miércoles, 29 de diciembre de 2021

EL CALIBRE IDEAL PARA CAZAR EL RECLAMO

Cartuchos que uso: calibres 20 y 28

En el último suspiro de este año que ya nos dice adiós, traigo este artículo que escribí hace ya algún tiempo y en el que expongo lo que pienso sobre la escopeta más idónea, según mi opinión particular y experiencia, para cazar el reclamo, dejando bien claro que cualquier arma es perfectamente válida, pero eso no significa que yo no tenga mis ideas acerca de cual es la más adecuada, hablando siempre del calibre, la carga y el grosor del plomo a utilizar, según distancia del repostero que hayamos elegido. Eso sí, tengamos claro que no se va de montería ni de safari, por lo que una cosa medianita en todos los aspectos sirve para usarla en el puesto.

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Que perdices que han entrado en plaza y se han abatido con escopetas de todos los calibres habidos y por haber es una máxima irrefutable, pero lo contrario, que se han fallado, también es una verdad incontestable. Por tanto, hay que tener claro que con todos los calibres se “dejan secas” a las patirrojas y con todos se fallan. Eso sí, si apuntamos bien y a una distancia acorde con el calibre y características del cartucho que se usa en el momento, lo normal que las montesinas no “muevan una pluma”. Pero, a veces, incluso apuntando correctamente, por circunstancias diversas, se yerra. Lo que pasa es que, tanto en una situación como en otra, acierto y fallo, entraríamos en un largo tira y afloja, porque en ambos casos intervienen muchos factores que, en principio, no forman parte del artículo que nos lleva.


Así, todo lo que voy a exponer es una opinión personal que puede ser compartida o frontalmente rechazada y que con ella lo que quiero compartir es la idea que he tenido y tengo sobre las escopetas que se deben utilizar para el reclamo, cuestión que se ha tratado en infinidad de ocasiones.


Para empezar, tengo que decir que, si no ha sido por una eventualidad, causa mayor o momentos muy puntuales, nunca he utilizado escopetas del calibre doce. Puntualizando que no es que no sean buenas para la caza del reclamo, Dios me libre avalar tal disparate, simplemente, que yo las he utilizado muy poco, por diferente motivos que considero esenciales: más voluminosas y pesadas, más estruendosas en el disparo y por las características y gramaje de sus cartuchos, los tantos o farolillo hay que colocarlos a una distancia que, al menos para mí, están situados a una distancia bastante alejada del aguardo, con lo que se quiera o no, se pierden bastantes detalles que tienen lugar en la plaza en los lances de las camperas y del reclamo, máxime cuando la vista y la audición, por razones diversas, no son las más adecuadas.


De esta manera, casi siempre he tenido para el puesto escopetas del calibre cuatrocientos diez, veintiocho o veinte y, de entre ellas, el calibre veinte creo que es el más adecuado. Y lo es porque el primero de los citados, que lo he utilizado bastante, es excesivamente pequeño y el disparo tiene que ser seguro y perfecto. Si no es así, se producen aleteos, botes e incluso salidas de la plaza heridas o sin un plomo en su cuerpo. Del segundo calibre expuesto, tengo que decir que, aunque va muy bien y es un calibre que utilizo en la actualidad, no es fácil conseguir cartuchos apropiados para utilizarlos en el reclamo, con lo que aparte de la dificultad en dar con ellos, a veces, al emplear otros menos adecuados, se nos volvería a presentar más de una incidencia negativa. Sin embargo, el calibre veinte, por la variedad de cartuchos que nos ofrece el mercado y por la calidad y precisión en el disparo, creo y pienso que es el de mayor garantía.


Por consiguiente, con este calibre, podemos colocar el tanto o repostero a una distancia media de dieciséis/veinte pasos que se supone que es el ideal para disparar en nuestra modalidad cinegética, pues con ella no se nos deben escapar aquellos detalles como “dialogo” y gestos de quien ha entrado en plaza y de quien está atalayado en el pulpitillo. Eso sí, algunos modelos de cañones largos y una estrella en uno de ellos o en las monocañón, pueden destrozar un poco la caza, por lo que lo ideal, que de todo hay hoy día en el mercado, serían los choques de dos/tres estrellas.


También comentar que, desde hace unos años, quizás por capricho, utilizo dos escopetas de un solo cañón  de los calibres veinte y veintiocho y cartuchos suaves (25 y 21 gr. respectivamente), porque creo que no hace falta más, aunque para el primer calibre también utilizo cartuchos con más gramaje para cuando el repostero no haya más remedio que colocarlo un poco lejos. Con ello, situando al reclamo a la distancia anteriormente citada, o poco más o menos, según circunstancias del terreno y vegetación, pocas patirrojas se han movido o han salido de estampida, excepto en casos excepcionales como puede ser un plomo de cabeza o movimiento de las mismas, en el preciso instante de apretar el gatillo. Eso sí, tengo que decir que también es verdad que no soy de los que me comen los nervios cuando la montesinas entran en plaza y siempre mantengo la tranquilidad necesaria para apuntar bien y disparar en el momento que considero conveniente.


Para finalizar, solo me queda decir que esta opinión mía nunca puede ser tomada como palabra de rey, pues cualquier escopeta, de un determinado calibre, utilizando un cartucho de mediana calidad es válida para la caza de la perdiz con reclamo. Ahora bien, lo anterior debe estar unido a qué quien utiliza una escopeta determinada, tiene y debe conocer, perfectamente lo que tiene en las manos y obrar acorde con ello. Por lo tanto, independientemente de lo que yo piense y haya expuesto, cualquier calibre es válido si actuamos en consecuencia con el arma con la que vamos a disparar, el cartucho que vamos a utilizar y la distancia a la que vamos a situar el matojo, pulpitillo, farolillo, repostero....

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PD. Para esta temporada, como uno más de mis caprichitos cuquilleros, he adquirido una escopeta del calibre 24, una verdadera joya, una Indian fabricada en 1870, que se encuentra en un estado excepcional, aunque el problema no es el arma, sino la dificultad de encontrar  cartuchos adecuados para este calibre y que sean válidos para cazar el reclamo, aunque en la vida, hoy día, casi todo tiene solución.




Y ya lo que me queda es desear que el 2022 sea generoso con todos nosotros.

lunes, 20 de diciembre de 2021

TIEMPO DE RENOVACIÓN, TIEMPO DE ILUSIÓN


                                 Imágenes de dos pollos que me han llegado
 

Temporada tras temporada, los meses de octubre, noviembre y diciembre son fechas que marcan la llegada de nuevos inquilinos a nuestros jauleros, savia nueva que hace que nuestra ilusión, a veces por los suelos por las constantes contrariedades que siempre acompañan a nuestra modalidad cinegética, se renueve cada año. De hecho, cuando algún novel llega a nuestras manos, automáticamente, nuestros ánimos cuquilleros se acrecientan  porque, aun sabiendo que el mirlo blanco" casi no existe, ello no significa que por nuestra mente no circulen cantos de sirenas de haber dado con el reclamo tan buscado y mil veces soñado.

