viernes, 28 de mayo de 2021

EL CONFESIONARIO



Dos imágenes de recibo distinto. En la primera se ve al Alpujarreño recibiendo de pico y como una estatua. En la segunda, Cantalejo cuchicheando y recibiendo hinchado de plumas.


    No tengo que decir mucho sobre lo que es un confesionario porque todos, con casi total seguridad, habremos pasado por él. Y, como sabemos de sobra…, lo que allí se dice, allí se queda. En esta línea y buscando un paralelismo con la afición cuquillera, una vez que estamos solos en el aguardo, aunque seamos lo más puristas y del mejor proceder del mundo, muchas veces habremos “pecado”, porque sabíamos  de más que nadie se iba a enterar de lo que allí ocurría. Por tanto y al hilo del anterior artículo, en donde el amigo Vicente Hurtado deja claro que cada reclamo, por más que nos empeñemos, recibe de una forma, quiero puntualizar que una cosa es lo que pensemos que se debe hacer y otra bien distinta, lo que hagamos en un momento determinado. Para ello, me voy a poner como ejemplo, aunque sé que lo que voy a exponer no es una isla en el desierto, aunque, como todo el mundo bien sabe, cueste decir: “Padre…., me acuso”.

 

De esta manera, a mis casi setenta años, he dado puestos en aguardos de piedra, de monte, con portátil, dentro de construcciones abandonadas, en medio de un rebujón de jara o de jaguarzos, detrás de un troncón de encina -u otros representantes de la flora mediterránea- con cuatro ramas por encima, en hoyos en la tierra y así podría contar cientos de situaciones por las que he pasado. Es más, en ellos, a veces, he permanecido mucho tiempo o, por el contrario, por necesidades del guion, pocos minutos porque no había otra. Por tanto, es obvio, que si he “toreado en tantas plazas”, he cortado orejas y rabos y, cómo no, me “han silbado” por lo mal que lo había hecho. Pues decir que siempre he triunfado, sería una autentica falacia a mí mismo y a los demás.

 

Una vez aclarado lo anterior y siguiendo con lo del amigo Vicente Hurtado sobre el recibo, tengo que decir que, al igual que él ha compartido en el escrito anterior el nombre de una serie de reclamos y sus distintas formas de comportarse ante la entrada de patirrojas en plaza, el que suscribe tiene que decir que como no hay dos pájaros de jaula iguales -máxima irrefutable-, por más que nos empeñemos, el que sea de una forma lo será siempre, por más que nos empeñemos en cambiarlo, excepto en contadas ocasiones. Por tanto, aunque nos guste el recibo de pico y sin moverse, eso no quita que Fulanito, Menganito o Zutanito, aunque no reciban de tal manera, dejen de ser menos pájaros, no. Y digo no, porque los he tenido, al igual que Vicente, de multitud de estilos de recibir y han sido muy buenos pajaretes, si no punteros, sí reclamos que dieron -y mucho-, el avío. Y no se olvide nunca que una cosa es lo que nosotros queramos y otra bien distinta el temperamento de cada ejemplar. Es más, aunque sea una quimera, ¿se le ha preguntado alguna vez a una patirroja, cómo le gusta que la reciban al entrar en plaza?

 

Consiguientemente, he tenido en mi ya larga trayectoria como pajaritero, reclamos que han recibido de pico sin moverse y cuchicheando, titeando, cloqueando... Otros, con algunos movimientos -incluyendo el obispillo tocando la cúspide de la jaula y el pico en los cordelillos- y con música como en el caso anterior y, por supuesto, otros que recibían con bulanas que no cabían en la jaula y con mínimo canto…

 

 ¿Qué cuál ha sido mi proceder en el caso de moverse y de las bulanas? ¿Esperar y esperar y, al final, no tirar? Pues no, y tengo que decirlo. No me he ido de ligero en ningún momento, ni he sido gatillero -aunque, a veces, también lo haya hecho-, sino que cuando he comprobado que no había manera, tras muchas cuelgas, le he tirado lo que entraba en plaza porque comprendía que aquel determinado reclamo era tal como se mostraba y, además, entendía que era su forma de recibir.

