sábado, 28 de julio de 2012

NOVEDADES EN LA CAZA DEL PÁJARO FINO/FRINGÍLIDO PARA ESTA TEMPORADA.


CONTEMPLA CAPTURAS EN PERÍODO ESTIVAL Y OTOÑAL

Dictada la Resolución de capturas de fringílidas para el año 2012

El pasado viernes la Dirección General de Gestión del Medio Natural de la Consejería de Agricultura, Pesca y Medio Ambiente dictó la Resolución anual que autoriza las capturas de aves fringílidas en Andalucía.
La citada Resolución se dicta al amparo de las Directrices básicas adoptadas por el MAGRAMA (Ministerio de Alimentación, Agricultura y Medio Ambiente) y que establecen un nuevo marco legal en el que debe desarrollarse esta afición ancestral. Debe recordarse que estas Directrices fueron dictadas debido a la denuncia que los sectores ecologistas interpusieron contra el Reino de España ante la Unión Europea por la práctica de esta actividad en el territorio nacional.
La nueva Resolución incorpora una serie de obligadas novedades que afectan a la práctica del silvestrismo; de hecho, la tardanza en la citada publicación se ha debido en parte a la necesidad de que el MAGRAMA dictara el cupo nacional de capturas máximo, cupo que, posteriormente, las Comunidades Autónomas reparten entre sus aficionados a tenor de las correspondientes solicitudes. Esta es una de las grandes novedades del nuevo marco legal que afectará al silvestrismo a partir de este año.
Una consecuencia directa e inmediata de lo anterior es que el cupo anual máximo en Andalucía se reduce un 5%.
La Resolución contempla capturas en período estival y otoñal, si bien, el período estival sufre un recorte de una salida en temporada, razón por la que los silvestristas andaluces sólo podrán realizar cinco salidas en verano; el período estival se inicia el próximo día 28 de julio.
La Comisión de Silvestrismo de la FAC se reunió el pasado sábado para analizar con detalle el contenido de la Resolución, determinar el alcance de la nueva situación legal y acordar la puesta en marcha del procedimiento necesario para el reparto de autorizaciones de capturas. Durante esta próxima semana, la FAC procederá al reparto de las autorizaciónes, si bien, a día de hoy, se está a la espera de que la Dirección General de Gestión del Medio Natural entregue la documentación oficial de capturas para su impresión y distribución entre los silvestristas; lo que acontecerá, salvo causa de fuerza mayor que lo impida, este lunes día 23 de julio. La distribución de permisos se realizará como viene siendo habitual a través de las Peñas Silvestristas andaluzas.
Desde la FAC se quiere trasladar a los silvestristas andaluces que durante los últimos meses se ha estado trabajando esforzadamente y a diario en defensa de los derechos e intereses de los más de 10.000 silvestristas andaluces. Un trabajo que no termina con el dictado de la Resolución anual de capturas, sino que sigue desarrollándose para preparar la Resolución de capturas del próximo año 2013.
Por último, la FAC quiere anunciar públicamente que durante el mes de septiembre se convocarán y celebrarán Asambleas informativas para explicar este nuevo marco legal que afecta al silvestrismo, Asambleas que se iniciaron el pasado año 2011 cuando se dio a conocer el contenido de las citadas Directrices básicas sobre el silvestrismo dictadas por el MAGRAMA.          

jueves, 19 de julio de 2012

PUESTOS DE ANTAÑO Y EL COMIENZO DE UNA AFICIÓN.



        Con las imágenes de estos emblemáticos puestos, o lo que hoy día queda de ellos, situados en la finca del abuelo Vicente Lluch -La Atalaya (Constantina/Sevilla)-, quiero rendir homenaje al aguardo de monte/piedra. Por ello, traigo al blog diferentes colgaderos que supusieron para mí, el inicio de esa gran afición que, cincuenta y tantos años después, sigue tan viva  e intacta como en aquellos tiempos -década 50/60-. Desgraciadamente, en la citada finca, por diferentes motivos, a fecha de hoy, no queda prácticamente ni una patirroja, por lo que colgar allí, en estos momentos, no tendría sentido.

       En la Atalaya, aguardos como el de lo alto del olivar, el de frente a las Carniceras, el de la era, el del castañar, el del olivar de los Navarros, el del rincón de Marín o el de Becerra, fueron puestos, construidos a la vieja usanza y en los que dí mis primeros pasos como ayudante de jaulero al lado del abuelo.

