Cuando el otoño camina hacia el comienzo
de la siguiente estación y los fríos empiezan a hacer su aparición…, los cuquilleros, unos antes y otros después,
cumplimos –excepto en casos excepcionales, que también los hay- con unos de los
rituales que, desde siempre, están escritos en el libro de oro de nuestra
afición: EL RECORTE DE NUESTROS RECLAMOS.
Hablar mucho de ello es llover sobre
mojado, porque el tema está más que reescrito y releído. Por lo tanto, sólo
decir que, ayer por la mañana, 15 de noviembre, como es tradicional en mi caso, mis
reclamos pasaron por la “barbería”. No todos, ya que, los pollos del año, de
momento, no los recorto hasta ver durante algún tiempo más su comportamiento. Si
demuestran nobleza -porque la buena pinta la tienen, ya que, si no fuera así,
no estarían en mi jaulero- y les veo cositas, los recorto más tarde. Ahora
bien, si toman el camino contrario, como ya he dicho otras veces, me deshago de
ellos. Pájaros saltimbanquis no los quiero aunque pudieran llegar a ser unos
fenómenos.
Ahora, les doy tierra húmeda
mezclada con ceniza para que la pluma se le asiente y les quede bonita, los
desparasito internamente y, de nuevo, a sus respectivas jaulas que, con
anterioridad, han sido retocadas en todos los aspectos: alambres, suelo,
pintura, piedra, gancho...
Cuatro imágenes del recortado de Quinteño, pollo de segundo celo de la granja de Jabalquinto. En la primera se aprecia la cabeza de dicho reclamo. En la segunda, el recorte de las plumas de la punta del ala. La tercera nos muestra cómo queda el ala después de recortadas algunas de la rémiges. En la ultima, podemos ver el recorte de la cola o plumas timoneras.
¡ Inconfundible el cráneo de el susodicho!
ResponderEliminarQue aunque resulte una máquina en el tanto...pero no terminan de convencerme esos cráneos tan pequeños y estrechos que caracterizan a dichos reclamos.
Un saludo y suerte.