viernes, 27 de noviembre de 2020

LAS "LIMPIAS" DE ASPIRANTES A RECLAMO

Lo expuesto en este artículo es  hartamente conocido, discutido, tratado y más que machacado en muchos medios, incluso en este blog.  Pero, aún así, volvemos a tropezar en la misma piedra y la ceguera nos nubla de tal manera que el tiempo, muy preciado por cierto, parece no tener valor en estos menesteres. Guardar incompetencia hoy es tener incompetencia para mañana, no hay otra. Está mil veces dicho, pero no aprendemos, pues seguimos con la misma.

ooo  O  ooo 


             Bellísima estampa en el campo de un pájaro que regalé a los tres años por no dar la talla.

Evidentemente, no es la primera vez que se trata este tema en mis escritos y, probablemente, tampoco será la última. Y no lo es porque, año tras año, cuando se empieza con el recorte, las previas a la apertura de la veda, el periodo hábil y cuando finaliza la temporada o está a punto de concluir, nuestro jaulero empieza a sufrir bajas de ejemplares que, en otro momento, incluso fueron referencia del mismo y con el tiempo nos hemos ido dando cuenta que no son más que auténticos mochuelos. Pájaros que, por circunstancias diversas, nos hicieron creer que podrían servir en un futuro, pero que, al final, lo que siempre se ha dicho mil veces sobre que “el buen reclamo, desde el primer día”, vuelve a hacerse realidad.

 

Es más, esta aseveración que siempre la he tenido clara, no soy el único que la hace. De hecho, en la obra “Reclamos y Recibos: Memorias de un Cazador de Reclamo” de D. Francisco Sánchez-Casas, obra que me regaló en su momento el sobrino del escritor y buen aficionado, D. José Antonio Saúco Sánchez-Casas, en la página ciento catorce y en el apartado dedicado al año 1974, habla sobre el reclamo Mudelo, propiedad del Sr. Saúco, el cual, aunque era un pollo con poco trapío y con aspecto más bien de hembra, el día de su debut dio un gran puesto y el autor le tiró un macho de los de capa y espada. En dicho capítulo, de todo lo que escribe sobre este reclamo entresaco las siguientes palabras. “Los pájaros que van para fenómenos tienen que empezar como el Mudelo y el que no lo haga así no pasará de ser vulgar. Esto no quiere decir que, por excepción, falta de celo u otro motivo, pueda darse lo contrario, comenzar mal y luego poco a poco enmendarse. El pájaro que no demuestre sangre o temperamento al enfrentarse al campo, respondiendo con las músicas adecuadas y, sobre todo, recibiendo y quedándose al tiro, no alcanzará más cota que la de regular”. Como se puede comprobar en la cita que hago del Sr. Sánchez-Casas, tanto él en su momento, como yo en la actualidad, coincidimos en que el pájaro puntero o, simplemente, un buen reclamo, desde el primer puesto debe dar la talla. Lo he recalcado muchas veces y en el manual Con la jaula a cuestas, vuelvo a hacerlo patente.

 

        En base a todo lo expuesto anteriormente, lo peor que debemos hacer y, en infinidad de ocasiones, tropezamos en dicha piedra, es guardar, de un año para otro, incluso desde la compra al primer puesto de una misma temporada, machos de jaula que no muestran condiciones en sus primeros momentos porque, bien por un motivo u otro, creemos que, a la temporada siguiente o en los próximos años, se harán reclamos de primera fila. Craso error comentemos al seguir con ellos.

 

        Así, cuando vamos llegando al final de cada periodo legal de veda  o al finalizar el mismo, empezamos a abrir puerta y a darle largas a quienes nunca deberían haber ocupado lugar en nuestro jaulero. Y no es que con unos meses o un año más se hayan enmendado, sino que vuelven a incidir en los defectos que ya les observamos en fechas pasadas, y lo que hemos conseguido con ellos es perder tiempo y lugar para otro cualquier pájaro que, posiblemente, hubiera servido.

 

     En dicha línea, primeramente comentar, que en las últimas temporadas me he deshecho de varios pájaros, incluso con dos y tres años. Bellos, nobles, con buena música…. Pero en el campo, uno de ellos por un motivo y el otro, por otro diferente, nunca dieron la nota mínima que se le debe exigir a un reclamo. Y lo peor del caso es que cada temporada que finalizaba, yo ya sabía o, al menos me imaginaba, lo que iba a ocurrir, pero esperé otra temporada para ver qué pasaba y, una vez más, porque nunca aprendemos, no acerté en mi decisión. Doce meses después, volvieron a ser auténticos calamidades y, nuevamente, pusieron en práctica las peores faltas que un aspirante a reclamo puede tener, aparte de no cantar o no parar de moverse en el repostero: que cuando se le acerque el campo o, se callen o, reciban de pluma como auténticos globos de feria, pero sin recibir de pico. También es verdad que no se pueden, o se deben, soltar pájaros por un calentón del cuquillero de turno, sino que tiene que ser una decisión muy meditada y asentada en hechos contrastados.

 

        ¿Qué a alguno de ellos, bien arropadito en el repostero, con plazas tapaditas de las que no se ve a las patirrojas de lejos y con campo fácil, se le pegaría algún tiro? Cierto. De hecho, algunos de ellos llevaban sus tiritos, pero de los que no satisfacen a nadie. Sin ir más lejos, a uno de los que me refiero, en Ciudad Real, le entró la pareja de callado, tras un buen trabajo desde que lo puse, los tomó muy bien, le maté el macho en su sitio, cargó el tiro correctamente, pero…, la hembra, tras el disparo, se amparó al lado del aguardo y ahí acabó el puesto. Fue incapaz de volver a cantar. No cabía en la jaula dando vueltas, pero no abrió más el pico. La viuda le canturreaba, pero no se le acercó, porque supongo que le daría miedo nada más verlo.