        Por aquellos entonces, en un terreno no muy grande como era y es La Atalaya - sobre 90 has-, anualmente, los aficionados a la jaula, que por entonces no eran muchos, se divertían de lo lindo. Había perdices por doquier y, además, de "pata negra". Con lo que las veces que se daba el puesto, que era cuando el trabajo lo permitía, no como ocurre en la actualidad, en la mayoría de ellas se tiraba y, lo que es mejor, se hacían reclamos de bandera, porque había condiciones para ello.

       Mis recuerdos sobre ellos se pierden en la lejanía del tiempo, pero puntualmente podría contar con pelos y señales, como ya lo he hecho en algunos relatos, algún puesto puntual con el abuelo y Facultades, su gran reclamo, como protagonistas. Igualmente, el estruendo del vuelo de las patirroja en su "viaje" hacia la plaza, acompañado por el clásico pichó, pichó..., eran  momentos, y todavía lo son, difíciles de olvidar 
No hace muchos días y con motivo de la saca del corcho, después de bastantes años, he puesto los pies sobre lo que un día fueron unos formidables cazaderos para la perdiz con reclamo y una sensación de inmemorables recuerdos y gratísima añoranza me ha invadido por completo. Durante un buen rato, he estado sentado sobre una de las piedras del puesto de Becerra y, mientras miraba al infinito, mi mente ha volado en el tiempo en busca de maravillosos momentos vividos al lado de quien fue mi maestro en esta noble afición. Facultades, Boliche, Cocherín..., Litri y Chamaco, Platanero y Morita, Manolillo y Enriquito...., los abuelos Rita y Vicente, el tío Juan y, por supuesto, mis progenitores son nombres propios que me vieron crecer y, gracias a los cuales, disfruté de lo lindo cuando más se necesita. Las historias del abuelo, contadas una y mil veces, junto a la chimenea de la casilla, sembraron en mi esa semilla  de amor a la naturaleza, además del de la caza, que sólo los afortunados, como es mi caso, sabemos de su importancia.

    A continuación, desgloso los diferentes puestos a los que hacía mención anteriormente. Es obvio que, de ellos, hoy, sólo queda el lugar y la arboleda -alguna de ella bastante crecida-, ya que el monte bajo que la acompañaba, en mucho de los casos, desapareció por completo hace años.
En primer lugar, vista actual  de unos de los puestos de Becerra tomada desde dos ángulos opuestos. En la primera, sobre el fondo, estaba el aguardo. En un primer momento era de piedra y luego, al final, de monte. En la segunda, tomada desde lo que fue el aguardo, se puede observar lo que en su día era la plaza. Al final de la misma, sobre las piedras que están a la derecha de la encina, estaba el farolillo. Siempre fue un magnífico colgadero y las perdices de la zona, muy valientes.



Este segundo colgadero también estaba en la zona de  Becerra, justamente, en el lado opuesto al anterior.  Curiosamente muchos pájaros de los que se abatían en él se venían de vuelo desde un castañar que había enfrente


El que viene ahora estaba en un antiguo castañar cercano a la casa. Era el remedio ideal para echar el rato cuando había mucha tarea y poco tiempo libre.


Los tres que vienen a continuación estaban en la zona de olivar. El primero, en la linde norte, el segundo frente a Las Carniceras y el tercero, en una antigua era. De este último guardo inolvidables recuerdos, porque fue en él en donde, siendo un niño, el abuelo le mató tres "pipis" a Facultades que estaba colgado en el  tronco del olivo que tiene forma de V en la última imagen. 




Los tres siguientes son: el del rincón de Marín, el del  Cerro de en medio y el del olivar de Los Navarros. Del primero también guardo estupendos recuerdos.



   
       Pues todos los puestos citados y otros muchos de los alrededores supusieron para mí el principio de una afición que perdura a día de hoy. Han cambiado muchas cosas, pero el reclamo sigue ahí como verdadero protagonista. Algo debe tener cuando es tan difícil acabar con él.
      
        Para finalizar, y a modo de reposición, cuelgo dos enlaces de relatos ya publicados en este blog, en los que aparecen los puestos del Era y del rincón de  Marín -Facultades y Biennacido-.




martes, 17 de julio de 2012

MAL COMIENZO DEL DESCASTE.





