No tengo que decir mucho sobre lo que es un
confesionario porque todos, con casi total seguridad, habremos pasado por él. Y,
como sabemos de sobra…, lo que allí se dice, allí se queda. En esta línea y
buscando un paralelismo con la afición cuquillera, una vez que estamos solos en
el aguardo, aunque seamos lo más puristas y del mejor proceder del mundo,
muchas veces habremos “pecado”, porque sabíamos de más que nadie se iba a enterar de lo que
allí ocurría. Por tanto y al hilo del anterior artículo, en donde el amigo
Vicente Hurtado deja claro que cada reclamo, por más que nos empeñemos, recibe
de una forma, quiero puntualizar que una cosa es lo que pensemos que se debe
hacer y otra bien distinta, lo que hagamos en un momento determinado. Para
ello, me voy a poner como ejemplo, aunque sé que lo que voy a exponer no es una
isla en el desierto, aunque, como todo el mundo bien sabe, cueste decir: “Padre….,
me acuso”.
De esta manera, a mis casi setenta años, he dado
puestos en aguardos de piedra, de monte, con portátil, dentro de construcciones
abandonadas, en medio de un rebujón de jara o de jaguarzos, detrás de un troncón
de encina -u otros representantes de la flora mediterránea- con cuatro ramas
por encima, en hoyos en la tierra y así podría contar cientos de situaciones
por las que he pasado. Es más, en ellos, a veces, he permanecido mucho tiempo
o, por el contrario, por necesidades del guion, pocos minutos porque no había
otra. Por tanto, es obvio, que si he “toreado en tantas plazas”, he cortado
orejas y rabos y, cómo no, me “han silbado” por lo mal que lo había hecho. Pues
decir que siempre he triunfado, sería una autentica falacia a mí mismo y a los
demás.
Una vez aclarado lo anterior y siguiendo con lo del
amigo Vicente Hurtado sobre el recibo, tengo que decir que, al igual que él ha
compartido en el escrito anterior el nombre de una serie de reclamos y sus distintas
formas de comportarse ante la entrada de patirrojas en plaza, el que suscribe
tiene que decir que como no hay dos pájaros de jaula iguales -máxima
irrefutable-, por más que nos empeñemos, el que sea de una forma lo será
siempre, por más que nos empeñemos en cambiarlo, excepto en contadas ocasiones.
Por tanto, aunque nos guste el recibo de pico y sin moverse, eso no quita
que Fulanito, Menganito o Zutanito, aunque no reciban de tal
manera, dejen de ser menos pájaros, no. Y digo no, porque los he tenido, al
igual que Vicente, de multitud de estilos de recibir y han sido muy buenos
pajaretes, si no punteros, sí reclamos que dieron -y mucho-, el avío. Y no se
olvide nunca que una cosa es lo que nosotros queramos y otra bien distinta el
temperamento de cada ejemplar. Es más, aunque sea una quimera, ¿se le ha
preguntado alguna vez a una patirroja, cómo le gusta que la reciban al entrar
en plaza?
Consiguientemente, he tenido en mi ya larga
trayectoria como pajaritero, reclamos que han recibido de pico sin moverse y
cuchicheando, titeando, cloqueando... Otros, con algunos movimientos
-incluyendo el obispillo tocando la cúspide de la jaula y el pico en los
cordelillos- y con música como en el
caso anterior y, por supuesto, otros que recibían con bulanas que no cabían en
la jaula y con mínimo canto…
¿Qué cuál ha sido mi proceder en el caso de
moverse y de las bulanas? ¿Esperar y esperar y, al final, no tirar? Pues no, y
tengo que decirlo. No me he ido de ligero en ningún momento, ni he sido
gatillero -aunque, a veces, también lo haya hecho-, sino que cuando he
comprobado que no había manera, tras muchas cuelgas, le he tirado lo que
entraba en plaza porque comprendía que aquel determinado reclamo era tal como
se mostraba y, además, entendía que era su forma de recibir.
En resumidas cuentas, recibir, como decía en mi
libro Con la jaula a cuestas, es según el diccionario de la RAE: “salir
a encontrarse con alguien para agasajarle cuando viene de fuera” Y no
le demos más vueltas. ¿Qué a todos nos gusta que nuestro reclamo reciba sin
moverse, de pico y con canto casi inaudible?, por supuesto. Pero… ,¿y si no es
así, qué hacemos, aun sabiendo que nuestro pájaro recibe de otra forma, pero ha
metido a las camperas en plaza? Pues yo lo tengo claro y sin mirar para la
posible percha, tiros a él. Primero, ver si corrige el vicio de las bulanas o
danza de jaula, pero si no hay forma y es pájaro aceptable, zambombazos. Eso
sí, si no hay canto, aunque sea mínimo, en plan escarolas, hinchados como
globos, incluso con actitud amenazante o intimidatoria, debe ser que no, pues
eso ya no es lo que hablamos. Pero..., si el no caber en la jaula o con
curiosos movimientos o gestos, se le acompaña con el cante, entonces sí.