 

        Pues ejemplos como el anterior se podrían citar muchos y, a pesar de ello, lo pelechamos con la idea de que el año próximo se produzca un cambio que, como bien sabemos, en un altísimo porcentaje, no ocurre. Consiguientemente, nuestro jaulero estará ocupado, en parte, por reclamos que no llegan nunca a ser ni “mediascucharas”. Pájaros en los que creemos ver futuro, pero que nunca llegarán a ser realidades.

 

        Con este panorama, muy conocido por los cuquilleros, aunque normalmente no le prestamos mucha atención, lo mejor es actuar sin contemplaciones: el que no sirve, nunca servirá por muchos mimos y puestos que le demos en buenas fincas. Debido a ello, cuanto antes le demos larga, mucho mejor. Y si nos quedamos solamente con dos o tres, que no nos preocupe, siempre habrá la posibilidad de tropezar con algún pollo con futuro. Perder el tiempo con reclamos que nunca pasarán de regulares y vulgares, como lo recoge D. Francisco Sánchez-Casas en el libro anteriormente mencionado, lo único que nos proporcionarán serán decepciones.

 

Para finalizar, solo decir que siempre es tiempo para quitarse de encima -incluso a los pocos días de una adquisición- a pájaros que, por diferentes motivos, no dan, ni van a dar la talla, aún pudiendo cometer errores. Esperar es no tener los pies en el suelo, pues lo que no sirve, por muy buena estampa o música que atesore, lo que nos aportará es perder el tiempo que podríamos dedicarle a otros noveles. De hecho, hace unos días, me he quitado de encima un pollo que compré  el mes pasado en una pajarería, por no ajustarse  a los patrones que yo exijo. En resumidas cuentas, como dice un buen amigo y colaborador asiduo de este blog: selección antes que espalda para llevarlo o culo para aguantar sus “mocholadas”.



martes, 24 de noviembre de 2020

DON ADOLFO

Nuevamente, el amigo Vicente Hurtado nos trae al blog este original y sugerente relato de sus muchísimas experiencias vividas, nunca mejor dicho, con la jaula a cuestas. Esperemos que no sea el último, porque Vicente, experimentado cuquillero, ha “toreado” en muchas plazas y sabe más que bien de lo que va el tema del reclamo.

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         Para “mi nieto” Pepillo

Como todas las mañanas en tiempo de reclamo acudimos a tomar el café del amanecer al bar de costumbre, pues allí nos reunimos los amigos y nos metemos en esa tertulia de reclamo que tanto nos alimenta a los aficionados, nos contamos los sucedidos, las anécdotas de las cosas que nos van pasando en cada puesto con este o aquel reclamo.

Teníamos ya la temporada mediada y las cosas en el campo empezaban a ponerse más duras.

- ¿Oye, tú no dices que tienes un pájaro muy hembrero?  Me pregunta uno de los amigos.

-Pues sí, así es, por lo menos hasta hoy.

-Pues si quieres verlo con un par de ellas más duras que la rodilla una cabra, te digo donde te tienes que poner y a ver qué pasa.

-Claro que sí, dímelo y esta tarde voy y les pruebo.

- ¿Esta tarde? Pronto me parece, yo estuve allí ayer y no pude tirar ninguna, pero bueno, tú sabrás.

El amigo me explica dónde están las viudas y por donde debo entrarles para no volarlas y estropear el puesto. Estaba claro que aquello era para cazarlo de tarde y, estando ellas bastante puesteadas y con varios tiros presenciados, con más razón.

Me fui con tiempo de sobra para estudiar el terreno bien y, a la vez, evitar que -por ser aquello un lugar muy “a la mano”-, se pudiera presentar alguien antes que yo y diera al traste con la prueba que yo quería hacer.

Dejé el coche retirado del lugar del puesto, pero al lado del camino para que lo viese cualquiera con facilidad, me eché los bártulos al hombro y llegué hasta el olivo que me habían indicado, por debajo del “partior” de Flores, vi el puesto de mi amigo de  la tarde anterior, no me pareció muy oportuno el sitio (demasiado bajo para la tarde), me subí por encima del camino tres olivos, preparé mis trastos y esperé a que dieran las cuatro.

 Destapo el reclamo a las cuatro y cinco minutos, no se había escuchado cantar ni un pájaro en todo el tiempo que llevaba montando el tinglado o esperando.

Don Adolfo me dedica unos piñoncillos y un recibo a modo de saludo, me retiro hacia el puesto y él se calla, me meto debajo del olivo, cierro por detrás, me coloco con comodidad y cargo la escopeta, el reclamo sale por alto, buscando conversación con alguien, llama varias veces y nadie contesta, echa varios piñones sueltos, recios, se queda cuchicheando un ratillo breve y vuelve a llamar…a lo lejos, en el otro lado del camino del Medio, se escucha un macho cantar y se queda dando (una jaula, pensé), según el aire se escuchaba más o menos, casi nada, mi reclamo se agarra con él…vaya por Dios, no hay enemigo…se subían los dos (el otro también estaba solo), en esa “discusión” andaban ellos, yo no observaba ningún indicador de que don Adolfo tuviera enemigo claro a la mano.

