martes, 30 de marzo de 2021

CONVENIENCIA O NO DEL USO DE LA ESTERILLA O ESTERILLO.

 

                  Imagen de dos esterillas. Una de cáñamo (izqda) y otra de esparto

Entre los muchos enseres o pertrechos relacionados con la caza de la perdiz con reclamo, se encuentra uno de ellos conocido con el nombre de esterilla, esterillo, suelecillo, zalea, capacho, baleo, alfombrilla, pealillo…, según el lugar de la geografía española donde nos movamos. Pues bien, la esterilla -nombre que yo utilizo para nombrarla-, no todo el mundo está a favor de su utilización, puesto que, como se puede ver en numerosos vídeos, leer en diferentes artículos y tratados sobre esta modalidad cinegética o escuchar a aficionados, unas veces se usa y otras no. Por tanto, hay quien piensa que es conveniente que las jaulas la lleven cuando se sale a dar el puesto y, por el contario, hay quien piensa que es mejor no utilizarlas.

  Por consiguiente, este círculo de esparto, cáñamo, pita, palma, moqueta… que los que están a favor como yo ponen en el interior de sus jaulas, sobre el suelo de las mismas, cuando van a cazar el reclamo, no siempre es santo de devoción de los aficionados, incluso se puede hablar de zonas en donde por tradición no se utilizan, simplemente, porque nunca se ha hecho, como un día me comentaba un buen amigo mallorquín.     

Sin embargo, el que suscribe piensa que es importante su utilización por varias razones, tales como las que a continuación enumero:

  1.- El reclamo está más cómodo cuando lo llevamos a la espalda o en la mano, camino del puesto.

  2.- A la hora de recibir al campo, puede moverse con más libertad y seguridad dentro de la jaula.

  3.- Con ella se pueden evitar los impactos en el reclamo de plomos rebotados o trozos de piedra como resultado de los tiros.

  4.- Con ella se pueden evitar fracturas en las patas, si el reclamo en un movimiento cuela dicha extremidad por medio del cordaje del fondo de la jaula.

  5.- Al igual que la funda, da oscuridad al reclamo, con lo que al ponerlo en el tanto será más fácil que cante en cuanto se le quite la sayuela, siempre que hablemos de un reclamo que haga las cosas bien.

  6.- Durante el traslado del reclamo, tanto al ponerlo en el suelo de la casa como en el coche, habrá que recoger menos deyecciones.

  Pues bien, por las particularidades reseñadas y algunas más que se podrían añadir, creo que la esterilla es beneficiosa usarla cuando salimos al campo o trasladamos a nuestros reclamos de un lugar a otro, al igual que la usaron mis ascendientes y maestros en esto del reclamo. Por supuesto, como no podía ser de otra forma, hay que aceptar teorías contrarias a la que expongo en este artículo y que fundamentan que es mejor no usarlas o, que, por tradición, no se usan en un determinado lugar.

  Eso sí, si decidimos o estamos a favor de contar con ellas, solo debemos emplearlas, única y exclusivamente, durante el periodo de tiempo que transcurra desde que le pongamos la funda al reclamo, el que esté en el repostero y la vuelta, una vez concluido el mismo.  Más tiempo, no, puesto que, si no lo hacemos así, las esterillas se llenarán de deyecciones y nuestros reclamos se pondrían las patas hechas una porquería, con lo que ello supone. De hecho, he conocido aficionados que las llevan puestas al campo y se las quitan cuando vuelven a casa e, incluso, se las dejan días y días, con lo que terminan para tirarlas a la basura.

  Para finalizar, decir que son fáciles de conseguir en el mercado -la calidad ya es otro tema, a día de hoy- o hacerlas personalmente, cosa no muy complicada para quien sea un poco manitas, circunstancia que se da bastante entre los aficionados al reclamo.

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viernes, 26 de marzo de 2021

LA CAZA

                                      Imagen cedida por el autor del artículo.

        Hoy, en el apartado de colaboraciones, traigo al blog este artículo sobre las sensaciones que tiene el autor del mismo sobre las diferentes modalidades de caza que practica.
                                                       ooo O ooo

“Porque todavía algunas partes de nuestra geografía, siguen en plena temporada de cuquilleros, quiero escribir algo sobre la caza.

Ejerzo todas las modalidades, bueno casi todas. Al salto ya no, por dislocaciones en una pierna que rompí tibia y peroné y también tobillo, inexcusablemente cazando. Esas lesiones han abreviado mis condiciones físicas y no puedo seguir a las perdices ni conejos. Son las limitaciones producidas por el accidente de caza.

Dicho esto, sí quiero decir que ejerzo la montería, la media veda, el zorzal, la paloma de invierno y por supuesto la caza de la perdiz con reclamo, para mí, la caza más extraordinaria que concurre y que daré las doctrinas más adelante. Estas modalidades sí puedo practicarlas ya que se llevan a cabo desde puesto fijo.

Todas las modalidades para nosotros los “cazaores”, como expresaría Luis Chamizo, te precipitan el corazón y te avivan las neuronas transportándote no sé yo donde.

La caza del zorzal en una mañana serena es indescriptible, oír aún de noche los primeros que transitan con su clásico chip, chip, chip, te acelera el cuerpo anhelando que venga la clara del día y emprender el vaciado de la canana para abatir al común, al alirrojo, al charlo y al real.

La media veda en esas tardes veraniegas de los cuarenta grados, aventurados a la sombra de un matorral o pantalla en un rastrojo esperando que brote la tórtola con su zigzagueante vuelo para echarte la escopeta a la cara ambicionando abatirla, si lo consigues la complacencia es inmensa pues es el tiro por excelencia.

La paloma de invierno quedando puesto a boca de ribero o en plena dehesa y ver esos grandes bandos esperando que alguna se despiste y entre al puesto para apreciar el “cebollazo” después del disparo tiene un encanto que solo los cazadores sabemos que es.