Y ojo…, esta es una “confesión” personal. Luego…, caún, caún.
Y vuelvo a repetir: qué primero hay que intentar que
el pájaro de la jaula reciba de pico y tratar por todos los medios de no
tirarle la caza cuando esté inflado como un globo de feria y sin decir ni pío,
totalmente de acuerdo. No obstante, como dije antes, hay temperamentos y
temperamentos y, basado en esta verdad incontestable, si el que está en
repostero mete a las perdices en plaza, es porque algo, bien en forma de
gesto o de pico, les dice. Y eso, al menos yo, entiendo que es una forma de
recibir. De hecho, hoy día con los célebres receptores de sonido, más de una
vez nos habremos dado cuenta que lo que pensamos que era ni decir ni pío, se
transforma en una inaudible canto de recibo.
Para ir finalizando, un buen amigo ya con sus añitos
encima y cuquillero de pro, al hilo del artículo anterior, me comentaba que uno
de sus mejores pájaros, con muchas perdices “soñando” a sus pies, incluso
soltaba algunas plumas de las vueltas y restregones que se daba en la jaula al
recibir. Pero tenía un no sé qué que metía a las patirrojas en plaza con una
facilidad pasmosa.
Y como punto final, tengo que decir que siempre he
tratado de, al principio, no disparar cuando el recibo es de pluma, pero si el
proceder del reclamo de turno no es maleable al cien por cien y es un pájaro
que planta al campo ante él, siempre lo he tenido claro, le he tirado la caza.
Por citar un ejemplo de este tipo de ejemplares, Gitano -un reclamo
que pasó por mi jaulero hace ya algunas décadas-, fue un fiel
reflejo de ello, como apunté en el relato que publiqué delante del de Vicente.
Y supongo que en el confesionario del puesto, más de uno y a más de dos se le
habrá escapado el gatillo con recibo de pluma u lo que sea.
Y como decía el otro: ¡ay si los puestos hablaran…!
Buenos días y feliz fin de semana para todos. Al hilo de tu post (con el que no puedo estar más de acuerdo), confieso que soy de los que gustan de los pájaros que reciben sin moverse (y cuando me refiero a no moverse quiero decir que no bailen,taconeen o bulaneen) pero con los años te das cuenta, efectivamente, que hay reclamos a los que por mucho que intentes corregirles esos defectos esperando el momento oportuno para tirarles las perdices, resulta del todo imposible. En 2018, y colgando por primera vez un pollo (propiedad de un amigo) se colo una pajarita en plaza a la cual "tomó" con inusitadas fiestas. Se la dejé ir y a la media hora se le corrió otra. La misma operación, pero cuando ya se iba comenzó a llamarla a grano y a continuación pegó la cabeza a la jaula tomándola de pico con un exquisito curicheo. Aproveché el momento para dejársela dormida cortando el tiro unos instantes. Este año, en su cuarto celo, se ha destapado dando aguardos soberbios. Y os cuento todo este rollo porque vengo a confirmar lo que escribe J. Antonio: hay que procurar tirar con los reclamos recibiendo de pico y sin estar de pluma, tener paciencia y esperar a que lo estén haciendo como es debido porque, como dice Vicente Hurtado, estos animalitos tienen la cabeza muy pequeña pero una memoria muy grande. Habrá pájaros que reciban de pico y moviéndose y al gusto de cada cual, les tirarán la caza o no pero lo que no admito son pájaros que "reciben" de pluma sin abrir el pico...sencillamente porque eso no es recibir.
ResponderEliminarAnte todo, como siempre gracias a Nacho Palomo por intervenir en el blog.
ResponderEliminarAunque va de recibo, el artículo, lleva en sus adentros, una dicotomía: lo que decimos y lo que hacemos, por eso lo del confesionario.
A nadie se le escapa que la soledad del aguardo da mucho que pensar y, por supuesto, de actuar. Y con esto no quiero decir que todos no seamos fieles a nuestras palabras, pero yo me pongo como ejemplo al decir “Yo confieso…”, porque muchas veces me he equivocado y he hecho lo que no debía. Y creo, solo creo, que no soy especie única.