A las cuatro y treinta, sin que yo hubiera escuchado nada más que a las dos jaulas, mi reclamo se calla y…gogggg…por fin…ya te ha dicho algo alguna de ellas.

Todo cambió radicalmente, las voces destempladas se acabaron y comenzó un cazar de llamadas arrastradas, piñones sueltos menuillos, cuchicheo poquito y a medio tono…todo vuelto de espaldas, orientado en la dirección por donde ella debería venir, derecho, callado, hinchado, esperándola…vuelta a los piñones sueltos…vuelta al silencio…alguna revolandeta de alegría…llamá arrastrá que apenas sale del pico…silencio…derecho, pujado, sabiendo cazar…

¡Cuánto había cambiado desde que empezó su tercer celo!, entonces no era capaz de sujetar la sangre, se ponía muy nervioso, ahora, la escopeta, lo había ido llevando de la mano y enseñándole que las fiestas había que dejarlas para después del tiro.

A las cinco menos cuarto aparece la pajarita encima del lindazo del “partior”, a la vista de él, pero dos olivos por detrás, empezaba el trabajo de la distancia corta con una viuda tiroteada y áspera para entrar.

No le dedicó ni una revolandeta, se hinchó de plumas, pero se quedó derecho, piñoneando suelto y muy flojo, ella cantaba por alto una vez tras otra, él seguía con sus piñoncitos, ella con sus cantes sin moverse ni un centímetro del sitio…la llamó quebrado, le dedicó un recibo dulzón y casi ahogado…ella no hizo ningún caso…la pajarita no se movía del sitio, no paraba de cantar, un reclamo tras de otro, uno detrás de otro…pero sin mover ni una pata en busca del reclamo…

Entonces utilizó un recurso tantas veces visto antes por mí, se calló…mirándola de frente…se calló…derecho, erguido, hinchado, pero sin decir ni pío…unos minutos que se hacen eternos…ella cantando, ¡¡¡él callado, estatuario, inmóvil, callado…unos minutos de silencio…tan largos!!!

Sin motivo aparente y como quien no quiere la cosa, se dobló al pastelillo y comenzó a titear lo mismo que un poseso, cogió una de las hojas del olivo y la trituró ofreciéndosela cual manjar exquisito a aquella pajarita remisa a pisar plaza (me acordé del Rondano, lo hacía cuando se quedaba sin trigo), aquello fue demasiado, la pájara no pudo aguantar más, se arrancó en carrera y se plantó en plaza delante del reclamo que, doblado en titeo y sin hacer  fiestas de ningún tipo, escuchó el zambombazo (eran las 4’55 de la tarde), se irguió, la miró, abrió las dos alas y rompió haciendo todas las fiestas que antes no había hecho…la miraba pujado, con el pescuezo hinchado de medio lado… vueltas a las revolandetas…goggggg…gogggg… gogggg… así durante varios minutos hasta que, con una dulzura exquisita, empieza a escucharse la carga del tiro en un tono muy bajo dando por terminada la serie de fiestas (siempre hace lo mismo).

La carga del tiro se alarga bastante rato, quince o veinte minutos muy bajito y sin quitar ojo al enemigo.

Andaba yo embobado escuchándolo cuando me pareció escuchar una pajarilla cantar lejos, como para el cerrillo Juan Barco, se estiró y señaló, gogg…

Estaba claro que había cantado una pájara, cortó la carga del tiro y salió con un reclamo por alto, con fuerza.

Empezaba la segunda faena.

Le echó a la pájara seis reclamos por alto, perfilado hacia su izquierda, escuchaba, piñoneaba, cuchicheaba alto, recio, cortaba, escuchaba…no había respuesta…me hizo pensar que no quisiera coles…pero volvió a cantar ella, ahora con fuerza…alta…altiva…él castigó a pesar de la distancia goggggggg…goggggggg…no se hizo esperar, se escuchó el voletón… revolandeta en la jaula para recibirla con un gogggg…gogggg… aterrizó por detrás de él y no paró a nada, cruzó la plaza a carrera tendida, a llevárselo, no se inmutó, la miró pasar como si nada ocurriera.

¿Estaba convencido de mandar en la situación?

La pájara se paró dos olivos por encima, llamó fuerte y pasó de vuelo por delante de él que, derecho, la castigó gooooggg…gogggg…rompió con un reclamo roto, entrecortado…ella contestó por debajo del “partior”…esta vez con menos voces…asomó por encima del lindazo (casi por donde la primera)…un recibo tierno, empalagoso, entrecortado…carrera de ella hasta los trapos del puesto…él -tieso-, la va mirando y mantiene el recibo entrecortado…derecho, hinchado, sin cortar…un reclamo de ella junto al puesto y la veo pasar de medio lado, corriendo hacia la plaza, la cruza con el hombro izquierdo metido, se pasa, se vuelve, mete el hombro derecho…don Adolfo mantiene el tipo, derecho, hinchado, sin dejar de recibir muy quebrado…según lo miro, a la derecha de él, como a metro y medio, la pájara se para y lo mira descarada, retadora, ofreciéndome su flanco izquierdo, ponnnnnn (5’57 de la tarde)…la mira, la castiga, goggggg…goggggg…da rienda suelta al genio contenido esperando el tiro…vueltas y más vueltas…parada a raya…vueltas y más vueltas…parada, castigo…vueltas…así hasta ocho o diez minutos, cuando, con mucha suavidad empiezan a escucharse unos diminutos piñones, un recibo melodioso, sin quitarle la vista de encima.