Todos sabemos de más que dar con un pájaro de primerísima línea es altamente complicado y que, en algunos casos, el perdigonero de turno se puede despedir de este mundo sin que por sus jaulas haya pasado un reclamo de este nivel, pero eso no quita que todos los otoños soñemos despiertos con la posibilidad de que entre los pollos que nos regalan o adquirimos se nos “cuele” un reclamo de bandera o, al menos, un pajarete que nos haga salir al campo a divertirnos poniendo en práctica nuestra señorial y ancestral caza de la perdiz roja española.

Ni que decir tiene que, como niño recién llegado los Reyes Magos, los cuquilleros nos sentimos contentos cuando un nuevo pollanco forma parte de nuestro equipo de reclamos. Es más, yo diría que en los primeros momentos incluso nuestra sonrisa y carácter nos cambia como de la noche a la mañana, pues está claro que no cuesta trabajo tener sueños placenteros, aun estando despierto. Luego, en un alto porcentaje, vendrán los desánimos y berrenchines, pero al principio todo se ve del mejor color.

Pues bien, tengo que decir que en estos dos últimos meses han llegado a mis manos varios pollos desde muy diferentes puntos de nuestra geografía andaluza y nacional, todos ellos, como no podía ser menos, en un principio, con una pinta que da pie a la ilusión, pues de los siete  nuevos inquilinos de mi “ganadería”, quitando uno muy bronco, un poco saltarín y con cierta posibilidad de que pueda ser hembra y otro desechado porque su música no llegaba a mis exigencias, el resto: cuatro de granja y uno criado en cautividad, pero de progenitores de monte, me gustan bastante a fecha de hoy, por sus voces, nobleza y buena planta. Aunque dentro de no mucho, cuando estén en la mata se verá cuál será su futuro real y, como suele ser habitual, la mayoría de ellos, unos por un motivo y otros por otros, valga la redundancia, causarán baja .

Para ir terminando, decir que de todos ellos, solo he tenido que echar mano de la cartera en dos ocasiones, el resto han sido regalo de buenos amigos. Por consiguiente, a todos ellos, sin citar nombres para salvaguardar la intimidad personal, mil gracias. Sin embargo, haciendo una excepción, porque creo que lo merece, pues a los noventa y muchos años, que una persona siga siendo pajaritero en activo es una maravilla y más si te echa una mano en la elección de un novel. Por ello, vaya mi aplauso por seguir saliendo al campo a dar el puesto y mi agradecimiento de corazón a D. Miguel Bulnes Izquierdo, por su detallazo.

Y como punto final, decir que aunque todos los años me propongo no incrementar en demasía mi jaulero, al final, no puede ser. Al igual que siempre, una barbaridad.

 

domingo, 12 de diciembre de 2021

LAS MUDAS FUERA DE TIEMPO

        Ahora que se va a cercando el comienzo de la caza de la perdiz con reclamo y que todos los aficionados andamos pendientes del menor detalle con nuestros pájaros de jaulas, a veces, nos encontramos con la desagradable situación de ver  en nuestros casilleros o tableros unas plumitas que, con el paso de los días, se transformarán en la temida muda fuera de tiempo o extemporánea.

Por supuesto, con este artículo no voy a descubrir "América", pero nunca está de más el recordarlo por las fatales consecuencias que trae consigo.

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    En el complicado mundillo de la caza de la perdiz con reclamo, puedo asegurar, sin lugar a equivocarme, que si hay una situación que fastidia al máximo, ésta no es otra que la tan temida muda extemporánea o pelecha en fechas próximas a la apertura de la veda. Ni que decir tiene que es un verdadero jarro de agua fría para el aficionado de turno, pues ello supone tirar por tierra todo un año entero de dedicación exclusiva a sus pájaros de jaula.

  ¿Qué por qué se produce esta alteración en el ciclo biológico de nuestros reclamos? Pues la verdad es que no es fácil precisar cuál es el detonante que la produce porque, a mi entender, nunca es una sola causa, sino que una serie de factores concurren y ello hace que algunos componentes de un determinado jaulero -incluso todos-, allá por diciembre o principios de enero comiencen a soltar plumas, con lo que su puesta a punto para la apertura del periodo hábil de caza se ve parado en seco. Eso sí, el enfado del perdigonero es de los que hacen época.

  En esta línea, por lo vivido en mis propias carnes, oído y leído, los factores que ayudan a que aparezcan mudas extemporáneas, aparte de algún tipo de ácaros que pueden producirlas, para mí, las seis más importantes son los siguientes:


1.- Mal pelecho de un determinado reclamo en la época natural por cuido deficiente o alguna enfermedad.

2.-Sobrealimentación con abuso de proteínas y chucherías.

3.- Cambio brusco en la alimentación.

4.-Temperatura elevada en el habitáculo donde tenemos los reclamos.

5.-Abuso en las horas de luz o en la intensidad de las mismas.

6.- Excesivo uso de vitaminas, aminoácidos  y otros potingues.

  En base a ello, deberíamos no abusar de lo anteriormente reseñado y, principalmente, en el pienso de alta energía, cañamones y bellotas, castañas, nueces.... No tenerlos horas y horas con luz artificial para que se encelen antes. No administrarles vitaminas al por mayor para que se pongan bonitos y con los ojos más rojos…. Y muy en contra de lo que opinan muchos compañeros, sobre acercar los pájaros a chimeneas y colocarlos en las cocinas -respetable al máximo- para que se encelen, pienso que lo que hacemos es ayudar a la muda fuera de tiempo.

  Tengo que puntualizar que a mí me ocurrió esta desagradable situación hace muchos años, aprendí de mis propios errores y no se ha vuelto a repetir. Me fui de ligero, quise encelar los reclamos en dos días y tuve el merecido castigo. Así, pasada la primera semana del periodo hábil, empezaron las plumas y se acabó para mí, con todo el dolor de mi corazón, la temporada, pues, prácticamente, todos los componentes de mi jaulero se metieron en muda y un reclamo soltando plumas no rinde nunca como debiera por muy bueno que sea.