           Este sábado hemos dado la primera cacería de descaste en nuestro coto “La Dehesa de Enmedio” de Puebla de Guzmán. El resultado de la misma ha sido simple y fríamente descorazonador. Hemos echado tres manchas entre once escopetas y sólo hemos conseguido doce conejos. Para echarse a llorar y, máxime, en una finca con casi cuatrocientas hectáreas, veinte comederos fijos con trigo todo el año, cuidado y vigilado al máximo y sin excesivas alimañas. Es más, el año pasado, prácticamente, casi ni cazamos los conejos con la idea de que hubiera “madre”.
Es verdad que la madrugada estuvo fatal con un viento norte infernal y así continuó durante la cacería y por la estructura del coto esto es fatal, pero la realidad fue una escuálida docena de conejos. Eso sí, aparte de los lepóridos, conseguimos abatir una pareja de raposos que nos criaba últimamente en la finca. Curiosamente, los dos primeros que se matan en una jornada cinegética en los diez años que llevamos en la finca.




Pero es más, desgraciadamente se ven muchas colleras de perdices solas, lo que significa que, al igual que el año pasado, desgraciadamente, no han criado todo lo bien que debieran.

Esperemos que las próximas cacerías “pinten” mejor, ya que aunque no se hizo buena percha, rastros  y madrigueras tomadas, sí hay por todo sitio.


Lo que sí está claro es que, un mal día de caza, no significa no echar un buen rato de mesa y charla


miércoles, 11 de julio de 2012

YA ESTAMOS EN PUNTA UMBRÍA.


Este año, por diferentes motivos, hemos retrasado nuestra llegada a Punta Umbría, pero, desde ayer, ya estamos en esta preciosa playa onubense para huir de los calores de la capital. Nos han acompañado, como no, mis seis reclamos y nuestra téckel Tania. A partir de ahora y hasta que volvamos a Huelva, no nos prodigarenos mucho en el blog por problemas de conexión a internet.
Sin embargo, lo meteorológico no se corresponde con la época del año: no fresquito, que hasta puede ser normal en la cercanía del mar, sino frío. Frío de taparse por las noches y abrigarse a primeras horas de la mañana.
Así de "bonita" estaba la playa esta mañana. Las "florecitas marinas"invitaban poco al baño.


domingo, 8 de julio de 2012

LA LEY DE MURPHY



            Quiero dedicarle este relato, totalmente verídico en la idea principal, a mi buen amigo José Antonio López, gran aficionado a la caza en general y a la mayor en especial.

        Había dudas si se celebraría la montería, porque la mañana se presentaba plomiza y amenazando agua. Debido a ello, el camino que nos condujo desde Huelva a Calañas fue un monólogo entre mi hijo Pablo y yo sobre lo desagradable del ambiente en esas primeras horas de aquel domingo de noviembre.

            Cuando llegamos, el salón de la  Sociedad de Cazadores estaba de bote en bote. No era para menos, puesto que la mancha Los Marcos, por sus buenos números de años anteriores,  era un buen reclamo para todos los monteros lugareños. Así, charlas, cigarros, cafés y copas eran los aperitivos en los que todos los presentes andaban “atareados”.  Mientras tanto, idas y venidas a la calle para ver como se presentaba la “orilla” era lo que ocurría cada dos por tres.

