En los calendarios de caza en general, existen unas
fechas que, desde siempre, han sido santo y seña de las diferentes modalidades que forman parte de la misma. En esta línea -a modo de ejemplo-, valgan dos de ellas muy representativas: el 15
de agosto como comienzo de la media veda y caza con perros y el 12 de octubre
la apertura de la veda general, aunque últimamente se hayan alterado un poco los
días de inicio.
Pues
bien, en el mundo de las fechas cinegéticas, hay una, “Tosantos”,
primero de noviembre, que para muchos aficionados pajariteros es el pistoletazo
de salida para la temporada cuquillera, pues una gran mayoría de los
perdigoneros escogen este día para sacar a sus pájaros perdices de los
pelecheros y meterlos en las jaulas, previo tradicional recorte. Y la verdad es
que, aunque en esta afición nunca hay que tener prisas, porque la paciencia
debe ser una de nuestras grandes
virtudes, en cuanto “sobrevuelan” estas fechas aparece la inquietud y el
nerviosismo ante la llegada del día de tan ancestral tarea. Es más, en
ocasiones, puede más la impaciencia que la tranquilidad y más de una vez y más
de dos, hemos recortado algún reclamo antes de tiempo, con algún
pretexto de por medio.
Eso
sí, el recorte, además de una función necesaria, aunque haya quien no lo lleve
a cabo y no toque los reclamos por miedo a fracturas -no todos los aficionados saben coger los pájaros-, es algo más que una
simple utilización de la tijera para dejar “guapos” a los componentes de
nuestros jauleros, pues a la postre, dicho quehacer es un singularidad
importante más del ritual cuquillero. Por consiguiente, el recorte se
transforma en un bálsamo tranquilizador y esperanzador para los perdigoneros. Representa
algo así como el momento de recoger los frutos de muchos meses de trabajo y
desvelo al lado de nuestros reclamos, sufriendo por no saber cómo concluirá la
muda y sí surgirá algún problema en el largo y tórrido verano. Pero, por otra
parte, es el punto de partida para una nueva temporada pues, a partir de este
momento, comienza el soleo, el aporte del verde, de bellotas y castañas picadas
y de otras muchas golosinas, elementos todos ellos muy importantes en el día a
día cuquillero.
En
lo personal, puedo decir que mis reclamos ya están enjaulados como apunté en un
post anterior y, además, por tradición, no los suelo recortar hasta la mitad
del mes en curso. Es decir, sobre sesenta días antes de la apertura del periodo hábil de
caza. Siempre lo he hecho así y así continuaré.
Ni
que decir tiene que, desde ya, como si se tocara a arrebato, las reuniones y
sesiones varias pajariteras proliferan en cualquier lugar, cosa que no ocurre durante el periodo de muda. Los inquilinos de la
jaulas, todas limpias y muchas de ellas repintadas, empiezan a llamar la
atención de los receptivos dueños y no es muy difícil ver a estos últimos
acompañados de otros amigos y compañeros, contándose entre ellos las futuras excelencias de
pájaros que lo más seguro es que no pasen un examen de preescolar, pues es el
tiempo de la ilusión desmedida. Sin embargo, con el paso de los días y semanas,
dicha expectación se irá transformando, primeramente, en movimientos de cabeza
ante las negativas respuestas de algún que otro inquilino del jaulero que
empiezan a mostrar su negativo proceder. Más tarde, llegarán los tacos e
incluso las maldiciones. Y para finalizar, en muchos casos, se suelen abrir
puertas con anterioridad a la apertura de la veda.
Por
cierto, por estas fechas ya otoñales, la mayoría de los últimos años, la sequía
veraniega y los calores del “veroño” persistían. No obstante, en el actual, la
cosa ha empezado bastante bien, pues el campo está precioso y eso es señal de
que podemos estar en la antesala de una buena temporada cuquillera. Sin ir más
lejos, el año pasado por estas fechas, los terrenos eran una pena, pues
prácticamente no había llovido en buena parte de nuestra Comunidad, pero, a día
de hoy, el paisaje rural se nos presenta totalmente verde y precioso, señal que
ya han llegado las esperadas y necesarias lluvias otoñales. Con estas
componendas nuestras patirrojas montesinas se enverdinarán y no tendrán
problema para fortalecer su dieta con las proteínas aportadas por las abundantísimas hormigas de alas y muchos gusanos que con la humedad pueblan todos los rincones de las diferentes fincas andaluzas.
Este año o aprovechando la ayuda de mi hermano, he hecho lo que nunca, los recorte una semana antes y al cajón, y el día 1 a la jaula. A excepción de dos que fueron directos a la jaula y uno que aún no está recortado y que este año del cajón no sale.
ResponderEliminarY de momento al sol poco a poco y pronto sus chuches.
Un saludo.