Uno de los puestos de monte construido. |
Después de
veintitantos años, allá por finales de la década de los ochenta, justamente
desde que estuve de socio en el coto La
Rebolla, en el término municipal de
Alosno, no hacía un puesto de monte. Sin embargo, este año quiero volver a
revivir tiempos pasados y me he puesto manos a la obra. En principio, con la
inestimable ayuda de Pepe Moyo y Emilio López, hemos construido dos. Luego,
viendo el juego que van dando, Manolo Monescillo, el otro socio de La Dehesa de Enmedio y gran amigo, y yo
decidiremos si hacer varios de ellos en los sitios de más querencia de la
finca, porque, como bien sabemos, nuestras patirrojas, año tras año, las
podemos encontrar el lugares muy concretos de un determinado paraje, especialmente,
cuando hablamos de nuestra querida perdiz roja salvaje, como es el caso de las
que hay en La Dehesa.
Pues bien, estos
dos puestos no los estrenaré yo, sino que, un buen amigo, al que he invitado en
los dos primeros días de la apertura de la veda, será el que disfrute con estos
aguardos, hoy en desuso, aunque durante muchísimos años fueron el santo y seña
de nuestra afición y recuerdo inolvidable de quienes ya llevamos unos buenos
años de aficionados a la caza de la perdiz con reclamo.
Tengo que decir
que, mientras íbamos construyendo los dos puestos, los recuerdos sobrevolaban
por mi cabeza y, casi sin quererlo, rememoraba aquellos inolvidables años
cincuenta y sesenta cuando, aun siendo un chaval, ayudaba a mi abuelo Vicente y
a mi tío Jerónimo a levantar o remendar sus fenomenales aguardos de La Atalaya y Caña Santa. Así, el puesto
de Becerra, el de la Era, el del Rincón de Marín, el del Pleito,
el de la Coscoja, el del Cerro Blanco… volvían a mi mente con
nostalgia y cariño. Pero además, con la inmensa alegría de que, medio siglo
después, lo que aprendí de mis dos maestros cuquilleros, todavía permanece tan vivo
en mi memoria, como sí solo hubieran pasado tres días.
Eso sí, hemos
utilizado un material que no había antes y que es de gran ayuda en estos
menesteres, la malla ovejera, máxime, cuando en la citada finca, prácticamente,
no hay arboleda para fijar bien el puesto. De esta manera, con unos palos de
eucalipto y esta red metálica, levantamos la estructura del puesto y, a
continuación, fuimos entrelazando la jara hasta la terminación de los dos
aguardos. Para finalizar la construcción del mismo, unos buenos manojos de
tomillo borriquero o cantueso, pinchados en un haz de jara previamente amarrado
y colocado horizontalmente, sirvieron para la terminación de las troneras.
Igualmente, unas buenas matas tupidas de jaras servirán para cerrar totalmente
la pequeña entrada que les hemos dejado para no tener que echar las piernas por
encima del puesto, puesto que, al utilizar de asiento un banquillo o silla y no
una buena piedra como antaño, le hemos tenido que dar más altura.
Para finalizar
decir que cada puesto, en sitios idóneos por ser enclaves de mucha querencia
para las perdices y buena oída, está preparado para los dos momentos del día:
el de sol y el de tarde. Ahora bien, ambos está orientados al ON, con lo que, prácticamente, se pueden
utilizar en ambos puestos sin que el sol moleste. Sin embargo, como se puede comprobar
en las imágenes del primero, está metido en el monte, no muy espeso, pero
totalmente rodeado, y con una plaza muy limpia que lleva ya años así, pero que a
pesar de estar completamente desprovista de vegetación, las perdices extrañan poco. El otro, en un cerrete al lado de
una siembra de trigo no muy crecida, tiene salpicones de jara y jaguarzos de
siete años, que es el tiempo que tarda la rotación del barbecho para la siembra
al año siguiente.
Para cerrar sección, diré que mientras esta mañana terminábamos el segundo puesto, penúltima foto, los aledaños del mismo era un verdadero gallinero, pero de la auténtica perdiz salvaje
Para cerrar sección, diré que mientras esta mañana terminábamos el segundo puesto, penúltima foto, los aledaños del mismo era un verdadero gallinero, pero de la auténtica perdiz salvaje
Catorce imágenes de la construcción de los dos puestos. En la primera y segunda se pueden ver los bellos amaneceres de los dos días en que los hemos construidos. La tercera, cuarta, quinta y sexta nos muestran diferente momentos de la construcción de los puestos. En la séptima y octava se ve el interior de los aguardos. La novena, décima, décimo primera y décimo segunda recogen momentos de la confección de la tronera y primeros planos de las mismas. Las dos últimas nos muestran ambas plazas.
Coño compañero, ahora que tienes tiempo que bien lo estas administrando, Me alegro que lo disfrutes....
ResponderEliminarPreciosos puestos, y lo que se disfruta haciendo un puesto de monte. Un saludo.
ResponderEliminarEsa idea es la que me ronda por la cabeza para este año en los sitios que me sea posible y asi poder disfrutar de mis primeros años de jaulero.
ResponderEliminarPreciosos los aguardos. Si Señor.
ResponderEliminarEladio