(En frente se escucha un coche arrancar y coger camino del pueblo)

Se sube, busca más enemigos, son las seis y media, hay que salirse, ¡¡¡ya está bien!!!

 

                                                    Vicente Hurtado Navarro

viernes, 20 de noviembre de 2020

OLVIDÉ UN TÍTULO ... ¿ ?

 

Alectorix, asiduo colaborador de este blog, me envía esta entrada para su publicación, lo que hago efectiva, aunque haya cosas pendiente, en el día de hoy. A  veces, la actualidad prima sobre lo demás.

                                    Ooo  O  000

Después de leer el encabezado de este blog donde dice: Pasarán los años pero la caza de la perdiz con reclamo siempre estará ahí.

Y leer acto seguido esta frase de la última entrada:

…”Aunque cuando nuestras perdices están en su sazón casi no sospechan de nada...”

Ya sólo me queda publicar esta entrada copiada del periódico LA VERDAD- MIGUEL ÁNGEL RUIZ

Jueves, 19 noviembre 2020.

Licencia para matar... aves

BirdLife denuncia que el régimen de excepciones ha acabado con la vida de 14 millones de pájaros entre 2009 y 2017 en ocho Estados de la Unión Europea, entre ellos España.

Una serie de permisos legales, aunque discutibles científicamente, se ha cobrado la vida de catorce millones de aves entre los años 2009 y 2017 en ocho Estados miembros de la Unión Europea: Bulgaria, España, Finlandia, Francia, Irlanda, Italia, Malta y Polonia. El informe 'License to kill' (Licencia para matar) de la organización científica BirdLife analiza cómo las excepciones al régimen de protección general de la avifauna, contenido en la Directiva de Aves de la Unión Europea, están llevando a una situación límite a especies en situación vulnerable.

Las excepciones a la normativa son autorizaciones que se conceden en circunstancias muy especiales y que permiten capturar, comerciar, perturbar o matar aves en la UE. Una vez concedidas esas autorizaciones y mientras están en vigor, eliminan las protecciones de las que gozan todas las aves europeas en virtud de la directiva de la UE que vela por su conservación, señala BirdLife.

Esto significa que queda permitido deshacerse de ejemplares vivos, sus huevos o sus nidos en situaciones teóricamente muy específicas, como por ejemplo para proceder a obras de construcción, por razones de seguridad pública o para proteger a otras especies. Normalmente, tales excepciones solo se conceden cuando todas las demás alternativas no letales para proteger a las aves se han probado y han fracasado. Según el Programa Legal de SEO/BirdLife, «se trata de un último recurso que en muchas ocasiones se está utilizando sin la debida evaluación ambiental de sus consecuencias y sin ajustarse a las condiciones estrictamente tasadas de la normativa».

BirdLife advierte además de que esto es solo la punta de lanza de un problema mayor, «ya que las cifras que se manejan de cómo afectan esas excepciones no coincide con la magnitud del problema a escala real. En el informe se detectan problemas persistentes e incoherencias en la presentación de informes, incluso hay Estados miembros que no envían informes o los envían incompletos a la Comisión Europea, como sucede con España.

El caso de España

SEO/BirdLife ha realizado también un análisis de cómo se está aplicando la primera directiva de protección de la naturaleza. Se trata del Informe sobre aplicación del régimen de excepciones del artículo 9 de la Directiva de Aves Silvestres en España, elaborado desde el Proyecto Life Guardianes de la Naturaleza.

«El resultado principal del análisis es que las administraciones españolas han venido autorizando de forma muy discutible en los últimos años la caza de millones de aves. Concretamente las especies afectadas son principalmente palomas, zorzales, aves fringílidas, tórtolas turcas, cormoranes e incluso gorriones. Además, se deduce también que algunas autorizaciones para la destrucción de nidos de especies como aviones comunes, golondrinas o cigüeñas no cumplen con los requisitos legales«, denuncia el capítulo español de BirdLife.

Entre los años 2000 y el 2016, las autoridades españolas autorizaron la captura de más de cuatro millones de fringílidos para su tenencia y cría en cautividad, dirigida en muchos casos a la participación en concursos de belleza y canto, lo que se conoce como silvestrismo, informa SEO/BirdLife. Por otro lado, entre 2013 y 2016 se autorizó la destrucción de 134 nidos de golondrina común y 3881 de avión común.

A través de este informe, SEO/BirdLife hace una serie de recomendaciones de mejora en la aplicación del régimen de excepciones para garantizar un uso adecuado y evitar impactos sobre especies protegidas:

Coordinación. El Ministerio debe coordinar unas directrices nacionales para la aplicación del régimen de excepciones. Asimismo, debe solicitar a todas las comunidades autónomas que envíen la información a la Comisión Europea.

Vigilancia. Las comunidades autónomas deberían revisar las autorizaciones concedidas hasta la fecha en vigor para garantizar, en cada ocasión, que persisten, y están bien fundamentadas las razones que justificaron su otorgamiento.

Pide a la Comisión Europea que modifique el formulario por el que los Estados miembros notifican las excepciones de las obligaciones de la Directiva de Aves Silvestres.

