Publicar un comentario