Una vez acabada la temporada
llega el momento de reflexionar. Una reflexión que, si queremos buscar las
sendas de la mejora, debe ser sería, realista y, por supuesto, basada en los
errores que hemos cometido durante la temporada que finaliza. Estos últimos
debemos analizarlos paso a paso, determinar el por qué sucedieron, si es que se
puede y tratar de ponerles las soluciones pertinentes, para no volver a
tropezar en la misma piedra el próximo año. Obviamente, estamos hablando de
todos aquellos factores que están en nuestras manos el ponerle remedio, ya que,
desgraciadamente, otros muchos, por más que queramos, se nos escapan de
nuestras posibilidades. Así, la meteorología que tenemos hoy día, la falta de casta y
bravura de las patirrojas, el continuo desmonte de las fincas, la agricultura
actual… son situaciones coyunturales ajenas a nuestra voluntad y contra las que
poco podemos luchar, por más que queramos.
Ahora bien, otros muchas sí
están a nuestro alcance y tenemos que analizarlas concienzudamente para que los
años venideros sean lo más agradables posible, dentro de la mediocridad en la
que, últimamente, se está transformando
la caza de la perdiz con reclamo. Así, estos diez aspectos que vienen a continuación,
pueden ayudarnos para conseguir un buen reclamo o para no estropear lo que tengamos. No es nada nuevo, todos/as los conocemos, pero, desafortunadamente, mas veces de la cuenta no cumplimos con ellos. Así, no es anormal que luego vengan las quejas hacia nosotros mismos por nuestro propio descontento en la forma de proceder.
Para empezar, debemos meditar
detenidamente sobre los componentes de nuestro jaulero. Está claro que figuras
hay pocas, cada vez menos, pero soy de los que piensan que dejar de un año para otro a
medianías es allanar el camino para futuros sofocones y decepciones. El reclamo
que no sirve, no sirve, por muchos puestos que le demos o por muchos años que
lo aguantemos. Por consiguiente, mantener a “medias tintas” no tiene sentido.
Es preferible tener poco con buena pinta que muchos que, desde el principio, no
nos dicen nada. Así, aunque discutible, soy de los que están firmemente
convencidos que el buen reclamo se muestra desde el primer puesto y, si no lo
hace, en un altísimo porcentaje pinta en mochuelo.
Continuando con nuestros
reclamos, hay que tener bien claro que, si queremos hacer buenos pájaros, al
aguardo sólo debemos llevar uno y, por supuesto, darle todo el tiempo que dure
el puesto. Alternar dos o tres es, aparte de sinfonías musicales dentro del
puesto, sinónimo de no llegar a dar nunca con una buena jaula, ya que, como aprendices que son, si desde el primer momento, lo acostumbramos a puestos de poca duración, cuando tienen que dar el do de
pecho, fallan. Por algo, nuestros progenitores, cuando salían al campo, lo
hacían con un solo reclamo y, de esta forma, cuando el de turno era un pollo,
era igual: “palante” con él y dos horas en el tanto. Si tenía sangre, terminaba
rompiendo. Por consiguiente, el llevar varios perdigones al puesto puede que
ayude al jaulero de turno para tirar patirrojas, pero no a formar buenos
“espadas”.
Es palabra de rey y un axioma
palmario que, para llegar a “hacer” un buen reclamo, es irrefutable que debemos echarle muchas horas al novel de
turno, pero…, para estropear a una buena
promesa, nada más que se necesita una décima de segundo, justo lo que se tarda
en apretar el gatillo. Por lo tanto, debemos tener siempre en el entrecejo que,
si hay la más mínima duda de que el lance no va salir bien, lo mejor es no
disparar. Si no hay disparo, como muchos grandes maestros de este arte
milenario nos hacen saber, no hay recelo de los reclamos. Lo malo es disparar
por sumar uno más a nuestro estadillo sin que se den las condiciones adecuadas. Lo único que puede ocurrir, si lo hacemos, es que nos estemos lamentando durante mucho tiempo de nuestra torpeza.
Cuando el “campo” entra en
plaza, bajo modesta mi opinión, no debemos excedernos en alargar el lance más tiempo de la cuenta antes del disparo. Soy de la opinión que cuando más excitado está el
reclamo es en el justo momento de aparición de la patirroja de turno, ya que, como podremos comprobar, si lo hacemos, llega el momento en que el de la
jaula termina pasando un poco del
tema. Debemos esperar solamente lo suficiente para que lo reciba bien y, poco
después, apretar el gatillo.