       Poco después, la ya tradicional furgoneta del panadero ofreciendo su maravilloso pan serrano y los medios de masa dura era la señal de que aquello empezaba a tener buena pinta. Sólo una fina llovizna nos indicaba que la mañana tomaba buen rumbo, pero que había que ir bien equipado por si la jornada decía agua va.
            El sorteo nos deparó una buena alegría: una armada de cierre y la puerta contigua a la del postor; es decir, lo que siempre, en principio, se sueña antes de coger la papeleta del sorteo.
         Sin embargo, luego más tarde, no fue fácil el acceso a la puerta, ya que tuvimos que atravesar varias veces un arroyo bastante crecido por las últimas lluvias. Por consiguiente, aunque íbamos bien preparados, el agua nos llegó hasta el dedo chico del pie y, así, con aquella humedad metida en el cuerpo, deberíamos estar todo el día.
            Al final, tras una larga y empinada subida, nos encontrábamos en la puerta que nos había tocado: una media ladera con toda la mancha de norte a sur frente a nuestros ojos. Aun así, Pablo no estaba contento. Tenía claro que, si teníamos la suerte de que nos entrara algo de frente, las muchas puertas situadas en la orilla del arroyo difícilmente permitirían que la res llegara hasta nosotros.
            El tiempo transcurría y la llovizna que nos había acompañado desde que nos colocamos en nuestro sitio había cesado por completo y unos tímidos rayos de sol se asomaban por encima de los pinares de la sierra que teníamos enfrente. Pero, en lo cinegético, poco o nada se movía por nuestros alrededores, a no ser algún que otro perro puntero en su continuo deambular por la mancha siguiendo algún rastro fresco. No obstante, con el paso del tiempo, el estruendo de los disparos se iba haciendo cada vez más cercano, al igual que el tintineo de los campanillos de los diferentes componentes de las rehalas. Al fondo, perros y perreros empezaban a dejarse ver, señal inequívoca de que la montería estaba llegando a nuestras posiciones.
            Desde nuestra puerta íbamos observando cómo los bichos que se levantaban de sus “lugares de descanso”, o se volvían para atrás, o bien bajaban a todo tropel hasta el arroyo para buscar el escape en la mancha contigua. Allí, los monteros que estaban apostados en sus correspondientes puertas dieron comienzo a una enorme “traca” que parecía no tener fin. Podíamos ver, con todo el dolor de nuestro corazón, cómo las reses siempre tomaban otro rumbo diferente al que nos gustaría. Muy a nuestro pesar, cochinos y venaos, como si se lo dijeran, nunca enfilaban hacia donde nos encontrábamos, sino que se giraban y tomaban otros rumbos, para satisfacción de las puertas anteriores a la que ocupábamos.
            Sin embargo, cuando la jornada montera tocaba a su fin, casi desde donde la vista no lo permitía, pudimos observar cómo tres descomunales venaos ponían el punto de mira hacia donde nos encontrábamos  e, inexplicablemente, sorteando todos los disparos que les venían encima, desde los diferentes puestos, cada segundo que iba pasando, estaban más cerca de nosotros.
            Tres o cuatro puertas anteriores a la nuestra, fue el final de uno de los tres cérvidos, lo que nos dio que pensar que los dos que quedaban con vida nunca llegarían hasta nosotros y, máxime, cuando dos posturas anteriores, su ocupante abatió a un segundo y más que “apañaete” venado.
            Todo parecía tocar a su fin porque, el último, el mayor de los tres y precioso ejemplar, con una cornamenta de envidia,  se dirigía irremisiblemente hacía la “puntilla” que le propinaría el montero que nos antecedía en la armada. Pero no fue así, silbaron tres ensordecedores disparos, pero no encontraron blanco, y aquel ágil y veloz cuadrúpedo espoleado por las cercanía de las proyectiles se nos acercaba casi sin “tocar suelo”.
            Como yo no era montero, no podía ponerme en el pellejo de mi hijo Pablo que sí lo es, pero mi cuerpo era todo un flan, y cuando aquella enorme res apareció por medio del monte frente a nuestros ojos, a mi corazón se le habían disparado todos los resortes, puesto que contar mis pulsaciones, en aquel instante, hubiera sido ardua tarea.
            Lo cierto fue que aquel portentoso y bellísimo ejemplar, quizás sorprendido por nuestra presencia, al darnos la cara, se quedó frenado en seco a no más de cincuenta o sesenta metros. Ante tan inesperada situación y casi soñando despierto con aquel regalo del cielo que se nos presentaba, respiré hondo y aguanté como puede el tirón, mientras Pablo, lentamente, apuntaba con todas las ganas del mundo a aquel inmenso y primoroso ciervo.
            Aquellas décimas de segundos se me hicieron eternas. Era como si mi cuerpo se hubiera paralizado por completo. Sin embargo, cuando sonó aquel inesperado e inoportuno “clic” del punzón, hizo que, de nuevo, mi corazón casi se me saliera del pecho por lo que acababa de ocurrir, mientras nuestro objetivo, al escuchar el intempestivo fallo del Browning 7mm de Pablo, pusiera tierra de por medio a una velocidad de vértigo. Tan es así que, aunque mi hijo volvió a cargar el rifle en un santiamén, no pudo ser. En primer lugar, porque nuestro “sueño” cogió toda la cuerda del viso y no le pudo disparar para no herir a ningún montero de los que estaban apostados enfrente y, más tarde, porque el venao descendió aquella empinada barranquera a mil por hora y medio tapado con la vegetación del lugar. Por consiguiente, aunque, instantes después,  le disparó dos veces, el que podía haber sido el trofeo de su vida – una cornamenta simétrica de gran grosor con palma abierta y dieciséis puntas si la vista no me falló-, salió indemne de la situación ante la cara de asombro y de tonto que se nos quedó a los dos. Era obvio que la Ley de Murphy quiso recordarnos que existe, aunque no creamos en ella. Su rifle, casi nuevo, nunca había tenido la más mínima pifia, excepto en el momento que menos falta hacía que así ocurriera. No podía haber sido en otro momento,  tuvo que ser aquel día y ante aquel bello y hermoso ejemplar. Estaba claro que su enorme trofeo no estaba destinado a ser colgado del salón de su casa. La descompuesta y angustiada mirada de mi hijo lo confirmaba.
            Instantes después, con la amargura todavía dibujada en nuestros rostros, un buen venadete de ocho puntas se paseó por delante de nosotros. Pero esta vez, Pablo prefirió no echarse el rifle a la cara. La estampa del anterior todavía estaba fresca en su retina.



