De esta manera,
los últimos tres días y la mañana del domingo, como año tras año, coincidiendo
con el puente del Día de Andalucía, he
estado cazando por aquellos lares en compañía de dos amigos de Huelva y acompañados
de nuestras correspondientes señoras. El
resultado de los siete puestos que di, fueron trece granjeras abatidas., aunque
en dos de ellos, ambos de mañana, no tiré. Ello significa que, a veces, no es
tan fácil como pueda parecer.
Pues bien,
como me gusta ser serio en mis
comentarios y apreciaciones, tengo que decir que la perdiz de repoblación,
aparte de su parte mala, que la tiene, comparada con la autóctona, tiene una
gran parte buena: rápidamente descubre a los mochuelos, puesto que,
difícilmente se va uno de un puesto sin que el campo, o mejor dicho
repoblación/granja, lo tenga cerca. Así, el pollo de turno, que sin “material”
en las cercanías puede un fenómeno y dar un festival musical –incluso su dueño más
de una vez habla de sus excelencias-, cuando se le acercan unas pocas granjeras,
no entran a las primeras de cambio en plaza y se le atrancan, cosa normal,
lanzan al aire sus propias debilidades, ante la perplejidad de sus dueños:
“globos” dentro de las jaulas sin canto de recibo, alambreos, saltos, descomposición
y nerviosismo total, agachamientos… De hecho, debido a lo anteriormente
expuesto, entre pollos del año y segundas, le he dado puerta a cinco pajarrucos,
entre ellos dos de los famosos rubios.
Con anterioridad
a estas últimas jornadas de caza, estuve dos días en la Finca Herraderos situada en el término de la
localidad manchega de Villanueva de San
Carlos, cazando perdiz autóctona, nuestra verdadera Alectoris rufa. Está claro que con dicho “ganao”, hay que tener
jaula para apretar el gatillo, porque como el amigo José Luis Gómez, arrendatario
de dicho coto, le comenta a todo el que lo llama para ir a cazar a la citada
finca, o llevas reclamos de garantías, o no te comes un pimiento. Aun así, en
los dos días de estancia en la misma, tire dos parejas de patirrojas en los
cuatro puestos que di.
Para ir terminando,
diré que el amigo Chimenea, reclamo
granjero de cinco celos, con plomeo incluido en una pata, ha visto a sus pies a
21 perdices entre autóctonas y de repoblación, número que no está nada mal. A Alpujarreño, que no ha estado como el
año pasado, le he tirado 8, a Ribera
–pollo del año-, para mí una gran promesa, otros 8. Por último, a un segunda
procedente de Los Yebenes toledanos,
le he abatido dos pares, tras un gran trabajo y a un pollo de El Chopo, regalo de mi amigo Alonso, como
dije al principio, una collera. Igualmente, a algunos de los que le he dado
larga, también les he matado alguna que otra perdiz. Por consiguiente, para la
temporada próxima solo dejo cinco reclamos, puesto que, guardar medianías, es
guardar sofocones para el año que viene, circunstancia que, al menos yo, tengo
más que clara que no debemos permitir.
Como punto final
tengo que decir que, independientemente de los resultados obtenidos, en unos
casos buenos y en otros malos, la temporada que toca a su fin ha sido, según mi
propio criterio, de regular para mala. Y ha sido así por dos motivos: la falta
de lluvias durante la misma y los fuertes vientos que hemos soportados muchas
jornadas. En la parte positiva, no puedo pasar por alto la gran temporada de Chimenea, lo que viene a demostrarnos,
una vez más, que los reclamos criados en cautividad pueden llegar a ser pájaros
punteros y la aparición de dos pollos con muy buena pinta: D. Benito, un segunda y Ribera,
un pollo del año.
A partir de ahora y hasta la temporada próxima, cuido máximo de los reclamos, arreglos y limpieza de pertrechos y, como dice el amigo Raimundo, cría de canarios y gusanos de seda para las nietas.
A partir de ahora y hasta la temporada próxima, cuido máximo de los reclamos, arreglos y limpieza de pertrechos y, como dice el amigo Raimundo, cría de canarios y gusanos de seda para las nietas.
Estas imágenes que vienen a continuación recogen diferentes momentos de la última semana de reclamo de quien suscribe. La primera y segunda nos muestran un amanecer y anochecer en tierras manchegas. En la tercera y cuarta se puede ver a Chimenea en dos momentos diferentes. La quinta nos muestra al pollo del Chopo y a las dos perdices que le maté. En a sexta y séptima se ve a D. Benito con un par abatido en primer lugar y con el total que le maté en el mismo puesto . La octava, novena y décima nos muestran las patas de dos machos y la mancha en la cola de lo que se supone que era rey de bando. Por último, en la undécima se nos ve a los tres compañeros que fuimos a Castellar y nuestras respectivas esposas.
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