La montería. Junto con la caza de la perdiz con reclamo, es la modalidad que más literatura tiene, son muchos los escritores que sobre estas dos modalidades han escrito páginas y páginas que luego encuadernaron en preciosos libros.

 Estar en un collao, en un sopié, es un cortadero o en una traviesa, a la espera de oír un venao rompiendo monte, ver las palas entre las jaras de un gamo, el romper del jabalí con su clásico “jociqueo” gruñón, un muflón intentando huir entre los canchos en el testero de enfrente. Todo esto son los lances que los cazadores intentamos tener la suerte de poder producir cada vez que salimos de montería, lances que ampararemos en nuestras retinas por mucho tiempo.

La caza de la perdiz con reclamo, como he dicho más arriba, para mí es la esencia de todas las modalidades cinegéticas. De alguna manera la estamos cazando todo el año, aunque apenas son dos meses los que poseemos para sacar nuestros reclamos, digo que la estamos ejerciendo todo el año porque todo el año estamos pendiente de nuestros enjaulados, mimándoles, ayudándoles con la muda, hablándoles y mirándoles cada día. Es un binomio perfecto al que llegamos con nuestros reclamos, hasta tal punto que llegan a conocernos hasta por las pisadas.

Colgar en el pulpitillo al alba un pollito,  a expectativas de que las camperas echen sus primeras coplas con apenas visión y ver la reacción de tu pollito es algo que acrecienta esta caza, esencialmente por las esperanzas depositadas en el pollito que has estado custodiando y mimando los meses anteriores. No siempre, más bien casi nunca, la cosa sale como uno quisiera, pue la mayoría de las veces, las expectaciones las ves engañadas al comprobar que el buen pájaro que tanto prometía y que creías tener es un medio-cuchara al que darás alguna oportunidad más, llegando en ocasiones a tener que excluir por no dar la talla.

Colgar en el pulpitillo a un reclamo corriente, de esos hay muchos, pero ya digo corriente, también tiene su hechizo, pues siempre esperas más de un corriente, siempre esperas que vaya superándose, procurando no hacerle ninguna “trastá”, puesto que dentro de su normalidad no consienten ninguna faena fuera de lo establecido, si la ejecutas como aguardista, posiblemente, el corriente tendrá que ir al cajón desastre.

 Casi todo son inconvenientes es esta caza, por eso es tan grande, son diversas las “culás” que te llevas por distintos constituyentes que nombro: El pájaro de la jaula no ha cantado o ha cantado poco. Las camperas no cantan o cantan poco, o se te ponen detrás del aguardo y no consuman a la plaza. El atajo de 0vejas que te atropella. Las vacas que también te atropellan, el esparraguero que hace lo mismo. El ganadero de la finca dando voces llamando a su ganado, Las águilas que aplastan a nuestros reclamos. Las hembras resabiadas. Los machos camperos cobardes, etc, etc. Por eso, quiero decir que a pesar de estos inconvenientes no declinamos en nuestra afición ya que nosotros no vamos al campo por carne, vamos al campo a comprender a nuestros reclamos a ver si hacen como los buenos toreros, una buena faena de esas que hacen los reclamos que son superiores.

Colgar en el pulpitillo un reclamo superior es la tranquilidad, el aguardista entre su plantío sabe perfectamente quienes son los superiores de su plantilla. Sabemos lindamente que ni las vacas, ni las ovejas, ni las águilas, ni el esparraguero, ni el ganadero, ni el aire, ni la lluvia, ni nada de nada desconcertara su trabajo en el pulpitillo. Ya sean hembras resabiadas, machos cobardes, disparos fallados, estos superiores tienen todo cuanto hay que tener en el cortejo y provocación.

 Estos superiores que llegan a estar buscando campo por más de dos horas sin cerrar el pico aun no habiendo escuchado ninguna campera por falta de celo de estás, al final las hacen cantar y las meten en la plaza, pero claro de estos hay pocos, muy pocos.

Esta caza te conserva en inquebrantable alerta, agudizando tu oído, tu vista y tus sentimientos. Esos reclamos superiores que nada más colgarlo te salen por alto en busca de campo, ese curicheo también por alto, ese senseo fuerte y potente levantado campo, esos reclamos de buche, esos piñoncitos suaves, ese recibir con titeo, ese curicheo apenas inapreciable arrastrando el ala hace que se pare el mundo mientras miras a tu reclamo.

        Viva la caza !!!”

                                     Francisco Giraldo Sánchez

lunes, 22 de marzo de 2021

UNA TEMPORADA DIFÍCIL, MUY DIFÍCIL. SEGUNDA PARTE

 

                            Precioso puesto de piedra donde cacé una mañana

 

No es fácil poder defender dos formas de entender o actuar en la caza de la perdiz con reclamo sin que se traten a distinto nivel y, debido a ello, una de ellas salga un poco maltrecha. Por tal motivo, el que haya leído la primera parte del pequeño resumen que hice hace unas fechas de la actual temporada, que para muchos ya ha concluido y que para otros pocos está a punto de dar el cerrojazo, puede entenderse que, en la primera exposición, he hipervalorado a la perdiz de campo y minusvalorado a la de repoblación. En esta línea debo decir que, aunque la diferencia existe y creo que tal aseveración es irrefutable, a continuación tengo que indicar que aunque cada tipo de perdiz ocupa su “status” dentro de la afición cuquillera, no debemos, ni puedo, ningunear a ejemplares de repoblación, puesto que, en muchos casos, aparte de dar un muy buen juego porque, tal precisión también es irrefutable, permiten la posibilidad, debido a que, en muchos casos, no hay otra, de poder seguir practicando una modalidad cinegética tan ancestral como arraigada en el corazón de muchos aficionados.