miércoles, 4 de julio de 2012

UNA TAREA QUE SE HACE COMO ANTAÑO: LA SACA DEL CORCHO.




        La tecnología y el progreso han hecho que muchas tareas agrícolas-ganaderas, aun consiguiendo el mismo fin, hayan dado un giro de 360º en cuanto a los mecanismos y formas de llevarla a cabo. Otras, por el contrario, siguen a pie juntillas el proceso tal cual se han realizado desde siempre. Pues bien, una de estas labores no es otra que la tradicional saca del corcho. Sólo mínimos detalles, y en algunos lugares o terrenos, la diferencian de como se llevaba a cabo hace un siglo, por poner una fecha.

Sobre este curioso proceso, tengo que decir que, en estos últimos días, me he trasladado en compañía de mi madre y mis hermanos a la finca de los abuelos Rita y Vicente, "La Atalaya", en el término municipal de Constantina (Sierra Norte de Sevilla), la tierra que nos vio nacer.

                                                                                                  Casa de la finca.
El descorche se realiza cada 9 ó 10 años según situaciones y no consiste en otra cosa que el quitarle a los alcornoques la capa de corcho que envuelve a sus troncos. Dicho proceso se lleva a cabo con pocas herramientas: hachas, unos palos con punta para ayudar a despegar el corcho del tronco, azadones para quitar la zapata -resto de corcho que queda cerca del suelo-, escaleras y unos navajas especiales para cortar el corcho en planchas.


Dos tipos de hachas diferentes para descorchar.




    Normalmente el descorche de un alcornoque se hace por colleras; es decir, dos escorchadores. No obstante, si el alcornoque es muy grande, la tarea la efectúan entre varios de ellos. Todos los operarios que trabajan en una saca están bajo el mando de un encargado o manigero

       La extracción del corcho de cualquier alcornoque se empieza por la parte baja del mismo, quitándole un anillo de un metro de altura aproximadamente. Luego, se continúa hacia arriba hasta llegar a las ramas. Si es de primera saca, al corcho se le llama bornizo y si es de segunda, segundero.

Distintos momentos de la saca de corcho. La primera imagen es de un alcornoque joven. Las cuatro siguientes son diferentes momentos de una jornada. La última muestra la mula utilizada para transportar el agua para beber.







         Lo que sí ha cambiado, es  la forma de transportar el corcho desde donde se saca hasta las pilas de almacenamiento para su posterior traslado a las fábricas en camiones de alto tonelaje. Antes, lo llevaban a cabo los arrieros con burros y mulos. Hoy, con los avances, se hace de forma mecanizada. Hace años, también se pesaba en cabrias -trípodes para llevar a cabo tal función con romanas-, pero hoy, dicha tarea se lleva a cabo en grandes básculas para calcular la carga de los grandes camiones.

Imágenes del transporte del corcho hasta la pila, cargado del camión y pesado del mismo en la báscula




    Mis hermanos Juanvi y Adolfo junto al que suscribe. La segunda imagen muestra a parte de la familia en el salón de la casa del campo.




lunes, 2 de julio de 2012

FRASES PARA ESTE MES. JULIO 2012

        
    Para este primer mes de vacaciones, sirvan estas dos citas para reflexionar sobre la naturaleza.

       "Ante los jueces puedes mostrar misericordia. Pero en contra de las leyes de la naturaleza, no hay apelación" (Arthur Clarke, escritor y científico inglés).

        "Una sociedad que decide organizarse sin una ética mínima, altruista y respetuosa de la naturaleza, está trazando el camino de su propia autodestrucción" (Leonardo Boff, filósofo y ecologista brasileño).