Para empezar, decir que para este artículo, he
contado con la inestimable colaboración de artesanos de jaulas de distintos
puntos de nuestra geografía para ver sus características y su
opinión sobre algunos detalles de la mismas. Por todo ello, vaya mi
agradecimiento para Antonio Guillen (Alicante), Alberto Jaulex (Badajoz), Emilio López (Almería), Juan Reyes (Málaga),
Antonio Alcón (Sevilla), Raúl Pérez (Málaga) y Vicente Gallardo (Badajoz) que, desinteresadamente y siempre con el fin de ayudar a la modalidad, han aportado peculiaridades de los que hacen y me han hecho llegar imágenes de sus trabajos.
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El tema de las jaulas, uno de los principales soportes de
la afición pajaritera, ya se ha tocado varias veces en este blog en lo
referente a la gran variedad de las mismas que podemos encontrarnos en el
mercado, a su conformación estructural y a su desorbitado precio en algunos
casos, viendo lo sofisticado y el trabajo de las mismas.
Hoy, con la reanudación del blog, después del descanso
veraniego, comienzo con este tema porque es un mundo muy diverso y
personal. Aunque esta vez, el artículo va orientado a cómo se han fabricado y utilizado
a lo largo de los años, según el tipo de vegetación y depredadores del lugar,
donde tradicionalmente se ha dado el puesto para, según ambas variantes y
alguna más, tomar las precauciones correspondientes a la hora de su construcción
y medidas a tomar una vez en el colgadero.
En la línea del párrafo anterior, no se puede
olvidar su variedad en las estructuras y en los materiales utilizados. Aunque,
en la actualidad, debido a los cambios que ha sufrido la afición, aun en el mismo lugar, las cosas han variado como de la noche a la mañana.
Para empezar, decir que he ojeado un artículo de Francisco Jiménez Aguilera y Juan Rodríguez Sánchez, publicado hace unos años sobre las jaulas de reclamo de perdiz. En él, al leerlo, nos daremos cuenta que las jaulas casi son iguales ahora, que hace dos mil años. Por supuesto, excepto en casos puntuales, todas tienen forma campaniforme y, por aquellos tiempos, se utilizaban como materiales básicos para su fabricación la madera y la cuerda, circunstancia que perduró en el tiempo hasta finales del mil ochocientos y principios del mil novecientos, donde se añadió a los materiales citados, el esparto.
A partir de ese momento, las jaulas empiezan a evolucionar hacia las que hoy conocemos, fabricadas a base de madera, varetas de origen vegetal -olivo, acebuche, mimbre, membrillero, caña...-, alambre, chapa metálica y materiales sintéticos o plásticos. Manteniendo todas ellas una forma más o menos acampanadas -con algunas variantes-, como las primeras que se fabricaron en el antiguo Egipto, con una base circular de 23/26 cm y una altura de unos 35 cm. El problema es que estos últimos materiales, los derivados del petróleo, son de poca durabilidad y poco reparables, por lo que hay que desecharlas pronto, a diferencia de las de alambre y madera, que siempre tienen arreglo y compostura para quedar como nuevas. Los suelos o culos, tradicionalmente, suelen hacerse de cuerda normal, de rafia, de cáñamo, de nylon…, para evitar, según se dice, las callosidades que provocan los asientos de material metálico. Eso sí, no podemos olvidar que la mayoría de las jaulas de hace ya sus años, llevaban adaptado dentro de las mismas un comedero, en forma de poco más de medio limón, pues se salía durante bastante tiempo al campo y el reclamo tenía que alimentarse. Incluso también, nos podemos encontrar jaulas, cuyos alambres están cubiertos con cuerda para evitar el ruido que producen los reclamos al tocar en los mismos.
Sobre la conformación de las jaulas, se puede decir que se fabrican tantos modelos diferentes, como jaulas y pajariteros hay, pues pocas veces se verán dos modelos iguales, aunque lo fueran en un principio. De hecho, nada más llegadas a casa del cuquillero correspondiente, excepto en casos puntuales, se le suelen realizar pequeños ajustes de todo tipo, porque se piensa que con la idea propia, se puede mejorar el producto adquirido y como dice José Ignacio Pérez Albericio, darle su toque personal, reutilizando materiales que sirvieron en otros momentos para otros destinos. Así, cambio de anilla-soporte a gancho o viceversa, adaptación de suelos, sistemas de cierre de puertas, colocación de chichoneras, apertura de alambres para colocación de bebederos, instalación de piedras para afilamiento de picos, pintados exteriores… En consecuencia, una jaula nueva. Por supuesto, el número de alambres y el material de los mismos, según el gusto del cazador variará, porque cada uno piensa que el ideal es tal número dentro de una horquilla aproximada de entre treinta a ochenta, aunque para muchos, la de cuarenta y ocho, cincuenta y seis y sesenta y dos alambres son las más usadas. Igualmente, los aros de medianía y los de por encima de este y de por debajo son un mundo. Más ancho o más estrecho el del centro, con aro por arriba o por debajo del mismo, incluso sin ninguno. Jaulas solo de alambre (cobre de soldar, dulce, acerado, semiacerado, galvanizado…) o compuestas de ellos y madera, sin olvidar las de PVC u otros materiales plásticos, aunque a medio plazo, suelen dar problemas de roturas y salidas de los alambre que las conforman. No trato, por supuesto, las jaulas balconeras, de castigo o de embrague porque me desviaría del objetivo propuesto.