Es obvio que es muy complicado hacer comulgar con ruedas de molinos a quien tiene claro que cazar perdiz de repoblación/granja es adulterar la grandeza de esta modalidad, pero desde mi punto de vista -ojo sin tratar de convencer a nadie y simplemente exponiendo mi visión personal- debo y tengo que expresar que tal circunstancia no es una afrenta a la afición pajaritera. Es más, se puede disfrutar mucho, siempre y cuando se cumplan una serie de requisitos, pues si no es así, entraríamos en lo que muchos puedan pensar y, de hecho, lo piensan: granja es sinónimo de tiros y percha, por lo que quien caza este tipo de perdiz solo va a apretar el gatillo. Y no es así, al menos, según yo lo veo.


Me explico:


Una finca con una buena gestión y bien cuidada, con perdices de calidad genética soltadas en su momento para que se adapten al terreno, dando los puestos en lugares y momentos que lo merecen, con cupos establecidos, con una actitud del que está dentro del aguardo de pajaritero de verdad, administrando lo que entra en plaza sin que preocupe el cuánto… puede ser una forma más de saborear buenos lances, pues seguro que se darán. Por tanto, sin extenderme mucho, porque el fondo del artículo no va de este tema, tengo que decir que, queramos o no, la repoblación está ahí y si nos ajustamos a lo anteriormente expuesto, seguro que llegaremos al cortijo con una satisfacción acorde con la grandeza de esta modalidad de caza. Si por el contrario, entramos en la dinámica de soltar las perdices en cualquier fecha, incluso poco antes de dar el puesto, colgar en donde primero se ocurra -incluso al lado de comederos- y abatir a quien asome por el tiradero, entonces, sí se gastarán muchos cartuchos, pero de satisfacción, nada de nada. De hecho, solo conseguiremos que quienes no nos puede ver, que son muchos, aumenten su animadversión contra los cuquilleros.


Pues bien, hecha introducción, un poco larga y que todo el mundo cuquillero conoce de sobra, tengo que decir que los ratos de repoblación que he echado esta temporada, aparte de los problemas ya expuestos en el post anterior, me han servido para pasar muy buenas jornadas con los reclamos que empiezan, pues suelo sacar fundamentalmente a quien dan los primeros pasos como pájaros de jaula, pues se escucha bastante el canto de las campesinas y al ser más fácil, aunque no siempre, meter a las patirrojas en plaza, se les puede pegar unos tiritos, porque los reclamos, al igual que los perros, necesitan caza para progresar. Eso sí, sin abusar con el gatillo porque, si así procedemos, aparte de entrar en el mundo de los “mataperdices”, acostumbraremos mal a quienes están en el repostero y cuando la situación se complique, malo.


Pero aparte de proporcionar a los reclamos noveles posibilidades para que se inicien en lo que será su quehacer en el campo, no se olvide que, muchas veces nos damos cuenta que hemos abatido repoblación/granja al tener a los ejemplares en nuestras manos y observar el escobillado de sus alas porque en la valentía y estructura general o fenotipo no se nota absolutamente nada. Es más, algunos machos entran en plaza como verdaderos gladiadores y cuando van pasando los días y se constituyen las parejas, muchas veces, no tienen nada que envidiarle a las de monte.


En esta línea he podido disfrutar de lo lindo con varios pollos nacidos en cautividad: Bienvenido, Marchena, Dorao y Sierranorte, especialmente con el segundo, un pollo de la granja Sierra del Castril que atesora unas cualidades, para mí, más que buenas, principalmente la de la suavidad y quietud en el recibo, aparte de salir a levanta cobija como dicen por la zona donde nació y de un trabajo sin desmayo. Pero es más, este pollo, antes de llegar a mis manos, por error, fue a parar a otra persona y con posterioridad a MRW de Córdoba, donde fue cuidado a instancia de un empleado de dicha empresa de Baza, José Miguel. Más tarde, tras enterarme de lo ocurrido y contactar con él para que me lo reenviasen a mi domicilio y tras charlar ambos un buen rato sobre la cuelga, porque su progenitor es pajaritero, me dijo que le pusiera por nombre Marchena, porque así se llamó el mejor reclamo que tuvo su padre. Por supuesto, y ante el exquisito proceder de José Miguel, desde ese momento quedó “bautizado” con el nombre artístico de tan famoso cantaor de flamenco y de la localidad donde nació.


Además y para ir concluyendo solo decir que los pájaros de suelta, esta temporada, debido a las continuas lluvias, han estado bastante aceptables a la hora de entrar al reclamo, por lo que al final de veda, que ha sido cuando ha existido la posibilidad de cazar por la cuestión de la perimetración de algunas localidades, no estaban muy placeados ni habían tomado tierra, con lo que se dejaban querer porque, aunque se piense que es fácil, cuando estos ejemplares están malos, no hay quien los haga meter en plaza. Por tanto, como al César hay que darle lo que es suyo, si me he divertido -aun con los muchos problemas que hemos tenido-, cazando perdiz autóctona, como expresé en la primera parte del resumen de la temporada, con la de repoblación no ha sido menos porque, aunque no he salido lo que yo hubiera querido, ya que no ha podido ser, en los días que lo he hecho, no me puedo quejar.


Tres lances con perdiz de repoblación y una preciosa imagen de una arroyo corriendo.