  Para ir terminando, solo decir que, una vez iniciada la tan temida pelecha invernal, por mucho que digan y escuchemos, excepto en casos muy específicos, la mayoría de los reclamos ya no adquieren la fortaleza que se les exige, por lo que nunca estarán como deben estar. El meterlos en agua fría, el dejarlos al sereno, el cortarles la sobrealimentación… pocos resultados dan una vez que empiezan a soltar plumas. La cuestión es la prevención: que hagan la muda en lugar adecuado, con no mucha luz, ventilados y el no excederse en lo anteriormente expuesto. Si actuamos así con nuestros machos de jaula, casi seguro que no se verán afectados por mudas fueras de tiempo, aunque sí es verdad que hay veces que, puntualmente, alguno de nuestros reclamos, con las mismas condiciones de los demás, se pone a mudar en las fechas críticas citadas, para disgusto de su dueño, que ve impotente cómo la temporada ha acabado para el perdigón de turno.

Además, muchos pollos procedentes de explotaciones cinegéticas que, aunque sus dueños digan que no tienen sobrealimentación e hipervitaminosis, cuando llevan un cierto tiempo en las viviendas de los compradores, empiezan a soltar plumas, por lo que, para ellos se acabó la temporada. Y es así, porque el cambio es llamativo en muchos aspectos y esa circunstancia a las gallináceas le sienta fatal. El cambio de lugar, con sus características climatológicas y, por supuesto, la alimentación hacen que su organismo sufra una alteración que se manifiesta, rápidamente, en la nefasta muda extemporánea. Por ello, cuando compro reclamos de granja suelo llevarme para casa algo de pienso que ellos están consumiendo, si no tengo posibilidades de acceder  al que el criador le están suministrando. Luego, poco a poco, se lo voy mezclando con el que yo utilizo y, con ello, consigo que el cambio en la alimentación básica no sea de golpe y porrazo.

Por último, solo decir que, a veces, algún inquilino de nuestro jaulero, con todas las condiciones idénticas de los demás, se mete en muda extemporánea. ¿La razón o motivo...? Complicada respuesta tiene dicha pregunta.

 

jueves, 2 de diciembre de 2021

EL DECLIVE DE LOS GANCHOS

 


      Imágenes de dos tipos de ganchos: de exposición (2ª) y los de uso (1ª)

Unos de los utensilios o trebejos importantes para la caza de la perdiz con reclamo, los ganchos -fundamentales tradicionalmente-, cada día que pasa se van transformando en menos necesarios y, en una gran cantidad de ocasiones, solo sirven para ocupar un lugar entre los recuerdos que los aficionados guardamos con todo mimo y cariño en cualquier rincón de nuestra vivienda. No quiero decir que ya no se utilicen, puesto que hay muchos cuquilleros que siguen echándose el reclamo a la espalda con ayuda de los mismos -entre los que me incluyo, aunque, para decir la verdad, también utilice otros utensilios-, pero la inmensa mayoría de pajariteros no los tienen entre los avíos imprescindibles, porque otros trastes de invención propia o fabricados por personas del ramo, los han sustituido.

 

Pero la cuestión está en que otros novedosos bártulos ofrecen la posibilidad de llevar al puesto o aguardo dos, tres o cuatro pájaros de jaula, tal circunstancia cambia en mucho la forma de entender y practicar nuestra ancestral afición. Pues no es lo mismo llevar un reclamo a las espaldas desde el coche hasta el puesto, que llevar dos o tres pájaros al mismo, circunstancia bastante común -respetable por supuesto- en los tiempos que corren.

 

Y no lo es porque, aparte de que los ganchos servían y sirven para trasladarnos con el reclamo a la espalda un buen trecho, incluso de varios kms, si llevamos varios perdigachos, aparte de la lata que puedan dar cuando cante el que está en el tanto o repostero o cuando se escuchen las patirrojas salvajes en los aledaños del aguardo, ya no es lo mismo. Nuestra afición de desvirtúa con nuestro proceder y pierde un poco la magia y grandeza que siempre le ha acompañado. 

El porqué de esta situación, creo que está claro o, al menos, así lo pienso yo. Con un solo reclamo hay que aguantar carros y carretas en el aguardo, es decir, todo lo que dure el puesto sea de alba, sol o tarde y, si llevamos más de uno, en cuanto no cante o no nos guste lo que está haciendo, rápidamente cambiaremos de protagonista. Y ello, queramos o no, no es muy ortodoxo. Y no lo es porque con tal proceder es más complicado hacer un pájaro de garantías, pues, a veces, por no decir todas, hay que aguantar muchas culadas para sacar un perdigón que merezca la pena. Pero si me apuro, el llevar varios pájaros al aguardo, lo que nos indica es la poca calidad cuquillera que poseemos, puesto que no es muy aventurado el afirmar que, si se actúa así, es por el ansia de apretar el gatillo y sumar montesinas a nuestros estadillos. ¿Nos podemos figurar lo que dirían nuestros abuelos si nos vieran llevar al puesto dos o tres pájaros? Pues…, casi seguro que se echarían a reír y nos tildarían de todo menos de aficionados al reclamo. Y lo peor es que no les faltaría razón.

 

Por último, si nos fijamos en los productos que nos ofrecen los comerciantes del ramo, veremos que podemos adquirir muchos cachivaches, bastantes de ellos sin utilidad real, pero ganchos utilizables y funcionales para llevar al reclamo a la espalda y amarrarlo al repostero, a no ser de esos de colgarlos en la pared, por lo bonitos y bien hechos que están, pocos. Canastas de loneta, palma, esparto, pita ... para varios reclamos las encontraremos de muchos tipos, pero de los que nos lleva este artículo, poquitos. De esos de cuerda de cáñamo u otro material con dos ganchos metálicos de distintas formas/tamaños podemos preguntar en muchos comerciales y la respuesta siempre será la misma: no los tengo. Y no los tienen, no porque sean caros o baratos, de una forma u otra. No los tienen, por la sencilla razón que los aficionados no los procuran. Y hoy, lo que no se vende mucho, no interesa tenerlo en existencias.


 

domingo, 14 de noviembre de 2021

LA CIGÜEÑA, UN AUTÉNTICO DEPREDADOR QUE, AHORA MISMO, OCUPA EL PÓDIUM DE LOS MISMOS




                                 Tres imágenes  de nuestra querida cigüeña blanca en el Andévalo 

Sobre la cigüeña blanca como depredador máximo, aunque todo el mundo habla del jabalí, zorro, meloncillo... más llos córvidos y las rapaces, este blog ya ha tratado en dos ocasiones los estragos que viene causando cada año que pasa este perfecto devorador de especies animales de pequeña y media talla -algunas protegidas desde hace tiempo-, pero desde ningún sitio se pone una solución al problema, aunque haya personas de peso que ya lo han denunciado hasta la saciedad en diferentes medios de comunicación y redes sociales.

