Son tantas las ansias y ganas de inaugurar la
temporada que, cuando ésta comienza, la gran mayoría de las veces no se suelen
cumplir los objetivos que teníamos en mente. Reclamos y patirrojas camperas casi
nunca corren paralelos a lo que tenemos proyectado. O bien fallan los pájaros de
jaula o bien falla el campo y, en numerosísimas ocasiones, los dos. Y como
decía el otro, no es ser pesimista, sino realista. Huelga decir que lo anterior
está basado en querer ser un poco lógico y no conformarse con apretar el
gatillo, sin reparar en lo que abatimos y como se abate. Pues no debemos olvidar que nuestra modalidad cinegética, si la miramos desde el punto de los
valores que la sustentan, no debe cimentarse en el número de perdices de la percha, sino en
la calidad del lance.
Pues bien, hecha la introducción, vayamos a lo
sucedido en la primera semana del periodo hábil, aclarando antes y precisando
que, una cosa es escribir y otra estar dentro del puesto, pues yo soy el
primero que comete errores y, consiguientemente, ni soy un pajaritero de pro,
ni sé más que nadie y, por supuesto, no estoy libre de crítica, Dios me libre.
Pero, con todo ello y muchos fallos más, me gusta compartir con los muchos
compañeros que se acercan por mi blog. Por eso sigo al pie del cañón y su
trabajo tiene. No existe otra pretensión
Para empezar, decir qué, como casi siempre, por
una razón u otra y, en especial, por la pertinaz sequía, las patirrojas
camperas no se encuentran en condiciones de mantener disputas con nuestros reclamos.
Poco cante y menos decisión para entrar en plaza es lo normal o, al menos, así
lo veo yo. Que se va picando, pues sí, pero no como deseáramos, pues la mayoría
de los que se acercan a la plaza entran de careo o curioseo. Y lo peor del caso es que me parece que esta situación no va a cambiar mucho. Las patirrrojas no ha tenido otoñada y mucho me temo que cuando se le den dos capotazos...
En cuanto a los reclamos, y en lo referente a
los míos, tengo que decir que, como temporada tras temporada, unos andan más o menos en condiciones y otros,
con muchas esperanzas depositados en ellos, fatal, como en toda "casa de vecino". Entre los primeros se puede
hablar de Chimenea, D. Benito, Ribera, Ariza, Repinto y Pechín. En un segundo plano se encuentran el Veinticinco, Cristeño, el de Matuloso y Panderón. Para finalizar, con suspenso
absoluto, han empezado el Alpujarreño que
como es normal en él es una pájaro para ya comenzada la temporada, Montija, Salmerón, Quinteño, el Ronquillo y
Calatraveño. De todo ellos, Montija me
ha decepcionado sobremanera, pues en su tercer año, no ha abierto el pico en dos
puestos que le he dado, cuando en las temporadas anteriores, aun aplastándose un par de veces al principio,
consiguió sobreponerse y salir adelante con nota, principalmente en el final del periodo hábil anterior.
En resumen, de los que he abatido en los tres días que he ido al campo en esta semana, solo una
pareja, una hembra y un macho han llegado al farolillo con verdadero ímpetu. El
resto y, principalmente, las hembras, un poco a verlas venir y otras muchas veces se fueron como llegaron, pues no
era de recibo el abatir a quien entró sin la más mínima intención de pelea o "dialogo" con el que se encontraba en el repostero.
Seis momentos de la primera semana. La primera toma nos muestra a Ariza en el tanto cantando de mayor. en la segunda se ve a Cristeño recibiendo a una hembra que le canta. la tercera nos muestra a D. Benito con un macho abatido a su lado. En la cuarta se ve a Pechín cantando con una hembra abatida. En la quinta se aprecia al de Matuloso y un macho que va de paseo, aunque engallado, por los alrededores. Por ultimo, la sexta nos muestra a Ribera con una pareja expectante a sus pies.
Eso sí, como parte fundamental de cualquier actividad cinegética, las tertulias de chimenea no han faltado, pues sin ellas ningún tipo de caza tendría sentido. Lances, anécdotas y bromas, todo aderezado con el calorcillo que deja un buen vaso de vino, no pueden faltar, como de hecho así ha sido, máxime, cuando se está en compañía de buenos pajariteros y grandes personas, como es el caso del coto El Mortiño.
En esta foto cedida por el amigo y compañero Manolo Somoza, se nos puede ver al grupo en el que falta Juan Francisco Morón, que hizo la foto. El resto, de izquierda a derecha Manolo Morón, Manolo Monescillo, José María de Vayas, Pepe Soto, Manolo Somoza, Joaquín López - sentado- y un servidor.