lunes, 18 de noviembre de 2019

EL RECLAMO PUNTERO O SOBRESALIENTE

                                          Chimeneas, un reclamo puntero de granja

Ante todo, quiero puntualizar que el contenido de este artículo ni es nuevo en el blog, ni con él quiero descubrir nada original, pues todo lo expresado en él está más que hablado y escrito, pero no viene mal volverlo a exponer pues es importante tener las ideas claras sobre qué es un pájaro de primer nivel.


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A modo de introducción, tengo que decir que todo el que esté metido en el mundo cuquillero, en principio, tiene más o menos claro lo que es un pájaro de bandera o de primer nivel. Ahora bien, no es fácil concretar -aunque debería no ser muy complicado- las características que debe reunir un ejemplar de estas características para que sea catalogado como un reclamo puntero, puesto que, como bien sabemos, las opiniones que pueda haber sobre ellas son muy subjetivas, debido a que cada aficionado ve el tema de forma diferente y, la gran mayoría de las veces, se deja llevar por emociones personales. Tan es así que, con cierta frecuencia, reclamos de muy mediano nivel -no digo ya pájaros medianos como solemos tener normalmente-, en boca de sus dueños, suenan a fenomenales tenores y grandes espadas, cuando la cruda realidad nos dice que no son más que pájaros que nos “regalan” la vista con su aspecto externo, con cuatro cositas que hacen, pero poco más.

Pues bien, a partir de lo expuesto anteriormente y si queremos ser objetivos con los inquilinos de nuestros jauleros, lo primero que debemos tener claro es que cuando hablamos de pájaros punteros o de bandera, nos estamos refiriendo a ejemplares que dan la talla en el campo día tras día y no en los balcones o diferentes testeros de una vivienda para deleite de sus engatusados y encandilados dueños, independientemente de su estampa y nobleza.

En esta línea y ya con unos años con la jaula a cuestas, debo decir que la gran mayoría de los fenomenales reclamos que dicen atesorar muchos cuquilleros, que hablan y no paran de los mismos, no son más que pajaretes que en casa suelen dar grandes sesiones de cante y hermosas bulanas, que se le tira caza cuando las condiciones son muy favorables, dígase ejemplares de repoblación -con todos mis respetos hacia ellos-, o autóctonos valientes y en su sazón que entran raudos al repostero sin grandes esfuerzos del que ese día se encuentra atalayado en el mismo. Eso sí, en cuanto a este personal -muchos de ellos con grandes números de perdices abatidas- se le tuerce un poco el lance y surgen contratiempos mientras están en el colgadero, se desvanecen como castillos de naipes para vergüenza propia de su dueño que, aunque a los amigos/compañeros de coto les diga que Fulanito o Menganito ha realizado un gran trabajo, pero que el campo no ha “querido coles”, la cruda realidad es que no dan la talla ni de “mediacuchara” aunque en tertulias y reuniones hablen excelencias de ellos. Y de estos casos hay miles.

En resumidas cuentas y compartiendo totalmente la opinión de un buen amigo, Juan Luis Rosa, una cosa son los reclamos que se presentan a los concursos de belleza, nobleza y canto -muy respetables, como debe ser- o a los campeonatos de perdiz con reclamo -también respetables al máximo- y otra, bien distinta, es dar el puesto en parajes en donde todavía, por bien de nuestra fauna mediterránea, sobrevive nuestra auténtica perdiz roja salvaje. En esta línea, huelga decir que, aunque nos cueste reconocerlo, el pájaro de primer nivel, reclamo de bandera o el bueno, como se suele llamar a los ejemplares muy destacados, no se tienen en un determinado jaulero todos los días y, mucho menos, varios de ellos, temporada tras temporada. Un  pájaro perdiz de primer nivel, que hay quien se va a la tumba sin saber lo que ello significa, es un verdadero regalo de la naturaleza que aparece casi siempre cuando menos se le espera y que, independientemente de su aspecto y comportamiento en la pared, da en el tanto o pulpitillo el do de pecho día tras día, en cualquier momento del mismo, aun con condiciones adversas e, incluso, con campo poco receptivo, más que jauleado y que se las sabe todas. Obviamente y respetando al máximo las repoblaciones, cuando hablamos de estos “tesoros”, debemos de dejar a un lado los cotos intensivos y otras fincas con perdiz de granja, pues es irrefutable que no es lo mismo cazar perdiz de suelta que salvaje.