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Aunque a muchos ecologistas y animalistas les choque y luchen denodadamente por defenderla y conservar con uñas y dientes tan emblemática especie, circunstancia que sería perfecta si no fuera por lo que le acompaña, nuestra querida cigüeña blanca Ciconia ciconia, la que “traía hace décadas a casa a los niños/as” -o, al menos, así nos lo contaban a los que ya vamos para mayores-, si lo miramos desde el prima de la objetividad medioambiental, ha dejado de ser un ave con encanto y vista con mucho cariño, para transformarse en un depredador en toda regla. Sí, uno de los depredadores de primer nivel, al menos por las zonas en donde abunda, como es el caso de la Costa, Condado y Andévalo de Huelva que es la que conozco a la perfección. Es más, este año, aunque no puedo asegurar que haya influido sobremanera esta especie tan carismática, lo cierto es que las poblaciones de perdices nacidas en los campos son de las más bajas de los últimos años, principalmente en los terrenos con poco monte bajo que es donde ellas se mueven como pez en el agua.

Históricamente, debo decir que no ha habido gran cantidad de ellas por estas zona -alguna pareja en los campanarios de las torres y antiguas construcciones y poco más. No obstante, desde hace dos décadas, más o menos, sus registros ppblacionales han subido de tal forma que, si no plaga en toda regla, se han transformado en algo muy similar. De hecho, las localidades onubenses, excepto las de la sierra, en donde la incidencia es menor por el tipo de vegetación de la zona y lo específico de aquellos terrenos, se han transformado en la base de operaciones de esta enorme zancuda que en la época de cría no deja títeres con cabeza. Y no es que lo diga yo, pues nada más hay que darse una vuelta por las carreteras de estas comarcas onubenses  para poder ver infinidad de nidos que, entre marzo y julio -la gran época de reproducción de muchas especies-, están ocupados por parejas que todo el día andan haciendo acopio de comida para sus voraces cigüeñelos. De esta manera, crías de conejos y lebratos, nidos y pollos de perdiz, de sisones, anátidas, alcaravanes, chotacabras, codornices, calandrias/alondras reales, trigueros, cogujadas… son exterminadas en masa por los progenitores de los diferentes nidos que buscan en todo momento del día el sustento para sus más que hambrientos retoños. Y, si a ello, le agregamos algunos peces, anfibios, reptiles, roedores, artrópodos, moluscos… nos daremos cuenta que la cigüeña blanca, tan bien vista durante muchos años, es una verdadera jodienda y azote para nuestros campos, ya de por sí muy faltos de especies animales que antes se veían por doquier. Y eso que si leemos cualquier enciclopedia, veremos que la base de su alimentación está constituida principalmente por reptiles, batracios, pequeños roedores, peces, cangrejos insectos, basura… Pero en ningún sitio habla de nidos y pollos de perdices y otras aves. Sin embargo, la realidad es bien distinta, al menos a fecha de hoy.

                   Azulejo de San Bartolome de la Torre sobre la cigüeña

Si a lo anteriormente expuesto puntualizamos que en las zonas en donde el conejo ha desaparecido masivamente -Andeválo onubense-, otras especies, entre las que, desgraciadamente, se encuentra la perdiz, han entrado en una gran regresión pues la protagonista de este artículo, más otras especies depredadoras, les dan fuerte y flojo.

Debido a ello, quien suscribe puede ratificar en primera persona todo lo reseñado porque, desde hace ya algunos años, está sufriendo en sus propias carnes -como se suele decir-, los daños y estragos que ocasiona este representante de nuestra avifauna mediterránea. Por tanto, puedo afirmar que tan “encantador pajarito”, con prodigiosa vista y con una enorme “herramienta” de trabajo, en los lugares donde anida, dígase mi coto de caza -Puebla de Guzmán (Huelva)-, va poco a poco, pero sin pausa, dejándolos vacíos de especies que, como dije antes, abundaban en otros tiempos. De esta manera, día tras día y hora tras hora, desde el amanecer hasta el ocaso, va batiendo metro tras metro los lugares de estancia, cría y anidamientos de muchos ocupantes de los hábitat por donde ella se establece en invierno, primavera y verano. Ni que decir tiene y refiriéndome a las tres especies más que representativas de la caza menor en Andalucía sufren sus continuos e impunes ataques. En consecuencia, los lebratos recién nacidos -tan bellos como indefensos- y los gazapetes que dan sus primeros pasos son bocadillitos para tan avezada cazadora. Si a ello le añadimos las bajas que ocasionan  en nuestra perdiz roja, si tropiezan con un nido o con una nidada recién nacida, creo que está todo dicho. Pero es más, en las parcelas anexas a las poblaciones rurales y cortijos de las fincas, las crías de muchas aves domésticas como gallinas, patos/gansos, pavos… también son presas más que fáciles para esta voraz y contumaz cazadora, pues en cualquier descuido de los dueños de las mismas,  las insaciables cigüeñas se zampan todo los que ellos van sacando para adelante con mucho esfuerzo, mimo y cuidado.

Y lo peor del caso, y lo he presenciado in situ más de una vez, es que cazan en mano. Es decir, varias de ellas, grupos de cuatro, seis, ocho o diez,  recorren el campo, palmo a palmo, sin dejar nada atrás y van acabando con todo lo que se menea que, desgraciadamente, y por mor de ellas, cada día que transcurre, se mueve menos.

Por tanto, surgen dos preguntas vitales para los intereses de muchos componentes de nuestra fauna mediterránea y, cómo no, nuestras expectativas como cazadores:

1.- Como es una especie protegida por la Ley…, ¿qué se hace con este gran depredador, cuyas poblaciones, con seguridad cien por cien, no están en peligro de extinción, sino de superpoblación?

2.- Como no se pueden tocar por el aspecto emotivo y tradicional …, ¿asistimos días tras día a su indiscriminado ataque a cuanto se le pone por medio, incluso especies amenazadas o protegidas, dígase aguilucho lagunero, sisones, avutardas, salamandras, tritones, gallipatos, lagartos, culebras de escalera… o, por el contrario, empezamos a movernos a todos los niveles, para que dicha especie, al igual que otros depredadores que están causando grandes estragos, desde donde proceda se pongan en marcha y se regulen las medidas adecuadas para que sus ya de por sí amplias poblaciones no sigan causando daños irreversibles a muchas especies, que si no se hace nada, a la vuelta de la esquina solo las veremos en videos  o fotos?

Por tanto, creo que más pronto que tarde se deberían acometer, desde las diferentes administraciones, una serie de medidas para el control poblacional de nuestra ancestral cigüeña blanca y, con ello, evitar que este gran depredador se transforme en un verdadero rompedero de cabeza, que ya lo es, y salvar de la desaparición a muchas especies de nuestra ya alicaída fauna mediterránea.

