miércoles, 21 de febrero de 2024

LA "FERIA" DEL GURUMELO





                                             Imágenes de gurumelos

Dice el refranero español que “en febrero, el gurumelo; en marzo, el gurumelazo y en abril, el gurumelín”.

Cuando se habla de gurumelo, Amanita ponderosa, nos referimos a una seta endémica del suroeste español que mueve a infinidad de aficionados para su rcolección. Unos por afición y otros por economía (pues hablamos que los primeros ejemplares suelen estar en el mercado a la nada desdeñable cantidad de 50/60 € el Kg, cantidad bastante importante para muchos bolsillos españoles) llenan muchos campos para conseguir unas “pesetillas” o para llevar a casa a tan preciado manjar, pues es base de riquísimas tortillas, potajes, picadillos, o, simplemente, a la plancha con sal, aceite y unos ajillos picados.

                             Precios actuales en el Mercado de Huelva

Por tal razón, ayer me trasladé junto a buen amigo gurumelero, Francisco José Moyo, a un conocido paraje del Andévalo onubense, para observar in situ su “trabajo” y, de camino, intentar tropezar con alguno de ellos, pues es una seta que necesita expertos en la materia pues, quitando los que se pueden encontrar fuera de la tierra, lo normal es que se saquen con un pincho porque todavía no han roto totalmente el témpano para salir a la superficie. Por lo tanto, tal tarea ya no es tan fácil para todo el mundo, sino solo para los expertos. Aun así, como pudimos comprobar ayer, los caminos estaban llenos de coches aparcados y, fueras por donde fueras, había gente con canastos en su búsqueda. Es decir, como una auténtica feria.

Por supuesto, esta ansiada seta tiene en sus “hermanas” Amanitas virosa y verna la parte mortal de la especie, pues un solo ejemplar de cualquiera de las citadas que, además, son muy parecidas al gurumelo, puede acabar, como de hecho ha ocurrido, con una familia entera.

Tengo que decir, para ser realista, que no cogimos gran cantidad porque había mucho seteros buscando, pero sí los suficientes para probarlos y, como no, echar la mañana en contacto con la naturaleza.

Para finalizar, puntualizar que su aparición y auge coincide, en parte, con la caza de la perdiz con reclamo, con lo que más de una vez, los gurumelos han molestado a los pajariteros por lo que ha habido roces entre ambos.

PD. En muchas poblaciones onubenses,  anualmente en el mes de marzo se celebr la tradicional Fiesta/Día  del gurumelo.

domingo, 18 de febrero de 2024

AUNQUE PAREZCA MENTIRA, OCURRIÓ

Imagen donde se indica con la flecha de donde entró la campera

Aunque el año va fatal en lo relativo a la caza de la perdiz con reclamo, situación, que sin profundizar, nadie se explica puesto que ha habido lluvias generosas en su tiempo y temperaturas templadas, ello no significa que en el día a día no ocurran situaciones que, aunque puedan parecer las célebres mentiras de cazador, son tan reales como la vida misma. De hecho, lo que comparto a continuación me ocurrió hace unos días en la finca La Solana de la Corte en el término municipal onubense de El Almendro, con perdiz autóctona, de las no muchas que van quedando en la provincia.

Tengo que decir que en un puesto de sol, tras una hora y media de cantos entre macho y hembra de una pareja con mi reclamo, decido dar por finalizado el mismo porque veo que la collera no se mueve de donde cantaba y el reclamo empezaba a estar cansado de la situación, pues a nadie le gusta realizar un buen esfuerzo y no tener resultados satisfactorios.

Así, tras bastanre tiempo esperando aver qué pasaba, toso dos o tres veces, particularidad que siempre suelo realizar al acabar los puestos, me levanto, le saco el cartucho a la escopeta y comienzo a quitar el ramaje que cubría el aguardo. Y cuál no sería mi sorpresa cuando, estando de pie y a pesar del ruido que estaba realizando, miro para la plaza y observo atónito, como una patirroja sale de la maleza que cubría la parte trasera del matojo y anda un poco hacia el reclamo que la recibía derecho en la jaula y con un bajísimo curicheo.

No hace falta decir que, en cuanto me vio, tras un movimiento rapidísimo, se volvió por donde había venido y entonó el clásico pichó, pichó, pichó… Es más, décimas de segundos después, por detrás del repostero, otra patirroja le siguió en el vuelo y ambas se echaron no muy lejos del reclamo. Señal inequívoca que la pareja que andaba liada con el reclamo se vino de callado hasta donde él estaba atalayado, tras hora y media de dar la lata y ni un paso. Eso sí, aunque me volví a sentar, porque el reclamo seguía cantando y pensando que, a lo mejor, volverían a entrar, ni piaron ni dieron la cara, por lo que minutos después di por finalizado tan curioso lance.

Esta anécdota es una curiosidad más de las que nos guarda nuestra ancestral afición.