miércoles, 4 de enero de 2012

TIEMPO DE PERTRECHOS.





             Cuando la fecha del inicio de la caza de la perdiz con reclamo se acerca, los cuquilleros solemos dar el último repaso a todos los utensilios y complementos necesarios para la práctica  de dicha actividad cinegética. La verdad es que no hace falta, porque, el buen aficionado, desde bien atrás, prácticamente desde que acabó la anterior temporada, lo tiene todo en perfecto estado de revista, como se decía en el argot militar.
            Aun así, y como parte de ese ritual que acompaña a nuestra afición, puesto portátil, ganchos, tanganillo artificial, esterillas, banquillos/sillas, fundas/sayuelas, hachas, calabozos, tijeras de podar telescópicas –buen instrumento bajo mi humilde punto de vista-, cartuchos, bolsas/cananas, "colgaeras"…, son minuciosamente revisados y ultimados los pequeños arreglos que cada uno estima conveniente, para que, llegado el momento, no supongan un quebradero de cabeza. Además, la escopeta, los cartuchos, la comida para los reclamos, las bellotas u otras golosinas, los jauleros para el campo, bebederos, indumentaria campera… no se escapan a nuestro exhaustivo control. Es más, muchos de nosotros ya se ha dado una vuelta por el campo para "quedarse con la copla" de dónde va colgar en las primeras jornadas.
            He dejado las jaulas para lo último, porque, éstas pasaron el “control del calidad” hace algún tiempo y, en la actualidad, ya son morada de nuestros reclamos. Arreglos, chapuzas y pintado ya hace algún tiempo que lo realizamos y las dejamos nuevamente “niquel”. Curiosamente, son las jaulas unos de los pertrechos jauleros que parece que no pasa el tiempo por ellas, ya que, después de pequeños “toques” y un buen "policromado", nadie diría que algunas de ellas son casi centenarias. Es más, se parecen en esto al vino, mientras más viejo más caché.
Asimismo, la puesta a punto de los todos los bártulos viene acompañada por ese algo, difícil de explicar, que nos empieza a “hervir por dentro” y que sólo se tranquiliza cuando nos vemos dentro del puesto, escuchamos por primera vez en la temporada al reclamo de turno y ponemos “patarriba” a la primera patirroja. No sé como habría que llamarle a este estado de ánimo, pero, puede empezar por ilusión por lo que se avecina, luego, desasosiego por no saber qué ocurrirá y, para finalizar, tranquilidad, si las cosas salen más o menos según tenemos programadas y en mente. Si esto último se tuerce, mejor que Dios nos coja "confesaos".
 

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