Con este artículo doy comienzo a una serie de escritos
entre la diferencia de entender y llevar a cabo la caza del reclamo a lo largo
de los años. Es decir, cómo se procedía hace unas décadas, y como se realiza en la actualidad. Con todos ellos, no pretendo, Dios me libre, el hacer
ver que otros tiempos siempre fueron mejores, aunque si es meridianamente
cierto, que había mucha más caza. Por tanto, el ayer fue el ayer y el hoy es el
hoy y, nos guste o no, hay que estar con los tiempos que corren.
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s obvio, y todos los cuquilleros lo sabemos,
que entre el ayer y el hoy, en lo referido a la caza del pájaro perdiz con
reclamo, existe una gran diferencia. De esta manera, dentro de las diferentes
formas de proceder y de llevar a cabo esta actividad cinegética se encuentra el
cómo trasladarse hasta el cazadero, bien desde el cortijo, o bien desde la
población de residencia. Hace ya unos buenos pocos años se hacía a pie o en una bestia
-asno, caballo o mulo-. Hoy, por el contrario, se utiliza el automóvil para
trasladarnos al lugar escogido para dar el puesto.
En principio es una
cosa normal. Los tiempos han cambiado y si antes la mayoría de los traslados,
fuera por el motivo que fuera, se hacían andando, en caballería o carros, con
el devenir de los tiempos, los vehículos a motor son el medio de traslado más
común. Ahora bien, el cambio de medios de locomoción ha traído consigo que la
concepción de la caza del reclamo haya dado un giro, en muchos casos, de
trescientos sesenta grados. Si hace cuatro o cinco décadas, al ir a pie hasta
el puesto, se tardaba un buen tiempo en recorrer el espacio que separaba el punto
de partida y colgadero, en las fechas
que correr esas mismas distancias se hacen en poquísimo tiempo si lo comparamos
con lo anterior. Y no sólo el tiempo es el que ha cambiado, sino que por
aquellos entonces, muy difícilmente se le ocurría a nadie dar dos o tres
puestos por la mañana o por la tarde, más que nada porque no daba virtualmente
tiempo, aparte de que no entraba en los cálculos del cuquillero de turno. Y,
queramos o no, el paso de una situación a otra altera en mucho las poblaciones
de perdices de una determinada zona. Pues no es lo mismo colgar una vez al día,
que tres o cuatro, pues simplemente, por cuestión lógica, con varios puestos
diarios se tiene más posibilidades de abatir más patirrojas que haciéndolo una
sola vez. De hecho, en más de una ocasión se dan dos puestos por la mañana y dos por la
tarde. Otras veces, aquí me pongo y, si no hay nada, allí me voy. Y esta forma de proceder no es la que se debiera.
Se puede argumentar
que hace años en los serones/alforjas de las bestias o caballerías y en los
carros también se llevaban varios reclamos, pero el que suscribe, que ha vivido
aquellos tiempos, puede asegurar que pocas veces se daban varios puestos al
día, máxime dos si se iba de expedición, como se le llamaba cuando se salía al
campo por varios días, pero lo normal era un puesto, bien de mañana o bien de y
tarde, y no diario.
¿Podemos imaginarnos lo que hubiera supuesto para un cazador de reclamo el trasladarse por la mañana
un buen trecho para dar el puesto, luego dirigirse a un nuevo cazadero, volver
a colgar y más tarde volver al cortijo o a la población, almorzar y volver a
salir para dar el puesto de tarde y ya a la caída de la misma regresar de nuevo
al punto de partida? Pues sí, a eso se le llama una auténtica paliza.
Lo normal era que,
de vez en cuando, bien de alba, de sol o de tarde salir a cazar la jaula y
hasta otra, que podría ser dos o tres días después o cuando las posibilidades de
trabajo lo permitieran. Otra cosa era aquellas personas que tenían en la caza
un “trabajo” más, que también los había. En este caso sí se salía a diario o cuando
la ocasión era propicia, porque no se nos olvide que en las fechas que hablo,
la caza de la perdiz, macho o hembra, era ilegal y la Guardia Civil hacía valer
la Ley.
Para terminar decir
que, hoy día, todavía hay muchos compañeros que se meten entre pecho y espalda
un buena caminata para dar el puesto. A los colgaderos de las altas sierras de
nuestra Comunidad, los vehículos, aunque sean todoterrenos, no llegan.
Por cierto, preciosos rincones para dar el puesto existen en la alta sierra andaluza y buen “ganao” se mueve por allí.