domingo, 27 de enero de 2019

CAZA DE LA PERDIZ CON RECLAMO. PRIMERA SEMANA


                                                                Imagen de Ronquillo en el farolillo.

Después de unos breves días en Manzanares con tiempo infernal para iniciar la temporada 2019, llegamos a la apertura del periodo hábil de la caza de la perdiz con reclamo en los terrenos incluidos en el Grupo 1º de Andalucía, anteriormente zona baja, con un tiempo más benigno pero prácticamente sin lluvias a excepción del día 20 de enero que cayeron unos litros, aunque el tremendo aire de los días posteriores se llevó el agua caída por delante. De esta manera, poco se mejoró y las perdices, aparte de las degeneración y declive de las mismas, siguen tomando tierra con lo que no entran al reclamo como a todos nos gustaría. Se atrancan, principalmente, las hembras y, si no se tiene en la mata un buen reclamo, muy poco se hace, o si entran lo hacen de careo y curioseo. Y, al menos, lo digo por mí, el tirar así, con todos mis respetos,  va en contra de como marca nuestra tradición milenaria.

De todas formas, se va picoteando y se lleva uno alguna que otra alegría con “sangre nueva” que empieza a dar la cara y a buscarse un hueco en el jaulero, caso de Fabián, Pechín y Panderón. Pájaros de dos y tres celos respectivamente que han cumplido con creces en sus primeras salidas al campo este año. De los ya consagrados, Chimenea, con diez añitos, se va viniendo poco a poco abajo y, aunque se le sigue tirando, ya no tiene los recursos, la musicalidad y el encanto para las hembras de hace cuatro o cinco años. Ariza, también de la granja de Chimeneas, está en un momento envidiable y lleva unos puestos de verdadero merito tanto con perdiz de repoblación como autóctono. PechínCristeño y Ronquillo siguen cumpliendo más que de sobra y como siempre el Alpujarreño, de momento, en el único puesto que le he dado casi no cantó -cosa normal en él desde hace ocho año que está conmigo-. En resumen, hay que divertirse con lo que hay: con el echar el día de campo y disfrutar de lo que pone en nuestras manos nuestra madre Naturaleza, con el diálogo con los compañeros, con lo que tenemos en nuestro jaulero, con lo que hoy pueblan nuestros campos y con la climatología que tenemos, máxime cuando sabemos de sobra que nuestra afición, por multitud de situaciones, ya no es lo que era. Pero nunca debe faltar la ilusión de vivir algún lance para recordar. La caza de la perdiz con reclamo es lo que es y debemos aceptarla tal cual. Pensar en tiempo húmedo y sin viento, campo en su punto álgido y reclamos al cien por cien, hoy por hoy, es una auténtica quimera.

Resultado de tres puestos de Ronquillo, Panderón y Ariza.






   Para terminar, solo decir que si las autóctonas hace no mucho, cuando aún estaba cerrada la veda, cantaban y estaban en forma, ahora que se pueden cazar, están, con excepciones, fatales. La gran mayoría de las veces ni cantan y cuando entran en plaza, después de mucho esfuerzo del reclamo de turno, lo hacen, excepto excepciones, con pocas ganas, aunque la finca esté muy buena de ellas. Como temporada tras temporada sigue repitiéndose la misma historia

         Resumiendo: nuestra querida afición, si se practica con el decálogo del bien hacer, no da para mucho más, pero, como bien sabemos, quienes somos forofos de ella, estamos fabricados con una madera especial. Si no fuera así, hace tiempo que hubiéramos colgados los trastos. Por tanto, paciencia y suerte para todos los que seguimos al pie del cañón.

miércoles, 23 de enero de 2019

EL BUEN PUESTO CON EL PASO DE LOS AÑOS.


Vaya por delante que la repoblación con ejemplares de granja ha significado que en muchos lugares de nuestros rincones andaluces, donde nuestra perdiz roja salvaje, por diferentes motivos –que en este artículo no vienen al caso-, había desaparecido o estaba en vías de ello, se puedan seguir cazando para el disfrute de quienes aman la actividad cinegética, en las diferentes formas en las que se pueden cazar y, entre ellas, por supuesto, la de la perdiz con reclamo.