Ser atractivo a la vista o no muy agraciado en su aspecto externo, noble o bronco al máximo en el trato diario, con algún defecto en sus notas musicales, mudo total en casa, que también los hay…, el reclamo puntero, de primer nivel o de bandera es aquel que cuando lo afianzamos en el tanto, matojo, farolillo, repostero, pulpitillo…, sale con prontitud, trabaja incansablemente en cualquier momento del día, haya sol, viento, lluvia, frío… Además, aun con multitud de contratiempos que se le puedan presentar durante el tiempo que dura el puesto se les tira patirrojas, un día sí y otro también, cuando otros compañeros que también cazan en los mismos parajes llegan al cortijo sin comerse una rosca. Es más, el pájaro ya de por sí no es una máquina y, debido a ello, tampoco debe ser un motor en funcionamiento durante todo el lance, pues no por mucho cantar se tiene mayor éxito.

Evidentemente, este tipo de reclamo, durante un determinado lance, siempre, excepto casos muy puntuales, ofrece una meritoria faena. Salida a levanta cobija, como se dice muchos lugares de Andalucía, un cante de mayor aceptable, intercalado con atractivo cuchichío y piñoneo, un recibo suave y agradable y un entierro que pone los vellos de punta.  Si la situación en el colgadero se complica y el campo no está por la labor, dígase machos de espolones corridos o cobardones o hembras esquivas, pone en práctica todos los recursos inimaginables: significativas calladas, cautivadoras embuchadas, seductores titeos o cañamoneos, fascinantes cloqueos…, para que quien no quiere dar la cara en plaza termine rindiéndose a sus zalamerías. Eso sí, no todos los pájaros son idóneos para cualquier tipo de terreno, pues como bien sabemos no es lo mismo cazar en campiña/tierras bajas que en sierra. De hecho, pájaros de primer nivel acostumbrados a zonas de terreno llano pueden fracasar en parajes abruptos o viceversa.

Para ir finalizando tengo que decir a boca llena que cuando hablamos de un reclamo sobresaliente no significa que hacemos referencia solamente a pájaros de procedencia salvaje, pues la experiencia me ha demostrado que de los nacidos en cautividad o de cualquier granja pueden y de hecho salen ejemplares del más alto nivel que no tienen que envidiar nada a sus hermanos de monte. Y hago esta aseveración porque, de los dos grandes reclamos que han pasado por mis manos en mi ya larga trayectoria como pajaritero, uno de ellos, Chimeneas, que ha muerto este año con once primaveras, era de granja.

Pues bien, como se puede comprobar, este tipo de pájaro de jaula no es fácil que llegue a las manos de todo el mundo y en cantidad. Consiguientemente, el hablar de cuatro o cinco de ellos en un determinado jaulero, honestamente creo que no es de recibo. Por tanto y como punto y final valgan estas tres citas/opiniones sobre los mismos de ilustres aficionados andaluces y autores de libros sobre nuestra modalidad cinegética.

 D. Fermín Vaquero, autor de Perdices y Memorias de un jaulero andaluz: “de cada mil pájaros que se enjaulen sale un pájaro de primer nivel”.

D. José Cuenca autor de Sierras, perdices y olivares: “en toda la vida de un hombre cazador hay una única mujer, un único perro y un irrepetible reclamo.”

D. Juan José Cabrero autor de La perdiz con reclamo citando en dicho libro palabras de su amigo y aficionado, Rafel Herrera: “los buenos reclamos son como los obispos, uno por provincia”.


       Ni que decir tiene que lo aquí expresado anteriormente es opinión personal que comparto con quien quiera leer dicho artículo y que, por lo tanto, habrá quien piense y opine en esta línea y quien esté diametralmente en contra.

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