Propone a la UE que inicie un procedimiento informativo al Reino de España por la deficiente aplicación del régimen de excepciones en los siguientes casos: perdiz con reclamo, nidos de especies que nidifican en edificaciones humanas (principalmente golondrinas y aviones), gorriones por motivo de afección a la agricultura, anillamiento de fringílidos sin la cualificación adecuada y para proyectos de dudoso valor científico, cormoranes por afección a poblaciones de salmónidos y zorzales con redes.

Pd. Que cada lector saque sus propias conclusiones. Y decir una vez más que la perdiz con reclamo no se caza en celo, se caza en defensa por la lucha del territorio.

 

                                                          ALECTORIX ©️

 

 

 

martes, 17 de noviembre de 2020

EL TAPADO DE LAS JAULAS EN EL TANTO




                                             Dos imágenes del tapado de la jaula 

Una de la circunstancias importantes en la caza de la perdiz con reclamo en las que nunca acabamos de ponernos de acuerdo es el tapado o recubierto de las jaulas una vez situadas en el tanto o repostero. De esta manera, el poco es suficiente para algunos y el mucho es demasiado para otros. Por tanto, no es fácil dar con el término medio, pues cada pajaritero tiene su idea ajustada a los que le han enseñado o ha visto y, consecuentemente, es bastante complicado que cambie de opinión.

 

Lo que está claro, con más o menos diferencia es que la jaula, cuando la colocamos en la mata debe estar lo más camuflada posible, sin olvidar un pintado mate o oxidadas sin pintar, para que las camperas, si entran en plaza, no vean la atalaya que hemos levantado o adecuado más la correspondiente jaula, como un postizo y desconfíen de dicho conjunto. Obviamente, no es lo mismo un tanto o pulpitillo aprovechando la vegetación del lugar que un artefacto metálico colocado, incluso, a veces, en un descampado de vegetación pues, aunque cuando nuestras perdices están en su sazón casi no sospechan de nada, lo normal es que, en situaciones normales, las montesinas que conocen perfectamente el entorno, pues por él transitan día a día, desconfíen de cualquier cambio que se produzca en la conformación del lugar. Por tanto, mientras más disimulado preparemos el matojo o arbolillo menos recelarán las patirrojas, si tenemos la suerte, de que se acerquen al tiradero.

 

Pero, además, una cosa es camuflar el postizo metálico entre la vegetación del lugar y otra, como se puede apreciar en multitud de videos, es colocarlo cual pincho para la caza de fringílidos al paso. Es decir, el artilugio correspondiente de repostero, tres ramitas e, incluso, ninguna y colocarlo en medio de un limpio.

 

Aunque todas las formas de colocar a nuestros reclamo es su atalaya son respetables, pues entraríamos en el tema de usos y costumbres lugareñas y de tradición familiar, en mi humilde opinión, creo -y así lo hago- que la jaula debe estar tapada por algo de vegetación y si es de la misma mata o arbusto del lugar, mejor que mejor. El que esté muy revestida por detrás, o lo contrario, son circunstancias que cada cuquillero las entiende y maneja a su forma, pero lo esencial, el recubrimiento de la jaula en su base, pienso y opino que se debe hacer sí o sí, pero no con mucha altura, para que las patirrojas vean al de la jaula, el reclamo a las camperas y, lo que también es muy importante, que el cuquillero pueda observar perfectamente lo que va ocurriendo en el lance entre los contendientes. Luego, si el repostero es metálico, que en los tiempos que corren es lo más normal, éste no debe verse en demasía para que las perdices no desconfíen del mismo y, mucho menos, si tiene brillo.


Imagen de lo que yo entiendo que no debe ser: jaula descubierta


 

Además, tengo que decir que no he tratado el tema de los pulpitillos de piedra porque, al haber dado el puesto muy pocas veces en ellos, no tengo elementos de juicio suficiente. Eso sí, al igual que los de vegetación la jaula debe estar bien anclada y tapada en su base.

 

Para finalizar, puntualizar que sea cual sea la atalaya donde esté colocado nuestro reclamo, éste debe estar bien sujeto a la misma por cualquier tipo de material, sea goma, cuerda/guita, cuero… Con ello, evitaremos sorpresas desagradables que, a veces, suelen ocurrir, como pueden ser las caídas del reclamo al asustarse por cualquier motivo y dar saltos, la desestabilización de las jaulas debido vientos fuertes, el apresamiento de las jaulas por rapaces u otras alimañas…



martes, 10 de noviembre de 2020

TERTULIA ENTRE RECLAMOS

El amigo Diego Rama me envía este curioso e interesante relato sobre nuestra afición cuquillera para su publicación en el apartado de colaboraciones de este blog. Por lo tanto, lo pongo en el día de hoy para quien quiera echar un buen rato leyendo y disfrutando del mismo.


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Camarón, un reclamo puntero de no muchos años, ocupaba un lugar privilegiado en aquel jaulero que, aunque siempre resplandeciente, por los cuidados de su dueño, no podía ocultar que los años no pasan en balde y, aunque, a primera vista, parecía recién sacado de la carpintería, la realidad era que por él habían pasado muchos aspirantes a pájaros de jaula. De hecho, aunque muy bien disimulado, aquella entrañable repisa de madera de pino presentaba pequeñas “heridas” que el tiempo se había encargado de causarle.

 

Allí, casi durante todo el año, Camarón y otros machos de perdiz disfrutaban de su día a día, pues, aunque les faltaba la libertad, su dueño no escatimaba lo más mínimo para que la estancia en el mismo fuera lo más dulce del mundo. Así, trigo del mejor, bellotas, habas remojadas, castañas, cerrajas, rábanos, berros… nunca faltaron a aquellos inquilinos del jaulero.