Para finalizar, tengo que puntualizar que, aunque un poco más extenso de lo que debiera, en este artículo he querido dejar bien claro que aunque siempre he tirado al “monte”, no puedo dejar de comprender que la repoblación está ahí y se quiera o no es lo que hay y así debemos aceptarlo. Por consiguiente, con ética cuquillera y sabiendo donde se va -pues no todas los acotados de repoblación son iguales-, se puede salir con la cabeza muy alta a dar el puesto en terrenos de este tipo porque no todo aficionado, por multitud de situaciones diferentes, puede acceder a fincas de perdiz autóctona o salvaje.


jueves, 18 de marzo de 2021

ACORRALADO

               De nuevo, en el apartado de colaboraciones, hoy traigo este artículo/opinión/reflexión que hace Miguel Bulnes, sobre la perdiz de repoblación en lo relativo a la sueltas. Él lo tiene claro, aunque haya quien no comparta su punto de vista.

ooo O ooo


“Ya sé que estoy casi solo, que mi discurso suena a sermón pregonado en el desierto, que pese a mi insistencia en todos los lugares a los que tengo acceso, machaco en hierro frío. Con todo sigo denostando a la perdiz de suelta porque mi experiencia me dice que es la culpable esencial de que la salvaje vaya desapareciendo. Yo no la llamo gallina, para mí es una especie de ganado doméstico y como tal se rige por las pautas que los humanos imponen para su explotación y su posterior beneficio. Y claro, la primera consecuencia inmediata de este tinglado de crianza en cautividad es la falta de querencia en el campo, característica esencial para conformar la genética de la perdiz elaborada a lo largo de los siglos. Así cuando son liberadas y sin condiciones para reconocer nada, se produce un desbarajuste en dónde desaparecen las costumbres que la prístina Alectoris rufa fue ahormando para su supervivencia. Para las recién llegadas no existen dormidas ni espacios para mañanas o tardes con lo que aumentan las posibilidades de ser apresadas y sus campamentos los dictan los sustos producidos y sus inmediatos espantos, de tal forma que se les ha llegado a ver a decenas de kilómetros de dónde fueron soltadas. Van ensuciando el campo, a ritmo y distancia de lo que los sobresaltos impongan, con sus infecciones, tapadas al principio por los medicamentos suministrados metódicamente en la granja, e inoculándolas cuando el efecto se acaba a todo organismo sano. Apenas quedan de las que se sueltan porque muchas se pierden en las lejanías y las que logran salvar la infinidad de obstáculos a los que la Naturaleza les somete, se les acaba la protección que les brindaba las pócimas y desfallecen para algarabía de las alimañas. En ese deambular infectan a las poblaciones salvajes diezmándolas seriamente y si alguna logra no contagiarse lo hará con la próxima suelta o con la siguiente o con una más porque si se quiere “cazar” (pongo cazar entre comillas porque la acción de cazar comprende al conjunto de animales no domesticados antes y después de cazarlos, criar en cautividad es el requisito final para domesticar),  la suelta deberá hacerse todos los años, hasta conseguir el vil exterminio de las oriundas que mis ojos han visto más veces de las debidas. Si observan los cotos industriales, se darán cuenta de que todos los años necesitan soltar miles de perdices, cosa que no sería necesaria si criaran. Si van por alguno recién terminada la temporada de caza apreciaran multitud de perdices que si tuvieran a bien hacer sus nidos y sacar sus polladas volverían a tener miles de ejemplares y no se haría necesario invertir en una nueva hornada de perdices de granja. Al contrario, si el paseo lo hacen en verano antes de que empiecen las nuevas liberaciones podrán comprobar que la multitud ya es escasa casi nula. ¿Dónde quedaron los cientos de perdices que lograron sobrevivir a la temporada? Ustedes mismos. Pero es más, es que será raro el ejemplar que contemplen en las fincas colindantes y más de colindantes a estos llamados cotos industriales. De nuevo ustedes mismos. Habrá quién me diga que haciéndolo con tiento el resultado será distinto, pero con mucho tiento y más lo he hecho yo y puedo garantizarles que mis ojos se humedecen todavía al recordar la barbaridad a la que mi avaricia me llevó a someterlas.

Pregúntense por qué las granjas las proveen de todo tipo de medicamentos. Si se lo preguntan, llegaran a la misma respuesta que yo o que cualquiera que se la haga: lo hacen contra las enfermedades. Que en esos niveles de alta concentración de ejemplares son muchas y con riesgo elevado de transmisión, de modo que si no fuera por los medicamentos, las bacterias, los virus o los parásitos, no dejarían una perdiz viva y las granjas desaparecerían. Ahora cogemos nosotros esas perdices tratadas y las soltamos en el campo, cada una se convierte en un posible vector de transmisión en cuanto se les acabe la protección de la lavativa y mediante las heces en revolcaderos, la saliva en abrevaderos y comederos, la infección de algunas autóctonas está más que garantizada, y esas pocas infectadas convivirán con sus congéneres, como siempre lo hicieron, inoculando a sus hermanas, a su vez, lo que a ellas fue trasmitido, convirtiéndose en eslabones del bucle de muerte introducido.

Con lo de la covid19 la práctica de la caza se ha resentido notablemente y tengo entendido, conforme me cuentan, que más los ojeos, que apenas si se ha celebrado alguno, como consecuencia no han soltado perdices y los perdigoneros que frecuentan esos lugares, se quejan amargamente de que apenas pueden mostrar a sus reclamos alguna descarriada, incrédulos ellos ya que cubrían muchas de las jornadas por docenas.

Una de las quejas de los perdigoneros que abandonaron o que nunca han cazado la perdiz salvaje es que  si no fuera por las sueltas no podrían cazar la perdiz con reclamo. No puedo estar más en desacuerdo. Se cambian los objetivos. En vez de matar un centenar como se hacía antes de la venida de las intrusas, se conforma uno con una decena o media, o menos si hace falta, guardando las supervivientes como oro en paño, en espera de volver a recuperarlas. Yo el año pasado tiré una cifra muy respetable y que no digo para que no suene a alardeo, después de varios años esperando, y este año la pandemia impedirá alcanzar dicha cifra pero tenemos perdices para haberlo logrado sin temor a un retroceso en su población aunque rezando siempre porque las indeseadas no nos visiten. Cada vez estoy más acorralado y en ocasiones entiendo que es muy fácil sucumbir a esas perdices dopadas que ponen muy pocos peros a la hora de entrar a la plaza. Argumentan los defensores de este sucedáneo de perdices que los reclamos no piden la identidad de las mismas a la hora de entrar en la plaza, ¿cómo la van a pedir si la que tienen no respeta ninguna frontera entre territorios marcados durante milenios por las campesinas? Con toda sinceridad podría obviar ese comportamiento distinto de no estar convencido de que influyen decisivamente en la progresiva desaparición de las aborígenes y en tal circunstancia no puedo más que denostar a quién infringe semejante atropello.