Ahora bien, la repoblación ha traído consigo que una gran mayoría de los que se mueven preferentemente por los cotos intensivos dedicado a la suelta masiva de perdices de granja y los que alternamos tal práctica con la caza de la perdiz autóctona hayamos cambiado la forma de pensar a la hora de ver los resultados de los puestos. Es decir, en las fechas que corren, el dar un puesto en una determinada finca dedicada a la suelta de perdices para su posterior caza con el reclamo y matar una parejita supone un rotundo fracaso, cuando no hace mucho, tal circunstancia significaba un lance suficiente para disfrutar personalmente y materia más que de sobra para que compartirlo con los amigos y conocidos en las muchas tertulias que se montaban cuando se estaba en plena faena cuquillera. En la actualidad, si no se hacen buenas perchas, no estamos satisfechos y nuestro ánimo no está radiante por la gran faena que nuestro reclamo Fulanito le hizo aunque no se apretara el gatillo. De esta manera, el llegar al final de semana con tres o cuatro perdices abatidas y puestos para recordar, parece que no es sinónimo de grandeza de nuestra afición, pues prima mucho más lo cuantitativo.

En resumidas cuentas, la perdiz de granja ha significado que se enfoque el puesto de otra forma diferente de cómo siempre se ha visto. Así, en muchas ocasiones, priva más la cantidad que la calidad. El llegar al cortijo con una hembra/macho o, si ha habido suerte, con una pareja es casi sinónimo de fracaso. Debido a ello, aparte que la perdiz autóctona va reduciendo sus poblaciones de forma alarmante, la perdiz de repoblación va ganándole terreno a la salvaje. Se va al puesto a hacer buenos números de perdices abatidas, no a divertirse con imborrables lances. Es duro reconocerlo porque nos jugamos una antiquísima forma de entender nuestra maltratada afición, aunque haya quien no piense ni actúe así, pero es una realidad más o menos irrefutable o, al menos, así lo pienso. Y por supuesto, no quiero tocar la cuestión del trabajo del reclamo con uno y otro “material”, pues como bien sabemos, fenómenos con muchísimas patirrojas de repoblación abatidas, desgraciadamente, no pasarían un examen de preescolar con la verdadera perdiz roja salvaje española.

miércoles, 16 de enero de 2019

COMENZAMOS LA TEMPORADA DE RECLAMO 2019

AL PRIMER TAPÓN, ZURRAPA.

Empezó para mí la temporada de reclamo 2019 en las tierras manchegas de Manzanares -finca La Membrilla- en el pasado fin de semana con dos premisas: muchísimo frío y campo casi igual. Si a ello le añadimos que hace mucho que no llueve y que la “segunda división” de mi jaulero no ha estado a la altura que se esperaba de ellos, el resultado final ha sido claro: fracaso en lo cuquillero. Solo Panderón y Pechín se han comportado. El resto, suspenso absoluto. Eso sí, una alegría con un pájaro que ha llegado hace poco a mi jaulero, Fabián, como regalo de un buen amigo. No le he tirado, aunque podría haberlo hecho si hubiera sido un pájaro más hecho, pero ha sabido estar y comportarse más que bien en el primer día que ha salido al campo.

Imágenes de Pechín y Panderón en sus respectivos farolillos.



Las perdices de repoblación -dicha finca es lo que tiene-, aunque parezcan fáciles de abatir, con los últimos fríos, incluso -7ºC y tomando tierra, no estaban por la labor y lo normal era cantar desde una atalaya y poco más, pues por estas fechas en Castilla la Mancha hay pocas parejas y, por lo tanto, pasaban del tema.



Imagen del mejor puesto. En ella ve a Panderón al lado de una pareja abatida


Pero como todo no es apretar el gatillo, y los que llevamos muchos años en este mundillo lo sabemos de sobra, el diálogo con la mujer y amigos que me acompañaron no faltó, como tampoco unas buenas copas y algún producto de la tierra que llevarse a la boca. Si faltara esto, ni nuestra afición cinegética, ni otras perdurarían en el tiempo.


Para finalizar, solo decir que dentro de dos días comenzaremos en nuestra zona, pero mucho me temo que cómo se va poniendo el año en lo meteorológico, sera otra mala temporada. Esperemos equivocarnos  al cien por cien, aunque la ilusión nunca va a faltar.

martes, 1 de enero de 2019

CIERTAS ALTERACIONES EN EL COMPORTAMIENTO DE LOS RECLAMOS


      Hoy uno de enero, día de los Manueles, traigo al blog este relato -publicado en su día en la revista TROFEO CAZA- de mi primo Manuel Jerónimo Lluch, cuando pronto se cumplirá un año desde que nos dejó. Creo que para ir calentando motores es una buena piedra de toque.