 

Pues bien, allá por el mes octubre de hace ya muchos años, aquel veterano cuquillero compró otro reclamo al que bautizó con el nombre Rayito y, desde que se convirtió en vecino de Camarón, se cayeron tan bien, que comenzaron una franca y verdadera amistad, no faltando un día en que ambos machos de jaula le dedicaran horas y horas a dialogar sobre sus vidas.

 

De esta manera, Camarón, un buen día, le pregunta a su amigo cómo había sido su existencia hasta llegar hasta allí.

 

Rayito, tras unos segundos de silencio, porque la pegunta lo cogió fuera de juego, respiró profundamente y le contesto:

 

- Mira Camarón. Siendo yo muy pequeño, pues tan solo tendría unos días, cuando canta la chicharra y la calor del mes de junio se hacía notar, llegaron dos hombres, nos descubrieron y, aunque mamá perdiz intentó echarnos un capote con infinidad de carreras arrastrando las alas y pequeños vuelos para engañarlos, al final aquellos desalmados consiguieron, aunque yo estaba inmóvil al lado de una piedra, atraparnos a varios de mis hermanos y a mí. Luego, muy contentos por haber dado con nosotros, nos repartieron y uno de mis hermanos y yo, a las pocas horas estábamos en la casa de aquel hombre, metidos en un cajón  y con una bombilla que nos proporcionaba la calor que antes nos aportaba el plumaje de nuestra querida mamá, de la que, desgraciadamente, hasta la fecha, nunca más he sabido, al igual que de mis otros hermanos.

 

-  Una vez en el domicilio de aquel aficionado y buen hombre -continuó Rayito-, nunca nos faltó de nada, pues él, siempre nos proporcionaba todo lo que nos gustaba hasta que nos hicimos mayores. Luego, tras regalar a mi hermano a un amigo, porque no acababa de convencerle, me recortó las plumas largas y me metió en una recién pintada y cómoda jaula, donde pasé unos meses con todo el mimo y cuido que los cazadores de perdiz ponen a disposición de sus reclamos.

 

-  Ahora bien -prosiguió Rayito-, cuando llegó el otoño y cayeron las primeras aguas, cada dos por tres, me sacaba al campo para que peleara con mis hermanos camperos, pues mi dueño quería que fuera valiente y venciera en todas las disputas, cosa que al parecer llevaba a cabo, debido a que todos los que se me acercaban no me duraban ni un asalto, aunque yo quería disfrutar de una buena pelea.

 

Mas tarde, tras un prolongado silencio, Rayito le refirió a Camarón:

 

-  Bueno Camarón, ya sabes algo de mí, por tanto, ahora te toca a ti contar un poco de tu vida.

 

Camarón, tras un rato en silencio, con un halo de nostalgia en su cara, le respondió:


-  Mira amigo. Mi infancia fue un calco de la tuya, pues también me cogieron dos hombres y uno de ellos me llevó a su casa y, al igual que tú, siempre me cuidó de forma fenomenal. Es más, cuando fui adulto, también me sacaba al campo a pelear con mis hermanos salvajes, pero yo, al contario de ti, sí disfruté, pues aquellos camperos eran valientes y, aunque me costaba vencerlos, al final lo conseguía. Por ello, mi dueño se ponía muy contento cuando me recogía de donde me había colocado con anterioridad y me dedicaba unas cariñosas palabras, que nunca olvidaré. Luego, al llegar a casa, se reunía con los amigos cazadores y le contaba mis hazañas, lleno de alegría y satisfacción, pues decía que disfrutaba mucho conmigo en el campo.


Al instante, Rayito que seguía muy atento a todo lo que decía su compañero de jaulero, le contesta:


-  ¡Anda, pues igual que mi dueño! Él también se reunía con sus amigos, pero no les contaba la verdad, pues era muy exagerado y contaba cosas que no habían sucedido y, a mí, eso no me gustaba.


Y en ellas andaba Rayito, cuando Camarón, perplejo y pensativo le pregunta:


-  Amigo, ¿y tú cuantos celos tienes?

 

- Yo cuatro. ¿Y esa pregunta a qué es debido?


-  Pues, porque yo también tengo cuatro y, con estas coincidencias, me da que pensar que, a lo mejor, somos aquellos perdigoncillos que un buen día de junio cogieron los dos hombres hace cuatro años.

 

 

                                                   Diego Rama Ruiz

 

 

lunes, 9 de noviembre de 2020

LAS CHIMENEAS DE LOS CORTIJOS, LA ANCESTRAL FORMA DE DISFRUTAR DE LOS LANCES CUQUILLEROS POSTERIORES A LOS PUESTOS

     Ahora que las temperaturas bajan y la lluvia y el frío cada día se hacen más patentes, las chimeneas, bien en casa o en viviendas de las fincas, empiezan a tomar cuerpo. Una buena lumbre, un buen vino, un picoteo de productos de la tierra, unos amigos y anécdotas a diestro y siniestro es lo normal y, entre ellas, las de vivencias cuquilleras.

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miércoles, 4 de noviembre de 2020

UN ETERNO RETORNO

Dentro del apartado de colaboraciones, hoy traigo al blog este artículo del compañero Alectorix, seguidor y colaborador asiduo del mismo.

