Como caprichosos que somos -que no lo dude nadie-, porque cuarenta mil ejemplos pueden verificarlo, uno de nuestros antojitos, siempre han sido las "casitas" de nuestras perdices. Pues yo, que también lo soy, y bastante, desde siempre he estado enamorado de las jaulas antiguas y, específicamente, las de aros de madera.
Todas las que tengo -veinte para ser exacto-, excepto tres son de alambres y madera/PVC. Además, como se puede apreciar, todas tienen gancho, ya que las anillas no me gustan y porque este tipo de jaula son las que siempre ha habido en la familia. Sé que la madera puede servir de guarida a muchos ácaros, pero con buena limpieza y desinfección cada cierto tiempo, no debe existir peligro de parasitosis externa
Pues bien, de todas las que tengo -veinte en total de muy distinta procedencia-, estas tres, de la siguiente instantánea, son un poco "mayorcitas". La del centro, a la que le tengo un gran cariño y siempre es morada de mi mejor reclamo, es la única que me queda de mi abuelo Vicente. Debe tener sobre cincuenta o sesenta años y ya ha sido reparada varias veces. La de nuestra izquierda, lleva en mi poder sobre veinte años, aunque debe tener, al menos, el doble. Hace unos diez, le eché nuevos los dos aros de madera. Es obsequio de mi buen amigo, ya fallecido, Joaquín Gálvez. La de la derecha, me la regaló, hace unos quince años, mi amigo y, otras veces, compañero de coto, Curro Huelva.
Las tres tienen asiento de cuerda sintética -se los renuevo cada tres o cuatro años- y un tipo de piedra tipo esmerón -las dos primeras y casi todas las que tengo- procedente de Ugijar(Granada) y que descubrí en uno de mis viajes a esa zona de las Alpujarras. En un principio, todas tenían comedero interior -como antiguamente-, pero se los quité para aumentar el espacio interior y porque no me gustaban así.
Todas las que tengo -veinte para ser exacto-, excepto tres son de alambres y madera/PVC. Además, como se puede apreciar, todas tienen gancho, ya que las anillas no me gustan y porque este tipo de jaula son las que siempre ha habido en la familia. Sé que la madera puede servir de guarida a muchos ácaros, pero con buena limpieza y desinfección cada cierto tiempo, no debe existir peligro de parasitosis externa
Pues bien, de todas las que tengo -veinte en total de muy distinta procedencia-, estas tres, de la siguiente instantánea, son un poco "mayorcitas". La del centro, a la que le tengo un gran cariño y siempre es morada de mi mejor reclamo, es la única que me queda de mi abuelo Vicente. Debe tener sobre cincuenta o sesenta años y ya ha sido reparada varias veces. La de nuestra izquierda, lleva en mi poder sobre veinte años, aunque debe tener, al menos, el doble. Hace unos diez, le eché nuevos los dos aros de madera. Es obsequio de mi buen amigo, ya fallecido, Joaquín Gálvez. La de la derecha, me la regaló, hace unos quince años, mi amigo y, otras veces, compañero de coto, Curro Huelva.
Las tres tienen asiento de cuerda sintética -se los renuevo cada tres o cuatro años- y un tipo de piedra tipo esmerón -las dos primeras y casi todas las que tengo- procedente de Ugijar(Granada) y que descubrí en uno de mis viajes a esa zona de las Alpujarras. En un principio, todas tenían comedero interior -como antiguamente-, pero se los quité para aumentar el espacio interior y porque no me gustaban así.
En esta imagen se puede apreciar el maravilloso cosido que lleva el gorro de la misma. Corresponde a la primera de la foto ¿Cuánto costaría hoy una de ellas?
El espacio entre alambres, es un poco mayor de lo normal -sólo 45-, pero aun así, es una jaula más que aceptable.
No tenía gancho en un principio y hubo que hacerle un pequeño "chapú" para incorporárselo.
En esta última imagen se puede observar la robustez y calidad del trabajo de esta jaula -la tercera de la foto-. Tiene ochenta alambres y la suelo utilizar para pájaros que briegan más de la cuenta. Sólo un defecto: el aro de madera central, es mas ancho de la cuenta, por lo menos, para mi gusto.
Por último, como también se puede apreciar en todas ellas, están pintadas de camuflaje mate (verde bosque, negro y ocre amarillo) y, cada dos años, les pego un repaso de brocha.
Hoy día, en el mercado, hay grandes jaulas de no menos artesanos del ramo, pero las antiguas tienen una serie de detalles y una terminación que no los tienen las actuales, o por lo menos, así lo veo yo. Eso sí, las modernas de muy primera fila cuestan un riñón y parte del otro.
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