Instantánea de una carambola perfecta
Para empezar decir que, en estos momentos, no dispongo de internet en el ordenador. Por tanto no puedo subir momentos de esta temporada, ni colaboraciones que han llegado a mi correo electrónico. Solo lo que tenía en "cola de impresión" pues no manejo con soltura el teléfono para estos menesteres. De esta manera, en cuanto pueda, eguiré con la dinámica de siempre y todo se normalizará.
ooo O ooo
He hecho carambolas de “todos
los colores” y con escopetas de distintos calibres, incluso con una Zabala
Altea del calibre 410, aunque no sea un acérrimo defensor de ellas en
ninguna situación. Es más, los muchos años de experiencia cuquillera en directo
vienen a decirme sí, pero no. Resultan muy atractivas e impactantes, pero es
mejor tiro a tiro, que sofocón tras sofocón, que es lo que casi siempre, suele
ocurrir. Pero, además, no debemos olvidar que hay muchos cuquilleros que nunca
se plantean la carambola porque el lance se acorta y, con ello, el disfrute del
que está en el aguardo.
Pero como el artículo va de esta controvertida circunstancia,
aunque haya muchos pajariteros a los que nunca se les ocurriría, los
aficionados partidarios de la misma, antes de dar un determinado puesto, sueñan
con hacer una buena carambola y, si es a un pollo, mejor que mejor. No obstante,
una vez en el aguardo, nos daremos cuenta que, lo que gustaría no es tarea nada
fácil, sino todo lo contrario. Y esto es así porque, cuando una pareja entra en
la plaza, muy pocas veces se pone de forma idónea para apretar el gatillo y,
otras tantas, cuando se sitúan en condiciones, nos cogen en fuera de juego. Por
consiguiente, por una cosa o por otra, cuando nos decidimos a disparar, salvo
en muy contadas ocasiones, el resultado no es el esperado:
· O salen los dos de vuelo
sin tocarle una pluma.
· O se escapa uno de los
componentes del par.
· O los dos se quedan, pero
dando botes o/y aletazos.
· O uno se queda hecho un
“taco” y el otro dando botes
· …
Pero…, los dos “secos”, poquitas veces.
En
base a todo lo anterior, si ocurre esto último, miel sobre hojuelas, pero si
no, pueden ocurrir dos cosas:
· Si el reclamo es un
veterano, no pasará nada, siempre y cuando tal hecho no sea muy reiterativo.
· Si el reclamo de turno es
un pollo, lo más seguro es que, si no es un futuro “bandera” -dicen que los
fenómenos no se estropean nunca-, nos lo cargaremos ipso facto, como seguro que
nos habrá ocurrido a todos los aficionados alguna vez.
Hay
una segunda circunstancia que ayudará a que el lance salga bien: la
tranquilidad y pericia del que está en el tollo. Si ocurre lo contrario y el de
turno se empecina en seguir haciendo carambolas, nunca tendrá un reclamo como
Dios manda. De hecho, si erramos varias veces la suerte suprema con un mismo
reclamo, lo normal es que se nos eche a perder.
Y,
por supuesto, una tercera y fundamental: la posición de ambas patirrojas en el
momento del disparo, puesto que, si no se encuentran alineadas como deben
estarlo, el resultado es obvio: error total o parcial y, luego, las
lamentaciones. Está claro que, de no haber cruce, normalmente no hay carambola,
pero si, por el contrario, existe separación de las dos camperas, lo normal es
que ambas se nos escapen de vuelo o a la carrera. Además, si una está detrás de
la otra, abatiremos la primera, pero no la segunda, que se quedará herida o sin
tocarle una pluma.
Por todo ello, para que este lance salga a
pedir de boca, hace falta, aparte de un buen reclamo en el repostero,
tranquilidad y veteranía para saber esperar el momento idóneo en el que ambas
patirrojas estén bien situadas y visibles la dos. Como no es fácil la
conjunción de ambas situaciones, si no se está seguro, nunca se debe apretar el
gatillo, puesto que, después, sólo habrá lamentaciones y la peor de ellas es
que, para hacer un buen reclamo, hay que echarle muchas horas, pero para
estropearlo, bastan unos segundos.
Para
finalizar, no se nos puede olvidar que nuestro reclamo debe estar recibiendo a
la collera y, además, debemos tener muy clarito el lugar donde esta situado el par, pues nunca debe estar alineado con nosotros y el que está en el
pulpitillo. Si no es así, puede ocurrir y de hecho ha sucedido más veces de la
cuenta que en vez de abatir a la pareja de un solo disparo, nos carguemos a
tres y, encima, tengamos que deshacernos de una buena jaula, pues la dejaremos
hecha mistos. Por tanto, si no somos unos expertos y no hay seguridad a la hora
de apretar el gatillo, el tiro a tiro es más positivo y, cómo no, se disfruta
más del lance.