Después de tener desde hace mucho tiempo acordada una visita a la granja de perdices San Marcos, regentada por Agustín Gallardo y su consorte, Maruja, el pasado miércoles, junto con el matrimonio Diego Rama y Toñi, María José y yo nos trasladamos hasta la localidad almeriense de Lúcar para echar el día todos juntos y contemplar in situ las instalaciones de dicho complejo cinegético que, a día de hoy, se encuentra en plena “efervescencia”, pues en estas fechas se está produciendo la eclosión de miles de huevos y, como resultado, los primeros nacimientos de pollos en cautividad de nuestra perdiz roja en dicha granja.
Decir que este complejo cinegético, de las punteros de
Andalucía, recibe su nombre por estar situado a los pies del paraje/cerro de San
Marcos, ocupando una extensión total de 8 Has, donde sobre seis mil parejas
reproductoras, con sus puestas y posterior traslado a grandes incubadoras de
primer nivel, dotan a la granja de unas 140.000 perdices destinadas a la venta
de perdigoncillos en sus primeros días de vida y, con posterioridad, repoblación
de fincas y ventas de machos para reclamos. Todo ello en unas condiciones de cuido
y limpieza máximo que hacen que los ejemplares allí nacidos y criados lleguen a
la etapa adulta en unas condiciones inmejorables, tanto para la sueltas como
para ser utilizados como pájaros de jaula para la caza de la perdiz roja.
Decir que una granja de tal envergadura, si se quiere
llevar como Dios manda, no es coser y cantar, ni mucho menos. De hecho, con
poco descanso anual, se acaba una temporada de cría y comienza otra. Así, junto
a la limpieza diaria de instalaciones, habitáculos, equipos, enseres…, revisión
de las parejas de cría, recogida de huevos y
limpieza y numeración de los mismos, llenado de las incubadoras/nacederas,
observación continua de las temperaturas a las que deben estar los polluelos en
los primeros momentos de su vida, la manipulación para el traslado a los
diferentes habitáculos, que no falte la comida y el agua, ver las parejas que
no producen…, hacen que no sea fácil el llevar para delante una granja de estas
características, pues se sabe que un fallo o una infección/epidemia, producida
por cualquier motivo, daría al traste con muchas horas de trabajo y mucho
dinero invertido. Y, además, una vez adultos, a partir del otoño, hay que
atender a cualquier hora del día las visitas para la adquisición de reclamos,
el traslado a las ferias y puntos de ventas…. En unas palabras, no es oro todo
lo que reluce.
Para terminar este pequeño resumen escrito sobre dicha
granja, vaya por delante nuestro agradecimiento sincero tanto a Agustín y
Maruja como a Diego y Toñi pues nos han hecho pasar, a mi mujer y a mí, dos
días fenomenales, aparte de disfrutar viendo fenomenales instalaciones y la savia
nueva que, en su día, formarán parte, de una forma u otra, de la afición
pajaritera.
Por supuesto, como suele ser habitual en cualquier
reunión, mientras se charlaba sobre diferentes cosas de la vida y la afición,
no faltaron unas buenas cervezas, un buen vino de la tierra y unas buenas
viandas, tanto en casa de los anfitriones, en las mismas instalaciones, como en
un conocido restaurante de la zona.