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PD. Aunque el refranero nos dice que: "por San Blas -4 de ferbrero-, la cigüeña verás, a día de hoy, 14 de noviembre, nuestras queridas "traeniños" ya empeizan a tomar posesión de sus respectivas atalayas. Circunstancia que se puede comprobar en cualquier punto de  la privincia de Huelva, excepto en la sierra.


jueves, 4 de noviembre de 2021

¿ES DE BUEN PAJARITERO “QUEMAR” A LOS RECLAMOS QUE DAN EL AVÍO?

              Ribera, un pájaro del montón que mejoró con los puestos

Algunas veces pienso y creo que no me falta la razón que tan malo es no tener en nuestro jaulero un reclamo que valga la pena, como tener un pájaro puntero y no saber administrar sus salidas al campo o las de los que lo acompañan en las alcayatas de nuestras viviendas.

 

Parece una simpleza lo anterior, pero pensándolo bien y reflexionando sobre el tema, se llega a la conclusión de que si una situación es mala, la otra puede terminar siendo peor.

 

Me explico:

 

Si tenemos la suerte de que a nuestras manos llegue un reclamo de garantías, podemos caer en el terrible error de olvidarnos de otros pájaros de jaula que lo acompañan y llegar a abusar de él, dándole puestos y puestos sin pensar que hasta en los "trabajos se fuma", pues las máquinas tienen motor que funcionan con carburante, mientras que nuestros queridos perdigones son seres vivos que están condicionados por circunstancias de su día a día. De hecho, en unos determinados puestos lo harán fenomenal, en otros, regular y, a veces, por imponderables adversos, mal. Pensar que siempre van a dar "la nota del quince", no es tener los pies en el suelo. Y quizás uno de los motivos por lo que un reclamo puntero dé puestos de poca calidad, no es otro que el abuso que, muchas veces, hacemos de él. Pues, como bien sabemos, el bueno, es el que siempre tenemos en mente y el que casi continuamente se saca al campo.

 

Y no solamente le hacemos un flaco favor a los pájaros de primer nivel, sino que, paralelamente, estamos dejando un día sí y otro también en el jaulero a otros pájaros de jaula que, si lo utilizáramos más, posiblemente, aumentarían su calidad. Y lo peor del caso es que muchos pollos con buen futuro cambian de manos por no darles las correspondiente oportunidades al no tener la más mínima confianza en ellos y relegarlos a segundo plano, por sacar siempre al que creemos que vamos a tirarle.


Para finalizar decir que si actuamos como queda recogido en el artículo, que suele ocurrir con más frecuencia de lo que debiera, los repuestos con cierta garantía nunca los tendremos en nuestro jaulero por falta de puesta a punto y el día que haya un problema con la primera división, nos quedaremos de cuadro. Y es así porque, aunque el reclamo, como los artistas, nace y no se hace, también es verdad que si un pájaro no sale al campo, nunca va a demostrar la calidad que atesora, por lo que si siempre sacamos los mismos, los demás se quedan sin poder ofrecernos lo que llevan dentro. Esto es como los toreros que, por diferentes razones, hacen pocas veces el paseíllo y, por consiguiente, están faltos de recursos en los momentos complicados de las faenas. 



sábado, 30 de octubre de 2021

SÍ AL PERDIGÓN

 Hoy, traigo al blog este artículo de opinión del amigo José Ignacio Ñudi, onubense de nacimiento pero calañés de sentimiento, de donde procede toda su familia.

José Ignacio, ante todo y desde niño, se ha sentido cazador y, excepto la perdiz con reclamo, ha practicado casi todas las modalidades cinegéticas, por lo que sabe demás de qué va el tema y está perfectamente capacitado para dar la opinión que expone a continuación.

Aparte de su faceta como cazador, José Ignacio es periodista y fue Director de la revista Trofeo Caza cogiendo el relevo de Juan Delibes, del que fue redactor jefe, aunque un terrible problema de salud que le sobrevino mientras cazaba en su querida Calañas, lo apartó de dicha actividad profesional. Eso sí, aun con secuelas físicas sigue siendo un cazador de fuste y, cómo no, un enamorado de la naturaleza. Además, es un tío que, como se suele decir, se viste por los pies y hace pocas fechas publicó un entrañable e interesante libro: Anécdotas de caza.

Vaya por todo ello mi máximo agradecimiento por participar en este mi pequeño rincón particular.

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                                         Marchena con un par en la plaza.

Para mí la caza de la perdiz con reclamo es el perdigón. Ni el cuco, ni el pájaro, el perdigón porque así se le ha llamado siempre en el Andévalo onubense, de donde soy y cazo. Dicho esto vamos al toro: mi amigo José Antonio Romero me pidió un artículo en el que defendiera la caza de la perdiz con reclamo. Siempre lo pospuse, pero cada vez que veía a José Antonio me acordaba del encargo incumplido, de modo que voy a escribirlo y quitar para siempre ese peso de mi cabeza, al tiempo que aviso que mis días de abogado defensor de modalidades de caza han terminado, por lo menos por un tiempo.

En primer lugar confieso que no practico la caza del reclamo, no la he practicado, pero en este momento de mi vida no diré “de esta agua no beberé”. No cazo el perdigón y mis pocas experiencias cinegéticas se cuentan con los dedos de una mano y siempre acompañando a un cazador, o sea, compartiendo puesto con él como mero espectador. Bueno, la única vez que cacé el perdigón con todas las de la ley fue con un pájaro de nombre Espartaco, que la verdad era más bien un mochuelo, porque aunque estaba rodeado de perdices silvestres, cantar no era la mejor virtud de este reclamo tan torero.

No he cazado el perdigón pero he convivido toda mi vida con perdigoneros de verdad, auténticos y apasionados aficionados. He escuchado sus historias y he palpado el respeto que daban a su reclamo, al campo y a las perdices salvajes. El perdigón se convertía para mí en una cacería cuasi sagrada, llena de ritos y tradiciones ancestrales, presidida por un perdigón protagonista siempre con una historia detrás y hasta con nombre, puesto siempre, como los motes, por algún suceso, característica física, admiración del perdigonero por algún personaje famoso, etc.

He practicado todas las modalidades de caza, de menor y mayor, y todas tienen su razón y justificación, y por supuesto su ceremonia. La única condición que les pongo para aprobarlas es que no esquilmen, que no sean dañinas ni para la especie ni el campo en general, y por supuesto que se practiquen como Dios manda, o sea, siguiendo unos ritos y prácticas ancestrales que cualquier cazador conoce. Y el perdigón aprueba.