En todo caso seguiré predicando en el desierto mientras mis ojos sigan siendo ojos porque ven, créanme si les digo que con el deseo íntimo de que no vean y poder decir que estoy equivocado”.


                                            Miguel Bulnes Cercas.

 

domingo, 14 de marzo de 2021

UNA TEMPORADA MÁS, PERO DIFÍCIL, MUY DIFÍCIL. PRIMERA PARTE

 

Imagen de Ronquillo en un puesto de tarde en La Dehesa

Difícil, no, más que difícil y muy complicada temporada en todos los aspectos. Y aunque al final, veamos multitud se similitudes en lo que es el fondo de la caza del reclamo con otras muchas anteriores, ésta que toca a su fin en algunas zona y finiquitada en otras se lleva la palma, pues, los problemas de contagios/salud y desplazamientos relacionados con la increíble pandemia que nos está afectando no se puede dejar al lado, debido a que todos, de alguna manera, la hemos padecido y ahí seguimos. Por tanto, y sin entrar en muchos planteamientos de cómo ha ido la temporada, en el fondo, ha sido, como un día mi primo Jerónimo Lluch, publicó en la revista Trofeo Caza: UNA TEMPORADA MÁS, pues, aunque el desarrollo y transcurrir de este periodo hábil ha sido distinto, lo importante, cuando estamos en el puesto, ha seguido más o menos parejo. Eso sí, al menos por esta zona de Andalucía, provincia de Huelva, ha llovido como no lo hacía en muchos años y, como todos bien sabemos, tal circunstancia para  la caza del reclamo es importantísima.


Y todo ha seguido siendo igual, porque nuestra modalidad cinegética hace muchos años que ya no es como era, pues casi todo ha cambiado, aunque vivir de recuerdos no se debe, porque lo que importa es el hoy y lo que tenemos ahora.


En esta línea, que es la que hay, porque no hay otra, el campo autóctono, el poquito que queda, está como está, puesto que, como bien sabemos los que llevamos años en esta afición, la patirroja de hoy, por más que nos empeñemos, no es ni parecida a la que hace años poblaba cualquier rincón de nuestra geografía. Puedo estar equivocado porque es una opinión personal, pero la valentía, la gallardía, la suspicacia, la intuición, la defensa de su territorio…, características que se les atribuía en otros tiempos a nuestra perdiz roja, en las fechas que corren, al menos en lo que yo conozco, ya no es para echar horas y horas de tertulia hablando de estas peculiaridades de nuestra Alectoris rufa. Pero…, como es lo que hay, con ella hemos tenido que lidiar, como ha sido mi caso, con muchos reveses, pero también con algunas satisfacciones, pues no se olvide que perdiz salvaje y perdiz de repoblación, son dos mundos totalmente diferente.


Pues bien, yo que “trabajo los dos palos”, tengo que decir que nuestra patirroja de campo, aun no siendo lo que era, sigue siendo el alma mater del reclamo y, cuidado, he escrito por activa y por pasiva mi inmenso respeto a la perdiz de repoblación y futuro de la caza del reclamo, pero por más que queramos, comparar no se puede, debido a que sería como intentar que el jamón blanco fuera como el “pata negra”.


La perdiz que hoy habita los pocos rincones de nuestra geografía donde todavía subsiste y que podemos hablar de ella como de “monte” o autóctona, ante todo, lo primero que hace es poner a los reclamos en su sitio y, consiguientemente, a muchos de ellos con estadillos más que cuantiosos de perdices abatidas, los deja a la altura del betún. La perdiz salvaje es la que da al reclamo la denominación de origen, pues pájaro punteros o de bandera, vuelvo a repetir, con todos mis respetos, no se pueden evaluar en terrenos de repoblación, aunque muchas veces haya que descubrirse con muchos de sus ejemplares. Y en esta línea, el que suscribe, ha tenido que mirar para otro lado con reclamos que habían dado un gran rendimiento en años anteriores, pero en “plazas de segunda”. Por tanto, en esta temporada que ya pasa a la historia, después de varias placeando poco autóctono por pura gestión de finca, ha habido cuantiosas bajas de quienes yo creía que eran más que “mediascucharas”. De hecho, aunque no tengo que decirlo, porque por todos es más que sabido, la patirroja montesina es la que aprueba o suspende al reclamo. Aquí no se trata de gatillo, sino de satisfacción por la grandeza de los lances, por supuesto, sin estadillos, porque tal circunstancia sería impensable. Y es obvio que, el que no sirve, con este “ganao”, no da la talla y, a las primeras de cambio, canta la gallina. Consiguientemente, han sido bajas en mi jaulero reclamos con bastantes pájaros a sus pies, pero tengo claro que lo que no sirve en donde tiene que servir, para mí está de más.


Por tanto, huelga decir que la selección, base de un jaulero más o menos en condiciones, no conoce de estampas bonitas o música celestial, sino de pájaros que dan la talla y meten al campo en la plaza, no hay otra. Si no es así, como ya ha quedado escrito en este blog, podemos tener pájaros preciosos con mil recursos de pared, pero más que deficientes cuando están en la mata. Debido a ello y sin citar nombres de los mismos, hasta bastante más de la mitad de con los que empecé han pasado de manos o han ido a parar a una zona preparada para tal fin en un coto de repoblación donde cazo.