Con luces de amanecida, roto el crespón de la noche se abría ante Manuel el verde prado sobre el que revoloteaban  los madrugadores jilgueros. La suave temperatura presagiaba, a escasas fechas la llegada de la primavera.

Embutido en su vieja pelliza y cubierta su cabeza por una gorra campera de pana, en la que asomaban algunas canas de su tupido cabello, Manuel disimulaba su más de metro ochenta de estatura al caminar encorvado con paso cansino y semblante taciturno.

Su retoño, que hoy lo acompañaba, no dejaba de observarlo, hasta que acabo por preguntarle;

-¿Qué te ocurre papá, que con lo derecho que siempre andas, hoy vas más encogido que una pasa?

Manuel se irguió un poco, y mirando al chiquillo con aires reflexivos puntualizó.

-Mira hijo, el pájaro que llevo colgado a la espalda es el Viejo, un reclamo manso y tranquilo, que siempre me recibe dando suaves piñones, y hoy cuando me acerqué a él para cogerlo se puso a bregar y a botarse en la jaula, teniendo que taparlo rápidamente para evitar que se lastimara con su comportamiento, así que me ha dejado sorprendido y muy confuso.

-¿Y qué le habrá pasado, inquirió el chaval?

-Eso quisiera yo saber, respondió Manuel, con el semblante cariacontecido.

Tras larga caminata llegaron a la Erilla Alta, donde días pasados había tirado Manuel un macho dejando viuda a su hembra.

No dejó Manuel durante el trayecto, de comentar cual podía ser la causa de esa respuesta del Viejo, cuando lo vió acercarse para enmantillarlo y no llegó ciertamente a encontrar nada que pudiera justificar su brusco cambio de actitud.

Ya en el colgadero abrevió Manuel, colocando el portátil, y una vez el retoño dentro de él puso al Viejo en el matojo, amarró la jaula con los ganchos a las jaras de este, cosa que siempre hacia, y sin dedicarle ninguna carantoña al Viejo, como lo tenía acostumbrado una vez destapado, se introdujo rápidamente en el puesto, colocó la escopeta en la tronera, metió en ella los cartuchos y esperó acontecimientos.

Tras picotear algunas hojillas del matojo que entraban por los barrotes de la jaula, se estiró el Viejo, hizo amagos de iniciar su trabajo pero el intento de momento solo quedó en eso.

Al poco de estar en el puesto la perdiz solitaria doy señales de vida. Sus continuas reclamadas lanzaban a los cuatro vientos el abandono en el que se encontraba, a falta de garbón del que había sido pareja hasta hacia escasas fechas.

El Viejo, que era un pájaro hembrero por excelencia, que tenía con las pájaras un atractivo único que hacía que vinieran rendidas a sus plantas, no decía este pico es mío. Miraba a un lado y otro, cambiaba de vez en cuando de  postura en la jaula, pero durante las dos horas que permaneció en el pulpitillo no se digno dedicarle a la desesperada hembra ni un pequeño requiebro.

Manuel no acababa de entender lo que estaba sucediendo, no se lo habría creído de habérselo contado alguien, pero el hecho ahí quedaba y él no tenía explicación posible para el mismo.

Cabizbajo y abatido salió del tollo, luego de haber tosido para facilitar el alejamiento de la perdiz sin recelos y durante la caminata de vuelta al cortijo una larga retórica sería compañera inseparable de su frustración y desengaño.

Una vez en la casilla Manuel buscó y rebuscó algo que justificara el comportamiento del Viejo en el puesto. No había plumas en la jaula que detestaran un inesperado pelecho, tampoco sangre delatora de una uña partida de algún dedo, el pico no estaba roto, no observó tampoco cagueta, en fin nada de nada que diera una luz para explicar lo sucedido.

Pasaron tres días, la tarde última de celo  volvió Manuel a sacar al Viejo; como siempre al acercarse a él lo recibió con suaves piñoncitos, no se alteró al taparlo, y en el puesto del Cerro Blanco dio un completo recital, propio del buen hacer que siempre prodigan los reclamos de bandera. Sin oír apenas campo no dejó de trabajar durante las casi tres horas que estuvo colgado en el farolillo.

Ya de vuelta a la vivienda se iba diciendo Manuel una y otra vez.

-¿Qué misterios encierra la caza de la perdiz con reclamo que pocas cosas conocemos de ella y cuántas nos quedan por saber?