domingo, 14 de noviembre de 2021

LA CIGÜEÑA, UN AUTÉNTICO DEPREDADOR QUE, AHORA MISMO, OCUPA EL PÓDIUM DE LOS MISMOS




                                 Tres imágenes  de nuestra querida cigüeña blanca en el Andévalo 

Sobre la cigüeña blanca como depredador máximo, aunque todo el mundo habla del jabalí, zorro, meloncillo... más llos córvidos y las rapaces, este blog ya ha tratado en dos ocasiones los estragos que viene causando cada año que pasa este perfecto devorador de especies animales de pequeña y media talla -algunas protegidas desde hace tiempo-, pero desde ningún sitio se pone una solución al problema, aunque haya personas de peso que ya lo han denunciado hasta la saciedad en diferentes medios de comunicación y redes sociales.

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Aunque a muchos ecologistas y animalistas les choque y luchen denodadamente por defenderla y conservar con uñas y dientes tan emblemática especie, circunstancia que sería perfecta si no fuera por lo que le acompaña, nuestra querida cigüeña blanca Ciconia ciconia, la que “traía hace décadas a casa a los niños/as” -o, al menos, así nos lo contaban a los que ya vamos para mayores-, si lo miramos desde el prima de la objetividad medioambiental, ha dejado de ser un ave con encanto y vista con mucho cariño, para transformarse en un depredador en toda regla. Sí, uno de los depredadores de primer nivel, al menos por las zonas en donde abunda, como es el caso de la Costa, Condado y Andévalo de Huelva que es la que conozco a la perfección. Es más, este año, aunque no puedo asegurar que haya influido sobremanera esta especie tan carismática, lo cierto es que las poblaciones de perdices nacidas en los campos son de las más bajas de los últimos años, principalmente en los terrenos con poco monte bajo que es donde ellas se mueven como pez en el agua.

Históricamente, debo decir que no ha habido gran cantidad de ellas por estas zona -alguna pareja en los campanarios de las torres y antiguas construcciones y poco más. No obstante, desde hace dos décadas, más o menos, sus registros ppblacionales han subido de tal forma que, si no plaga en toda regla, se han transformado en algo muy similar. De hecho, las localidades onubenses, excepto las de la sierra, en donde la incidencia es menor por el tipo de vegetación de la zona y lo específico de aquellos terrenos, se han transformado en la base de operaciones de esta enorme zancuda que en la época de cría no deja títeres con cabeza. Y no es que lo diga yo, pues nada más hay que darse una vuelta por las carreteras de estas comarcas onubenses  para poder ver infinidad de nidos que, entre marzo y julio -la gran época de reproducción de muchas especies-, están ocupados por parejas que todo el día andan haciendo acopio de comida para sus voraces cigüeñelos. De esta manera, crías de conejos y lebratos, nidos y pollos de perdiz, de sisones, anátidas, alcaravanes, chotacabras, codornices, calandrias/alondras reales, trigueros, cogujadas… son exterminadas en masa por los progenitores de los diferentes nidos que buscan en todo momento del día el sustento para sus más que hambrientos retoños. Y, si a ello, le agregamos algunos peces, anfibios, reptiles, roedores, artrópodos, moluscos… nos daremos cuenta que la cigüeña blanca, tan bien vista durante muchos años, es una verdadera jodienda y azote para nuestros campos, ya de por sí muy faltos de especies animales que antes se veían por doquier. Y eso que si leemos cualquier enciclopedia, veremos que la base de su alimentación está constituida principalmente por reptiles, batracios, pequeños roedores, peces, cangrejos insectos, basura… Pero en ningún sitio habla de nidos y pollos de perdices y otras aves. Sin embargo, la realidad es bien distinta, al menos a fecha de hoy.

                   Azulejo de San Bartolome de la Torre sobre la cigüeña

Si a lo anteriormente expuesto puntualizamos que en las zonas en donde el conejo ha desaparecido masivamente -Andeválo onubense-, otras especies, entre las que, desgraciadamente, se encuentra la perdiz, han entrado en una gran regresión pues la protagonista de este artículo, más otras especies depredadoras, les dan fuerte y flojo.