Por todo ello, desde la jaula funcional normal, hasta las verdaderas obras de arte -que las hay-, existe un verdadero rosario de modelos, sin meterme en las diferentes puertas (abatibles o de guillotina) y piqueras y sus variantes, para no hacer muy largo el artículo. Pero es más, a veces, nos gustan ciertas jaulas, pero no se puede o se piensa que no se debe pagar tales barbaridades por tal complemento cuquillero. De hecho, como me comentaba el artesano Antonio Guillén, de Alicante, muchos perdigoneros se han fabricado sus propias jaulas, aparte de por entretenimiento, por resultarles gravoso adquirirlas, aunque como bien sabemos, el trabajo artesanal de jaulas nunca está bien pagado en comparación con otros: dígase fontanero, escayolistas, cerrajeros, zapateros modernos… que por cualquier chapucilla te ponen mirando “pa Cartagena de Indias”. En esta línea, decir que, hace ya sus años, en la España rural, muchos trabajadores de fincas que cuidaban el ganado y les gustaba el perdigón, se fabricaban sus propias jaulas con varetas vegetales porque, poco se gastaban y, además, sacaban algun dinerillo con las que vendían. Hoy día, este tipo de jaulas se usa poco y, más que nada, se utilizan como elemento decorativo, pues son muy curiosas y atractivas a la vista, aunque no son baratas.
Igualmente, no puede quedarse en el tintero el tan antiguo dilema de la
jaula con anilla o con gancho, tipo cordobesa, como se le conoce, por la zona
en donde se utilizaba. Y estas jaulas con asidero tipo garfio se usaban, como
las de anilla, para cogerlas y trasladarlas, pero, además, en tierras de
olivares, el gancho servía para engancharlas o colgarlas en la ramas de dicho
representante de la flora mediterránea y en las de alguna otra especie arbórea. De ahí
la expresión ”voy a colgar ”, ya que en su día, así debió ser. Sin
embargo, lo que yo sé sobre el tema es por oídas, ya que hoy día, ni en esas
tierras se cuelgan las jaulas de las ramas de los olivos, sino que se utiliza
en pincho metálico para atalayar al reclamo.
Para finalizar, diré que a nivel personal y por tradición familiar, las jaulas que utilizo desde siempre, muchas de ellas con bastantes años y reparadas varias veces, tienen todas ganchos, aunque no para colgarla de ninguna rama y la mayoría tienen aro central de madera o polivinilo y puertas abatibles o de libro. El número de alambres suele ser, excepto regalos, sobre más o menos sesenta, pues las muy claras no me van y las muy espesas, ni mirarlas, pues pienso que hacen perder visión al reclamo, aunque se afectan menos la parte que rodea al pico. Luego, por gusto propio, todas están pintadas tipo camuflaje, utilizando para ello brocha y tres colores sin brillo o mate: negro, ocre-amarillo y verde bosque.
Y, como siempre -por usar una frase hecha y más que conocida-, “Doctores tiene la Iglesia”. Yo…, por mi parte, ya he dado la “homilía”.
Artículo bien trabajado.
ResponderEliminarEs bueno recordarle a la historia que, sin esta forma de vida y caza, anda coja.
Magnífico trabajo Maestro, muy enriquecedor para los que estamos empezando en este Mundo.
ResponderEliminarHola Jose Antonio,muy buenos dias desde Mallorca,muy interesante esta publicacion sobre las jaulas, toda la razon sobre tamaños,formas y apaños personales,yo personalmente no uso gancho sino una anilla y me gustan con techo mas bien redondo sin terminar en punta, y te digo que con una de estas de cañamo o esparto no pongo un pajaro mio porque se las comen,durarian poco tiempo dentro de ellas ya que se comen los barrotes de los terreros y tengo que ir con mucho ojo.Me ha gustado mucho el tema y espero que el aparato de pensar no se te agote y podamos disfrutar de otros temas interesantes.Saludos.Tomeu Cañellas
ResponderEliminarMuy buenas tardes.
ResponderEliminarComo dije en la entrada anterior todo el que quiera completar o ampliar el contenido de este artículo, puede hacerlo en los comentarios. Pues el mundo de las jaula es tan amplio, que no habría papel para escribir sus características, uso, variedad... Es más, siempre se quedan en el tintero muchas cosas por olvidos.
Saludos.
Y a los que habéis comentado, gracias òr participar.
ResponderEliminarMuy buenos días.
ResponderEliminarDecir que ayer, al montar el artículo con las fotografías, debí borrar algunos detalles escritos y repetir otros, pero, por indicación de algún compañero, he tratado de solucionarlo hoy, intentando poner todo en orden.
Un saludo y feliz semana.
Miguel del Rey he leído tu artículo y yo creo que no te has dejado muchas cosas pues te diré que yo tamben tengo algunas antiguas pero esa de esparto toda
ResponderEliminarEs una alegría, amigo Miguel, el que participes en el blog y que, a tu edad, que ya qusieramos muchos llegar ella, sigas al pie del cañón.
EliminarPor supuesto que tendrás jaulas preciosas y poco vistas, señal que hay muchoa modelos distintos.
Por último, desearte que sigas siendo un buen pajaritero y que Dios te de muchos años para demostrar que se puede ser cuquillero a edades insospechadas, si se ama la afición.
Un abrazo y mil gracias por participar.