 

En resumidas cuentas, recibir, como decía en mi libro Con la jaula a cuestas, es según el diccionario de la RAE: “salir a encontrarse con alguien para agasajarle cuando viene de fuera” Y no le demos más vueltas. ¿Qué a todos nos gusta que nuestro reclamo reciba sin moverse, de pico y con canto casi inaudible?, por supuesto. Pero… ,¿y si no es así, qué hacemos, aun sabiendo que nuestro pájaro recibe de otra forma, pero ha metido a las camperas en plaza? Pues yo lo tengo claro y sin mirar para la posible percha, tiros a él. Primero, ver si corrige el vicio de las bulanas o danza de jaula, pero si no hay forma y es pájaro aceptable, zambombazos. Eso sí, si no hay canto, aunque sea mínimo, en plan escarolas, hinchados como globos, incluso con actitud amenazante o intimidatoria, debe ser que no, pues eso ya no es lo que hablamos. Pero..., si el no caber en la jaula o con curiosos movimientos o gestos, se le acompaña con el cante, entonces sí.  Y ojo…, esta es una “confesión” personal. Luego…, caún, caún.

 

Y vuelvo a repetir: qué primero hay que intentar que el pájaro de la jaula reciba de pico y tratar por todos los medios de no tirarle la caza cuando esté inflado como un globo de feria y sin decir ni pío, totalmente de acuerdo. No obstante, como dije antes, hay temperamentos y temperamentos y, basado en esta verdad incontestable, si el que está en repostero mete a las perdices en plaza, es porque algo, bien en forma de gesto o de pico, les dice. Y eso, al menos yo, entiendo que es una forma de recibir. De hecho, hoy día con los célebres receptores de sonido, más de una vez nos habremos dado cuenta que lo que pensamos que era ni decir ni pío, se transforma en una inaudible canto de recibo.

 

Para ir finalizando, un buen amigo ya con sus añitos encima y cuquillero de pro, al hilo del artículo anterior, me comentaba que uno de sus mejores pájaros, con muchas perdices “soñando” a sus pies, incluso soltaba algunas plumas de las vueltas y restregones que se daba en la jaula al recibir. Pero tenía un no sé qué que metía a las patirrojas en plaza con una facilidad pasmosa.

 

 Y como punto final, tengo que decir que siempre he tratado de, al principio, no disparar cuando el recibo es de pluma, pero si el proceder del reclamo de turno no es maleable al cien por cien y es un pájaro que planta al campo ante él, siempre lo he tenido claro, le he tirado la caza. Por citar un ejemplo de este tipo de ejemplares, Gitano -un reclamo que pasó por mi jaulero hace ya algunas décadas-, fue un fiel reflejo de ello, como apunté en el relato que publiqué delante del de Vicente. Y supongo que en el confesionario del puesto, más de uno y a más de dos se le habrá escapado el gatillo con recibo de pluma u lo que sea.

 

Y como decía el otro: ¡ay si los puestos hablaran…!

 


viernes, 21 de mayo de 2021

EL RECIBO


Hoy traigo de nuevo al blog una reflexión/artículo del amigo Vicente Hurtado sobre lo que él entiendo por recibo en plaza, aunque haya muchas formas de entenderlo y justificarlo.

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       Seguramente este sea el aspecto que más conversación tenga dentro de esta afición nuestra.

Creo que, desde que aparecieron en escena las redes sociales, lo que respecta al recibo se ha sacado bastante de madre, antiguamente se hablaba del recibo en todas las tertulias, pero se hablaba con más flexibilidad, ahora han salido opiniones para todos los gustos y señores, que se consideran “grandes doctores” del reclamo, sientan cátedra sobre cómo tiene que recibir un pájaro.