Debido a ello, quien suscribe puede ratificar en primera persona todo lo reseñado porque, desde hace ya algunos años, está sufriendo en sus propias carnes -como se suele decir-, los daños y estragos que ocasiona este representante de nuestra avifauna mediterránea. Por tanto, puedo afirmar que tan “encantador pajarito”, con prodigiosa vista y con una enorme “herramienta” de trabajo, en los lugares donde anida, dígase mi coto de caza -Puebla de Guzmán (Huelva)-, va poco a poco, pero sin pausa, dejándolos vacíos de especies que, como dije antes, abundaban en otros tiempos. De esta manera, día tras día y hora tras hora, desde el amanecer hasta el ocaso, va batiendo metro tras metro los lugares de estancia, cría y anidamientos de muchos ocupantes de los hábitat por donde ella se establece en invierno, primavera y verano. Ni que decir tiene y refiriéndome a las tres especies más que representativas de la caza menor en Andalucía sufren sus continuos e impunes ataques. En consecuencia, los lebratos recién nacidos -tan bellos como indefensos- y los gazapetes que dan sus primeros pasos son bocadillitos para tan avezada cazadora. Si a ello le añadimos las bajas que ocasionan  en nuestra perdiz roja, si tropiezan con un nido o con una nidada recién nacida, creo que está todo dicho. Pero es más, en las parcelas anexas a las poblaciones rurales y cortijos de las fincas, las crías de muchas aves domésticas como gallinas, patos/gansos, pavos… también son presas más que fáciles para esta voraz y contumaz cazadora, pues en cualquier descuido de los dueños de las mismas,  las insaciables cigüeñas se zampan todo los que ellos van sacando para adelante con mucho esfuerzo, mimo y cuidado.

Y lo peor del caso, y lo he presenciado in situ más de una vez, es que cazan en mano. Es decir, varias de ellas, grupos de cuatro, seis, ocho o diez,  recorren el campo, palmo a palmo, sin dejar nada atrás y van acabando con todo lo que se menea que, desgraciadamente, y por mor de ellas, cada día que transcurre, se mueve menos.

Por tanto, surgen dos preguntas vitales para los intereses de muchos componentes de nuestra fauna mediterránea y, cómo no, nuestras expectativas como cazadores:

1.- Como es una especie protegida por la Ley…, ¿qué se hace con este gran depredador, cuyas poblaciones, con seguridad cien por cien, no están en peligro de extinción, sino de superpoblación?

2.- Como no se pueden tocar por el aspecto emotivo y tradicional …, ¿asistimos días tras día a su indiscriminado ataque a cuanto se le pone por medio, incluso especies amenazadas o protegidas, dígase aguilucho lagunero, sisones, avutardas, salamandras, tritones, gallipatos, lagartos, culebras de escalera… o, por el contrario, empezamos a movernos a todos los niveles, para que dicha especie, al igual que otros depredadores que están causando grandes estragos, desde donde proceda se pongan en marcha y se regulen las medidas adecuadas para que sus ya de por sí amplias poblaciones no sigan causando daños irreversibles a muchas especies, que si no se hace nada, a la vuelta de la esquina solo las veremos en videos  o fotos?

Por tanto, creo que más pronto que tarde se deberían acometer, desde las diferentes administraciones, una serie de medidas para el control poblacional de nuestra ancestral cigüeña blanca y, con ello, evitar que este gran depredador se transforme en un verdadero rompedero de cabeza, que ya lo es, y salvar de la desaparición a muchas especies de nuestra ya alicaída fauna mediterránea.

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PD. Aunque el refranero nos dice que: "por San Blas -4 de ferbrero-, la cigüeña verás, a día de hoy, 14 de noviembre, nuestras queridas "traeniños" ya empeizan a tomar posesión de sus respectivas atalayas. Circunstancia que se puede comprobar en cualquier punto de  la privincia de Huelva, excepto en la sierra.


3 comentarios:

  1. No me he olanteado nunca que la cigueña fuese tan dañina para las especies de caza y en concreto la perdiz. Si es asi habria que to ar algunas medidas pero hoy por hoy no acierto a definirlas. UN GRAN PROBLEMA.

    SALUDOS.Jose A. Montalban

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  2. Tu artículo pone de manifiesto una de las terribles paradojas que afectan hoy al mundo de la caza. Las especies depredadoras están legalmente más protegidas que las cazables. En el caso de la perdiz roja, sólo se les ocurre a nuestros políticos prohibir su caza, pero no poner a disposición de los cazadores ayudas y medios para su conservación.

    Saludos. Carlos Luna

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  3. Gracias a los dos por vuestro comentario. Y solo decir que hoy día como dice Carlos, a los cazadores, quienes cuidamos el medio ambiente como ninguno, nadie se acuerda de nosotros, a no ser para tildarnos de depredadores, cosa que si conocieran la verdad, a nadie se le ocurriría. Eso sí, me gustaría que en una determinada fecha, bajo notario, salieran al campo un cazador y uno de los muchos que nos difaman. Seguro que daría que hablar.

    Saludos.

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