Partiendo de la base de que el
buen aficionado no va con el “taco” por delante para adquirir los reclamos, no le queda otro remedio que hacerlos. Debido a ello, la paciencia y la perseverancia son cualidades
que no deben faltar. Un buen reclamo no se “fabrica” de hoy para mañana. De
esta forma, hay que dar muchas culadas para sacar adelante un simple
“mediacuchara”. Querer tener figuras sobre la marcha, es cuestión de azar,
pero no lo normal. El cuándo y de dónde son impredecibles y, si no lo tenemos
claro, malo. Un reclamo que apunte grandes maneras llegará a nuestras manos cuando tenga que llegar, no cuando queramos.
En la misma línea del párrafo
anterior, tengo que decir que, los pollos, por regla general, no deben salir
mucho al campo en su primer año e, incluso, en el segundo. Unos puestecitos
para ver cómo pintan y punto. Abusar de ellos nunca fue bueno. Pero, además, debemos sacarlos al campo cuando las
patirrojas camperas estén en su mejor momento, ya que, de lo contrario,
terminarán aburriéndose y, cada día que vaya pasando, lo harán peor.
Es fundamental y de obligado
cumplimiento saber que el manoseo diario da sus frutos en lo relativo a la nobleza, templanza
y la mansedumbre de los reclamos. Nuestros perdigones deben acostumbrase a
nuestra persona y nuestra voz. Intentar
que aves que, por lo general, son esquivas y ariscas adquieran docilidad
acercándose a ellas de higos a brevas es como predicar en el desierto. Así, con el trato diario, aparte de llegar a diferenciar perfectamente a cada componente de nuestro
jaulero, nuestros pájaros y, en especial, los más jóvenes, terminarán
familiarizándose con nuestra presencia.
La limpieza e higiene diaria de
casilleros, terreros, bebederos… es fundamental y nunca se debe echar en el
olvido. Así, jaulas con excrementos que llegan a salir por el suelecillo,
tierra sucia y llena de deposiciones y bebederos con el agua verde y hasta
corrompida, que hay casos en lo que ocurre, es sinónimo de llevar muchos décimos para que nos toque la “lotería” no deseada. La no limpieza es sinónimo de infecciones, y todos sabemos lo que ocurre cuando aparecen. De camino, decir que, el aficionado de turno, luego será de los que se quejan amargamente a diario de su mala suerte.
La alimentación de nuestros
reclamos -tratada en este blog en artículos anteriores- debe estar basada en el principio de la lógica y sensatez. No importa
tanto el qué comen nuestros reclamos como en el cómo y cuándo deben comerlo.
Está claro que como casi todo aspecto importante no debe dejarse a la
improvisación, o lo que es lo mismo, ahora esto y luego lo otro porque quiero conseguir tal cosa. Nuestros
pedigones son seres vivos sedentarios y, por lo tanto, su alimentación debe
estar acorde con su tipo de vida. Así, suministrarles más proteínas, vitaminas,
duración diaria de la luz, golosinas… de la cuenta, para adelantar situaciones puntuales como
el encele o coloración es condenar a nuestros reclamos a una vida no demasiado
larga y a alteraciones en sus procesos naturales, como pueden ser la mudas extemporáneas
o pasadas de celo. Debemos tener claro que, como gallináceas que son, no se les
puede alterar su dieta en un corto espacio de tiempo, si no queremos que
ocurran situaciones no deseadas.
Para finalizar, es de obligado
cumplimiento, para todo el que sienta el reclamo en sus venas que, nuestra
afición, la que hemos escogido porque nos da pocas pero grandes satisfacciones
y, porque además, en la mayoría de los casos, nos hicimos fervientes seguidores
de ella, puesto que, en nuestros hogares, desde bien pequeños, el canto de las perdices
de nuestros progenitores no estaba muy lejana de nuestra cuna y, ya, desde bien
pequeñitos, nos alegraban el día con su maravillosa música, no debe ser algo que
se “le mete mano” un mes antes de la apertura de la veda, sino que, desde que acaba
cada temporada, hay que estar muy encima de nuestros reclamos hasta que se abra
la venidera. Es siendo así y, muchas veces, las cuentas no salen, así que…,
díganme si hacemos lo contrario.
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