Aunque, como se suele decir, para gustos los colores, cualquier aficionado
a la caza de la perdiz con reclamo macho tiene unos puntos de partida y un objetivo
final para los reclamos que componen su jaulero o gallera. En unas palabras: que
cada uno sabemos, o queremos saber, lo que deseamos con nuestros pájaros de jaula. Lo que pasa es que
al haber tantos gustos como aficionados cuquilleros, pues al ser casi como los reclamos -únicos
e irrepetibles-, tenemos infinidad de prototipos de machos de perdiz para
nuestras jaulas.
Decir que yo tengo una idea específica de
reclamo es como decir que hay miles de ellas, pero como en la diversidad está el
gusto, vaya la mía. Eso sí, en mis artículos anteriores está más que trillado este tema, pero no le
he dedicado un capítulo especifico como éste, aunque se podrían escribir multitud de páginas porque el tema es amplio. Sin olvidar que todos buscamos lo
mejor en nuestros reclamos: barato, bonito y bueno. Lo que pasa es que reunirlo
todo es imposible a no ser que hiciéramos una aleación o amalgama de varios de ellos.
Tengo que puntualizar que a primera vista no me importa mucho o,
al menos, no es excluyente su morfología externa, siempre que mantenga unos
mínimos de hechuras, pero no me fijo en demasía en detalles o caprichitos, que para otros aficionados puede ser importante. Eso sí, no me gustan los perdigones grandes, ni con espuelas de tal tipo, pero tampoco son unas características de rechazo.
Una vez en casa, porque en un principio no se
suele ver lo que viene detrás, ya que solo se aprecia el fenotipo, lo primero que miro es su nobleza, no la
mansedumbre, porque hay pájaros nobles que no son excesivamente mansos -el de Manué y Chimenea son dos ejemplos
de ellos-. A continuación, si tengo la suerte de que escucharlo cantar en casa, valoro su música -no perfecta, pero sí una cosa normal-, porque pájaros con cante de mayor o cuchichío picado o deslavazado no los quiero, aunque puedan servir como reclamos. Más tarde, aunque
puede ser antes que el cante, si saca agua, hace el Cristo, se echa para atrás…, malo. Por ahí, tampoco paso. De hecho, hace ya muchos años, sobre treinta cinco, deseché un reclamo por sacar agua y resulto, en manos de un buen amigo, un pájaro de primerísimo nivel. Pero, al menos yo, con esa característica negativa, no lo quise entonces y no lo quiero hoy.
Con estas tres premisas, indispensable e
innegociables para mí, llega la segunda parte: su trabajo en el campo, máxime
cuando hay pájaros que ni cantan en casa, ni se mueven, pero que cuando están
en la jara son todo lo contrario. Por tanto, lo primero que exijo es pronta
salida y trabajo más o menos constante con o sin campo de oída. Ni que decir tiene que no quiero un reclamo que solo canta cuando escucha el campo, pues eso y nada es lo mismo, aunque haya días que este tipo de ejemplares "cantamañanas" pueda dar juego.
A continuación, busco que sepa marcar los tiempos
cuando se le acerque las patirrojas camperas, que se venga "abajo" cuando estas últimas estén cerca, que reciba más o menos ortodoxamente, que no abuse de
las bulanas y que no pinche en hueso en la suerte suprema. Es decir, que utilice el "capote de brega", que cargue
el tiro y reinicie una nueva faena.
Obviamente, el titeo, el recibir sin moverse, el
casi ni escucharle cuando se acerca las montesinas, el levantar campo, el mandar a callar,
el meloseo con las hembras… son actitudes y aptitudes que nos gustaría que
reunieran nuestros reclamos, pero no pueden ser excluyente si no las ponen en práctica porque, entonces, los jauleros estarían vacíos. Y cuidado, aunque parezca
vulgar y que así los tiene cualquiera, si un pájaro de jaula reúne la nobleza, la
salida en cuanto se pone en el campo, que trabaje durante un buen espacio de
tiempo, música medianamente aceptable y que reciba y cargue tiro, sobra y
deberíamos darnos por satisfechos. Buscar mucho más, posiblemente, será no dar
nunca, si no hay suerte, con uno de ellos. Entramos en el mundo de los "banderas" y eso son palabras mayores pues, como siempre se ha dicho, de este personal hay quien se va a la tumba sin tener uno de ellos. Por tanto, todo lo reseñado en este escrito va enfocado al reclamo normal que nos gustaría tener y que más de una vez hemos tenido, sin pedirle mucho más. Es decir, el pájaro que nos hacer vivir, de vez en cuando, buenos lances, que es de lo que se trata: divertirnos cuando salimos al campo con nuestros pájaros de jaula.
Por último decir que hay una cualidad, el picoteo en los dedos, que a todo el mundo le gusta y que casi siempre "picamos" al comprar un perdigón para jaula. El problema surge que cuando abusamos de tal circunstancia, a veces, terminamos convirtiendo a nuestro reclamo en muñequero y todos sabemos cómo suelen ser los que son así. Muy bonitos y llamativos, pero cuando los sacamos de caza, nos tenemos que sentar al lado del pulpitillo o repostero para que nos vea y canten.
Por último decir que hay una cualidad, el picoteo en los dedos, que a todo el mundo le gusta y que casi siempre "picamos" al comprar un perdigón para jaula. El problema surge que cuando abusamos de tal circunstancia, a veces, terminamos convirtiendo a nuestro reclamo en muñequero y todos sabemos cómo suelen ser los que son así. Muy bonitos y llamativos, pero cuando los sacamos de caza, nos tenemos que sentar al lado del pulpitillo o repostero para que nos vea y canten.