Amigo Vicente, pluma, cuchichío, titeo, cloqueo, volteretas, pata parriba, globos de feria… recibir es recibir, nos guste de una forma u otra. Eso sí, nos puede gustar el helado de fruta, pero si ni lo hay….
Mundo complicado esto del reclamo y la soledad del confesionario.
Y vuelvo a repetir:
“…Ay si los puestos hablaran…”
PD. Cantalejo, el pájaro de la segunda imagen recibe de pluma como se puede apreciar en la imagen, pero con unos recursos musicales que como decía mi amigo y pajaritero de antaño Raimundo el día que me acompañó a un puesto , iguales sí los habrá, mejor que este imposible.
Y el pájaro que está liado con el campo y cuando le entra se queda tieso y levantado y cuando se le pega el tiro le hace el entierro,¿es cobarde?, porque si no al entrarle el campo se aplastaría.
ResponderEliminarAhí lo dejo esperando respuesta.
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderEliminarB dias.
ResponderEliminarA Raimundo decirle que obviamente no es cobarde.
A Alectorix que voy a decirle después del repaso histórico al recibo que ha dado, aunque el fondo del escrito vaya en la línea de qué lo que hacemos dentro del puesto y qué es lo que luego decimos que hacemos.
Es claro que recibo y el abatido de las perdices es un mundo amplio y complicado y, aunque pueda haber normas que lo encaucen, no es una cuestión meramente nuestra, sino del que está en el pulpitillo y el que viene a pelear con él. Y ahí, somos totalmente analfabetos. nunca entenderemos su lenguaje.
Saludos y gracias a los dos por participar.
El amigo Blas Díaz Bonillo, cuquillero de los que ya “peinan muchas canas” en esto del reclamo, me envía el siguiente comentario para su publicación en el blog.
ResponderEliminar“José Antº, el mejor pájaro que he tenido recibía de pluma, siendo un auténtico espectáculo. Recuerdo el último puesto de la temporada que lo cacé con catorce celos, mientras el amigo con el que fui aquel día, hacía sonar el claxon de su vehículo, cansado de tanto esperar”
Saludos.
Amigo Blas y demás seguidores del blog.
ResponderEliminarAl hilo de tu comentario, he repasado mis notas de archivo y el personaje de uno de los últimos artículos, Gitano, era un reclamo -1992/99- que, sin llegar a ser un figura, siempre me gustaría tenerlo en mi jaulero porque, aunque no era uno de esos pájaros de jaula finos a la hora de recibir, tenía ese no sé qué, como dije el otro día, que metía a las perdices, en aquella época de campo, en plaza. Recibía de pluma y con no mucho canto, pero las engatusaba y las atraía a sus dominios.
Pues bien, en los años que estuvo conmigo, siete para ser exacto, porque ya lo compré de pollo de dos años, puedo decir que salía al campo con toda la tranquilidad del mundo porque sabía que llevaba a cuestas un buen pájaro, con algún defectillo, pero un ejemplar de los que dan el avío, pues banderas fenómenos, aunque muchos compañeros presuman de varios de ellos, son como los obispos, uno por provincia. Lo demás son mentirijillas de taberna.
Por tanto, una vez más, lo vuelvo a repetir: RECIBIR = METER A LAS CAMPERAS EN PLAZA. El cómo lo aceptemos, ya depende de cada uno.
Saludos.
Reconozco que me ha encantado la publicación de José Antonio Romero y las contestaciones que habeis ofrecido los demas con tertulianos.
ResponderEliminarChapó por el título y la ambientación del confesionario. Siempre he dicho que en el perdigón al igual que el sacerdocio o la milicia se requiere vocación.
Los devotos acólitos de esta sagrada afición hemos tenido pájaros de todos los colores, al igual que hemos colgado en todo tipo de terreno.
No hay que olvidarse que lo importante para que reciba bien una jaula son los primeros tiros. Salvo contadas ocasiones el Pajaro que va pa bueno, si le hacemos las cosas bien desde el principio, terminará por consagrarse como lo que es, una buena jaula.
La veterania es un grado, máxime si pertenezco ala cuarta generación de una saga de perdigoneros de toda la vida, comenzando por mi bisabuelo. Una cosa tengo clara, que el Perdigón requiere grandes dosis de paciencia y tener horchata en las venas en vez de sangre de ahí que me catalogue a mi mismo como un cazador linfático.
