Después de un
mes y medio apartado del mundo de la caza por motivos de salud, este pasado
domingo acompañé a mi hijo Pablo y a mi hermano Adolfo a Calañas para echar el
rato de montería y volver a charlar con los amigos monteros de la localidad
andevaleña.
Así, con una
mañana fría y con viento, se monteó la mancha La
Atalaya, finca situada en la zona
del Cobujón y con una preciosa
vegetación de pino piñonero eucaliptus y monte bajo y que año tras año presenta
unos buenos números de reses abatidas. De hecho, aunque marranos cada vez hay
menos por la zona, siempre se va a las puertas que han correspondido en los sorteos con la ilusión de abatir algún
buen ejemplar, como de hecho ocurre de vez en cuando. Por el contrario, casi todas
las manchas de Calañas están bastante buenas de venaos, lo que se traduce en
buenos ejemplares en la mayoría de las jornadas venatorias.
El resultado de
ayer no fue malo puesto que se abatieron unos buenos pocos de ciervos -todos con más de diez puntas, premisa para poder dispararles-, algunas ciervas y ocho
guarros. Entre ellos, mi hijo Pablo se quedó con un venadete de once puntas y mi
hermano una cochina medianeta y una cierva.
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