¡¡¡Estos señores pretenden decirle a un animal vivo, con instintos ancestrales y propios de su raza, cómo tiene que comportarse cuando vea venir al enemigo!!!

Estos señores repiten una y otra vez: “el pájaro tiene que recibir tieso y de pico, todo lo que no sea eso, no es recibo”.

Resulta también curioso (al menos, a mí me lo resulta), que muchos de los aficionados que afirman categóricamente este tipo de cosas, sean de los que tienen poco tiempo para cazar y, como consecuencia de esto, tienen pocas horas de puesto, con lo que su experiencia en “la doma” de los reclamos es muy corta.

Como no puede ser de otra manera, yo respeto esa opinión, pero no la comparto.

Y no la comparto porque, como he dicho antes, el reclamo es un animal que está vivo y tiende a comportarse con arreglo a lo que le dicta su genética, de tal manera que si nosotros pretendemos cambiarle su comportamiento podemos correr el riesgo de romper un pájaro extraordinario.

Creo que es mucho más sensato dejarse ir con el comportamiento instintivo del reclamo para, con el paso del tiempo y el crujir de la escopeta, que él vaya dándose cuenta de que no son necesarias tantas “alegrías” en el recibo.

Soy de los que piensan que recibo es todo cante o gesto que el reclamo use para conseguir meter el campo en plaza y, una vez que éste entre, que esté centrado en la jaula y en la pelea.

Ese hecho, el que el campo esté centrado en la jaula y en la pelea, es lo que indica que el reclamo está diciendo lo que tiene que decir para mantener embelesado al campero hasta que decidamos tirarlo, a partir de ahí lo mismo de válido es que esté recibiendo de pico y tieso como un garrote, como que esté hecho una pelota dando vueltas en la jaula y no le escuchemos decir nada (lo que no quiere decir que no diga), el resultado  es el mismo, el del campo  ensimismado peleando con él.

 A mí, como a cualquiera, me gusta un pájaro que reciba sin mover ni una pluma pero, tengo que reconocer, que me gustan bastante más los que moviéndose mucho, son capaces de meter al campo en plaza y de fijarlo en la pelea hasta que decidamos tirar porque creo que tiene mucha más dificultad y encanto esto segundo que lo primero.

De entre los pájaros que he tenido

-MATIAS: Flemático, no se movía, siempre recibió de pico.

-CAMILO: Tieso, con el pico hacia arriba, siempre recibió de pico.

-ECIJANO: Tieso, pujado, siempre recibió de pico.

-RONDANO: a los machos los tomaba doblado al esterillo con el ala derecha en escudo y recibiendo de pico, a las hembras a todas titeando, si entraban juntos recibía al macho.

-ALTUBE: Siempre de pico y derecho como una vela, pero raramente acudían.

-FULGENCIO: Dando vueltas y trechas en la jaula, no se oía recibir, cuando llegó la tecnología comprobé el titeo que formaba ¡con razón no se le iban! El pájaro que le hizo 41 lo tomó derecho y ya no se movió más.

-MONTORO: Según venía el enemigo, así recibía.

-VIOLINES: Derecho y de pico.

-PANAERO: Derecho y de pico.

-GRANAINO: Derecho y de pico.

-PAREJO: Siempre recibió derecho y de pico.

-LAGARTIJO: Según venía el enemigo.

-MACHAQUITO: Moviéndose siempre mucho y de pico.

-CHIMENEAS: Dos celos y medio del tercero, moviéndose mucho, luego se paró él solo y recibía derecho y de pico.

En consecuencia y después de todo lo dicho, estamos ante una modalidad en la que por ser tan personal y usar como reclamo un animal vivo,  con su carácter y su ADN., no podemos pretender que dos y dos sean cuatro salvo en contadas excepciones.

 

                                           Vicente Hurtado Navarro