Como el año pasado, como el anterior
y como hace decenas y cientos de años, las aves, al menos por esta parte del
planeta Tierra, empiezan a poner punto y final a la complicada y sufrida pelecha. Atrás quedan
varios meses de caída y reposición del plumaje y, con el comienzo, de la
estación otoñal, la nueva “vestimenta” está casi a punto de estreno. Sólo algunas plumas de la cabeza y cuello andan en la última fase, puesto que, si observamos
detenidamente a cualquier ejemplar, en mi caso reclamos y canarios timbrados, nos daremos
cuentas que por estas zonas del cuerpo, todavía quedan algunas plumillas por
salir o están todavía encañonadas.
A partir de este momento, el plumaje post-muda alcanzará la fuerza, vigor y el colorido definitivos para llegar a la
época de fríos en un óptimo estado.
Tradicionalmente, el doce de
octubre, suelo sacar los reclamos de los cajones de muda y enjaularlos, al
igual que los timbrados que, por ahora, están en los jaulones voladeras.
Sé que para las perdices todavía es
pronto, pero las necesidades mandan: ya está bien de tierra por la casa. A
partir de este momento, hasta la hora del recorte, allá por mediados de
noviembre, les seguiré dando tierra semanalmente. No me queda otra, si quiero estar bien con la parienta.
En el enlace siguiente, se puede
apreciar a los seis reclamos que he mudado y algunas de las cría de canarios
que se sacado este año emitiendo sus primeros cantos, después de dejar atrás
los conocidos repasos.
Al contrario de temporadas anteriores, en las que me cargué de noveles en mi jaulero, solo tres pájaros perdices más llegarán al mismo, con la ilusión de que, al menos, salga un pollo con futuro. Uno de ellos lo adquiriré de la granja granadina de El Chopo y los otros dos, también criados en cautividad, me los regalará, Dios mediante, un buen amigo.
PD. Al hilo del post anterior que publiqué a principios de semana, tengo que decir, y con gran alegría además, que esta madrugada ha llovido bastante por esta zona. Ello significa, como ya plasmé en el citado artículo que el campo tirará para arriba y nuestras perdices salvajes se otoñarán como siempre esperamos.
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