Por norma, cd saco un pollo por primera vez al campo, le ofrezco las mayores ventajas, con idea de tirarle en su primer y unico puesto y dejarlo para el 2 celo. Hay pájaros que desde primera hora reciben inquietos, sin temple ninguno, luego no se les puede tirar. El día, ya sea en en su 2 o 3 celo, que por din después de prestarle mucho culo y ocasiones desperdiciadas, y hasta que no se quiebre y por fin reciba como mandan los cánones no le tiro. Evidentemente, ese tiro es el que hace pajaro. A partir de ahí, ya todo es coser y cantar.
Ese pajaro del que habla Nacho es el Picavientos. Como tantos recibió de cualquier manera en su primer aguardo pero se repuso más pronto que tarde. Lógicamente, como casi en todo en la vida, puede haber excepciones pero si me permitís un consejo, aguantadlo todo lo posible sin tirar. El día que lo veamos recibir por derecho, recibiremos la mayor de las alegrías.
Saludos. Gracias por darme pie a participar
Buenos días Pepe....blanco y en botella.
EliminarLarga vida al Perdigón
Muy buenas.
ResponderEliminarEl comentario anterior, lo envía José Ramos Zarallo que me lo notifica en mi wassap.
Como siempre, gracias por participar.
Saludos.
Amigo José Antonio, cada vez que publicas un artículo, como decimos en mi tierra, lo clavas.
ResponderEliminarBueno no voy a hablar nada más de cómo debe o no debe de recibir nuestro reclamo, ya que lo habéis explicado Tú y los compañeros a la perfección, así que me limitaré a decir que como viejo cuquillero que soy, he tenido reclamos de todos, aunque la mayoría más malos que buenos.
Pero entre tanto pájaro, he tenido algunos que han terminado sirviendo bastante bien, y os voy a hablar de DOROTEO, el mejor reclamo que tengo ahora mismo en mi jaulero. Este pájaro llegó a mis manos con varios celos, tenía mucho cante, pero cuando las veía acercarse...
Bulanas? No,
Eran más bien sevillanas.
Bueno pues arto de dejárselas, y el, no parar de bailar, empece a tirárselas, no sin antes haberlas tenido un rato en plaza, y tengo que decir que con el paso del tiempo y los tiros, se empezó a tranquilizar, ahora tiene 9 celos, y lleva ya unos años que es un espectáculo de reclamo, tanto que no hay un pájaro “ macho o hembra” que no los meta en plaza titeando, y la gran mayoría así se los tiro.
Años atrás me paso lo mismo con Camarón otro gran reclamo, que lo cazaba hembragado, precisamente por que no se estaba quieto de pollo, este llegó también a bordarlo, aunque tuve la mala suerte de que muriera con 4 celos.
Por cierto los dos de granja.
Con esto quiero decir que, si hacemos las cosas bien, y no somos de gatillo fácil, los pájaros irán mejorando con el tiempo.
DIEGO RAMA
Muy buenos días.
ResponderEliminarAmigo D. Rama, Doroteo y Camarón vienen a confirmarnos que no todos los reclamos reciben de la misma forma, porque en sus códigos genéticos llevan grabado el cómo deben de hacerlo.
Por supuesto, el que está en el aguardo tiene que tener sapiencia y templanza para reconducir las actitudes del que está en el gancho/pincho/matojo/respostero… De esta, manera, los reclamos que sean reconducibles cambiarán sus forma de actuar de cara a quien se les acerca.
Saludos.
Un comentario más sobre el célebre recibo, iniciado por mi amigo, compañero docente y cuquillero de los de antaño, D. Vicente Hurtado. Y con éste, por mi parte, carpetazo al tema.
ResponderEliminarComo decía en un comentario anterior Alectorix, el recibo es tan antiguo como la prehistoria, solo han cambiado las necesidades, los métodos y artilugios, llámense como se llamen. Por tanto, todo lo que digamos hoy, posiblemente, D. Diego Pequeño, tantas veces citado por la mayoría que comulgamos con la caza de la perdiz con reclamo, no estaría de acuerdo o engurruñaría el labio.
Por tanto para finalizar, la soledad del aguardo, y ahí sí que lo digo a boca llena, marca las pautas. Luego, y vuelvo a repetir: CAÚN, CAÚN. Lo demás, son todas historias para arrimar cada cual el ascua a su sardina.
Y del recibo -de pico o de pluma-, el que más y el que menos es capaz de echar horas y horas de chimenea o taberna con los amigos.
Saludos y buen recibo al mes de junio, mayo, el de las flores, se nos va.