Para terminar esta primera parte dedicada a la perdiz autóctona, solo decir que el reclamo que tiene madera, proceda de donde proceda, da la talla con la “ganadería” que le toque y desde el primer día. De hecho, Utrera, alicortado de hace dos temporadas por un vecino que no es cuquillero y al que se lo adquirí en noviembre y Marchena, pollo del año de una granja granadina que lleva poco tiempo en esto del reclamo -algún día contaré el porqué de dicho nombre, pues es una curiosa historia-, han destacado sobremanera en este primer año en mi jaulero. Esperemos que no tuerzan su rumbo, porque las expectativas que tengo con ellos son máximas, principalmente en las distancias cortas, que creo que es donde se ve al reclamo que marca las diferencias. Además, Ronquillo y Fabián, aunque este último se botó una noche y le han quedado secuelas en la intensidad del canto, han continuado en muy buena línea. El resto, hasta nueve, unos marchan y otros han aprobado y tienen buena pinta en todos los momentos del puesto.


Algunas imágenes de la temporada con perdiz de monte o, al menos, de lo que se le supone. En primer lugar, Fabián, Ronquillo y Utrera recibiendo al campo y luego cuatro tomas de otros tantos machos de campo.









miércoles, 10 de marzo de 2021

DE LAS PRUEBAS SIN ESCOPETA Y SU RESULTADO.

            Hoy, nuevamente, traigo al blog un artículo de opinión del amigo Vicente sobre el campeo de pollos con anterioridad al comienzo de la temporada.

000 O 000

Como viene siendo costumbre en mí me gusta campear mis pájaros sin escopeta, mi padre ya lo hacía y yo sigo haciéndolo.

Este año he tenido varios aprendices de segundo celo, en concreto he comenzado la temporada con seis (cinco hermanos criados en casa y otro regalado de un amigo), estos son el resultado del estrío realizado el año anterior en el que -después de terminar la veda-, dedico varios días a ver los pollos con el campo y seleccionar aquellos que tengan un comportamiento más acorde con mis gustos personales, normalmente me quedo con los pájaros más fuertes, son los que menos problemas me suelen dar después.

Resultado de este cribado son estos seis pollos de segundo celo.

En el momento de escribir esto me he centrado en tres (los otros estaban más flojos al inicio) y, dado el tiempo lluvioso con que empezamos, no era aconsejable jugársela para perder puestos habiendo ganao cantarín en casa y dos pájaros hechos de bastante calidad.

Empiezo la temporada colgando al B/5 (aún no tiene nombre), un pájaro muy serio y al que siempre que lo he sacado de pruebas, se le ha venido el campo.

Tal como le quité la sayuela salió reclamando y se quedó en piñones, se agarró con el campo y –media hora después-, ya tenía pájaros a cargadero, se le vino una collera de vuelo a los que tomó perfectamente, le tiré primero el macho y, un rato después la hembra. Se quedó muy bien.

Varios días después le di otro puesto y pasó prácticamente lo mismo, collera de vuelo a los tres cuartos de hora, primero  tiré el macho y después la hembra.

En ambos casos ha cortado los tiros de los machos. Ha roto al oír a la hembra y no ha cortado los tiros de éstas.

Ya veremos cómo sigue progresando, por ahora va muy bien.

Su hermano de nido, el B/4, ha cogido el mismo camino (éste me gusta más), es un pájaro fuerte, recio en el recibo (le hace fiestas a las pájaras), y muy constante en el trabajo. A este le he dado tres puestos y ya tiene tres colleras tiradas, siempre el macho por delante.

Al igual que su hermano, corta el tiro del macho y se queda al humo con el de la hembra.

Estoy muy pendiente de los avances de estos dos pollos, son serios y recios como para tener los dedos cruzados.

He sacado también a Filemón, el pollo que me regaló mi amigo. Este pájaro proviene de Cardona, criado por un señor en su casa que tiene varias colleras y los cría por gusto, después se los vende a los amigos a precio de cubrir gastos y vuelta a empezar.

Este pájaro salió el año pasado (de pollo), dos puestos le hice, tirándole una collera en el primero y un macho en el segundo, con lo cual tenía el camino enseñado.

Es un pájaro muy trabajador, pero reclama poco y eso no me gusta, prefiero pájaros que canten por alto mucho.

La cuestión es que le he dado un puesto y se vino con dos machos tirados, sin hacer ningún tipo de extraño en la escopeta. Cuando me salí del puesto no cortó siquiera, siguió cargando sus tiros perfectamente.

Lo que se llama un pájaro de gusto.

En estos tres “aprendices” y un par de puestos a don Adolfo se centra, hasta el día de hoy, la temporada.

En el coto de la sociedad del pueblo solo damos seis puestos en semana, con lo que en cuanto se cruzan algunos problemas que te impiden salir a cazar, se jode el asunto y te vas quedando sin puestos. Como contrapartida favorable, hay que comentar que tenemos muchísima perdiz y eso ayuda a los pájaros nuevos a crecer.

El asunto es que estos tres pájaros, se han colgado sin escopeta -desde pollos-, un montón de veces.

Recuerdo que el 14/06/20 por la tarde, sacamos al B/5 del terrero (en el que llevaba desde abril), nos lo llevamos al campo, salió llamando de inmediato y acabó metiendo una collera en plaza con la mayor solvencia.

El 23/09/20 saqué del terrero a Filemón, me lo llevé al campo y se le vino una banda con ocho pájaros, todos de vuelo, se llenó aquello de pájaros y tuvo para todos.

En fin, lo que vengo a comentar es que yo no creo que a los pájaros les ocurra nada por sacarlos sin escopeta a campear, más bien al contrario.

Resultado de estos campeos es que el pájaro sepa a lo que va, que no se estrese en el coche, con la sayuela, etc., etc., en definitiva que vayan al campo nobles, eso ya es un gran adelanto en el comportamiento del pájaro.

