viernes, 21 de febrero de 2025

EL TIEMPO PASA, LOS LEGADOS PERMANECEN Y ALGUNOS BARTULOS SIGUEN DANDO EL AVÍO.

 


Dos tomas de una sayuela con sus buenos años

No hace falta decir que en todas las casas de pajariteros, existen trebejos o complementos que ni el paso del tiempo, el inexorable día a día, ha sido suficiente para acabar con ellos. Así, escopetas, jaulas, ganchos, herramientas varias, fundas de armas, banquillos… conforman un legado ancestral que hace que quien los ha heredado se sienta muy orgulloso de ellos, pues, simplementem, el saber que pertenecieron a su mayores y que un día supusieron una alegría para los mismos, ya es un verdadero motivo de gozo.

Y es así, porque dentro de nosotros hay un algo que nos empuja a utilizarlos, aunque sean vetustos y tengan sus cosillas, pero forman parte de nuestras vidas y de nuestro sentimiento perdigonero, aun habiendo utensilios mucho mejores en el mercado a día de hoy.

Está claro que escopetas, jaulas y algunas herramientas son enseres de caza que muchos aficionados siguen usando, porque las mismas, por sus características y buenos materiales con los que se fabricaron, no es fácil que los destruya o deteriore el paso de los años, porque no se olvide que, antiguamente, se farbricaba todo el herramentaje con el fin de la duración, no para comprar otro a los "tres días", como ocurre hoy.

En eta línea, antes de empezar la temporada, limpiando y guardando algunos de los utensilios que suelo usar cuando salgo al campo, tuve en mis manos una sayuela con historia, pues, sin lugar a equivocarme, a fecha de hoy, debe tener sobre setenta u ochenta años. Por tanto, que un complemento cuquillero de este tipo, dure tanto no es una circunstancia normal.

Sobre la citada sayuela, funda, mantilla, cobija…, debo precisar que llegó a mi poder hace unos veinte años haciendo limpieza en la vivienda de la finca familiar, La Atalaya, en un rincón de una arcaica alacena.

Pertenecía a mi abuelo Vicente Lluch, que murió con noventa y cuatro años hace casi medio siglo. Por lo que, si él dejó de dar el puesto, diez años antes, seguramente se la confeccionarían hace ya, como he dicho anteriormente, sobre setenta años. Es decir, para un artículo textil perdigonero es una verdadera suerte que todavía se siga utilizando.

Eso sí, cuando la encontramos, una de las piezas que la conformaban, pues está fabricada con cuatro colores -miel, marrón, verde y negro-, estaba roída, se supone que de ratones. Debido a ello,  le cambié el correspondiente trozo, aunque no fue tarea fácil encontrar la célebre pana lisa con la que estaba hecha, pues ese tipo de tejido ya no se usa últimamente.

Para terminar tengo que decir que por cabezonería, capricho, superstición, manía…, esta reliquia pajaritera, a la cual cuido como “oro en paño”, solo le doy uso en las salidas al campo de los pollos que llegan a mi jaulero cada año, pues me sirve como amuleto para que los noveles, aunque no siempre, den un buen puesto. Con ello, consigo, además, que no se deteriore mucho, pues los años no pasan en balde ni para nadie, ni para nada de lo que usamos.

viernes, 7 de febrero de 2025

Y YA, AUNQUE PAREZCA QUE FUE AYER, HA PASADO MEDIA TEMPORADA


El tiempo corre que vuela. Y lo digo, porque, aunque sabemos que es cierto lo del título, parece que fue ayer cuando empezamos la temporada de reclamo 2025 y, casi sin darnos cuenta, en el día de hoy ya nos metemos en la segunda parte de la misma, pues entre pitos y flautas, han transcurrido 21 días desde el comienzo del periodo hábil en el Grupo 1 (18/01 al 28/02).

En estos veintiún días, hemos cazado el reclamo por Ciudad Real, Granada y varias fincas de Huelva y, aunque el ganado de monte, que es lo que hay en los acotados donde cazo está malo, como siempre, no nos podemos quejar, pues la máxima que siempre me acompaña es el disfrutar, circunstancia que se está cumpliendo. Y de camino, alguna que otra vez, se aprieta el gatillo, que tambien ha ocurrido. Las montesinas cantan poco y le cuesta entrar al reclamo, pero siempre hay algunas que están por labor y llegan a la plaza, no sin esfuerzos grandes de los que están en el pulpitillo. Al ganado autóctono, en condiciones normales, como no lo "toree" un buen reclamo, no hay premio.

De esta manera, en esta primera mitad de la temporada, como en cualquier casa de vecino, ha habido de todo: buenos y malos lances y, como no, pájaros que han cumplido y otros, aunque con toda nuestra ilusión depositada en ellos, han dado la “espantada”.  En una palabra, lo de siempre. Ni que decir tiene que, aunque no sean muchas veces, la entrada en plaza de los garbones montesinos valientes, siempre es una delicia poderla presenciar, aunque, desgraciadamente, haya que quitarlos de en medio, porque no queda otra.

En esta mitad que hoy se cumple, he cazado patirrojas autóctonas que, desgraciadamente, cada día están peores, pero es lo que hay y con ello tenemos que lidiar. Eso sí aunque en las fincas donde cazo no se suelta perdiz de granja, algun que otro ejemplar de repoblación aparece en plaza, pero es lo que hay, pues este ganado se mueve mucho y aparece por cualquier sitio aunque medie mucho trecho.

Y si hay algo de lo que me siento feliz y orgulloso no es otra cosa que mi sobrino-nieto Rubén me está acompañando a dar el puesto en la zona de Huelva, La Puebla y el Almendro, y empieza a sentirse pajaritero, pues esta afición engancha a quien la prueba. Dentro y fuera del aguardo, trato de transmitirle lo que sé y siento sobre nuestra ancestral forma de caza de la perdiz roja y por lo que palpo, empieza a sentir el gusanillo dentro de él, por lo que, en este caso, lo del relevo generacional creo que está asegurado.

Para terminar decir que en la segunda parte de la temporada, seguiremos por esta tierra, volveremos a Las Alpujarras y, como en años anteriores, echaremos unos días por Castilla la Mancha, Toledo. Y, por supuesto, intentaré disfrutar como hasta ahora lo he hecho, pues es lo que busco, máxime cuando ya voy cumpliendo mis añitos.

   Momentos en imágenes de estos veintiún días