Yo, que soy principalmente cazador de menor en mano y al salto, siempre he escuchado como muchos de los colegas criticaban el perdigón, que si no era ético aprovecharse del celo de las perdices  -los más cursis sustituirían celo por enamoramiento- para asesinarlas paradas y a pocos metros. Que el perdigón esquilmaba las perdices de los cotos, que si se mataban a los machos más valientes, que son los que antes entraban en plaza, dejando que cualquier macho padre y perjudicando por tanto la genética de futuras perdices, etc., etc.

Vayamos por partes, lo de aprovecharse del celo puede criticarlo el urbanita sensiblero que estará en contra de cualquier tipo de caza, pero un cazador no puede dar ese argumento porque existen otras muchas modalidades sustentadas en el celo, como la berrea o la ronca, y el celo sólo es el inicio de un largo periodo reproductor. Esta ventaja, o engaño como dirán algunos, la aprovechó el cazador para poder acercarse y capturar un ave muy lista, una ventaja que se utilizó desde antes de Cristo aquí y en muchos países que tenían perdices. Si nos damos cuenta el cazador siempre intenta aprovechar las pocas “debilidades”-digámoslo así- que les deja la pieza para capturarla. Si hablamos de caza en puesto fijo, nos colocamos bien escondidos y “vestidos de campo”, donde sabemos que el animal va a pasar para comer, beber o dormir. O nos colocamos donde los animales van a comer y beber, y a lo mejor hasta nosotros les hemos preparado ese comedero o bebedero. “Pues en la caza al salto no se engaña a la pieza ni se aprovecha ninguna de sus debilidades para darle caza”, dirán algunos. Pues yo creo que sí, para empezar buscamos la pieza donde suponemos que está porque es donde se alimenta y vive, la buscamos a contraviento y sigilosamente para que ni nos escuche o huela, normalmente llevamos un perro para que la encuentre con su olfato, intentaremos sorprenderla o cansarla y además llevamos un arma y unos cartuchos que matan a mucha distancia, y si tiramos medianamente bien, acertaremos, además podemos tirar hasta tres veces. Si nos fijamos todas las modalidades buscan reducir las magníficas cualidades de los animales para escapar, pues no en vano le va la vida en ello.

Además hay modalidades de caza, como es el caso del perdigón, que nacieron mucho antes que la invención de las armas de fuego, capturándose las perdices por ejemplo con lazo o alzapié y tras la aparición de estas, se adaptó. Por tanto, tirar con la escopeta a una perdiz parada a escasos metros no me parece una aberración, es una adaptación, además, permite una muerte rápida y fulminante, que es lo correcto. Aunque sé que algunas y a pesar de todo, se van.

Por tanto, justificado el celo y ese tiro “poco deportivo”, pero ético, vayamos al meollo de la cuestión: ¿es la caza del reclamo perjudicial para las perdices? Tan perjudicial como lo puede ser la caza en mano, al salto o al ojeo. La cuestión es cuántas perdices se matan en cada modalidad. En un coto normal, donde hay cazadores de todos los gustos, estamos acostumbrados a cazar la perdiz al salto, en mano o en batidas o mini-ojeos  o en ojeos propiamente dichos, si hay suficiente densidad- y rematamos la temporada con el reclamo. Pues bien, los de escopeta y perro, y puesto fijo, se quejarán de los perdigoneros “porque queda poca perdiz para criar y ahora las van a cazar con la jaula”. El problema no es que quede poca perdiz para la jaula, el problema es que la escopeta ha dejado a la perdiz tiritando y ante este hecho no debería cazarse el perdigón, como tampoco debieron cazar las escopetas más perdices de la cuenta, sabiendo que el coto también tenía perdigoneros. Cada coto tiene las perdices que tiene y hay que dejar las suficientes para que vuelvan a reproducirse. Tan mal está que se cace el reclamo si hay poca perdiz, como que las escopetas maten más de la cuenta y critiquen ahora a los perdigoneros porque “van a matar las pocas perdices que han quedado”. La cuestión es cazar con cabeza, y cazar las perdices que se puedan cazar pero repartidas entre todas las modalidades, Que hay cotos que sólo quieren cazar la perdiz en mano, pues muy bien, todo el cupo para ellos. Que también quieren cazarla los jauleros, pues que los socios se repartan el cupo. Pero esto no se suele hacer en ningún lado, se caza lo que se puede al salto y en mano, incluso se hace un ojeíllo de poca monta y luego lo que queda para los perdigoneros. Y claro, para estas fechas quedan poquitas perdices y entre esto y que “ahora que se cierra la temporada y la mayoría dejamos de cazar y que las poquitas perdices que hay empiezan a emparejarse, vienen los jauleros a rematar”.

Yo también quiero rematar este artículo desmintiendo las últimas dos críticas más feroces contra el reclamo: que la jaula esquilma y que al quitar los machos más valientes, poco a poco se va empobreciendo la genética de la perdiz, y para desmontar estos dos bulos lo mejor es recordar lo que uno ha visto y oído a lo largo de su vida y sobre todo ver qué pasa en esos cotos donde únicamente se caza con reclamo, que los hay. En mis cotos, sobre todo uno del Andévalo de Huelva, al que conozco desde que tengo uso de razón, porque pertenece a una tía mía, siempre se cazó el reclamo. Incluso diría que tradicionalmente sólo se cazaba con reclamo, porque siempre tuvo mucho conejo y el padre de mi tía y sus antepasados, que siempre vivieron en la finca, no tiraban una perdiz al vuelo si no veían claro que la iban a matar, ahora bien, llegaba el celo y cazaban asiduamente, y lo hacían también los poquitos socios que siempre tuvo. A pesar de todo la finca siempre tuvo perdices, sobre todo cuando tenía conejos y los propietarios sembraban algunas hectáreas para el ganado, el poco ganado que siempre tuvieron, y se perseguía sin tregua a los predadores. Siempre hubo más o menos perdiz, dependiendo, claro, de cómo criaron y era perdiz muy brava. Tampoco el número de socios, de escopeta y jaula, nunca fue muy numeroso como para machacar el coto. Pero ya digo, la perdiz siempre fue abundante y muy brava, como es la perdiz brava en cualquier coto. Ahora que llevamos años sin conejos por la llegada, a finales de los ochenta, la enfermedad hemorrágica y que la perdiz sólo se caza testimonialmente con el reclamo, quedan poquísimas por culpa de la mucha predación que hay. Desde que la perdiz deposita los huevos en el nido hasta que los pollos dejan de ser volantones, tienen que sobrevivir a una presión predadora insoportable.

