jueves, 13 de diciembre de 2018

UN MAGNÍFICO OTOÑO SETERO.

          El otoño, tradicionalmente, siempre ha sido una estación meteorológica lluviosa y que, además, al ser frontera con el verano, en los primeros momentos del mismo, la gran mayoría de las veces, suelen ser templados. Por tanto, agua y temperaturas agradables son las dos premisas fundamentales para que sea una época setera por excelencia. Consecuentemente, en los años así, a las mágicas representantes del reino fungi las podemos encontrar en cualquier sitio, como de hecho está ocurriendo en lo que llevamos del actual. Así, con la tierras subidas de temperaturas debido al largo aunque no muy caluroso verano, los boletus  –tontullos o tentullos- y las Amanitas caesareas –tanas- han hecho las delicias de cuantos aficionados a la recolección de setas han salido al campo en su busca en terrenos de encinar, castañar y alcornocal... 




      A continuación, los Agaricus campestris –champiñones silvestres- y las Macrolepiotas proceras –gallipiernos- se podían encontrar en cualquier terreno estercolado por el ganado.



 Para finalizar, ya por estas fechas, los Lactarius deliciosus y sanguifluus –níscalos-, las Lepistas nuda –pies azul- y las Cantharellas cibarius –chantarelas o rebozuelos- y otros muchos son verdaderos tesoros que llevar a nuestras mesas.




Ahora bien, hay que tener muy claro que no nos lo podemos jugar a setas, pues recoger ejemplares de ellas sin tener mucha idea del tema puede ser, como de hecho es a veces, fatal. Pues no sería el primero que perdiera el pellejo en el envite. Tan es así, que también por estas fechas suele ser relativamente normal tropezarnos con la delicada y bellísima, pero mortal Amanita phalloide, un ejemplar que produce anualmente muchas muertes en nuestro país.



Pero además, un buen año de setas corre paralelo a una posible buena temporada de caza de perdiz con reclamo, pues ambos tienen “ingredientes” comunes. Terreno húmedo, mucha hierbas y temperaturas suaves y agradables, lo que hace años era un formidable celo del rabanillo. Ahora, que no se puede llevar a la práctica lo citado en último lugar, por no ser legal, esperamos impacientemente la apertura del periodo hábil con unas condiciones climatológicas formidables. Luego, el tiempo dirá, siempre que en la mata haya música y sapiencia.


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