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Siguiendo las normas del blog, este artículo nunca se puede ver o enfocar como una imposición de ideas o costumbres, pues existe un amplio abanico de posibilidades que todo el mundo conoce. Por ello, dentro del apartado de colaboraciones, solicitado por José Antonio -autor del mismo-, intentaré que mis palabras aquí reflejadas nunca vayan en la dirección de lo más que consabido “esto es lo mejor”.

 

Pues bien, una vez hecha la introducción, creo que es la ocasión idónea para “mojarse” en pro de la afición y de este blog. Eso sí, en un tema más que machacado, muy acorde con estas fechas y, por supuesto, buscando el bienestar animal.

 

 Huelga decir que estos días son de intensa actividad, emoción y sentimiento para los pajariteros y la personas que se buscan la vida con la perdiz y su mundillo, pues siempre he creído que la jaula, históricamente, ha sido un medio de transporte para cambiar un pájaro de un lugar a otro, ya sea  hacia una feria cinegética, una tienda, un futuro cliente, hacia el cazadero o una barrera de protección ante posibles depredadores. También incluyo la cobija como parte fundamental de la jaula, siendo ésta el principal banco de prueba tanto en casa como en el campo. Es más, sin ella, nunca sabríamos lo que, realmente, hay dentro. Tan es así que, podríamos decir que es mucho más necesaria que el arma o el estruendo del disparo. Sin pasar por alto su ubicación, buscando siempre el mejor lugar para que esta pequeña “vivienda” en cuanto a la temperatura, los predadores, los revuelos nocturnos o los rebotes de plomos o pequeños restos de piedras en el disparo. Todas ellas, situaciones que hay que vigilar, pues más de un reclamo se nos ha ido al otro mundo por un descuido involuntario.

 

Pues, tirando “palante” y haciendo un poco de historia, en los tiempos antiguos, la mayoría de los reclamos estaban todo el año enjaulados, ya fuese por comodidad, por seguridad o para evitar miradas extrañas porque, para S Miguel o S Rafael, algunos valientes o terratenientes ya estaban colgando la jaula, aprovechando el tan conocido “rabanillo” o el desarrollo y afirmación de los sexos o, como no, conseguir la jefatura del bando. Es más, otros oportunistas también aprovechaban la dispersión o partición de los bandos después de las cacería de voleteo, para dar el puesto y cobrar algún que otro ejemplar que deambulaba por los alrededores.

 

Hoy día, una gran mayoría de pajariteros enjaula cercano a la emblemática fecha de “Tosantos y Difuntos”, pues esta modalidad cinegética está estrechamente relacionada con los santorales del año. Así pues, una vez adquirida savia nueva y tras el cambio de plumaje en los pelecheros de lo que ya teníamos, pollos y adultos, lo pasaremos a las jaulas, tras el recorte de pluma, manicura, atusado de pico… y desparasitaciones externas e internas, siempre que se tenga claro que lo que se vaya a enjaular sea macho con futuro. Ahora bien, no se puede olvidar qué, en estas manipulaciones, nunca fáciles, aunque se puede pensar que lo son, siempre se corre el riesgo de infortunios. Tan es así, que algunos los cogerán por el cuello, produciendo estrangulaciones, otros, por la patas, “encojando” a más de uno y, alguno más, por las alas, alicortando al ejemplar, todo ello de forma involuntaria, para luego, más de una vez, argumentar que el accidentado fue cobrado en cualquier cacería. Es más, a veces se pasa de recorte y todo se reduce a la “moda” de directamente comprar, enjaular y sacarlos al campo.

 

En la línea anterior, aunque todo está inventado, hay quien utiliza como novedad, para facilitar el enjaule y evitar accidentes desagradables, el meriñaque o también un tipo de cajoncito como el de trasporte de los toros de lidia, pues no se olvide que al reclamo que da el avío siempre le ocurre de todo -incluso escaparse vuelo-, mientras que el  mochuelo siempre saldrá ileso, incluso en el campo de batalla.


Cajoncito (25x12x19cm) utilizado por muchos aficionados para manejar a lo reclamos para el recorte y ya tratado por algunos autores en sus artículos sobre el reclamo.




En cuanto a las jaulas, decir que éstas pueden ser altas o bajas, anchas o estrechas, más espesas o más claras, de madera, de plástico o de acero, pintadas de diferentes colores o tonos u oxidadas. Con suelos de alambre o de cuerda y algunas con formas estrafalarias, o añadidos de airbag en el techo, con una clara intención de modificar la genética y comportamiento del reclamo, por lo que, al final, poco o nada conseguimos y todas ellas irán a parar a jauleros de plástico o madera, dotándolos de garfios o ataduras para evitar vuelcos en “bailes “innecesarios o el intento de llevarse la jaula “volando” con sus respectivos inquilinos. Todo ello, por supuesto, ordenado y alineado de forma vertical u horizontal, procurando la paz entre vecinos de jaula, de piso y de barrio. Unos viéndose o con mampara para que no se vean y así evitar el contagio de malos comportamiento, aunque la oída será inevitable. Pero es más, los jauleros se colocarán en el mejor lugar entre sol y sombra para que los reclamos siempre estén a salvo de los meteoros, los predadores y los amigos de lo ajeno. Asimismo, tendrán siempre a mano algún comedero con pienso  de alta energía, un bebedero con agua limpia y fresca, alguna golosina y, por supuesto, el verde y la respectiva cobija colocada más o menos alta o baja, incluso eliminándola según sea necesario, pues no se olvide que la sayuela es la segunda piel de la jaula, siendo móvil y regulable, puesto que, sin ella, sería como una casa sin cortinas o persianas.