Pero también he hablado con viejos perdigoneros de otros lugares de España, algunos socios de cotos donde sólo se caza desde tiempo inmemorial, y mucho, con reclamo, y me aseguran que en esos cotos donde sólo se caza con reclamo y se sigue cuidando la perdiz salvaje, siguen teniendo muchas perdices y tan bravas como siempre. Y es que es tanta la variabilidad genética de la perdiz salvaje que porque se maten algunos de esos machos “más valientes”, no impide que año tras año, dentro de un bando de perdices, haya machos tan valientes o más que su padre, o que su abuelo, o que su bisabuelo.

                                       José Ignacio Ñudi Marianas

martes, 26 de octubre de 2021

LOS RECLAMOS, EXCEPTO EN CONTADAS EXCEPCIONES, SON ANIMALES DESAGRADECIDOS.

 


    Dos ejemplos de reclamos. Primera imagen, un pájaro bronco: Guerrilla. Segunda                                                                   imagen, uno muy manso: Alpujarreño.

     Es un tema que se ha tratado poco a lo largo de la historia de las redes sociales, aunque está ahí. Así, aun con singularidades, los pájaros de jaula, nuestros queridos y amados reclamos, son animales que, por lo general, no son muy agradecidos con quien les echa horas y horas para que no les falte de nada. 

Sobre esta circunstancia se pueden poner sobre la mesa muchas anécdotas e historias puntuales para argumentar lo contrario -que las hay-, pero la realidad es que nuestros perdigones, normalmente, son animales que nunca llegan a un entente cordial con el dueño. Eso sí, algunos se engrifan cuando ven a su cuidador, otros les pican en las manos, algunos van tras el dueño una vez sueltos; otros curichean, piñonean, incluso titean en momentos determinados…., pero en cuanto queremos manosearlos para cualquier cuestión puntual, por más que digamos, no conocen a nadie. Es más, aunque se les trate con todo el cariño y mimo del mundo, la gran mayoría de la veces la respuesta suele ser botes, tomar copas, intentos de salirse de la jaula, alambreos … Y yendo más lejos,  en algunos casos, aparte de roturas de picos, alas o patas, se quedan “pajarito” debido a algunas de sus salidas de tono. Incluso, aunque éste sea otro tema diferente, todo un jaulero o perchero entero puede desgraciarse ante una algarabía o botada nocturna, sin el más mínimo motivo para ello, aun poniendo todos los medios de los que dispone el correspondiente pajaritero para que no suceda tal y desgraciada eventualidad.

Aunque tengo claro que hay machos de jaula mansos y nobles, nunca se acercarán a la respuesta que dan otros animales con menos trato y cariño de los que a ellos se les dispensa, pues nunca alcanzan, excepto en casos excepcionales, mantener una relación de afecto con el dueño, en este caso, su más que amigo. De hecho, muchos animales más o menos cercanos al hombre, llegan a un entente cordial difícilmente pensable para un pájaro perdiz, máxime si éste es de procedencia salvaje. Más aun, a veces, los conocidos muñequeros nos las han colocado más de una vez porque, si por cualquier circunstancia se asustan, pierden el control de sus actos y pueden llegar a sacarse los sesos dando porrazos en la jaula o en los  cajones de muda. Y lo que es peor, cuando se han escapado de la jaula en el campo, situación por la que casi todos hemos pasado, lo más normal, es que no den la cara y... adiós muy buenas, dejándonos con tres palmos de narices. Y no me refiero al saltimbanquis de turno que se lleva todo el día queriéndose escapar de la jaula, sino que este escenario tan desagradable, también ha ocurrido más de una vez con reclamos ya con sus añitos enjaulados y que siempre han demostrado nobleza y tranquilidad.

… Y no digamos cuando nos trasladamos unos kms hasta la finca donde cazamos con los pájaros enfundados en el maletero y cuando sacamos el reclamo que vamos a colgar y le quitamos la sayuela, comprobamos, con todo el estupor del mundo, que se ha hecho polvo la cabeza o, incluso, se ha “esnucao” botando.

En pocas palabras y como tantas veces hemos escuchado, incluso dicho: los reclamos de perdiz no conocen a nadie.


viernes, 22 de octubre de 2021

FACTORES QUE INTERVIENEN EN LA CAZA DEL RECLAMO.

Hoy traigo al blog este artículo de Vicente Hurtado, asiduo colaborador del blog, en donde expone una serie de aspectos que intervienen en nuestra afición cinegética. Son más que conocidos, pero nunca está de más el recordarlos para los que ya llevamos unos añitos metidos en este mundo y para los que empiezan.

ooo O ooo

Como es lógico, en toda modalidad cinegética intervienen muchos factores y ésta no iba a ser menos.

De entre todos los aspectos a tener en cuenta, podríamos resaltar los siguientes:

-Tenemos que tener en cuenta que un pájaro que no esté bien cuidado y pelechado no servirá para reclamo.

A los buenos aficionados hay que verlos en verano, cuando no hay más remedio que cuidar los pájaros, día tras día, sin que haya cacería a la vista, cuando hay que cambiar tierra, poner agua limpia cada día, repasar los comederos, etc., etc.

Un pájaro bien pelechado y alimentado es la base para tener una buena temporada, por eso no vale acordarse de los pájaros en noviembre o diciembre, sino que hay que estar muy pendientes de ellos todo el año.

Hoy sabemos que hay distintos modos de pelechar los pájaros y todos son igualmente válidos:

1.- En un terrero con tierra y cambios continuos de la misma. Antes se decía que en tiempos de pelecho no se les debía cambiar la tierra a los pájaros,  yo creo que la higiene es fundamental y se la cambio cada semana.

2.- En un módulo metálico, con suelo de rejilla y sin tierra.

3.- Con la compañía de una pájara, está demostrado que la hembra les aporta recursos a los reclamos y, si no les aporta, tampoco les quita nada.

4.- Hay quien los pelecha  a todos sueltos en un voladero y una traba puesta para que no se peleen. Este sistema me hizo gracia cuando lo escuché, pero cuando lo vi, me pareció algo muy sensato y bien pensado.

En fin, cualquier sistema es bueno siempre y cuando estén los pájaros limpios y cuidados.

-El transporte y el manejo de los reclamos (pájaros sin sayuela, pájaros rodando dentro del coche, pájaros en un esportón de las aceitunas con un saco por encima…”, todo influye en el éxito final.

-La colocación del puesto y el reclamo también resultan de mucha importancia, en esta cacería no sirve el “aquí mismo” ¡no!, hay que buscar el sitio adecuado. (Anécdota de Cecilio cambiando el pájaro de bajera)

En resumidas cuentas, toda una retahíla de cuestiones que es conveniente tener en cuenta para poder “triunfar” en esta modalidad.

