En el día de ayer, me trasladé a la Sierra Norte de Sevilla, más exactamente al Real de la Jara, para pasar un buen día de campo y, de camino, buscar unas setas junto a mi hermano Juanvi y el amigo Luisma Jiménez, ya que, aparte de ser dicha localidad, le gusta el campo como al primero, lo que hace que conozca palmo a palmo todos los rincones de aquellos maravillosos parajes -entre ellos el suyo propio- y, por supuesto, en los que se crían gran cantidad de setas y se tiene permiso de los dueños para recolectarlas.
Pues bien, aunque un poco retrasados en cuanto al tiempo, los fríos están parando su aparición, no llueve y la mayoría de los boletus y tanas ya están un poco envejecidos, siempre quedan algunos medio en condiciones que invitan a saborear un buen día de campo. Además, si a esto le unimos que los níscalos/rebullones están empezando a salir, entonces podemos decir que la jornada es una gozada para cualquiera que le guste estar en contacto con nuestra maravillosa naturaleza.
Es más, con las edades que no va teniendo unas buenas horas cerro arriba y cerro abajo son una buena medicina para tener al cuerpo a raya y que los kilos esperen un poco.
Al final de la jornada, aunque hubo que tirar muchísimos ejemplares, nos hicimos con unos kilillos de las siempre mágicas setas que, aparte de la alegría que producen cuando se las encuentra -como por ejemplo el de la foto siguiente-, son siempre un verdadero manjar para los amantes al consumo de los productos silvestres de nuestros campos.
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Este boletus edulis pesó sin el trozo de pie cortado 1kg y 200g. |
Las siguientes imágenes son un resumen de un buen día de campo.
En la primera se puede apreciar el hermoso mirador de Sierra Padrona y Puerto Quejigo. La segunda nos muestra, en dicho lugar, al que suscribe junto a mi hermano y Luisma. La tercera y cuarta nos adentra en dos preciosos rincones de la zona -con la señal del otoño incluida en una de ellas-. Para finalizar, una foto con la recolecta del día, aunque luego, no hubo más remedio que tirar muchas de las recogidas a primera hora de la mañana, ya que, con el paso del tiempo se fueron poniendo un poco pachuchillas, porque hay una gran cantidad de ellas ya pasadas. Así, aunque se repartió para cuatro y le hicimos llegar a mi hermano Adolfo unas pocas, se mató el gusanillo que, para bien decir, es de lo que se trata: pasear en contacto con la naturaleza y llevar a casa para hacer dos o tres buenos guisotes.
Eso sí, recomendar a todo el que salga al campo a buscar setas que extreme las precauciones a la hora de la recolección. Es tiempo de la mortal Amanita phalloide y, además, hay bastantes este año. Por tanto, a los sombreros verde oliva, ni mirarlos. Como ejemplo este botón de ayer. Está claro que, no nos la podemos jugar con ellas. A la menor duda, apreciar su belleza, fotografiarlas, si se estima oportuno para que nadie meta la pata, y ahí quedó la cosa.