 

Ahora bien, no todo es jaula tal como la conocemos, pues no olvidemos que también existe el embrague, como otra forma distinta de cazar el reclamo.


Imagen de un reclamo embragado en el campo sacada del Blog de Percofán



Continuará…

 

 

                                                      ALECTORIX ©️


lunes, 2 de noviembre de 2020

¿NO HAN ACABADO LOS ESTADILLOS DE PERDICES ABATIDAS CON LA AUTENTICIDAD DE LA CAZA DE LA PERDIZ CON RECLAMO?

     Imagen de hace unos años y resultado de un gran puesto, aunque solo se abatió un macho

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ace años, la caza de la perdiz con reclamo suponía una actividad cinegética minoritaria, muy tradicional y cimentada en una serie de normas éticas o morales no escritas, pero inviolables. En base a ello, lo normal tras llegar al cortijo de la finca, después de la conclusión de un puesto o en tertulias posteriores a las jornadas de caza, era el comentar con los familiares o amigos los pormenores del puesto o del día. El cómo había estado el reclamo y el cómo se había comportado el campo suponían los temas más frecuentes a tratar. Es incuestionable que lo fundamental se basaba en la, dificultad, calidad y belleza del lance, más que si se había tirado un ejemplar, una pareja o varias camperas. No es que no se saliese al campo a apretar el gatillo, máxime cuando con ello se ayudaba a reponer las exiguas despensas familiares en época de vacas flacas de nuestra querida España, sino que la caza de la perdiz con reclamo no se veía como una modalidad cinegética, en donde lo prioritario fuera el ir sumando ejemplares a lo estadillos de patirrojas abatidas, pues, la verdad, es que estos ni existían.

El enfoque anterior, aunque haya quien piense que en el fondo no era así, era una realidad, no exenta de excepciones y cimentada en infinidad de casos que ahí están para demostrarlo. De hecho, de muchos de ellos, allá por los años cincuenta y sesenta del siglo anterior, fui testigo y notario, por lo que puedo dar fe que cuando se salía a dar el puesto, no se iba a por una buena percha como se hace hoy en muchos casos. Con un machito, una hembrita y, si había suerte, una parejita, el aficionado cuquillero de turno se daba por satisfecho. Sin olvidar que, a veces, se presentaba un puesto del diez y se hacían unos números mucho mayores. Luego se volvía a la vivienda de la finca o a la población de residencia y hasta una nueva salida al campo, podían pasar, incluso, varias jornadas. Aunque también es verdad que había excepciones como las tradicionales expediciones de algunos días, incluso semanas, que se hacían a una determinada propiedad y en donde se reunían varios amigos para cazar el reclamo y dar buena cuenta de los productos típicos de la tierra.

Ahora bien, desde hace unos años para acá, la caza de la perdiz con reclamo se ha transformado en una verdadera competición, a ver cuál es el que saca más puntos. En este caso, a ver quién mata más patirrojas. Y tal circunstancia está acabando con la grandeza y señorío de la afición cuquillera para transformarla en una simple actividad cuantificadora. Salir al campo y volver contento por la labor desarrollada por el reclamo que ese día hemos escogido, casi significa llegar al cortijo con las orejas gachas, es decir, un fracaso. Ya no es el gran o mal puesto de este o aquel perdigón. Ahora es ¿cuántos has tirado? Obviamente, en este cambio ha tenido mucho que ver la perdiz de granja, pero también con la salvaje hay mucho aficionado, que antepone el número a la belleza y grandeza del lance. A día de hoy, una hembrita, un machito o una collerita ya no molan, cuanto no hace mucho era el objetivo del que salía al monte a echar el día de reclamo.

En esta línea, todo aquello de la tertulias de chimeneas, de bares, de plazas de los pueblos…., en donde se hablaba y no se paraba de las grandes hazañas de los pájaros de jaula y de la valentía y audacia de las montesinas, ha dado lugar a repasar estadillos de perdices abatidas. En tal puesto, tantos. A tal reclamo tantos. En tal temporadas, tantos…. es lo cotidiano cuando se juntan varios aficionados para charlar sobre caza del cuco. Por tanto, los tiempos han cambiado y, queramos o no, se ha sustituido la calidad por la cantidad; la grandeza de los lances, por hojas y hojas llenas con el nombre de los reclamos y sus correspondientes patirrojas abatidas. Ya no importa la emoción al ver que el campo se acerca, ni el corazón en un puño por la hembra que no entra, ni tener los vellos de punta por el titeo de nuestro reclamo... Ahora, lo que importa es tener el suelo del aguardo lleno de humeantes cartuchos, porque mirar hacia él y verlo vacío, entonces sí que nos entra la crisis. De hecho, algunas plazas, una vez terminado el puesto, quedan hechas unas verdaderas montoneras de plumas. Circunstancia que puedo certificar porque lo he podido comprobar personalmente al transitar por colgaderos donde se había dado el puesto no hacía mucho tiempo.

Para finalizar, decir que, a fecha de hoy, el acabar una temporada con diez o quince camperas que pasaron a mejor vida se ve como un fracaso. Lo normal es un número cercano a las tres cifras con el uno delante e, incluso, bastante mayor, “proeza” numérica impensable cuando, hace ya algunos años, se salía al campo con la jaula a cuestas, aun habiendo patirrojas en cualquier rincón de una finca.