Hay quien comenta que no es bueno sacarlos sin escopeta porque, si viene el campo, no podemos tirarle. Efectivamente, eso es así, pero es que cuando vamos con la escopeta hay muchas ocasiones en las que el campo viene, pero no termina de cumplir en plaza y no podemos tirarle, sin que por ello el reclamo deba estropearse y si lo hace, solo hay que pensar que era un mochuelo, con lo que –cuanto antes lo haga-, menos tiempo nos hará perder.

En uno de los puestos que le hice a don Adolfo se le subió una pajarita en el chueco del olivo y, una hora y cuarto después, se bajó por detrás y se fue por donde había venido, al reclamo no le pasó absolutamente nada.

En fin, en mi opinión personal, el campeo previo les viene muy bien a los pájaros.

Pero claro, como en todos los órdenes de la vida, para eso está la cabeza del que tiene que pensar: para observar el comportamiento de sus reclamos y saber lo que interesa hacerles en cada momento.

                                                      Vicente Hurtado Navarro

 

sábado, 6 de marzo de 2021

LAS MATEMÁTICAS NO SON COMPATIBLES CON EL RECLAMO

 

La caza en general nunca se ha regido por patrones medibles fijos porque, aunque haya circunstancias contrastadas, algunas de las veces, la realidad no se ajusta a cuestiones cuantificables. De hecho, tanto en la caza mayor, como en la menor, aun teniendo fundamentos donde apoyarse, en momentos puntuales, lo que se pueda ver como un futuro éxito, termina siendo un auténtico fracaso, aunque también es verdad que la actividad cinegética, en alguna de sus modalidades, cuando se desarrolla de acuerdo con la cantidad de ejemplares cazables que pueblan un determinada finca, los resultados varían poco con la previsiones que se puedan hacer con anterioridad a una determinada jornada cinegética. De esta manera, si asistimos a un ojeo, en donde hay perdices por doquier, lo normal es que si hay “escopetas” de primer nivel, se hagan buenos números. Igualmente, si se participa en una montería en donde una especifica mancha reúne un determinado número de reses, la correspondiente junta de carne recibe una cantidad de ejemplares que se ajusta bastante a las previsiones que se hicieron con anterioridad.

Ahora bien, cuando se habla de la caza de la perdiz con reclamo, las matemáticas fallan estrepitosamente. Aquí, aunque se puede algún día acertar, casi nunca dos más dos son cuatro. Y no lo es porque nuestra ancestral forma de entender y practicar la caza  de la perdiz está influenciada por tantos factores y circunstancias que lo que debería ser blanco la gran mayoría de la veces no lo es, incluso ni parecido.

Para cimentar mis palabras, quiero comenzar por el alma mater de la afición cuquillera, el reclamo, pues un ejemplar de jaula no es como una escopeta que nada más hay que verlo para saber su calidad, no. Un pájaro puede ser una pintura y con una música celestial y no servir ni para “freír” un huevo. Por el contrario, un perdigón feo, destartalado y con música deficiente puede ser un figura. En esta línea, un reclamo puede estar todo el día sin cerrar el pico en la alcayata y ser mudo en el cazadero, ser una gallina en el jaulero y un gato en el repostero, comerse al mundo en la casa y aplastarse en el campo, no tomar un alambre en la pared y guitarrero en el campo…. Es decir,  un reclamo puede ser un fenómeno en nuestro domicilio y un auténtico mochuelo en la mata, pero que lo tengamos en cuenta, también puede ocurrir justamente lo contrario.

Siguiendo con el reclamo, también hay que decir, que a la hora de adquirirlo, si no es a prueba, se suele fallar con más frecuencia de la cuenta, pues, lo que parece no lo es y, al que ni lo miran, por ofrecer un aspecto más que regular, puede tener madera de pájaro puntero. 

Luego una vez en el campo, se han vivido tantas situaciones inverosímiles que, lo de las matemáticas, aunque se diga que es una ciencia exacta, aquí yerra. Y si no, sirva esta decena de situaciones como botones de muestra:

1.- ¿Cuántas veces hemos ido a un cazadero bien situado, con una gran oída, con bastante campo en las inmediaciones y con un buen reclamo y no hemos vuelto al cortijo con un sofocón de categoría o, por el contrario, hemos dado el puesto en el lugar menos indicado con un principiante para ver lo que hacía y ha resultado un lance del quince? 

2.- En la línea anterior, ¿cuántas veces nos hemos metido en el puesto y, poco después, viendo lo que hay en los alrededores, pensamos en el puesto de nuestra vidas, para terminar echando diablos por la boca?

3.- ¿Cuántas veces llega a nosotros un reclamo desechado, aunque no es normal, y, luego, resulta que llega a ser un pájaro excepcional?

4.- ¿Cuántas veces hemos llevado a un amigo para que vea la calidad de un reclamo y ese día nos da una auténtica “mocholada”?

5.- ¿Cuántas veces tenemos en el repostero a un figura y no es capaz de meter en plaza a ninguna patirroja y, por tal motivo, vamos al coche por un “mediacuchara” y antes de ponerlo tiene al campo dándole vueltas?

6.- ¿Cuántas veces hemos dejado un gran pájaro a una amigo o compañero, aunque tal circunstancia haya quien diga que no debe hacerse, y cuando vuelve de dar el puesto nos dice que ha estado fatal?

7.- ¿Cuántas veces vamos a un colgadero pensando en una buena percha y volvemos de bolo o, por cualquier motivo, vamos, con perdón, al “cagaero” del coto y hacemos el “agosto”?

8.- ¿Cuántas veces hemos ido a  un paraje donde no se caza el reclamo o se hace en muy contadas ocasiones  y a las patirrojas no hay quien las haga entrar en el tiradero. 

9.- ¿Cuántas veces colgamos en un día fenomenal de sol, temperatura y viento y no nos comemos un pimiento y otras veces, con lluvia, agua, ventolera… presenciamos un lance para no olvidar?

