Una sugestiva imagen de una pareja en plaza, mientras el reclamo les titea |
Lo que parecía hace dos meses que
no llegaría nunca ya es historia. La temporada 2020 de la caza de la perdiz con
reclamo ya ha tocado a su fin en algunos lugares de nuestra geografía y en
otros enfila la recta final. El paso cansino de las agujas del reloj cuando se
ansiaba que se diera el pistoletazo de salida se transformó en una carrera a
velocidad de vértigo. Los minutos, horas y días han pasado volando y, por lo
tanto, las cuarenta y dos jornadas del periodo hábil se han esfumado en un abrir y cerrar
de ojos. Y no solo eso, sino lo que es más importante, ya estamos pensando en la
próxima temporada sin darnos cuenta real que en ello va un envite importantísimo:
el acortamiento de nuestras propias vidas. De esta manera, temporada tras
temporada cumplimos años casi sin darnos cuenta. Así, el que suscribe, cierra
los ojos y vuelve la vista atrás y parece que fue ayer cuando acompañaba a su
abuelo Vicente a dar el puesto. Sin embargo, de eso ya han pasado la friolera
cantidad de más de sesenta años, y casi no me he dado cuenta. Lo que viene a
confirmar lo del “el tiempo vuela”. Tan es así que decir que ha acabado
la temporada es como una simple gota de agua en el océano.
Pues bien, este final de la
temporada que concluye para muchos, entre los que me encuentro, ha sido, como
casi siempre, un despropósito total, cuando hablamos de patirrojas autóctonas,
pues con las condiciones meteorológicas actuales, ¿qué se le va a pedir? Si con
dos veces que ha llovido en estos cuarenta y tantos días y una calor, por
momentos, más propia de mayo/junio queremos que nuestras perdices rojas salvajes
estén medianamente buenas, es estar en otro mundo. Es obvio que lo de las patas
mojadas de las patirrojas para que se encuentren en su sazón, no es una locura,
pues el tomar tierra, como ha ocurrido en casi todo el periodo hábil, bien
sabemos que es lo peor que puede ocurrir. Es más, curiosamente, al menos por
estas tierras, el Andévalo onubense, no ha habido ni una sola helada en
la temporada de reclamo, situación impensable hace unos años. Lo que da que
pensar que con esta bonanza de lo meteorológico la puesta está a la vuelta de
la esquina.
En el día a día tengo que decir
qué en esta quincena y unos días en Toledo, como no podía ser de otra forma, ha
habido de todo. Días buenos, regulares y malos al igual que la actuación de los
reclamos. Pero es lo que hay y lo sabemos. Pero el salir al campo con nuestros
perdigones a echar el día en contacto con la naturaleza y, de camino, si
cuadra, tirar alguna patirroja, bien de campo o bien de granja es de lo que se
trata. Por consiguiente, con estas premisas, no me puedo quejar, pues he vivido
buenos lances, apretando el gatillo o sin tirar, y buenos ratos con los amigos.
Cuatro lances de estos últimos días. En el primero se ve a un macho ensañado con otro abatido momentos antes. En el segundo se aprecia el momento justo de una carambola. El tercero nos muestra a un buen campero dando vueltas alrededor del reclamo. Por último se puede ver a un campero entrando en plaza.
Para ir finalizando este artículo
y mi blog, mi rincón particular durante 10 largos años, tengo que decir, porque
es de justicia hacerlo, porque los tiempos cambian y porque bajo ningún
concepto quiero dejar atrás esta opinión, aun pudiendo estar equivocado, que
quien escribe este artículo, yo, al igual que otros muchos, defendemos a
nuestra perdiz roja salvaje a muerte, pero eso no quita que ninguneemos a la
perdiz de granja, ni en el campo, ni en la jaula. En el campo porque, con el
paso de los años nos iremos dando cuenta que no hay otra, pues la autóctona,
con lo los planteamientos de hoy día, no se sostiene y, si no, tiempo al tiempo. En
cuanto a la perdiz de granja enjaulada, si dudaba hace años, hoy lo tengo
claro. Puede haber pájaros jaula de campo y pájaros de granja, pero que los
salvajes son mejores que los criados en cautividad, nada de nada. Por
consiguiente, independientemente de su procedencia, ha habido, hay y habrá
reclamos buenos, regulares y malos. Lo demás, al menos para mí, son historias.
Consiguientemente, no tiremos por tierra a la perdiz criada en cautividad, no
sería justo.
Ahora y hasta que llegue la próxima temporada es tiempo de reflexión sobre la que ha concluido do o está en sus momentos finales. Ver lo que se ha hecho mal para ponerle remedio en futuros años y muy importante: hay que dar baja a todo pájaro de jaula que no reúna condiciones y, debido a ello, tener muy claro que lo que se muda será el jaulero del año próximo. Por tanto,
no dejemos lo que no valga la pena, ya que perderemos tiempo y espacio para
posibles sustitutos, pues, lo malo, por mucho esmero y mimo que pongamos, nunca
se mejorará con el tiempo.
Como punto final, Saludos a
todos/as y Dios regale muchos años a nuestra perdiz roja y a nuestra ancestral
forma caza y, por supuesto, muchas gracias a todos los que han visitado o
visitan este blog.