No hace mucho, escribía en este blog
cuando hacía las crónicas de la temporada de reclamo que hacía muchos años que
no veía unan sequía tan prolongada, circunstancia más que cierta porque,
prácticamente, no habían llovido en todo el otoño y en el inicio del invierno.
De hecho, en la mayoría de los rincones de Huelva, el agua recogida no superaba
los cien litros por metro cuadrado. Cantidad minúscula para lo que el campo
necesitaba. Así, dejando la caza aparte, aunque también sufriera los estragos
de la falta de lluvias, no había más que darse una vuelta por cualquier finca
para ver las secuelas de la sequía: pasto del año anterior sin podrir, hierba y
sembrados al mínimo, regajos y pantanos secos, polverío por todo sitio,
arboleda necesitada de agua, ganado comiendo de lo que le arrimaban sus dueños…
Y lo peor del caso es que no se vislumbraba posibilidades reales de lluvia y
estábamos a mediados de febrero.
Pues bien, llegó final el citado mes
y todo cambió radicalmente. Empezó a llover con gana, la fauna y flora cambió
radicalmente, pantanos, arroyos y regajos con agua, carriles encharcados… Es
decir lo que tenía que ser. En consecuencia, en poco más de un mes los
trescientos litros por metro cuadrado ha sido lo normal en cualquier paraje de
nuestra geografía. Ha habido un descanso de unos días, afortunadamente para la
Semana Santa, pero aquí está el agua otra vez. Tan es así que hoy, nuevamente,
ha caído y sigue cayendo agua a chuzos.
Tres imágenes de cómo está el campo a día de hoy.
Todo lo anterior viene a demostrarnos
que nuestra madre Naturaleza no entiende de pronósticos climatológicos. Cuando dice
allá voy, va de verdad. Como es el caso del fondo del artículo. De esta manera,
lo que parecía un año fatal para todo lo relacionado con el campo, agricultura
y ganadería pueden transformarse, de hecho así parece, en todo lo contrario: un
año fenomenal. Nada más tenemos que darnos una vuelta por cualquier rincón de
nuestra tierra para ver cómo está todo. Ni que decir tiene que la primavera va
de lujo. Y parece, como antaño, que seguirá lloviendo. Consiguientemente, dentro de poco nuestros campos adquirirán ese bellísimo policromado conformado por la floración de infinidad de especies vegetales y se llenarán de multitud de cantos de las muchas aves que conforman nuestra rica avifauna mediterránea. Y, como no, nuestros machos de perdiz marcaran sus territorios mientras sus hembras incuban sus respectivas nidadas.
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