10.- ¿Cuántas veces, por cuestión de las prisas, colgamos a la carrera y de cualquier forma y las montesinas entran en plaza sin deparar en nada o viceversa?

Pues bien, todas estas circunstancias anteriores, alguna que otra más y otras muchas referentes a la meteorología, a las molestias de las labores ganaderas o agrícolas, a las rapaces  o alimañas, al tránsito de personas, vehículos o animales… hacen que las matemáticas no corran paralelas con los resultados de la caza de la perdiz con reclamo.

Eso sí, como no todo va ser fiasco en esta ciencia exacta, pues, matemático es que un buen reclamo sale de cualquier sitio, que el buen reclamo desde los primeros puestos lo es y que el pájaro puntero es el que mete a las camperas, con más o menos esfuerzo, en plaza o,  lo que es igual, al que se le tira caza. Por el contrario, los “cantamañanas” siempre lo serán, por mucho que se le haga y se les cuide y, por tal motivo, mientras antes se les dé larga, mejor que mejor.

Y ya para no hacer más largo el artículo hay que puntualizar que en estos fallos matemáticos es donde reside la grandeza de la afición cuquillera. Es obvio que la incertidumbre del qué pasará hace que cada jornada hace que se renueven ilusiones y que cada vez que se sale al campo se haga como si se tratase del primer día. En unas palabras, por muchos contratiempos que puedan existir, siempre se va a dar el puesto como niño con zapatos nuevos.

Para finalizar, decir, porque al César hay que darle lo suyo, que la idea principal del artículo “LAS MATEMATICAS NUNCA CORREN PARALELAS A LA CAZA DEL RECLAMO” es del amigo Alectorix y que, por lo tanto, el que suscribe solo es un mero transmisor de la misma.


martes, 2 de marzo de 2021

LA MANO DE DIOS

 

                           Imagen de Feriante cedida por Paco Giraldo

Hoy, nuevamente, en el apartado de colaboraciones, traigo al blog este artículo, en forma de relato, sobre un reclamo de granja, Feriante, que hace más que feliz a su dueño cada vez que sale al campo.

000  O  000

Fue en el año 2017 en una mañana de domingo, es decir hace cuatro celos. Después de irme un rato a mi cerca y tras terminada la tarea de trastear por el pequeño huerto, pues aún quedaban algunos pimientos de los llamados italianos y alguna que otra sandia morosa por recolectar, llamé a mi mujer y la dije que si nos íbamos a Badajoz a la feria de la caza y me contestó con un “vale, estupendo así comemos por ahí, que hoy no tengo nada preparado”. Así que todo perfecto, pues mi propósito era ver los perdigones que allí se venden y trasladar uno a Ihabernando para aumentar la nómina.

Era el último día de feria y, claro, todo estaría ya muy enmendado, pero al mismo tiempo más barato, pues las empresas expendedoras ese día descienden los precios para llevar de vuelta lo menos posible. Eran las doce en punto cuando aparcábamos en el magnífico parking de IFEBA.

Le expliqué a mi mujer que nos diéramos prisa, ya que apenas quedan tres horas de feria y lo mismo ya no había perdigones para adquirir. Justo nada más entrar, había un pasillo a la derecha dónde se podían ver los expositores de los machos de perdiz, pero la entrada estaba casi colapsada y, para más inri, me tropecé con unos cuantos Viveños (Gentilicio de mi pueblo Ibahernando) que son devotos cada año a la magnífica feria de la caza que tenemos en Extremadura. Mientras yo compartía un rato de “hablaero” con mis conciudadanos, mi mujer se fue derecha al expositor de las perdices, bendita la hora que me encontré con mis paisanos, pues aquello fue como si de una diáspora viveña se tratara, ya que estaban todos allí, o casi todos.

 Inmediatamente, después de despedirme de ellos, me acerqué a los expositores perdigoneros, donde me espera mi mujer mirando unas codornices en esos instantes y vi como varios perdigones tenían puesto, en papel de libreta cuadriculado, vendido, vendido, vendido, por lo que apenas subsistían un par de ellos por vender y fijé mis ojos en ellos. No juzgaban ni altaneros, ni con buenas hechuras, más bien eran broncos y desconfiados. Me critiqué por no haber acudido a la feria el día anterior y así hubiera tenido más opciones de elegir. 

Una vez pasada la pequeña desazón, por no tener ya donde elegir, le dije a mi mujer:

-  Vámonos a ver otras cosas, los dos perdigones que subsisten no me gustan y, además, quería cómprame un chaleco sin mangas de los que abrigan.

Pero…, en esos santiamenes, llegó la sorpresa, ya que mi mujer me dijo:

-   Mira ese del medio, le he dicho al chico que le pusiera el papel de vendido.

Así que lo miré y me aproximé a él, y la historia es que me gustó, pues ni se movió, ni saltó, ni hizo aspavientos. Es más, él también me miró a mí. Fue un flechazo, bueno, fueron dos flechazos, el primero lo tuvo con Toñi.

De regreso a casa, con el perdigón metido en el transportín, el asiento trasero, le investigué a Toñi, qué cómo y porqué había elegido aquel macho. Me contestó que le había metido los dedos por los alambres del expositor y que no paraba de picárselos. Zanjamos ponerle de nombre Feriante ya que había sido adquirido en una feria.

En la temporada 2017/2018, le maté catorce perdices. La siguiente, la 2018/2019, fueron treinta. La pasada 2109 /2020, sesenta y seis y, por último, en lo que va de ésta, ya ha participado en 21 responsos. No es cuestión de gatillo, pero las faenas y lo vivido con Feriante no tienen palabras. Aunque eso es otra historia que, si cuento con el asentimiento del administrador de este blog, contaré próximamente.

                                        Francisco Giraldo Sánchez.