Pero, sobre todo, hay dos factores de vital importancia:

-Uno, la capacidad que tenga el cazador para interpretar el trabajo y las cualidades del reclamo (creo que éste es el más importante de todos)

-Dos, el uso de la escopeta.

Para mí (como consecuencia del uso de la escopeta), sólo hay dos tipos de pájaros: aquellos a los que les gusta la escopeta y aquellos a los que no les gusta

Los segundos nos facilitan mucho el trabajo, pues les abrimos la puerta con la mayor tranquilidad y seguridad de que no sirven para reclamos.

Los primeros son los que nos quitarán muchas horas de sueño, los que nos exigirán la mayor concentración para conseguir llevarlos al punto más alto al que ellos sean capaces de llegar.

Estos son los que merecen la pena y los que nos hacen a nosotros cazadores de reclamo, aficionados con mayúsculas, viciosos del reclamo, los que consiguen que el reclamo se convierta en una filosofía de vida.

Por los reclamos que he tenido delante de mi tronera, estoy firmemente convencido de que es la escopeta la que manda porque “si no le tiramos a un pájaro, nunca sabremos si sirve o no sirve”

En nuestro mundillo anda un dicho que dice:

“Si quieres tener pajarillo, quita el dedo del gatillo”

Lo siento, pero no estoy de acuerdo con eso; no lo estaba antes (cuando costaba Dios y ayuda apañar un perdigón), mucho menos ahora con lo fácil que resulta y, creo, que no me va mal, pues siempre suelo tener pájaros funcionando.

Pero ojo! Tampoco  quiero decir que haya que tirar por cualquier parte y de cualquier manera, ¡NI MUCHO MENOS! Soy de los que estrechan mucho la plaza, me gusta tirar en el pincho, tanto que ya he matado algunos pájaros que habían cogido el buen camino.

Me refiero a que estando el campo en plaza y, viniendo la pelea hecha (otra cosa es que entre de callado), lo que hay es que quitarlo del medio, con independencia de que el reclamo se mueva o no, se escuche recibir o no (si el campo está peleando -aunque nosotros no oigamos la jaula- algo le estará diciendo)

En fin, no creo que el pájaro que es bueno, lo vaya a ser más por dejarle los pájaros ir, más bien al contrario, pues tardará más en aprender a utilizar los recursos necesarios para “fulminar” a su enemigo.

Mi padre, que fue quien me metió en la afición, siempre me decía:

-“Cuando esté delante de él mátalo y, después, él verá lo que hace”.

Claro que el uso de la escopeta puede acarrear algún problema:

Todos hemos escuchado decir una vez tras otra: UN TIRO MAL HECHO ESTROPEA A UN BUEN RECLAMO

Por tiro mal hecho creo que podemos entender,  al menos, dos cosas:

1.- Un tiro fuera de plaza, sin que el reclamo vea a las perdices, con un bando por delante y provocarle el consiguiente voletón, etc., etc., esto es una barbaridad que, efectivamente, puede dar al traste con cualquier reclamo.

También podemos considerar tiro mal hecho el  de tirar fuera de plaza aunque el reclamo esté viendo las perdices y esté centrado con ellas, pues solemos decir que  “mañana esperará el tiro más lejos”

2.- Un tiro que sale mal y, en lugar de dejar seco al campero, lo deja dando saltos, voletones o las dos cosas. En este caso si el reclamo se “echa atrás” lo que hay es que soltarlo por ser un mochuelo y me remito a las pruebas que me han dado los reclamos que me ha tocado cazar:

 Para finalizar, seis  ejemplos de que les daba igual: MATIAS//CAMILO//ECIJANO//RONDANO//MONTORO

-MATIAS: puesto de la Romera y Arroyo Los Calvarios.

-CAMILO: los dos primeros tiros y la tarde de cinco volados, para tirárselos en el mismo puesto y el mismo colgadero a la mañana siguiente de alba. Puesto del Cerrón con las viudas.

-ECIJANO: sus 37 puestos de silencio y sus primeros seis pájaros echados a volar, para rematar siendo un pájaro extraordinario.

-RONDANO: los cinco primeros tiros con aplastón y, el sexto, pájara dando saltos que lo dejó hecho pájaro para, a partir de ahí, no volver a hacer nunca ningún extraño y tomar a todas    las hembras en titeo.

-MONTORO: En su sexto tiro, pájara en el chaparro.

-CHIMENEAS: Sus dos primeros tiros.  Los dos machos con el Troya en la Batea de Manuel Chozas.

EL ATAQUE DE LAS RAPACES:

    Supongo que a todos, o casi todos, se nos ha presentado el desagradable lance de que la rapaz se nos tire a la jaula.

    Pues bien, también es éste un asunto que para unos reclamos se resuelve de una manera y para otros de otra.

    Siempre había yo escuchado que cuando se tiraba el águila, el reclamo ya no volvía a cantar. En mi caso, tengo que decir que voy empatado con esa afirmación:

    El águila se me ha tirado cuatro veces, en dos de ellas con pájaros empezando y muy tímidos, con lo cual hubo que soltarlos; en las otras dos ocasiones no hubo ningún problema

    -BIENSERVIDO, tenía seis tiros hechos y se le tiró el águila cuando estaba recibiendo al campo, no hubo ningún problema, lo superó perfectamente y siguió, en puestos sucesivos, como si nada hubiera ocurrido.

    -LAGARTIJO, estaba recién colocado en el tanto y lo abrazó un aguilucho cenizo dejándolo desplumado y con muy mal aspecto, recompuse la situación, me senté a su lado a fumarme el puro y, al poco rato, cantó una pájara, se quedó con ella y le tiré cuatro machos.

    En otras dos ocasiones más, el aguilucho se me ha parado encima del reclamo.

    -EL COJO nos fuimos a colgar a la Brazatortas y, estando el Cojo enganchado con el campo y ya en recibo, se le posó un ratonero encima del almendro en cuyo tronco estaba el pulpitillo, el pájaro se calló y se pegó contra los alambres, viendo que el tiempo pasaba y el bicho no se iba, lo quité del medio, el Cojo empezó a cargar el tiro y a los cinco minutos le tiré el macho con el que estaba liado.

    -FULGENCIO un puesto de alba junto al cortijo del Yezgo, con el campo en plaza, llegó el ratonero y se posó en la copa del chaparrillo donde estaba el pájaro colocado, se aplastaron los dos –sin dejar de recibirse-, cuando el aguilucho se fue, el campero se subió directamente en la jaula, luego lo tiré.

    En fin, está claro que con esto de las rapaces, también cada reclamo es único e irrepetible.

 

      Vicente Hurtado Navarro.